Por Hernán Andrés Kruse.-
En el momento de escribir este artículo (miércoles 21/8) se está cumpliendo el segundo y última día del paro universitario convocado por los gremios que integran el Frente Sindical de Universidades Nacionales. En la semana anterior las universidades nacionales habían parado por tres días. El conflicto universitario, por ende, no para de agravarse. Cuesta creer que a esta altura del siglo XXI, las universidades públicas se vean sacudidas por graves problemas presupuestarios que atentan contra su normal funcionamiento. Resulta inadmisible e inaudito que los docentes universitarios perciban un sueldo miserable. No puede ser. No debe suceder semejante afrenta. Porque ello pone dramáticamente en evidencia el desprecio del poder por la educación pública, la herramienta más valiosa para sacar al país del subdesarrollo y el atraso.
Tengo en mi poder un libro de José Ingenieros titulado “La universidad del porvenir y otros escritos” (Ediciones Meridion, Buenos Aires, 1956). El primer escrito del filósofo positivista y destacado psiquiatra alude, precisamente, a la universidad del porvenir. Fue publicado en 1926, es decir, hace casi un siglo. Ya en aquel entonces Ingenieros era consciente de las graves falencias que aquejaban al sistema universitario argentino (al sistema universitario americano, en realidad), lo que lo motivó a proponer la manera de solucionar semejante problema. Alguien dirá, con toda razón, que las reflexiones de Ingenieros se adecuan a aquella época, demasiado lejana. Pero no hay que olvidar que Ingenieros fue uno de los pensadores más relevantes de la Argentina del siglo XX y que, por ende, lo que escribió a propósito de las universidades no debe ser menospreciado. Al contrario, creo que sus reflexiones debieran ser muy tenidas en consideración en estos álgidos momentos de decadencia de la educación pública en general, no sólo la universitaria. Una decadencia, cabe afirmar, propiciada de manera obscena por el gobierno de Milei, quien jamás ocultó su aversión por la educación pública.
Escribió el autor de “Las fuerzas morales” y “El hombre mediocre”:
LA CRISIS DE LAS UNIVERSIDADES CONTEMPORÁNEAS
“Atrasadas por su ideología, inadaptadas para su función. Son ésos los términos precisos del problema. En su casi totalidad, las Universidades son inactuales por su espíritu y exóticas por su organización (…) Justo es reconocer que, en muchas de ellas, las Facultades que se destinan a la formación de profesionales están excelentemente organizadas y producen abogados, ingenieros, médicos, etc., cuya preparación es muy completa. Pero lo que ha desaparecido, al mismo tiempo que se han desenvuelto esas excelentes Facultades, es la Universidad: actualmente no existe una organización de las escuelas especiales de acuerdo con una ideología que sea actual (es decir, científica) y social (es decir, americana) (…).
En la actualidad, en casi todo el mundo, la Universidad es un simple engranaje administrativo, parásito de las Escuelas especiales; creemos innecesario insistir sobre la diferencia que existe entre una dirección ideológica y un mecanismo burocrático (…). La función de la Universidad debe consistir en la coordinación del trabajo de los Institutos y Facultades especiales conforme a un criterio general, procurando la convergencia de todos los esfuerzos hacia determinados fines. Cuanto más se divide el trabajo, más necesario es conservar el espíritu de síntesis. Y si cada Facultad debe dar la competencia necesaria para ejercer dignamente una profesión de utilidad social, no debe olvidarse que ella debe ser, al mismo tiempo, la parte de un todo más amplio y más alto: la misión de la Universidad consiste en fijar principios, direcciones, ideales, que permitan organizar la cultura superior en servicio de la sociedad (…)”.
RENOVACIÓN DE LA IDEOLOGÍA UNIVERSITARIA
“La Universidad debe representar el saber organizado y sintetizar las ideas generales de su época: ideas que son producto de la sociedad derivadas de sus necesidades y aspiraciones. Para ello necesita adaptarse incesantemente a las nuevas orientaciones ideológicas; si no lo hace, deja de ser un instrumento útil para la civilización, es un obstáculo antes que instrumento de progreso. La ideología contemporánea implica un nuevo modo de plantear, tratar y resolver todos los problemas que interesan al hombre y a la sociedad; la universidad deberá reflejarla, o no tendrá razón de existir como nexo entre las Facultades especiales. La Universidad debe ser una entidad viva, pensante, actuante, capaz de imprimir un ritmo homogéneo a la enseñanza de todas las escuelas (…).
Los nuevos sistemas de ideas tienden a ser antidogmáticos, críticos, perfectibles; partiendo de ellos será más fecunda la función social de la Universidad, como organismo de coordinación y de síntesis (…). Nunca se insistirá bastante sobre la conveniencia de la educación integral, más necesaria en los estudios universitarios que en los elementales e intermedios. Las Facultades autónomas tienden a formar especialistas, sin preocuparse de formar hombres; esta última tarea debe incumbir a la Universidad y es la razón que justifica su existencia (…).
Al decir que la ideología contemporánea debe ser el armazón de la nueva arquitectura universitaria, afirmamos criterios, métodos e ideales cuyas líneas directrices ya están claramente definidas: poner la experiencia como fundamento de la investigación y de la enseñanza, extender la aplicación de los métodos científicos, aumentar la utilidad social de los estudios universitarios. El nuevo criterio importa la necesidad de que todas las escuelas se desprendan del verbalismo racionalista heredado de los siglos pasados, poniendo sus bases en la observación y en el experimento; las viejas “ciencias de palabras” deben transformarse en “ciencias de experiencia” (…).
En las Universidades del provenir todas las disciplinas naturales, sociales y morales serán “ciencias de la experiencia”, antidogmáticas, críticas, incesantemente perfectibles. La ideología de cada época, elaborada por hombres que evolucionan en un ambiente que también evoluciona, representa un equilibrio inestable entre la experiencia que crece y las hipótesis que se rectifican (…). La exclusión de todo criterio dogmático obligará a tener presente que los métodos científicos no pretenden resolver todos los enigmas planteados a nuestra curiosidad, ya que un problema resuelto equivale a cien nuevos problemas planteados; pero el resuelto queda y cada día sabemos más que en el anterior, aunque no podamos agotar el conocimiento de la realidad por que ella sin cesar se transforma.
El nuevo ideal se manifiesta como tendencia a aumentar la función social de la cultura, que no debe considerarse como un lujo para entretener ociosos sino como un instrumento capaz de aumentar el bienestar de los hombres sobre el planeta que habitan. Mientras la enseñanza superior fue un monopolio reservado a las clases privilegiadas, se explicaba que las Universidades viviesen enclaustradas y ajenas al ritmo de los problemas vitales que mantenían en perpetua inquietud a la sociedad; las ciencias sociales estaban reservadas a pocos especialistas. La cuestión, en nuestros días, tiende a cambiar sustancialmente; las Universidades comienzan a preocuparse de los asuntos de más trascendencia social y las ciencias se conciben como instrumentos aplicables al perfeccionamiento de las diversas técnicas necesarias a la vida de los pueblos (…)”.
ADAPTACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES AL MEDIO SOCIAL
“No bastará renovar la enseñanza universitaria de acuerdo con la ideología contemporánea; la crisis actual reconoce, además, otra causa fundamental: las Universidades no desempeñan las funciones culturales más necesarias en su propia sociedad. Los ideales comunes a toda la humanidad asumen caracteres propios en cada pueblo, conforme a las variadas condiciones de su medio físico y de su organización social. La especie humana no evoluciona homogéneamente en la superficie habitada del planeta; existen variedades regionales que determinan formas distintas de experiencia social, creando nacionalidades sociológicas que no coinciden con los estados políticos. De estas heterogeneidades naturales dependen legítimas diferencias ideológicas, que conviene sean reflejadas en cada Universidad o grupos de Universidades (…). Las diferencias sociológicas naturales permiten, pues, concebir que las Universidades de cada continente y de cada región deban adaptarse a las funciones culturales más necesarias en sus respectivos ambientes (…).
Hay un hecho, sin embargo, que es común en la experiencia de todos los tiempos y lugares. Los intereses creados en cada sociedad madura se han convertido siempre en obstáculo para el florecimiento de ideales nuevos; la verdad imperfecta de ayer se opone a la verdad de hoy, que se opondrá a su vez a la verdad menos imperfecta de mañana. Por eso las sociedades de más reciente formación son las más propicias al progreso de la cultura y al florecimiento de las nuevas ideologías. Los grandes problemas son hablados, por cada época, en un idioma nuevo. Las razas viejas y sus filósofos tienen ya su idioma enmohecido, y siguen pensando en él; las nuevas, que aún no tienen definido uno propio, aprenden a pensar en el de su época. En la continuidad de la reflexión humana sobre los grandes problemas que son el coronamiento de la experiencia, las razas viejas no consiguen pensar con un idioma nuevo, y si lo hacen, no pierden el acento originario; ellas van pasando la antorcha simbólica a las razas jóvenes, que lo adoptan más fácilmente, y en él expresan sus nuevas maneras de pensar, hasta conformarse a otro tipo, más consonante con la ideología de su época.
Estas reflexiones autorizan a creer que las Universidades nuevas tienen más posibilidades de renovarse que las viejas, adoptando criterios actuales y adaptándose mejor a su medio; así lo confirman ciertas novedosas Universidades de los Estados Unidos, libres del rutinario tradicionalismo que traba el paso a las otrora famosas Universidades europeas.
No es aventurado suponer que cuando nuestros pueblos americanos hayan definido su constitución social podrán imprimir algún carácter propio a las corrientes ideológicas que incesantemente se renuevan en la humanidad; y lógico será que sus Universidades lo reflejen, con las variantes propias de cada adaptación regional. En las naciones europeas nuevas están menos arraigados los gérmenes seniles, y sus pueblos tienen la mente libre para, en la hora oportuna, seguir las orientaciones de las ideas venideras; es probable que en el porvenir puedan definirse matices particulares según los climas, las regiones, las razas (…) No hay, sin duda, una ciencia europea y otra americana, una verdad distinta para cada raza, una cultura y una ideología específica de cada continente; el conocimiento relativo de la naturaleza en que vivimos y la elaboración de ideales humanos como resultado último de la experiencia, son una obra de progresiva integración, en la que se suma el esfuerzo de todas las razas de todos los tiempos. Pero los aspectos experimentales e ideales de la cultura humana se presentan diversamente según el punto de vista desde donde se los observa, su función difiere en cada medio, e impulsa desigualmente a plantear y resolver problemas que para cada sociedad son distintos; por eso cada una, al constituir su mentalidad, orienta en algún sentido nuevo la ideología de su época. Concebimos “los ideales americanos” como el sentido propio que los pueblos nacientes en estas partes del mundo podrán imprimir a los ideales de la humanidad. Y decimos, por ende, que al adaptarse al medio, las Universidades americanas desempeñarán mejor las funciones culturales necesarias en sus sociedades respectivas”.
23/08/2024 a las 2:32 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Preocupado y con apuro, Milei buscó hacer control de daños con el veto a la ley de recomposición de las jubilaciones
Brenda Struminger
Infobae
23/8/2024
Nadie en el Gobierno intentaba, siquiera, disimular que habían sufrido un fuerte revés con la aprobación de la ley de jubilaciones en el Senado. A sabiendas de que Javier Milei se vería obligado a aplicar su primer veto presidencial sobre un tema por demás delicado, en la Casa Rosada evaluaron largamente distintos modos de controlar daños. Finalmente, se inclinaron por mostrar una foto del Presidente sonriente y confiado con su equipo económico, junto a un comunicado por escrito, relativamente corto, para ratificar el rumbo fiscal, entre críticas a la “clase política”.
La imagen y el texto difundidos anoche fueron el corolario de largas horas de evaluaciones sobre la manera más conveniente de cortar de cuajo las especulaciones y evitar que el tema creciera. El Ejecutivo se había adelantado ayer al mediodía con una primera aproximación ante la opinión pública, cuando el propio Milei exhibió su furia contra los “degenerados fiscales” por redes. Y luego tanteó reacciones a través de la Vocería. Mientras la Cámara de Senadores de la Nación aún trataba las modificaciones en las jubilaciones y el congelamiento de las polémicas dietas de los legisladores, Manuel Adorni advirtió que vetaría “todo lo que vaya en contra del equilibrio fiscal”. Después, durante la tarde, sopesaron el modo y el momento de aplicar ese veto para que se anunciara de la manera menos dolorosa posible para la imagen presidencial.
Preocupados y con apremio, cerca del primer mandatario evaluaron varias posibilidades. Por un lado, midieron las ventajas de que el primer mandatario se dirigiera de manera directa a “la sociedad”, para que escucharan los motivos de la decisión de su boca. No se descartaba, incluso, una cadena nacional, o un mensaje grabado por redes sociales, donde el jefe de Estado, en primera persona, le “explicara” a los argentinos con argumentos económicos por qué daría de baja una norma que a todas luces representaría una mejora para los ingresos de los mayores retirados.
Ese plan tenía doble filo. Por un lado, permitiría “dar la mejor explicación”, dijeron. Pero también asociaría visualmente la antipática medida a la máxima y más atrayente figura de la administración. Con esta segundo factor en mente, en la Casa Rosada le recomendaron a Milei lanzar un mensaje corto, por escrito, a través de X, su red privilegiada. “Con un tuit alcanza. Lo escribe y punto”, dijeron anoche en un alto despacho de la Balcarce 50, deseosos de dar vuelta la página en una semana oscurísima en el escenario legislativo. “Él anuncia todo por ahí. Avanzar por X serviría para restarle importancia”, explicaron.
