Por Oscar Edgardo García.-

El economista y filósofo escocés Adam Smith sostuvo hace dos siglos que las empresas imaginativas e innovadoras crean un círculo virtuoso que beneficia a accionistas y empleados. Por el contrario, las empresas que destruyen valor crean un círculo vicioso y terminan por desaparecer.

Un círculo vicioso es una situación en la que se da una circunstancia que es la causa de otra y al mismo tiempo la segunda es causa de la primera.

Asimismo, es un razonamiento en el que se explican dos cosas, cada una por la otra, de forma que ambas quedan sin explicación.

Tal estado de situación origina en las personas la percepción de ausencia de alternativas, de carencia de salidas y de ineptitud para elegir caminos diferentes.

La escapatoria de un círculo vicioso se lleva a cabo determinando analíticamente los factores que lo producen y diseñando un plan equilibrado y racional para modificar la forma de actuar de modo tal que posibilite la creación de un círculo virtuoso, lo cual implica tomar medidas para liberar el potencial existente y captar el interés de inversores que visualicen oportunidades y aporten los fondos necesarios para la expansión de la producción, creando valor en una economía más sustentable y desarrollada y en pos de un mayor bienestar social.

Los hechos actuales demuestran que las acciones que los gobernantes están aplicando a los obstáculos que se les presentan conducen reiteradamente al mismo destino, transitando en círculos sin encontrar caminos distintos y repitiendo las mismas historias desestimando las experiencias vividas en el pasado.

Lamentablemente, en la medida en que el Gobierno Nacional no se imponga la racionalidad, la voluntad y la decisión para entender estos conceptos elementales continuará inmerso en esa encrucijada en la que caen normalmente los seres humanos cuando se encuentran en una callejuela sin escapatoria y no se plantean las soluciones necesarias para la resolución de los problemas que deben enfrentar.

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