Por Jacinto Chiclana.-

Según las últimas noticias, molestos por las inevitables referencias del Presidente Macri a las pesadas herencias recibidas del nefasto gobierno anterior, las bancadas peronistas amenazan con condicionar sus apoyos en la obtención del quórum necesario para tratar el tema de los holdouts y otras cuestiones más que trascendentes para el paulatino ordenamiento económico del país.

«Graso error, muchachos», diría el inefable Minguito si aún su corazón no le hubiese jugado una definitiva gambeta.

Si quieren terminar de enterrarse y enterrar al fondo de los recuerdos a ese peronismo al que ustedes dicen adscribir pero del que no respetan uno solo de sus dogmas, busquen un palo bien morrocotudo y atraviésenlo traicioneramente en la rueda delantera de la amarilla bicicleta de Cambiemos en acción de gobierno.

Opónganse, descarada y abiertamente o, si lo prefieren, de manera solapada, fieles a sus inveteradas costumbres, al soplo del aire fresco que pretende barrer los tufos a cadáveres descompuestos que nos dejaron sus doce años de pillaje y populismo nepótico, y cosecharán lo que les falta levantar aún de la siembra fecunda que han realizado para asegurar que se minimicen al extremo las posibilidades de que puedan volver algún día, por lo menos si continúan observando esas costumbres tan vuestras de gobernar mal y robar y hacer todo lo que pueden para voltear a los gobiernos cuando son de otros símbolos.

Es que todo en la vida tiene un límite y la paciencia del pueblo argentino no escapa a esa regla.

Ustedes pueden disfrazarse de lo que quieran. Si les agrada, de aquí en más pueden ir a sus bancas para jugar a la mancha venenosa o al don pirulero, pero sería bueno para mantener cierta credibilidad ante la sociedad, peronistas o no, que le digan a la primera princesa de la fiesta nacional de la alpargata rosa que modere su lenguaje y que no piense que somos tan estúpidos como para que quiera convencernos de que la inflación galopante es responsabilidad de Macri.

El hartazgo del pueblo, ya experto en vuestros dobleces y enconos y sus travestismos ideológicos está dando muestras de haber alcanzado cierto grado de inflamación glandular como antes no se viera y de allí a la cachetada electoral sólo queda un pequeño espacio que, si continúan ustedes en este camino de oposición irresponsable, será rápidamente eliminado.

Ni las circunstancias ni los protagonistas ni los hombres y mujeres que lo votaron, muchos con los zapatos lustrados y todos laburantes divorciados de las prebendas repartidas a discreción por ustedes, son los de la alianza.

Macri no es De la Rúa, ni los que lo votaron son una masa informe y sin rumbo, tibiamente ilusionada con romper años de desgobiernos peronistas, que nos fueron hundiendo en el pozo profundo del aislamiento y la pauperización, mientras «tribunos y tribunas» de gran capacidad verborrágica nos hacían la croqueta como si fuéramos imbéciles analfabetos.

Después del gobierno más corrupto y lleno de ladrones de la historia de nuestros últimos setenta años, no nos dejaremos encantar ya más por discursos encendidos y tonos de flautas embelesadoras de sacerdotisas etruscas de dudosos títulos.

Se acabó lo que se daba, muchachos y muchachas… No bancamos más esas caras de demócratas buenos, exhibidas obscenamente por lo más gramado de los exponentes de aquella «juventud maravillosa» que asoló al país en la década del 70.

Fueron, son y serán asesinos que, si hubiesen logrado sus objetivos, nos hubiesen sumido en el peor sojuzgamiento fraticida de nuestra historia, bañando en sangre hasta los ríos interiores de nuestro país y los vecinos.

Somos muchos y nos conocemos mucho.

Ya no le enroscan la bigornia a nadie.

Ya no nos dejamos rempujar de atrás como señuelo en el subte abarrotado, mientras el cafiolo vidalita de dedos ágiles nos escamotea la cartera.

Ustedes ya probaron, robaron y engañaron doce años. Incluso se permitieron intentar cambiar la historia para acomodarla a vuestros oscuros intereses y mientras nos mantenían preocupados en la atrasada lucha contra el «imperialismo», los «intereses corporativos» y la «oligarquía», ustedes se llenaban los bolsillos a más no poder y nos daban prueba cabal de no poseer el más mínimo caudal de moral y honestidad. Hicieron obscenos negocios con el estado aprovechando sus posiciones y remedando aquella oligarquía terrateniente que dijeron odiar; hasta se quedaron con tierras compradas a precio vil y que luego vendieron por millones de dólares.

No tienen autoridad moral ni para exigir nada ni para erigirse en defensores de ningún pueblo. Son simplemente ladrones y muchos de ustedes ni siquiera son de guante blanco.

Personajes como el vicepresidente, que nos avergonzara ante el mundo, tienen menos honor y moral que una rata de albañal despedida de la camada por barata y ordinaria.

Por todo eso, cuando pretendan forzar los climas para hacer fracasar este revolucionario proceso de saneamiento y reivindicación, se encontrarán esta vez con un pueblo unido y avisado que, como dijo aquel general al que ustedes dicen admirar, pero al que niegan con sus actos, «tronará el escarmiento».

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