Finalmente, al filo de la medianoche (una señal de apuro) Adorni informó que el momento y la forma definitivas: sería sin mayores dilaciones, ayer mismo, y por medio de un comunicado formal, que salió a la luz recién una media hora después.
A pesar del enojo con PRO por acompañar la medida (en medio de los dardos de Mauricio Macri, que también ayudó a la caída del DNU de Santiago Caputo con los fondos para la SIDE), se cuidaron de mencionar a su partido. Pero el texto incluyó los habituales, esperables cuestionamientos a “la clase política” y, en particular, al gobierno de Alberto Fernández, con mención especial para su ministro de Economía, Sergio Massa. “Es una medida demagógica para anotarse una victoria política, pero como el Presidente de la Nación ha dicho en innumerables oportunidades, nosotros preferimos decir una verdad incómoda a una mentira confortable”, dice la misiva, que acusó una “estafa moral de todos los partidos políticos”.
En la Casa de Gobierno saben que no hay chivos expiatorios que alcancen para frenar el impacto del primer fracaso post-Bases. Sin embargo, dieron la batalla en público, y volvieron a atacar, aunque prácticamente sin dar nombres, al resto de las fuerzas políticas que apoyaron de manera casi unánime la recomposición de haberes.
Milei evitó firmar el comunicado (que lleva el sello de la “Oficina del Presidente”), pero puso la cara para mostrarse junto su equipo económico ampliado. Además de un sonriente ministro Luis Caputo, posaron en Olivos junto al primer mandatario el diputado José Luis Espert, y los asesores Lucas Llach, Miguel Boggiano, Ramiro Castiñeira, Demian Reidel y Federico Furiase, entre otros. “Confiamos en que los que durante años se han amparado en el cambio no se presten al juego de quienes quieren destruir el programa económico del Gobierno”, dijo Milei para enfatizar que no moverá un ápice el rumbo.
Más allá de las declamaciones, conscientes de que perdieron la pulseada, en Gobierno lamentaban que, además que la derrota en la larga batalla contra el resto de los partidos (incluso los aliados del PRO macrista) el oficialismo se viera aún más embarrado por la multiplicación de ruidos entre los propios libertarios en el Congreso. Tanto entre el Ejecutivo y la presidenta del Senado, Victoria Villarruel, por las dietas de los legisladores y por el propio tratamiento del tema jubilaciones; como al interior del propio bloque violeta en Diputados, donde las rabietas internas se colorearon con el audio filtrado donde se escucha la voz aguda de Lourdes Arrieta discutiendo con sus pares y autoridades de la bancada.
“A esta altura no sabemos si reír o llorar”, dijo un funcionario ayer por la tarde, poco después de escuchar, una y otra vez, los incómodos audios que circulaban por redes sociales. El diagnóstico generalizado es que al Gobierno se le terminó el “veranito” que le propició el affaire de Alberto Fernández, el peor escándalo post-derrota del gobierno anterior, que aún afecta exclusivamente a la oposición K, pero que dejó de copar por completo la agenda pública como ocurrió durante las últimas dos semanas.
Mientras los errores políticos del oficialismo vuelven a estar en el candelero, Santiago Caputo, tercer miembro del “trípode de hierro” de la Casa Rosada junto a Javier y Karina Milei, está ausente de la Casa Rosada desde el lunes. Recluido en el Sur, el estratega deja que crezcan las suspicacias sobre su ausencia. En su entorno aseguran que viajó para tomar unas vacaciones familiares. Pero hay quienes atribuyen su distancia a la ola de derrotas que se perfilaban para estos días desde la semana pasada, y que efectivamente ocurrieron.
Para defenderlo, algunos fieles deslizaban que esos reveses se produjeron, justamente, a raíz de que falta en la administración. “Ocupa muchos lugares de decisión importantes, cuando no está pasan estas cosas”, dijo un fiel ladero. Otros creen que se fue para evitar quedar asociado a estas dificultades en territorios que lo afectan directamente, especialmente aquellos vinculados al área de la inteligencia estatal. Por lo pronto, el Presidente no dudó en reunirse nuevamente con su principal enemigo político, Mauricio Macri, pocas horas después de que los diputados amarillos dieran de baja el DNU que asignaba millonarios fondos disrecionales a la SIDE que maneja el consultor. Una señal de que sus opiniones, si bien escuchadas en la mayoría de los casos, no son -o dejaron de ser- incuestionables para Milei.
23/08/2024 a las 2:43 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei y el mito de la restauración institucional
Carlos Pagni
La Nación
22 de agosto de 2024
Javier Milei sufrió una derrota estratégica: la Cámara de Diputados rechazó el decreto de necesidad y urgencia (DNU) que dispuso un incremento de $100.000 millones en el presupuesto de la SIDE. Es un doble fracaso. Su dimensión principal es procesal. Se volvió a demostrar que el Gobierno está expuesto a la composición de mayorías circunstanciales que pueden alterar, en un sentido u otro, la administración de las cuentas públicas. El otro aspecto importante del revés es que impacta sobre el corazón de la política oficial.
La mayor parte de aquellos fondos iba a destinarse a la constitución de la Agencia Federal de Ciberseguridad, que es la única innovación verdadera de la reforma del espionaje que llegó con la nueva SIDE. La justificación de esa dependencia es razonable: hay que defender los grandes archivos del Estado de eventuales ataques virtuales. Sin embargo, su encanto operativo es más ofensivo: montar un dispositivo de intervención en el campo digital para influir sobre la opinión pública y manipular la conducta del electorado. Una Cambridge Analytica criolla. Y, si cabe el oxímoron, libertaria. Son las dos caras de la misma capacidad. Del otro lado de todo vigilante cibernético hay un hacker. La víctima principal de la frustración de ayer es Santiago Caputo, responsable último del control del espionaje en el oficialismo. Es también en parte, y por muchas razones, el responsable de lo que sucedió.
La política suele presentar oscuras armonías. Mientras en Diputados se discutía el financiamiento al espionaje, en el Senado Ariel Lijo contestaba preguntas para ganarse el acuerdo de esa Cámara que lo convierta en juez de la Corte. Espionaje y Poder Judicial sigue juntos, también en el ritual institucional.
