Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del domingo 6 de noviembre, Página 12 publicó un texto de Carta Abierta sobre los dichos del senador Miguel Ángel Pichetto acerca de los peruanos, paraguayos y bolivianos que habitan en nuestro suelo. Dicen los intelectuales kirchneristas: “La pregunta de Michel Rocard sobre “¿cuánta miseria puede aguantar Francia recibiendo inmigrantes pobres?” (de la que parte M. A. Pichetto para una reflexión que avergüenza), puede responderse fácilmente a condición de no darle el giro de la discriminación, el gesto del cierre de fronteras o el aire siniestro de una teoría de la desigualdad social, construyendo naciones de estamentos homogéneos, principio de los neoconservadurismos y neofascismos. Pero si se acepta en cambio que los grandes hilos migratorios enriquecen todas las formas culturales previas de una nación, como lo demuestra la historia moderna de la construcción de naciones, Rocard estaba equivocado en su anuncio de los primeros síntomas del viraje a la derecha del socialismo francés. Y Pichetto, más equivocado aún: luego de treinta largos años de la expresión citada, no sólo se presenta como un amicus curiae de todas las derechas antiinmigratorias del mundo, sino que anuncia un futuro de indignidad, chatura y catástrofe moral para nuestro país” (…) “El macrismo está empeñado en remover los cimientos fundacionales de la Argentina, incluso los que pertenezcan a las tradiciones jurídicas y democráticas que provienen del siglo XIX y que no le interesa invocar. Dictámenes claros de la ONU, como el referido a Milagro Sala, le son indiferentes, por caso. El senador Pichetto, a su turno, hablando de resacas poblacionales, no pertenece al partido de gobierno, pero por su boca expele la globalización a martillazos, ofreciéndose como guardián exaltado del parque temático del macrismo. Autor de frases xenófobas y racistas para no olvidar” (…) “¿por qué elige este momento argentino para lanzar su ataque tremendo contra los hermanos de América Latina? Porque el deterioro de la situación económica producto de políticas públicas realizadas con toda intención por el actual gobierno está configurando una situación social insoportable y el jefe de la bancada de senadores del FPV/PJ, que no le ha presentado ninguna batalla en la cámara en la que maneja la mayoría “opositora”, siente la necesidad de facilitarle el curso siniestro que conduce a la discriminación más abyecta, la salida cloacal. Cumple el papel del primer alemán que dijo ante la crisis de los 20 “la culpa es de los judíos”. El buen senador le dice al pueblo necesitado, preocupado, incluso resentido “¿no conseguís turno en el hospital? Es porque te lo ocupan los “paraguas”, o “¿te quedaste sin laburo? Algún “bolita” te lo estará ocupando” (…) “Todavía hay numerosas personas vinculadas al Partido Justicialista, del que el senador M. A. Pichetto es nada menos que Secretario Nacional de Acción Política, que recuerdan los propios actos formativos del peronismo. Por ejemplo, la relación con el socialista latinoamericanista Manuel Ugarte, que en Francia fue amigo de Henri Barbusse y en nuestros países embajador de Perón en México y Cuba” (…) “Para no mencionar las políticas protectivas e inclusivas de los inmigrantes y el reconocimiento de sus derechos, bajo los gobiernos kirchneristas, de las que el programa “Patria Grande” es su manifestación más contundente. Sería bueno que en nombre de una historia que supo ser otra, se invite a Pichetto a retirar sus palabras o que, con adecuadas palabras se lo retire a él, tanto de la dirección del peronismo, cuya memoria degrada, como de la jefatura del bloque senatorial que ha largamente deshonrado” (…) “El personaje del que venimos hablando fue desde Menem hasta acá el jefe de bloque de senadores del PJ primero y del FPV/PJ a continuación. Todos quienes luchamos por y apoyamos a los gobiernos populares de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner somos responsables de que esto haya sucedido y suceda. Nos comprometemos a impedir-en la medida de nuestras posibilidades, y llamamos a los compañeros a unir fuerzas en esto-que señores de esta calaña ocupen cargos en un futuro gobierno nacional, popular y democrático y que tampoco lo hagan como parlamentarios en representación de un pueblo al que reiteradamente traicionan”. La reflexión de Carta Abierta es contundente y profunda. Sólo cabe agregar lo estipulado por el Preámbulo de nuestra Constitución: “Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las Provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para toda la Nación”.

