Por Giuliano Iezzi.-

Con todo el dolor del alma debo manifestar todo mi repudio al accionar político de quien debiera ser mi conductor moral. Sigue discriminando a quienes no son peronistas/socialistas/comunistas. Familia Nisman, la señora Barrientos, las damas de blanco en Cuba y miles más.

Está decidido a ningunear todo lo que no sea comunismo, como lo ha hecho por último con el presidente electo de Chile. Niega lo evidente, niega que el comunismo le ha costado ciento cincuenta millones de muertos a la humanidad en el siglo XX y sigue sumando.

Lo que hace políticamente con Argentina es deleznable, puesto que gracias a él, no se puede meter en cana a todos los chorros, ni echar a los ñoquis, a pesar de algunos hermanos católicos, que hacen saltos mortales para explicar lo evidente.

Basta del verso retorcido de la pobreza. Cristo en su mensaje más importante, en el sermón de la montaña, es bien claro cuando dice: “bienaventurados los pobres de espíritu…” Pobres de espíritu, no pobres a secas. Para que se entienda: si se es pobre y se cree saber lo que DEBE hacer Dios, no se es pobre de espíritu, se es ARROGANTE. El problema no son los ricos, son los pobres y con el comunismo que él fomenta sólo se acrecientan, como HA SUCEDIDO con el peronismo en Argentina. El pobre de la villa “sólo quiere irse”, no quiere ser ejemplo de nada. Los pecadores lo somos con o sin plata en el bolsillo. Y filosóficamente hablando, si realmente los no pobres somos más malos, él se debería más a nosotros. Así me lo enseñaron esos curitas pobres de espíritu, de los que jamás se habla, y cuya imagen el señor Papa está pisoteando.

Share