Por Paul Battistón.-

Si no hubiera sido por Córdoba, el cambio nunca habría llegado. Ésta fue una de las primeras lecturas más evidentes de los resultados de las presidenciales del 2015.

Macri así lo reconocía también con sus gracias reiteradas hacia la provincia y lo dejaba en claro con su elocuencia “básica” plasmada en su: “Córdoba es una masa”.

¿Fue Córdoba el cambio? ¿Cambió Córdoba?

Es un distrito muy particular y, si el cambio se le debe agradecer a alguien o a algo, es a la reafirmación del conservadurismo de Córdoba.

El votante cordobés nunca le hizo lugar al kirchnerismo y eso estuvo cada vez más claro con cada elección. Cristina nunca pudo saborear un triunfo con tonada.

Y si vamos más a fondo, en la provincia nada cambió; los cordobeses conservaron su color gobernante y hasta eligieron la continuidad a nivel municipal en su capital.

Córdoba maneja sus propios tiempos y conserva sus colores por el lapso que lo cree apropiado o hasta que la oposición logra gestar algo más contundente.

La coincidencia o no con los tiempos nacionales de estos eventos propios puede prestarse a confusiones de apoyos o rechazos inexistentes.

En la historia democrática cordobesa se pueden diferenciar dos períodos gobernantes; uno radical (angelocista) y otro, del peronismo cordobés (delasotismo).

En su historia municipal, tres períodos bien claros se distinguen: el primero radical, uno segundo no radical errático y finalmente otra etapa radical.

Pareciera que los tiempos propios de cambios se alistan nuevamente; los desgastes son evidentes.

Por otra parte, lo ocurrido en Río IV es una muestra de que desde la perspectiva nacional nada se puede proyectar con certeza sobre Córdoba. Quizás muy pronto Marcos Juárez confirme esta regla.

Quien parece esforzarse en interpretar estas reglas con intención de obtener algo más profundo que el apoyo casual que la coincidencia de los tiempos puede llegar a dar es Sergio Massa.

Su paso por la capital provincial para una disertación en la Bolsa de Comercio (eso era lo que la agenda oficial marcaba) fue precedida por una reunión donde se vislumbran sus objetivos.

Secundado en una mesa chica por Carlos Garetto y Alfonso Piro. El primero, de claro origen radical ex intendente de Leones (capital nacional del trigo) y también ex presidente de Coninagro, quizás el integrante de la mesa de enlace de las entidades agrarias más reaccionario frente a los avasallamientos del gobierno K. El segundo, de origen peronista sin concesiones, ex director del PAMI filial Córdoba y también ex presidente de INADI en el mismo distrito.

Lo curioso, ambos coinciden en un mismo ámbito de encuentro donde estos desparejos orígenes son una constante y una fuerte amalgama que no encuentra dificultades ni diferencias ante las propuestas firmes y aún vigentes del Frente Renovador.

Numerosos ex integrantes de un PRO que nunca llegó a moldearse como verdadera agrupación política de bases (sólo de asambleas formales) también se integran en este espacio que en 2015 dieron su apoyo a Sergio Massa conformando una insipiente estructura y un apoyo a pulmón (literal).

Por otra parte, el PRO, ese partido que en Córdoba no existe pero que fue receptor de un 70% de rechazo hacia los K. Hoy, ya casi sin la masa militante original, trata de ser reiniciado por la figura del Diputado Héctor Baldassi y el intendente de Villa Allende Gato Romero y para eso deberán hacerle frente casi sin militancia y sin experiencia a los dueños de la sucursal cordobesa del PRO, la vieja UCD, o mejor dicho, al kamerathismo.

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