Desde que asumió Mauricio Macri como presidente de la nación la brecha entre los que más ganan y los que menos ganan se ha ensanchado vertiginosamente. Durante el kirchnerismo (2003/015) la brecha de ingresos entre el decil 1 (el 10 por ciento que más gana) y el decil 10 (el 10 por ciento que menos gana) se redujo sobremanera. En efecto, en 2003 una persona del decil 1 tenía ingresos un 33 por ciento más elevados que los ingresos de una persona del decil 10. En otros términos: esa persona del decil 1 era 33 veces más rica que la persona del decil 10. Doce años más tarde la persona del decil 1 tenía ingresos un 18,7 por ciento más elevados que los ingresos de aquella persona del decil 10, lo que significa que en 2015 la brecha entre ambas personas se redujo un 14 por ciento. Once meses después del ascenso al poder de Cambiemos los ingresos de la persona del decil 1 son 23,2 por ciento más elevados que los ingresos de la persona del decil 10, lo que significa que de diciembre de 2015 a noviembre de 2016 la brecha entre la persona del decil 1 y la persona del decil 10 se amplió en un 5 por ciento. El CEPA (Centro de Economía Política Argentina) y el INDEP (Instituto de Economía Popular) acaban de elaborar un documento titulado “Desigualdad, un cambio con ganadores y perdedores”, en el que analizan esta cuestión y de qué manera repercuten sobre la distribución del ingreso las políticas públicas del gobierno macrista. En la cúspide de la pirámide se detecta una elevada concentración del ingreso en manos de los sectores ligados al capital financiero mientras que en la base se registra “un sensible aumento de los despidos y suspensiones en todas las actividades, particularmente en el sector industrial”. De esa forma se torna utópica la pretensión de la inclusión o la obtención de un trabajo digno por parte de quienes pueblan la base piramidal. El estudio también refleja un deterioro en la evolución de las pensiones y la AUH, transferencias que ayudan a los sectores más vulnerables a sobrevivir. El documento sostiene que todos estos factores conducen a un “aumento de la indigencia y la pobreza” que, según lo revelado por mediciones de varios centros de estudios, “alcanza los doce puntos porcentuales adicionales sobre el nivel que tenían al inicio del gobierno actual”. El resultado no puede ser otro más que la consolidación del aumento de la brecha entre los que más ganan y los que menos ganan mientras el gobierno nacional continúe con esta política económica.

Según el documento la brecha lejos estuvo de ser pareja durante los doce años de kirchnerismo. En efecto, entre 2009 y 2010, a raíz del impacto provocado por la crisis financiera global, se registró un considerable aumento de la desigualdad. El derrumbe de varios megabancos transnacionales pegó muy duro sobre los ingresos de los sectores más humildes, dando lugar a una suerte de derrame pero a la inversa de lo sostenido desde siempre por el neoliberalismo ortodoxo. En 2003 la brecha arrancó en una relación 33 (decil 1) a 1 (decil 10), relación que cinco años más tarde se redujo al 23,4 por ciento. En 2009 y 2010 la brecha subió al 27,6 por ciento y a partir de 2011 nuevamente comenzó a reducirse la desigualdad hasta arribar a una relación de 18,7 por ciento en 2015. Con la asunción de Macri la tendencia comenzó nuevamente a revertirse pero en contra de la calidad de vida de los sectores más vulnerables. Ahora bien, esta regresión fue producida exclusivamente por la política económica implementada por Macri. En pocos meses la relación entre ambos deciles pasó a ser del 23,2 por ciento. Si se efectúa un repaso de las cifras anteriores se observa que la brecha empeoró 4,2 veces en dos años (de 23,4 en 2008 a 27,6 en 2010) a raíz de la crisis financiera mundial. En 2016 y por causas exclusivamente endógenas se produjo un incremento de la brecha en el orden del 4,5 por ciento. Este hecho no puede más que provocar una reacción social importante. Prueba de ello lo constituye la movilización de las dos CTA y las organizaciones sociales el pasado viernes (fuente: Raúl Dellatorre, “La desigualdad en la distribución del ingreso profundiza la grieta”, Página 12, 6/11/016).

