Por Mariano N. Castex.-

Días atrás el matutino La Nación publicó un editorial titulado «No más venganza«.1 El mismo produjo una desmedida reacción en algunos sectores de la civilidad, que denota hasta qué punto se ha enraizado en nuestra «circunstancia» la mendacidad del «relato» y su descarada manipulación de los Derechos Humanos con fines absolutamente espurios, distorsionando la realidad de la historia a través del implante de dismnesias y rellenos selectivos en todos los campos del quehacer societario y muy particularmente entre las generaciones que no vivieron esa guerra civil en donde ambos bandos por igual cometieron toda suerte de crímenes repudiables. Entre quienes conocen y han vivido y militado esa época, impera por cierto el miedo a señalar que en la memoria y conducta de no pocos líderes la mentira sistemática, la corrupción y el espíritu de venganza están presente causando estragos.

Esta innegable realidad crea en quien esto escribe una ardiente inquietud y mayor zozobra pues el silencio es la peor contribución que puede hacerse en el proceso argentino en procura del cese de la era de violencia y la búsqueda de la paz.

Víctima del proceso militar y convertido en activo militante por los DD.HH. con mayúscula, lo que implica la connotación de rechazo a toda discriminación de personas -lo que es equivalente a que estos se aplican a todo humano por igual-, con el avance de la era K, quien esto escribe, constata con renovada sorpresa que en nuestras tierras abunda la candidez, la falta de memoria y el amor por dejarse engañar y seducir. No en vano se nos consideraba la tierra en donde se vendían al ocasional transeúnte -al «gil», como le decían- con notoria facilidad, los buzones del correo, las grúas del puerto y hasta algún tranvía. Fenómeno no tan particular por cierto, si se compara la similitud que guardan tales conductas con la ingesta por no pocos electorados de toda suerte de demagogias y adoraciones seudo mesiánicas. Dígalo si no, el recordado «guiño» peroniano, endosado a los porteños como morbosa cualidad, en el primer mundo.

Aún impera así, por cierto, una inmadurez fértil en candorosa credulidad, y proclividad a dejarse seducir con promesas vacuas, con baratijas como en el siglo XV, mientras ante las narices del ingenuo cautivado, birlaban sus predicadores los escasos bienes que poseía el corderito de Dios (con licencia de Don Alejandro)2 y devoraban a lo Pantagruel el tesoro nacional, asumiéndolo como propiedad en exclusiva. En otras palabras, si en décadas infames se compraban votos, en estos últimos tiempos la muy abusada prédica de la horizontalidad y del «relato K» ha permitido el sojuzgamiento de la civilidad y la entronización de una corrupción como no se conociera antes y que ha envuelto en sus redes a militantes de prestigio hoy desacreditados por completo por su obsecuencia rastrera, su jusmesía servil a la figura del líder y un grado de fanatismo cuasi patológico que corre paralelo al enriquecimiento ilícito.

El grado de pérdida de realidad de estos últimos es elevado en extremo, tan fanatizados se encuentran, que no caen en la cuenta de que están adorando a una bipolar, en estado maníaco y «frontalizada»3 que se resiste a dejar el poder sin dejar tierra arrasada, al mejor estilo hitlerista.

El campo de los DD.HH. no ha estado inmune a todo ello. Si se analiza con cuidado el voto del juez C. Fayt oponiéndose a la reapertura de los juicios de lesa humanidad 4, constituye tal hecho, el encendido de una alarma anunciadora de una transición inmediata a una era en donde la «Venganza» con mayúscula ha sustituido a la Justicia, imponiéndose a través de juicios en donde bullen los testimonios falsos -varios descaradamente adquiridos-, la multiplicación creciente de detenciones arbitrarias, resoluciones mendaces en su contenido y fundamento -cuando no infundadas-, acusaciones pergeñadas desde una Fiscalía General ocupada por quien reemplazó a una figura ejemplar -como es la del Dr. E. Righi, apartado de sus funciones por vislumbrarse que no era manipulable a los fines de proteger el enriquecimiento de los líderes K- y sobre todo, como consecuencia de este repudiable manejo de Temis, el maltrato, sistemático y perverso de los detenidos acusados de crímenes de lesa humanidad. Trato absolutamente inhumano, indigno y cruel, instrumentado en forma contumaz como política de un Estado Nacional, presidido por CFK e impulsada en los estrados tribunalicios por un rebaño de fiscales federales «especializados en los llamados delitos de lesa humanidad», concepto este último que ha arrasado y hasta prostituido por completo los cimientos del Derecho Penal bimilenario, arrojando al cesto de desechos principios como el NON BIS IN IDEM o el NEMO PUNIATUR NISI A LEGE PREVIA y el IN DUBIO PRO REO. De paso, vale la pena recordar, que este último es de uso habitual en las cortes penales para estigmatizar más aún a los procesados provenientes de las clases sociales más necesitadas.