Hubo legisladores, como Carolina Losada o Francisco Paoltroni, que se expresaron con severidad ante un candidato tan impugnado como Lijo. Aun así, como era de esperar, no apareció en el intercambio con los miembros de la Comisión de Acuerdos ninguna información decisiva para el voto. Sobre todo, para el voto negativo. Esto se debe a que, entre otros motivos, el candidato a juez de la Corte les mintió ante los senadores sin que estos pudieran advertirlo. Y lo hizo en cuestiones delicadas. Por ejemplo, al decir que, cuando el Consejo de la Magistratura lo investigó por los indicios escandalosos de su presunto enriquecimiento ilícito, el consejero Pablo Tonelli aconsejó desestimar “todas las investigaciones patrimoniales” en su contra. Es falso. El dictamen de Tonelli sólo dijo que no se puedo probar que el haras “La Generación” etuviera incluido en la declaración jurada del magistrado, porque no estaba a su nombre. El pronunciamiento del Consejo fue clarísimo: dejó abierta la posibilidad de indagar a Lijo por su llamativo tren de vida. Es evidente que ningún senador había estudiado estos antecedentes. O que, si lo habían hecho, le dejó pasar el embuste. Lo más probable es lo primero. Por supuesto, a ningún integrante de la comisión se le pasó por la cabeza recordar al juez que su excuñada, Carla Lago, había declarado ante el Consejo que él era copropietario de ese haras opulento; y que él la desmintió. ¿Por qué no la demandó por difamación o falso testimonio? Una curiosidad que quedará en un limbo.
El rechazo del DNU de financiamiento de los servicios de Inteligencia fue una decisión inédita. Nunca antes la Cámara de Diputados le había dado de baja a un Presidente un decreto de ese tipo. En este caso, una medida decisiva por su importancia política. Los 100.000 millones de pesos asignados a ese organismo tendrían distintos destinos. Solventarían actividades de la SIDE pero también a las oficinas de Inteligencia del Ministerio de Seguridad, que conduce Patricia Bullrich, y del Ministerio de Defensa, a cargo de Luis Petri. Sin embargo, la parte más caudalosa de esa partida iría para la creación de la agencia de ciberespionaje. La asignación se justifica por completo. La Argentina está desguarnecida en ese campo. Y los servicios son costosos: para calibrarlo alcanza con saber que un banco internacional destina a su operación comercial en la Argentina un monto de 70 millones de dólares por año para protegerse de la piratería informática.
Pero el proyecto de la SIDE en esa materia es, aunque no se lo confiese, defensivo y ofensivo. De la agencia de ciberespionaje, a cargo de Ariel Waissbein, se espera que constituya un dispositivo eficaz para intervenir en el debate público a través de las redes. Ese objetivo requiere de información de los usuarios. Y esa información está disponible en el Data Center de Arsat. Ambas dependencias están bajo el mando de Santiago Caputo. El principal delegado político del Presidente interviene en la SIDE a través de su jefe, Sergio Neiffert, y supervisa Arsat, entre otros colaboradores, a través de la inquieta Noelia Ruiz, una exmacrista ligada a Diego Santilli y Federico Salvai, que se presenta ahora como “la killer de Santi”.
En el organigrama administrativo, Arsat reporta a Darío Genua, el secretario de Innovación, Ciencia y Tecnología, que antes fue secretario de Hacienda de Federico Achával, el intendente kirchnerista de Pilar. Bajo su dirección se mueve Mariano Greco, el presidente de Arsat, que dirigió su Data Center durante la gestión de Alberto Fernández. No es el único caso de continuidad en el área de tecnología y telecomunicaciones. Allí Milei, a través de Caputo, incorporó al equipo completo de Fernández, que regenteaba Micaela Sánchez Malcolm. Una continuidad que encarnan la hípermassista Agustina Grabsa, colaboradora preferida de Genua; los amigables consultores Edmundo Poggio y Guillermo Schor-Landman; y la última ratificación, César Gazzo, designado subsecretario según publicó ayer el Boletín Oficial. Estrellas que se reciclan bajo la modalidad del massismo austríaco.
Esa base de datos es una joya para quienes, como el joven Caputo, colocan al marketing en el corazón de la política. Allí se acumulan datos procedentes de la AFIP, de la Anses, la Aduana. Una cantera invalorable para intervenir en la esfera digital, que es donde La Libertad Avanza libra su principal batalla por el poder. El propósito de poner esa masa informativa al servicio de esa campaña electoral permanente que lleva adelante la Casa Rosada requiere de un aparato tecnológico que es el que la SIDE espera adquirir con los fondos que le provee el DNU rechazado por los diputados.
Santiago Caputo hizo mucho para lograr que repudien el DNU que él mismo había promovido. Desde cuentas de X cuya titularidad no asume pero tampoco desmiente, alardeó con la incorporación a su esquema de poder de “los malos”. Referencia al tenebroso Antonio Stiuso y a su secretario privado Lucas Nejamkis. El regreso de esos personajes, real o alardeado, puso en estado de alerta a casi toda la clase política. Mucho más después de que se conocieran operaciones bastante agresivas de espionaje, como la intrusión al domicilio particular de un caracterizado diputado nacional de la oposición. El argumento de los rivales del oficialismo fue muy obvio: no vamos a contribuir al financiamiento de las hostilidades que nos están anticipando. A partir de esa premisa, arrebataron de las manos de Caputo, al menos por un rato, un instrumental valiosísimo para sus tácticas de estabilización del oficialismo. Los resquemores que siembra el Mago del Kremlin inquietan a adversarios nítidos de La Libertad Avanza, como los kirchneristas, pero también a socios bastante leales, como Mauricio Macri. Se atribuye al expresidente haber encabezado un zoom ayer por la mañana para dejar a los suyos en libertad de acción. Es decir, en libertad de votar en contra.
La anulación del DNU en la Cámara baja expuso una innovación muy significativa del mapa político. Una vez más se demostró que la oposición kirchnerismo-antikirchnerismo, que organizó la vida pública en las últimas dos décadas, está siendo relativizada. Este miércoles votaron juntos diputados que se subordinan a Cristina Kirchner con diputados que lo hacen con Mauricio Macri. Radicales y federales de Miguel Pichetto. Ya había sucedido con la votación de la fórmula para actualizar las jubilaciones y con la ley de financiamiento para las universidades. El Congreso se ha convertido en una institución de geometría variable, donde la mayoría debe ser conquistada en cada batalla. Macri intentó explicar este problema a Milei cuando, el jueves pasado, le aconsejó sistematizar sus alianzas. Ayer volvió a demostrarse el alto costo de esa carencia: impera una incertidumbre muy elevada acerca de quien está en condiciones de imprimir una orientación al país.
El resultado de la sesión de Diputados estuvo prefigurado en una decisión que se adoptó en el Senado el día anterior: la elección de autoridades de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Inteligencia. Allí se selló una alianza entre un sector del radicalismo, encabezado por Martín Lousteau, y el kirchnerismo que representa Leopoldo Moreau. Esa combinación colocó a Lousteau en la presidencia del equipo, a Moreau en la vicepresidencia y al también kirchnerista Oscar Parrilli como secretario. Por si esos centuriones no fueran del todo confiables, Máximo Kirchner se garantizó el monitoreo de la comisión a través de Eduardo “Wado” De Pedro y Paula Penacca. Espionaje y paranoia caminan siempre de la mano.
