Por Mario Cadenas Madariaga.-

El aislacionismo argentino viene desde la Colonia.

Se puede decir que las fuerzas por el cierre o la apertura del mercado argentino al comercio mundial están presentes a todo lo largo de la historia nacional, desde la Colonia hasta el presente.

La apertura en general valoriza las exportaciones y abarata las importaciones, y el cierre produce el efecto contrario, lo que origina un alineamiento de los intereses internos según como inciden estas consecuencias, en los diferentes sectores.

En la Colonia, el Río de la Plata sufrió el cierre del puerto de Buenos Aires al comercio marítimo con España, por el desinterés en su exiguo comercio originario y la incapacidad naval de defenderlo, durante mas de doscientos años y se restauró recién con la creación del Virreinato a fines del siglo XVIII. Dicho cierre estuvo compensado con el comercio que venía del Perú por tierra, de alto costo, pero principalmente por el contrabando con barcos de todas las banderas -ingleses, holandeses, franceses y portugueses.

El movimiento de la independencia estuvo estrechamente vinculado a la apertura del comercio con todas las potencias, y de ahí los vínculos con Inglaterra y el apoyo de esta a la Revolución de Mayo, consagrado con el acuerdo comercial de 1826.

Con el gobierno de los caudillos se inició un proceso de cierre, sin llegar a interrumpirse el comercio exterior. El gobierno de la Organización Nacional reinició una amplia apertura, que se interrumpió con la crisis de 1930, y de allí hasta el presente la Argentina tiene una fuerte propensión a restringir el comercio exterior, como tendencia dominante.

Las aperturas en el comercio exterior coinciden con los períodos de mayor prosperidad.

Fueron el del Virreinato en la Colonia y el de la Organización Nacional después de la independencia.

A partir de la crisis de los años treinta se inició en el mundo un período de cierre del comercio por parte de todas las naciones, que comprendió también a la Argentina.

Pero a partir de 1945, terminada la Segunda Guerra Mundial se invierte la tendencia y se inicia una etapa de rápida liberación del comercio, de la que no forma parte la Argentina.

El proteccionismo en la Argentina toma un sentido propio, que consiste en dificultar las exportaciones, con tipos de cambio desfavorables, y/o impuestos, más la elevación de la protección aduanera aumentando los impuestos respectivos. En la mayoría de los países consistió solamente en la elevación de la protección aduanera. Así la Argentina bajó su participación en el comercio mundial del 2,8% en 1948 al 0,4% en la actualidad. También bajó el nivel de su PBI por habitante, ubicado entre los diez países más ricos, en 1914, al lugar 55 que tiene hoy en el ranking mundial.

Es decir, internacionalmente, como nación, somos muchos menos importantes y como pueblo somos más pobres, comparativamente con el mundo.

La situación argentina actual

En la actualidad la Argentina es una isla donde todos los productos y servicios tienen un valor totalmente diferente a los del mercado mundial, apreciado en dólares o eureos de venta libre. Por tal razón se argumenta que no se puede admitir la libertad de comercio con el exterior, y de ahí el “cepo cambiario” o control de cambios.

Sin embargo, en esta situación no podemos continuar, porque tenemos una balanza de pagos totalmente deficitaria, escasísimas reservas en el Banco Central, y deudas externas que debemos atender. Esta realidad aunque es negada por el gobierno es conocida por la opinión pública.

Se impone un cambio y lo que se quiere saber es como se alcanza un nuevo equilibrio con el mundo, que nos permita crecer en armonía con el exterior.

Las columnas del nuevo equilibrio

Las cuatro bases del nuevo orden son las siguientes:

  • El valor de la moneda argentina será la que refleje el mercado libre de cambios, que regula el valor de todas las monedas. Y ese valor debe ser estable admitiéndose una inflación del 2/3% anual.
  • El valor de todas las exportaciones debe ser el fijado por el mercado, en cualquiera de las monedas de libre cotización, sin impuestos a las exportaciones.
  • El valor de todas las importaciones, debe ser el fijado por el mercado, en cualquiera de las monedas de libre cotización, debiendo pagar los impuestos a los respectivos que fije la Argentina, dentro de los límites que fije la Organización Mundial del Comercio, o los acuerdos internacionales que se suscriban.
  • Las obligaciones internacionales deben ser cumplidas en las monedas que se pacten y en los términos acordados o en los se renueven

Algunas gestiones preparatorias

La política argentina tiene tiempos muy importantes. El primero está señalado por la elección presidencial del 22 de noviembre. La segunda es la asunción fijada para el 10 de diciembre. Esto se escribe bajo el supuesto que triunfe Macri.