En las últimas horas la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo Económico (FIDE) dio a conocer su informe mensual de noviembre sobre el actual contexto económico. Las conclusiones son lapidarias. En las primeras líneas del informe FIDE señala que “a nivel productivo, la mayoría de los indicadores oficiales refleja la continuidad de la recesión, con nuevas contracciones en el nivel de actividad industrial y la construcción durante septiembre (-7,3 y -13,1 por ciento, respectivamente). Estos números tornan inviable la hipótesis oficial de caída del PIB del 1,5 por ciento para 2016, proyectándose un retroceso en torno al 2,7 por ciento”. Luego apunta: “durante el segundo semestre, el desequilibrio fiscal se acentuó y las cuentas externas evidencian una ampliación del déficit, un bajo dinamismo de la inversión externa y la aceleración de la fuga de capitales” (…) “hasta el momento, el nuevo endeudamiento no ha contribuido a ampliar la capacidad de repago de la economía argentina, se trata más bien del ingreso de fondos para el financiamiento del desequilibrio de las cuentas públicas y del aprovechamiento, para los inversores, de la excelente oportunidad para las colocaciones de sus excedentes en el mercado financiero. La persistencia de la fuga de capitales de los propios residentes constituye otra señal sobre los desequilibrios estructurales de la economía argentina, que alertan sobre la sostenibilidad de este esquema en el mediano plazo”. Expresa que “es cada vez más evidente que la inercia de este proceso no garantiza el reingreso a un sendero de crecimiento sostenido. En el contexto laboral del año que viene, es previsible que el gasto público asuma un rol más expansivo, pero este impulso aislado es insuficiente si no se logra dinamizar el consumo interno” (…) “frente a un marco de debilidad en la demanda efectiva como el que prevalece, se hace difícil esperar una reactivación sensible en el flujo de inversión privada. La industria, por ejemplo, exhibe los niveles de capacidad instalada ociosa más altos en los últimos diez años” (por arriba del 36 por ciento). Respecto a la desindustrialización que se advierte desde que asumió Macri el documento expresa que “en las definiciones estratégicas que han explicitado los funcionarios del gobierno, se advierte poco espacio para la industrialización. La identificación de unos pocos sectores competitivos, liderados por el agropecuario y sus manufacturas, deja librada a su suerte a una parte sustancial del entramado fabril y a sus trabajadores, en un contexto interno de caída de demanda, creciente presión de las importaciones y un mercado internacional anémico. Todo indica, en consecuencia, que aunque se recupere el crecimiento, el mismo no será homogéneo entre sectores, con la industria perdiendo participación, tal como viene ocurriendo hasta el presente. Este tipo de crecimiento no resultará neutral para el nivel y la calidad del empleo y tampoco para la distribución del ingreso. Y en este contexto, es previsible que la puja distributiva y la conflictividad social se mantengan presentes en el escenario”. El documento analiza la evolución del sector financiero y el frente exógeno: “el gobierno realizó en el mes de octubre una colocación de deuda por el equivalente a 11.000 millones de dólares, el monto más elevado desde la emisión de bonos por 16.500 millones de dólares realizada en abril de este año, en el marco del acuerdo con los fondos buitre”. Por último, FIDE advierte que “este contexto de afluencia de dólares, en un escenario de buenos negocios financieros para el capital, también contribuye a sostener el espejismo de que en la Argentina sobran dólares. Pero este proceso convive con el deterioro de las condiciones del sector externo. Ello se expresa en la acentuación del