En tal sentido sería interesante señalar que en la década del Gobierno saliente y en la que se han gestado leyes de indiscutible valor humano con respecto a detenidos (ex.gr.: la morigeración que ofrece la ley 24.660 y modificatorias), al aplicarlas se ha discriminado en casos de delitos como los de lesa humanidad -lo que es claramente anticonstitucional-. Así, ante la existencia clara de opciones para un menor sufrimiento de un detenido a lo largo de los avatares procesales o en el cumplimiento de la pena, se ha desechado ello, especialmente en los casos de gerontes, inválidos y enfermos en riesgo de vida. Esto, porque en forma cuasi sistemática, los fiscales se han opuesto a su aplicación, con afirmaciones en no pocos casos claramente falaces.

En el ínterin, mientras desde el Gobierno Nacional y la sociedad en general, muy pocos honestos y valientes osan hablar de las víctimas de los ataques terroristas de la década del setenta, sobre todo menores y soldados que cumplían con ese deber -asesinados u hoy minusválidos- y nadie se ocupa de aplicar justicia en los hechos de terror ocurridos en tiempos constitucionales anteriores a 1976 o juzgar a los dirigentes que en 1979/1980 no dudaron en sacrificar a una muerte segura una generación de jóvenes adultos idealistas y honestos como acaeció con la agrupación Montoneros, a diferencia de otras agrupaciones militantes como el Peronismo de Base o el ERP 22 que diezmadas, optaron por el pase al silencio.

Y cuando se habla de responsabilidades vale la pena recordar (aspecto callado por completo) que el Gobierno Militar que asume en el 76, lo hace forzado por el vacío que se produce debido a que el Congreso Nacional -entonces con mayoría peronista- no utilizó los mecanismos constitucionales que tenía a su disposición para desplazar a una Presidente claramente enferma e incompetente. De esto nada se dice, pero muchos somos testigos directos de la vacilación en esos días de Ítalo Luder. De haber este asumido sus responsabilidades. De haberlo hecho, diversa habría sido la historia.

Pero retornando al editorial referido en el acápite de esta nota, por entre la polvareda creada por la reacción cuasi histérica de algunos sectores que no desean conocer la Verdad con mayúscula y se aferran a la Venganza inherente al «Relato», destaca la carta que el secretario de la Conferencia Episcopal Argentina, con la firma de su secretario general, monseñor Carlos H. Malfa, enviara el pasado 3 de diciembre al matutino de referencia, en la que expresa su posición sobre el debatido editorial.

Forzoso es confesar que tal columna periodística, que sorprende al V. Episcopado, ofrece por cierto aristas que podrían encuadrarse dentro de lo opinable, como no oportuno para ese peculiar momento histórico de transición. Pero es cierto por otra parte que las verdades ocultadas y/o calladas han engendrado a lo largo de los años, daños irreversibles a naciones, sociedades y personas. Veritas liberabit vos. Palabra de Dios. Espero que no se acuse ahora a quien esto expone -valga la ironía-, de sacar un texto de contexto, ya que no es posible adjuntar a esta expresión vétero testamentaria el texto bíblico completo.

Es la memoria un gran don, calidad muy meritoria, recitaba el gaucho Fierro, y sus palabras traen a mi recuerdo dos documentos eclesiales inolvidables para cualquier demócrata. El primero, la carta encíclica de SS. Pío XI, Non abbiamo bisogno5, la que suscitó no escasas críticas, calificándosela como un documento no oportuno e ingrato hacia el fascismo. También el documento de Eugenio Pacelli, Mit brennender Sorge 6 con su valiente crítica al nazismo (documento hoy olvidado por intereses espurios) recibió idéntica crítica. Tal vez a la vista de la extensa documentación que el V. Episcopado Argentino tiene a la vista desde los inicios del 2014, como también obrantes en el Vaticano, pueda ciertamente con todas las cautelas pro pacificación que quiera mantener, caer en la cuenta que no puede callar más ante la decidida manipulación que el relato del Gobierno Argentino saliente y no pocos organismos de DD. HH. beneficiados por aquel, ha producido implementando -luego de la reactivación de los juicios por delitos de lesa humanidad, contra la opinión del ministro Fayt- una Justicia Federal en donde la Venganza ha sustituido a la Justicia y en la cual entre no pocos vicios jurídicos y procesales se han llenado las cárceles argentinas de ancianos minusválidos, a los cuales se inflige un trato indigno, cruel e inhumano, dificultándosele el acceso a la salud. Obvio es agregar que con tal trato también se han repleto tumbas. Al momento actual más de 300.