La disputa por controlar esa comisión revela con mucha claridad la creciente contaminación que se ha verificado en los últimos años entre política y servicios de inteligencia. A tal punto que figuras destacadas como el presidente de la UCR, Lousteau, o el exministro del Interior De Pedro, o el presidente de la bancada de Unión por la Patria, Germán Martínez, se desviven por ocupar una silla en ese gabinete. En el caso de Lousteau, libró una disputa despiadada hasta conseguir el desplazamiento de su correligionaria mendocina Mariana Juri.
También Macri observa con mucho interés esa palanca de poder, como quedó demostrado en un detalle: el siempre transigente Cristian “Pucho” Ritondo cedió su butaca a la inflexible Silvia Lospennato. El expresidente apunta a más de un blanco desde esa plataforma de control. Uno es Santiago Caputo, a quien señaló como un elemento tóxico del entorno de Milei. El otro, Patricia Bullrich, su rival en la interna del Pro. Porque no hay que olvidar que la Bicameral vigila a todos los organismos de Inteligencia: también a los de Seguridad y Defensa. Bullrich no lo olvida. Por eso entre los miembros de la comisión está su amigo el misionero Enrique Goerling. Otro detalle que no hay que dejar pasar. La comisión tendrá un director operativo. Es el abogado Osvaldo Miranda, un colaborador de Victoria Villarruel. En síntesis: el equipo de seguimiento del espionaje funcionará como un paralelogramo en el que se equilibrarán con dificultad extorsiones y pases de facturas.
La presencia de Lousteau al frente de ese grupo exhibe un significado ambivalente. Ayer, dialogando con Marcelo Longobardi, el senador prometió que aspira a ejercer un control democrático sobre el espionaje estatal. Como presidente de la UCR se ufanó de que ese partido ha sido una mosca blanca, porque siempre se negó a utilizar a los servicios de Inteligencia como un arma de facción. Lousteau olvidó algunos antecedentes. Por ejemplo, el poder creciente que fueron adquiriendo Stiuso y sus métodos durante la gestión de Fernando de la Rúa, cuando en la Secretaría de Inteligencia reinaba Darío Richarte. Es decir, reinaba el abogado que, años después, renunció a mantener la defensa de numerosos funcionarios kirchneristas, acusados en causas de corrupción, el día en que Cristina Kirchner expulsó a “Jaime”. Es curioso que Lousteau haya perdido la memoria en ese punto. Porque Richarte fue, en el control del espionaje, un socio histórico de Daniel Angelici. Y Angelici, que tuvo una influencia destacada en la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, a través Sebastián De Stéfano, es un aliado estrechísimo del propio Lousteau en el radicalismo porteño. Para entender del todo este mapa hay que sumar a otro dirigente gravitante: Emiliano Yacobitti, fraternal amigo del dúo Stiuso-Nejamkis, que se hace presente en la Bicameral a través de Lousteau, pero también de la diputada Mariela Coletta. Estos detalles plantean una incógnita: el enfrentamiento de Lousteau y Yacobitti con el Gobierno en el campo del espionaje podría estar revelando que la alianza del joven Caputo con “los malos” no terminó de consolidarse. O, es otra posibilidad, alguien se está burlando de Caputo: le vampiriza algunas gotas de poder en el Ejecutivo y lo hostiga desde el Congreso. “Los malos” suelen ser también malos con el que los convoca.
En la charla con Longobardi fue llamativo el cambio de tono de Lousteau cuando dejó de hablar del control del espionaje oficial para referirse a la candidatura de Lijo para la Corte. Una vez más el presidente de la UCR se mostró vacilante, incómodo, frente al tema. Se escudó en la formalidad que adoptan los que todavía no se animan a decir que votarán a Lijo. O los que esperan que un accidente tuerza el destino de la historia y les evite pasar por ese mal momento. Es decir, dijo que primero quería escuchar al juez, para después hacerse de un criterio para votar. Es extraño que Lousteau necesite escuchar a Lijo para conocerlo, teniendo tan cerca a Angelici. Porque fue Angelici, y también Ricardo Lorenzetti, quienes hicieron gestiones delante del Consejo de la Magistratura para que se cerrara cuanto antes la investigación a la que el juez estaba siendo sometido.
Angelici tiene un motivo personal: en el juzgado de Lijo trabaja su sobrino, Fernando Rey. Pero es evidente que Angelici no quiso ilustrar a Lousteau sobre las virtudes de su amigo magistrado. Tampoco Nejamkis, uno de los lobistas que busca votos para el juez. No son los únicos puentes del juez Lijo con el espionaje: en su juzgado trabajan familiares de colaboradores muy cercanos de Stiuso. Un hijo del pusilánime Alberto Mazzino, exdirector de Análisis de la SIDE, y la hija de Guillermo Coppola, alegrante de “Jaime”. Habrá que aplaudir de pie a Lousteau si, en un gesto de autonomía frente a este ambiente que le es tan familiar, vota en contra del candidato de Milei.
El papel de la UCR en el escandaloso trance de la promoción de Lijo hacia la Corte se está volviendo bochornoso. El martes por la noche, en la víspera de la reunión dedicada a examinar al juez, el presidente provisional del Senado comunicó de urgencia que reemplazaba al fueguino Pablo Blanco por el correntino Eduardo Vischi en la Comisión de Acuerdos. Consignó que lo hacía a pedido de la presidencia del bloque radical, es decir, de Vischi. El motivo es conocido. Blanco votaría en contra de Lijo. Y Vischi diría que quiere escucharlo en la audiencia. Es decir, votaría a favor. Numerosos legisladores relacionan este reemplazo con las visitas que Vischi viene realizando en las últimas semanas a la Casa Rosada. El senador por Corrientes responde, como es obvio, a Gustavo Valdés, gobernador de la provincia acosado por el oficialismo nacional a raíz de la desaparición del pequeño Loan Peña.
La defensa de la institucionalidad era, acaso, la única razón que le quedaba a la UCR para reclamar el voto. La posición que adopte ante la llegada de un juez cargado de cuestionamientos morales a la Corte determinará si los radicales también arriarán esa bandera. Es posible que no alcance la definición nítida en contra que han adoptado legisladoras como Carolina Losada, o dirigentes históricos, como Juan Manuel Casella, para evitar que el partido ingrese en el tramo final de su decadencia.