desequilibrio de la cuenta corriente, donde la mejora en el saldo comercial fue más que compensada con el deterioro en la cuenta de servicios, fundamentalmente financieros, por el mayor pago de intereses que devenga la nueva deuda. Además del aumento de las transferencias al exterior en concepto de utilidades y dividendos. Egresos que experimentaron, en los primeros nueve meses del año, alzas del 104 por ciento el primero y más de 1000 por ciento el último”. En definitiva, el documento expone un panorama económico sumamente complejo: 1) una recesión que amenaza con prolongarse demasiado; 2) un deterioro social que ni siquiera la desaceleración de la inflación es capaz de compensar; 3) una inversión externa que, además de no producir ninguna lluvia de dólares, comenzó a mostrar signos de desinversión real; 4) el crecimiento incontrolable de un endeudamiento que sólo es funcional a quienes se especializan en acumular ganancias de capitales especulativos (fuente: Raúl Dellatorre, “Mal fin de año y peor pronóstico para el que viene”, Página 12, 7/11/016).

En las últimas horas hizo declaraciones el ex ministro de Economía y actual diputado nacional Axel Kicillof. Aseguró que “la carrera de endeudamiento desenfrenado que está teniendo el gobierno de Macri ya ha batido todos los records. Este año fuimos el país que más deuda tomó en el mundo y en la historia argentina, considerando el plan Brady, el Megacanje y el Blindaje, creo que nunca se contrajo tanto endeudamiento en tan poco tiempo”. Advirtió además que esa deuda fenomenal tiene como único objetivo el financiamiento de la fuga de capitales, gasto corriente e importaciones. Explicó que “si uno se guía por el presupuesto 2017 que se votó en la cámara de Diputados para el año que viene hay que esperar más de lo mismo”. Respecto a la polémica planteada en torno al aumento de la dieta de los legisladores, manifestó que le había llamado “la atención que estábamos discutiendo un presupuesto de un endeudamiento gigantesco y el tema era cuánto ganaban los diputados. No me parece nada bien ese aumento y creo que hay que discutirlo, pero tampoco me parece inocente que las discusiones que se estaban dando en la cámara fueran reemplazadas por algo que tiene que ver con la famosa idea del costo de la política. Son discusiones que hay que dar, pero cada vez que hay que discutir una ley neoliberal aparece otra cosa”. También se tomó su tiempo para refutar un curioso comunicado difundido el viernes por el Ministerio de Hacienda según el cual hasta el 31 de octubre el gobierno había cancelado deuda por 47 mil millones de dólares: “la aparición de esta verdadera pieza del museo del absurdo, sólo puede explicarse por la incomodidad que está sintiendo el gobierno de Macri ante la cuestión de la deuda externa” (…) “lo cierto es que Macri no pagó nada: simplemente tomó deuda nueva para pagar deuda, lo que técnicamente se llama “roll over” y en el barrio se llama “bicicleta” (…) “es un secreto a voces que Argentina es el país que más deuda tomó en el planeta durante este año. De hecho, casi duplicó la deuda externa con privados en moneda extranjera en 11 meses. Cuando asumió Macri, debíamos 43 mil millones de dólares en títulos. Además de esta deuda, estaba la deuda en pesos y la deuda con otras dependencias del Estado. Pero la deuda que realmente crea dificultades insalvables-y que eventualmente conduce al default-es la deuda en dólares con el sector privado. Y durante este año Macri lleva tomados casi 40 mil millones más. Más triste aún es que el presupuesto aprobado por Cambiemos-con la ayudita de buena parte de la “oposición”-anuncia que el año que viene piensan endeudarse por 44 mil millones más” (fuente: “Endeudamiento desenfrenado”, Página 12, 7/11/016).

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