Quien esto escribe no intenta minimizar ni justificar la cualidad de «horrenda y perversa» que tuvo la represión de la década del 76, pero entiende que no se logrará PAZ entre argentinos mientras no se admita la total y absoluta verdad de lo acontecido a través de un mutuo sinceramiento que felizmente avanza en forma independiente por fuera de los odios y violencias del fanatismo K y cesen definitivamente toda suerte de venganzas. Es hora de que en el altar de la memoria se recuerde por igual y sin distinciones entre bandos a todos los argentinos que se sacrificaron en función de sus ideales en esos tiempos de mutua barbarie. No somos pocos actualmente quienes luchamos y seguimos peleando por un cambio en la Justicia SÍ, pero no ASÍ y por ende quisiéramos que todo el esfuerzo y gasto que se eroga en la Justicia Federal denominada de lesa humanidad, sea derivada a combatir al narcotráfico y a la corrupción del Estado. Empero cabe advertir que ello requiere capacitación, objetividad y no poca sabiduría, no frecuente empero en algunos estrados de nuestra justicia actual, en donde se ha incorporado no pocos mediocres pero bien fanatizados.

Una última reflexión. Modesta y respetuosamente entiende este fiel cristiano -más cabra que oveja-, que el párrafo de SS Francisco, citado en el editorial, refleja claramente el pensamiento del Pontífice y que debería preocupar más a nuestros Pastores el efecto que sobre la grey han producido las desvergonzadas manipulaciones de su persona, producidas por la Titular del Ejecutivo (ya de feliz memoria) y su copioso séquito costeado por el Pueblo Argentino, que una invocada descontextualización de la cita. Con esa argumentación citar al emitir opinión o dirigir una conducta guiadas por las palabras de un pastor, sería descontextualizarlo a no ser que quien lo haga tenga in mente el texto completo de dónde surge la idea. Este último argumento es propio del alambicado pensar de una Iglesia del pasado, cuando de fines condenatorios se trata. El autor se queda con el espíritu de Francisco a quien conoce desde 1957 y al que admira y respeta profundamente sin por ello hacer alharaca.

El Pueblo de la Nación de una vez por todas, debe saber de qué se trata, id est, la verdadera historia de los delitos de lesa humanidad, si se desea una Paz estable, la que no se dará jamás sin una reentronización de La Justicia y el derrocamiento definitivo de La Venganza. Pero para reconvertir a las Erinias en Euménides, diosas de prosperidad. Pero para ello se necesita de la sabiduría de una diosa Atenea.

En artículos sucesivos ofreceremos al lector, caso por caso, la documentación que nos permite fundar la acusación de la «Comisión de delitos de lesa humanidad en nombre de una Política de Estado, implementada ella muy particularmente desde la Procuración Fiscal de la Nación».

Referencias:

1 – Diario La Nación, Buenos Aires. Editorial del 23 de noviembre de 2015.

2 – Referencia a Alejandro Borensztein y su inigualable página dominical en Clarín

3 – La palabra frontalizada es utilizada en neuropsiquiatría refiriendo a conductas anormales por lesión de las áreas frontales del cerebro. Remite a la Moria, estado morboso en el que los sujetos tienen una inclinación a las bromas sin sentido ético y disfrutan comportándose en forma descontrolada y extravagante; se observa en ciertas lesiones cerebrales como tumores del lóbulo frontal.

4 – Juez Fayt en el Caso Simón. Esta fue una sentencia, dictada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina el día 14 de junio de 2005, en la que el Máximo Tribunal declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y de Punto Final. El proceso se origina en el denominado Caso Poblete, en relación al proceso penal consiguiente seguido contra Julio Simón y otros acusados. El juez Fayt consideró constitucionales las leyes citadas, e inconstitucional la doble persecución penal, retroactiva y sin texto legal tipificante, inclusive en casos de delitos contra la humanidad.

5 – «Non abbiamo bisogno…» (en italiano: «No tenemos necesidad…») Encíclica de SS Pío XI sobre el fascismo y la Acción Católica, publicada el 29 de junio de 1931. La encíclica condenaba «una ideología que explícitamente se resuelve en una verdadera estatolatría pagana» y que «inculca a sus fuerzas jóvenes el odio, las violencias, las irreverencias».

6 – Mit brennender Sorge (en español: «Con ardiente inquietud…») Encíclica de SS Pío XI sobre la situación de la Iglesia en la Alemania nazi, publicada el 14 de marzo de 1937, siendo Secretario de Estado y redactor de la misma el cardenal Eugenio Pacelli, posteriormente Pío XII (desde1939).

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