Menos sibilino que Lousteau, o que Vischi, el senador kirchnerista Mariano Recalde admitió ayer, en declaraciones al periodista Ari Lijalad, de El Destape, que el kirchnerismo negocia con La Libertad Avanza la aprobación del pliego de Lijo para la Corte. El propio candidato realizó una sugerencia física destinada a persuadir a quienes deben votarlo. Ayer en la Comisión se hizo escoltar por dos colaboradores. Uno era Diego Arce, que concursa para ocupar un juzgado en Comodoro Py. El otro, un hijo de Fernando Canero, que trabaja en su juzgado. Canero es uno de los jueces del Tribunal Oral 7, que tiene a juicio el caso de los Cuadernos de las Coimas. Lijo mostró su alma: juzgar es insinuar.
Las fisuras éticas de Lijo son tan llamativas que las lagunas que presenta su formación, y que ayer quedaron demostradas otra vez, parecen tangenciales. Por ejemplo, vaticinó que sería un delegado de la Justicia en la Corte, como si fuera un organismo representativo, una especie de Consejo de la Magistratura. Se comprometió a que en ese tribunal haya una mujer, reemplazando con su imaginación al Poder Ejecutivo y a los propios senadores que lo estaban escuchando, que son los encargados de cubrir las vacantes de la Corte. No sólo mintió sobre la investigación que le siguió Tonelli en el Consejo. También lo hizo negando que Mariano Cúneo Libarona haya sido su abogado en la causa por asociación ilícita que le inició, junto a su hermano Alfredo, Elisa Carrió.
Javier Milei intentó varias veces justificar la postulación de Lijo en la necesidad de contar con un ministro de la Corte que defienda su modelo. Tendrá que pensar en otro. Porque el ahijado de Lorenzetti ha negociado numerosos votos de senadores a cambio de fallar como magistrado a favor de los reclamos fiscales de las provincias contra la Nación. Es decir, en perjuicio del equilibrio del Tesoro.
La candidatura de Lijo ha cumplido hasta ahora una misión muy poco conveniente para el oficialismo. Corroe un mensaje principal de su campaña: la pretensión de emancipar a la esfera pública del avasallamiento de una casta corrupta. No hay casta corrupta sin una Justicia que le suministre impunidad. En el centro de este problema está, como en el manejo de los servicios de Inteligencia, Santiago Caputo. No lo denunció la oposición. Lo denunció Francisco Paoltroni, un senador de La Libertad Avanza. El control del espionaje y la promoción para la Corte de un funcionario que encarna los peores vicios de los tribunales federales prestan un servicio catastrófico a Milei. Porque derrumban el mito de la restauración institucional que él había prometido liderar.
23/08/2024 a las 2:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Lijo a la Corte sería el “triunfo cultural” de Alberto Fernández
Luciano Román
La Nación
22 de agosto de 2024
¿Qué valor le damos a la ética en la función pública? ¿Cómo reaccionan los dirigentes, los militantes y los simples ciudadanos frente a los desvíos, los abusos y las obscenidades del poder? ¿Cuánto importan la trayectoria y la conducta a la hora de evaluar a los protagonistas de la escena institucional?
El escándalo que rodea a Alberto Fernández y la postulación de Ariel Lijo a la Corte nos ponen, de una u otra forma, frente a esos interrogantes cruciales. Parecen hechos desconectados y alejados uno del otro. Uno provoca estupor, el otro intenta pasar desapercibido. Uno tiene la estridencia de una trama sórdida y grotesca, el otro parece un asunto técnico y un debate jurídico entre especialistas. Sin embargo, en los dos casos vale la pena tomar un poco de perspectiva para observar las reacciones frente a situaciones y comportamientos emparentados con la oscuridad. Algunas de esas reacciones abonarán el pesimismo, pero otras alentarán la esperanza.
Un simple recorte de algunas declaraciones realizadas en estos días puede leerse como un muestrario de actitudes y deformaciones que han anidado en la cultura política. Varias tienen que ver con la profunda incapacidad de muchos dirigentes y militantes para asumir sus propias responsabilidades y la rapidez para desentenderse de lo que ellos mismos “fabricaron”. Frente al derrumbe de Alberto Fernández, a sus propios promotores no se les mueve un músculo en el intento de despegarse. Nadie se hace cargo, nadie pide perdón. Son rasgos muy enquistados en la psicología del poder, como si los fracasos y las miserias siempre fueran ajenas y nunca tuvieran responsables. El kirchnerismo convirtió esos mecanismos en una especialidad: nunca se hizo cargo de los bolsos de López, del yate de Insaurralde, de los cuadernos de Centeno ni de las andanzas de Boudou, por citar solo algunos escándalos resonantes. Ni autocrítica ni disculpas: esas fueron consignas de hierro. Cuando uno era descubierto se lo arrojaba al olvido, como si hubiera sido una oveja descarriada y no un engranaje del sistema.
Hoy asistimos a un desfile de dirigentes que buscan despegarse y tomar distancia. No se ha escuchado una sola voz que se parezca a un pedido de perdón a la sociedad. Nadie que diga “nos equivocamos”. Nadie que tenga la honradez y la decencia de decir “yo fui parte, asumo mi responsabilidad con vergüenza y con dolor”. Ahora resulta que nadie lo impulsó, nadie lo apoyó, nadie lo exaltó ni protegió a un expresidente que convirtió a la impostura, al ocultamiento y la mentira en herramientas de gobierno. Nadie vio nada. Importa observar esas reacciones, porque el señor Fernández es parte de una historia ominosa, pero ya anclada en el pasado. La que sigue viva, y se conjuga en presente, es esa cultura política que no se hace cargo ni asume responsabilidades, que mira para otro lado y actúa con oportunismo obsceno, que no repara en cuestiones éticas y que cuando el oprobio se hace evidente, dice “yo no fui”.
Es una cultura empeñada siempre en dar vuelta las cosas y en crear su propio relato. Lo revelan otras afirmaciones de estos días: “Cristina también fue víctima de maltrato”, dijo un exministro que, sin embargo, se mantuvo impávido en su cargo durante los cuatro años de la presidencia de Fernández. Asoma ahí la apuesta a la victimización, otro rasgo típico de los populismos: la culpa siempre es de otro. Nunca faltan conspiraciones y fantasmas para explicar las desgracias. En cualquier momento dirán que a Fernández se los “plantaron” los “enemigos del pueblo”.
Del muestrario de declaraciones de estos días también se desprende la naturalidad con la que se ha incorporado la hipocresía. Si había que simular, se lo hacía sin titubeos ni remordimientos. Lo acaba de confesar un actor que supo sacar provecho de su militancia kirchnerista: “Lo de Alberto lo veíamos venir, pero fingimos demencia”, reconoció en un alarde de franqueza. El plural es adecuado: incluye a un nutrido colectivo de artistas e “intelectuales” que, por conveniencia y privilegios, se hicieron los distraídos. Lo veían, pero callaban. Cultivaron la obsecuencia y priorizaron sus comodidades e intereses por encima de cualquier principio. Magro homenaje a la rebeldía y la independencia de otras generaciones de artistas, que podían tener simpatías políticas, pero no renunciaban por ellas a la honestidad intelectual.
