Por Hernán Andrés Kruse.-

El 11 de marzo de 1973 tuvieron lugar las elecciones presidenciales que le permitieron al peronismo retornar al poder luego de casi dos décadas de proscripción. La fórmula del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) integrada por Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima cosechó el 49,50% de los votos, lo que los obligaba a competir en la segunda vuelta contra el radicalismo. Ricardo Balbín, en una clara demostración de cordura y sagacidad política, decidió no participar en el balotaje ya que era consciente de la imposibilidad de ganarle al peronismo.

¿Por qué ganó Cámpora? Mejor dicho ¿por qué retornó el peronismo al poder? La respuesta, me parece, es clara y contundente: el peronismo retornó al poder en 1973 porque el antiperonismo que gobernó el país a partir de la Revolución Libertadora hasta las elecciones presidenciales de marzo de 1973 se cansó de cometer gruesos errores políticos. Veamos.

El general Eduardo Lonardi ocupó la presidencia de la república apenas consumado el derrocamiento de Perón. Su lema era “ni vencedores ni vencidos”. El general Aramburu y el almirante Rojas no pensaban lo mismo. Para ellos había vencedores y había vencidos. En noviembre de 1955 desplazaron al general Lonardi por considerarlo demasiado tibio. Asumió como presidente el general Aramburu siendo secundado por el almirante Rojas en la vicepresidencia. El diagnóstico de ambos era el siguiente: el país estaba enfermo de peronismo. En consecuencia, había que curarlo. El método elegido fue, salvando las distancias, el aplicado por Robespierre en la Revolución Francesa. Todo lo que oliera a peronismo debía ser enterrado sin misericordia. Ello explica su decisión de proscribir al peronismo y de aplastar sin piedad la rebelión encabezada por el general valle en 1956.

En febrero de 1958 tuvieron lugar las elecciones presidenciales que consagraron presidente a Arturo Frondizi, quien jamás logró solucionar el grave problema de legitimidad que lo asedió apenas se sentó en el sillón de Rivadavia. Consciente de que le debía la presidencia a Perón, intentó por todos los medios posibles no aplicar el jacobinismo antiperonista que le exigían las fuerzas armadas. Lo único que consiguió don Arturo fue enemistarse con el peronismo y con el antiperonismo. Quiso quedar bien con ambos y en política, ya se sabe, es imposible complacer a todos. La victoria de Andrés Framini en la provincia de Buenos Aires en marzo de 1962 fue la gota que rebalsó el vaso. Frondizi fue reemplazado por José María Guido quien de inmediato aplicó la receta de Aramburu y Rojas.

En 1963 Arturo Illia ganó las elecciones presidenciales. Al igual que don Arturo, carecía de legitimidad de origen ya que el peronismo estaba proscripto, como en los comicios de 1958. En 1966 fue derrocado por las fuerzas armadas. Era el comienzo de la Revolución Argentina, cuyo primer presidente, el general Juan Carlos Onganía, tenía intenciones de quedarse en la Casa Rosada una larga temporada. En mayo de 1970 la cúpula montonera liderada por Norma Arrostito secuestró y ejecutó al general Aramburu. Onganía fue incapaz de soportar semejante golpe. Mientras tanto, desde Madrid, Perón celebraba el accionar de la “juventud maravillosa”. Un mes más tarde las fuerzas armadas lo derrocaron. Fue sustituido por el general Roberto Marcelo Levingston quien intentó retornar a las fuentes. Se trató de una misión imposible ya que era evidente el fracaso estrepitoso del antiperonismo en el poder.

Al poco tiempo Levingston fue reemplazado por el general Alejandro Agustín Lanusse. Consciente de ese fracaso, comenzó a conducir, muy a su pesar, la transición hacia la democracia, que en la práctica significaba el inevitable retorno del peronismo al poder. El último manotazo de ahogado del antiperonismo fue la decisión de Lanusse de prohibirle a Perón participar en las elecciones presidenciales de marzo de 1973 por no residir en el país. Perón ni se inmutó. En noviembre de 1972 regresó momentáneamente al país para bendecir la fórmula Cámpora-Solano Lima.

Cámpora no ganó el 11 de marzo de 1973 sino Perón. Si en lugar de Cámpora hubiera estado el encargado de cualquier edificio de Buenos Aires, por ejemplo, hubiera cosechado la misma cantidad de votos que el “Tío”. Cámpora fue tan solo el instrumento utilizado por Perón para organizar el proceso político que culminó en las elecciones presidenciales de septiembre de ese año. Más que por méritos propios, Perón fue nuevamente presidente por la increíble incapacidad política del antiperonismo. Una vez le preguntaron qué pensaba hacer para volver al gobierno. Simplemente se limitó a decir que se cruzaría de brazos ya que todo lo harían sus enemigos. Los hechos terminaron dándole la razón.

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