Por José Luis Milia.-

No es nuevo para mí, ni creo que hoy haya algo que me asombre. Luego de todos estos años, más bien solo me queda lugar para el dolor. He sido testigo, cuando joven, de la agresión a civiles y militares llevada adelante por estas bandas de pistoleros que, en nombre de una patria socialista, no trepidaron en empezar a cavar- a partir de aquel lejano abril de 1964 en que grupos guevaristas asesinaron al Cabo de Gendarmería Juan Adolfo Romero- las cien mil tumbas que según ellos eran menester para lograr su quimera. Apañados por políticos que querían llevar agua a su molino y arreglados con otros, hábiles cultores del “animémonos y vayan” que preferían hacerse los distraídos mientras la nación se desangraba, creyó, la subversión, ser lo suficientemente fuerte como para intentar el sueño del Vietnam propio en el monte tucumano.

Ese año, un gobierno constitucional, ante la agresión desembozada de la subversión ordenó al Ejército Argentino recuperar la zona poniendo en marcha el Operativo Independencia. Allí cayeron en combate muchos soldados -oficiales y suboficiales del Ejército argentino, pero también Soldados Conscriptos que, sin ser soldados vocacionales cumplían una ley de la Nación y dieron sobradas muestras de fidelidad y valor- soldados que si no hubieran combatido con fe y decisión otro hubiera sido el futuro de la República.

Esa guerra, aunque Ud. y muchos como Ud. no quieran aceptarlo, no ha terminado. Días atrás, aconteció una nueva escaramuza; una nueva emboscada pegó mal en el alma de la Argentina. Sucedió, precisamente, el día que el Ejercito recordó con un simple tweet a los que, el 5 de setiembre de 1975, cayeron en el combate de Potrero Negro: el Subteniente Rodolfo Berdina y el Soldado Conscripto Ismael Maldonado, tweet que motivó una queja inmediata elevada al ministro de defensa por grupos residuales de las pandillas terroristas e individuos que han medrado a lo largo de estos años con el dolor de los argentinos que dijeron sentirse ofendidos porque el Ejército recordaba a dos héroes.

El ministro reaccionó como se esperaba- un gran español decía que si de algo hay que cuidarse en esta vida es de los enanos a los que se les ha dado poder- ordenando borrar el tweet, y Ud., General, aceptó la orden. El miedo a ser considerados políticamente incorrectos acucia a los mandos militares, en especial desde el año 2003, y los hace retirarse aún antes de disparar un tiro. Así, este combate terminó de manera muy diferente a Potrero Negro, no hubo un jefe honrando, aunque sea con el retiro, su profesión como hizo Berdina con su vida, ni un Soldado, Maldonado, siguiéndolo a la muerte, quizás porque Berdina era, pese a su juventud, un líder que merecía eso. No, esta escaramuza, Gral. Cejas, terminó con Ud. en retirada. Esto, General, no ha sido otra cosa que una derrota.

Quizás, lo que quiere significar esa frase: “Somos ejército” en el mensaje que Ud. subió a las redes meses atrás, sea, simplemente, la negación de una guerra que sigue y que solo persigue la destrucción del Ejército como paso necesario para concretar la decadencia de la Argentina; algo tan distinto del “¡Dios y Patria o Muerte!” que gritaban los Comandos en Malvinas y que hoy es el grito de todos, no solo de los veteranos de guerra sino también de aquellos que sangramos ante cada ataque a la Patria.

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