Surgen, inevitablemente, algunas preguntas contrafácticas: ¿hubieran seguido en esa actitud de “fingir demencia” si el kirchnerismo ganaba las elecciones? La respuesta se intuye desoladora. ¿Hubiéramos sabido quién es Alberto Fernández si esa fuerza hubiera conservado el poder? Por lo pronto, la vidriosa trama de los seguros gozaría de buena cobertura. Y la perversa psicología del golpeador tal vez hubiera quedado oculta bajo un manto de encubrimiento.
Vale la pena reparar en otra declaración “al paso”. La hizo un diputado nacional al que impacta, de un modo colateral, la difusión del video en el que Fernández usa el sillón presidencial para una sesión de coqueteo adolescente. Contó, también con naturalidad, cuál fue el comentario “generalizado” de sus colegas en la Cámara: “Si hablan de vos, está bien”. Y precisó que, desde que se destapó el escándalo, creció un 40 por ciento el número de sus seguidores en Instagram. También son dichos reveladores: muestra el cinismo que domina a la política. La notoriedad es más importante que el prestigio. No importa que no te reconozcan por tu trabajo sino por ser “el novio de”. Lo importante es que te conozcan. Es más, tal vez sea mejor que nadie sepa mucho sobre tu “trabajo”.
Alrededor del “caso Lijo” vemos, sin embargo, algunas reacciones diferentes. Se han alzado muchas voces de la sociedad civil para cuestionar la postulación a la Corte de alguien que enfrenta impugnaciones éticas y cuyos antecedentes jurídicos y profesionales no parecen dar la talla. También hubo silencios llamativos, es cierto. Son silencios que esconden la actitud acomodaticia que suelen cultivar algunos sectores dirigenciales. Pero si queremos ver el vaso medio lleno podríamos decir que lo que ha predominado no es la indiferencia, ni tampoco la comodidad de mirar para otro lado. Asociaciones de juristas, académicos y abogados se han movilizado para levantar un sólido muro de resistencia y oposición a una candidatura que solo puede explicarse en un contexto de degradación institucional.
Hay que destacar que tampoco han funcionado la obsecuencia ni la obediencia ciega: desde el propio oficialismo se han formulado objeciones. Tienen un doble valor, porque no son reacciones frente al “árbol caído”, como en el caso de Fernández, sino cuestionamientos fundados, pero también arriesgados, a quien tiene una chance concreta de llegar a la máxima instancia del Poder Judicial. Y también a una decisión que ha tomado el Presidente en contra de cualquier expectativa de regeneración institucional.
La pregunta sobre Fernández mira hacia atrás: ¿cómo pudo llegar a ser jefe del Estado? Alrededor de Lijo, sin embargo, el interrogante es hacia adelante, y por lo tanto abre una oportunidad: ¿puede llegar a la Corte alguien que ha enfrentado graves denuncias sobre su patrimonio, su actuación como magistrado y su presunta conexión con opacas tramas de negocios?
La propia defensa de Lijo revela su talón de Aquiles: “Nadie me ha probado nada; nadie me ha condenado”. ¿Alcanza para ser juez el hecho de no tener una condena?
En la Argentina que se aspira a recuperar, un juez de la Corte Suprema debe ser una referencia de honorabilidad, de conducta y actuación intachables, de jerarquía académica superior y de ética ejemplar. Debe ser y parecer. No alcanza con haber “zafado” en varias causas por argucias procesales o el beneficio de la duda. La condición de sospechoso debería ser una barrera infranqueable para acceder al máximo tribunal, e incluso para sostenerse como juez de rango inferior.
El pliego de Lijo empieza a definirse en el Senado. Ocurre en medio de la conmoción política y social que han provocado las revelaciones sobre Fernández. La pregunta de fondo, entonces, es ¿cómo actuará la política esta vez? ¿Volverá a “fingir demencia”? ¿Mirará una vez más hacia otro lado? ¿Dejará las convicciones y los principios a un costado para priorizar sus conveniencias e intereses? ¿Apoyará a un juez sospechado para después decir “nadie fue”? Si el caso Fernández dejara alguna enseñanza, el pliego de Lijo no podría prosperar. Será un examen crucial. Si Lijo pasa, Fernández se sentirá aliviado. La cultura que lo llevó a la presidencia habrá dado muestras de supervivencia y vitalidad. Si no pasa, algo de verdad habrá empezado a cambiar en la Argentina.
23/08/2024 a las 2:53 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Al servicio de los negocios
Fernando Latrille
El Cohete a la Luna
18/8/024
Si la educación es un negocio infinito, constituirla en un servicio resulta fundamental. El primer paso es desterrar la palabra derecho, que está fuera del manual mercantil de quienes dirigen el país. Un proyecto de ley que va en este sentido ya recibió media sanción en Diputados el jueves y declara “la educación como servicio estratégico esencial en todos los niveles y modalidades comprendidos en la obligatoriedad escolar”. Pero lo que esconde está muy a la vista y es el deseo de impedir el derecho a huelga.
La media sanción se logró con 131 votos afirmativos conseguidos por la suma de diputados de los bloques de La Libertad Avanza, el PRO, la UCR, el MID, CREO, Independencia, Producción y Trabajo y Buenos Aires Libre. Por el rechazo votaron 95 diputados del bloque de Unión por la Patria y del Frente de Izquierda. En el debate en la Cámara de Diputados, Hugo Yasky señaló: “A un servicio se accede de una manera si uno vive en la opulencia y de otra manera si uno vive en la pobreza. Tenemos que luchar para que a la educación sea para todos por igual”. Remarcó que la solución es la inversión educativa.
¿Qué implica convertir la educación en servicio esencial? “Es una forma de concebirla como una mercancía más. Así, alumnos, trabajadores, dejan de ser portadores de derechos”, responde la titular de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), Sonia Alesso, en diálogo con El Cohete.
Sonia Alesso manifestó que no le sorprende un nuevo intento de regular el derecho a huelga enmascarado en un proyecto por quienes dicen interesarse por la educación: “Retrotrae a un proyecto que ya se hizo en la época del macrismo, también en los ‘90 y que también se hizo en la dictadura, que es el intento de regular las relaciones del trabajo y del derecho de huelga”. La también presidenta de la Internacional de la Educación por América Latina explica que “bajo ese título pomposo de declarar la educación como servicio esencial, lo que más plantea es la regulación del derecho de huelga. Desde el punto de vista legal es inconstitucional, viola la normativa nacional y viola los tratados internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que definen que los servicios esenciales son los que dependen de garantizar la vida de las personas, como el agua o guardias mínimas en los hospitales”.
En términos pedagógicos, Alesso señala que “frente a un gobierno que desde diciembre desfinanció la educación, cortó el Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), las partidas para infraestructura escolar, conectividad, Conectar Igualdad, orquestas infantiles, infraestructura escolar, partidas de comedores y copa de leche y una serie de partidas de formación y perfeccionamiento docente, hablar de declarar la esencialidad sin garantizar ni los salarios ni las condiciones mínimas para enseñar y aprender la verdad que parece bastante hipócrita”.
A la dirigente sindical santafesina le llamó la atención cómo, en el debate en la Cámara de Diputados, quienes impulsaron y acompañaron el proyecto mencionaban países como Alemania, Italia, Finlandia. “A esta gente hay que decirles que esos docentes ganan entre 2.000 y 3.000 dólares y que un maestro en Argentina —la media— gana entre trescientos mil y cuatrocientos mil pesos. El que más gana ronda entre quinientos y seiscientos mil pesos. Comparan con sistemas educativos en donde se prioriza el salario y las condiciones, donde existe la doble jornada; por ejemplo, en Finlandia, que fue un país mencionado —donde hubo paro hace poco—, si fracasa una política educativa, se echa al ministro, no castigan a los maestros”, precisa.
Sonia Alesso cuenta que mantuvo conversaciones con trabajadores de la educación finlandeses en el reciente Congreso Mundial de Educación, celebrado hace pocas semanas en la ciudad de Buenos Aires. “En Finlandia la educación es pública desde nivel inicial hasta la universidad. Los edificios escolares son bellos, confortables, propicios para trabajar. Los maestros trabajan doble jornada. Una frente a estudiantes, la otra para formación, capacitación, corrección de pruebas y atención de los alumnos. No trabajan doble o triple turno frente a los alumnos y cobran salarios miserables”.
Alesso explica el porqué de enumerar esos países como ejemplo por parte de los impulsores del proyecto: “Me parece que saben poco de lo que sucede en esos países. No conocen. Nosotros incluso nos ofrecimos a darles una normativa comparada cuando estuvimos en la comisión de Educación con Blanca Osuna y Germán Martínez de UP y legisladores del FIT, que solicitaron que nos permitieran hablar. No nos dejaron expresarnos”.
Otra irregularidad fue manifestada en la misma sesión que trató el proyecto. El diputado Sergio Palazzo dio cuenta de que no pasó por la comisión de Legislación del Trabajo y de que cuando se regula un tema que tiene que ver con la relación laboral debe pasar por la comisión de Educación, pero también por Trabajo. Alesso se preguntó: “¿Cómo van a garantizar una mejora de la educación sin que los maestros participen?” En ese Congreso de la Internacional de la Educación que se llevó adelante en Buenos Aires hace unas semanas, donde participaron docentes, pedagogos, y ministros de Educación de todo el mundo, en las conclusiones respecto a los temas para mejorar la educación “ninguno planteó la regulación del derecho de huelga”, subraya la dirigente gremial.
Sonia Alesso expresa fervientemente: “Para la Constitución nacional, para la Ley de Educación Nacional, la educación es un derecho que el Estado debe garantizar. El Estado nacional y los Estados provinciales en forma concurrente. Me parece que lo que hay detrás de este proyecto es un fundamento ideológico, porque lo que no quieren decir es que para ellos debería estar prohibido el derecho a la protesta en toda su dimensión y en todos los lugares”.
Incongruencias
En el proyecto, el Título II habla de guardias mínimas. En cada establecimiento, los directivos de cada escuela deberán confeccionar “la nómina anual del personal docente y no docente afectado al sistema de guardias mínimas”. Al ser consultada, Alesso explica “están planteando que, si hay uno o dos días de paro continuos o discontinuos, tiene que haber una guardia mínima del 30% de los docentes. Se pasa de los dos días, tiene que ser del 50%. Ellos se llenaron la boca hablando del sindicato docente, pero al que ponen en la picota es al director de la escuela que tiene que establecer esa nómina, porque hasta puede sufrir sumario por no hacerlo. Se está cercenando su derecho, además de pensar las escuelas como guarderías, donde lo pedagógico no interesa”.
Con el supuesto “argumento del bien superior del niño”, nos encontraríamos con estudiantes dentro del establecimiento en condiciones pésimas. Su derecho al aprendizaje no estaría garantizado. Alesso lo pone en palabras justas: “Si esto es por el bien superior del niño, señores, aumenten el presupuesto. No desfinancien la educación. Cumplan con las leyes y principalmente que los pibes coman. Porque muchos de los que están ahí [los legisladores] ganando sueldos muy altos, no saben que nuestros pibes vienen a la escuela con hambre y que se triplicaron los pibes y pibas en los comedores escolares”.
De muy poco serio califica los argumentos de “un gobierno que sub-ejecutó las partidas de educación, no envió las obras para construcción de escuelas, jardines, escuelas secundarias y escuelas técnicas, que desfinanció la formación docente, el comedor y la copa de leche, las becas para los pibes, que dejó de mandarles las partidas que por ley le correspondían a las provincias”. Alesso expresa: “Esos mismos señores están diciéndonos a nosotros que les importa la educación”, y explica que considera que “merecería una discusión más seria de cómo se invierte y cómo se garantiza la inversión estatal para que en serio podamos ser uno de los países que ellos mencionaron”.
El proyecto cercena derechos laborales de las y los trabajadores de la educación y carga sobre los directores de escuela una tarea imposible de cumplir. “Es un mecanismo por el cual las aspiraciones de mejorar la educación son sólo discursivas, porque en los hechos es regular el derecho a la protesta”, califica el enmascarado proyecto que consiguió media sanción en Diputados la secretaria general de CTERA.
El impulsor del proyecto fue el actual diputado Alejandro Finocchiaro, que fue el ministro de Educación del Presidente Mauricio Macri, que terminó con Fútbol para Todos porque con ese dinero se iban a construir 3.000 jardines. Del titular de la cartera de aquellos jardines nunca realizados parte la idea de lo esencial para eliminar la educación como derecho y dejarla al servicio del mercado y de los reyes de la tecnología con los que Milei se ha fotografiado: en una de las giras constantes del Presidente como ostensible fan de empresarios estadounidenses, sin conseguir una inversión para el país, pero dispuesto a que ellos concreten negocios, se ha mostrado dispuesto a que la Argentina utilice los servicios de inteligencia artificial de empresas como Meta (Facebook) en educación. Luego de su viaje a fines de mayo, reveló a Radio Mitre que instruyó a la ministra de Capital Humano para “hacer los contactos con la gente de Meta para implementar inteligencia artificial en la formación” de los alumnos.