En ese período de 18 días se debería alcanzar un acuerdo sobre las condiciones que se saldarían las obligaciones fijadas por los Tribunales de Nueva York, la forma en que se remesarían las utilidades de las empresas extranjeras demoradas, los adelantos efectuados de los exportadores y las financiaciones de los importadores, con la finalidad de que se distribuyan razonablemente en el tiempo.

Esto creará condiciones adecuadas para el correcto funcionamiento del mercado libre de cambios a partir de su apertura el11 de diciembre.

El discurso de asunción del nuevo Presidente

Este mensaje debe ser la pieza capital de toda la gestión presidencial. Debe inspirar seguridad y confianza para atravesar el período de adecuación entre el periodo que finaliza y el que comienza, diciendo la verdad sobre la herencia recibida, y anunciando los nuevos instrumentos que se pondrán en aplicación para asegurar un alto crecimiento con estabilidad.

Este mensaje se podrá dividir en dos partes uno de carácter político institucional, y el otro de naturaleza económica y social.

El primero puede hacer época porque la reivindicación de las instituciones y garantías republicanas hacen muchas décadas que no se escuchan desde la presidencia de la Nación.

La segunda, además de explicar las bases de nuestra incorporación a la economía mundial ya señaladas, debe describir los dos grandes instrumentos del desarrollo que se van a incorporar: la expansión del crédito interno al sector privado, sin duda el más importante para modernizar toda la economía y la inversión publica para modernizar rápidamente la infraestructura.

Es realmente incomprensible que la Argentina que tiene tan graves problemas financieros -como una importante deuda publica- no haya recurrido con anterioridad a la expansión del crédito interno al sector privado, el que fundado en los depósitos bancarios internos, privados y públicos, y en un correcto desempeño de la banca privada y publica, puede generar un financiamiento del orden de los 400 mil millones de dólares, pero en pesos, en cuatro años, dirigido a todos los sectores económicos, por encima de la mísera suma de 62.000 millones de dólares, todo en pesos, que hoy recibe. Esta expansión del crédito interno con estabilidad monetaria reducirá las tasas activas a las vigentes en las grandes economías occidentales, por la notable baja de costos que tendrá la actividad bancaria por su extraordinaria expansión.

A su vez, para complementar la modernización del sector privado con la modernización de la infraestructura -ferroviaria, portuaria, vial, de aeropuertos, y de saneamiento del territorio-, se prevén 100.000 millones de dólares de inversión pública en cuatro años, cuidando los costos, con lo que se podrá realizar esta obra, para completarla en otros cuatro años con una suma similar.

Con la ampliación del crédito al sector privado y la inversión pública se terminará con el déficit de la vivienda.

La temida devaluación, aunque se producirá, no tendrá los efectos que se esperan

Con relación a la devaluación que habría que esperar supongamos que fuera del 50% -de10 pesos por dólar a 15 pesos por dólar- su incidencia en los precios minoristas, si se siguiera el antecedente del 2002 -que con una devaluación del 300%, produjo una inflación del 40% y una contracción del PBI del 10,9%- la inflación próxima sería del 6,6%, y la contracción del PBI del 1,8%. Pero como esta vez se acompañaría de una expansión del crédito privado del 150%, contra una contracción del 40% en el 2002, y un plan de estabilidad monetaria, que no existió en el 2002, se estima que no se producirá ese incremento en los precios minoristas ni mucho menos una contracción en el PBI, para el cual se espera un aumento del 10%.

Se debe tener en cuenta que se producirá una reducción en los precios dedicados a ser consumidos en el mercado local, porque siempre llevan el anticipo de la inflación esperada, que no existe en los productos exportables.

Por lo tanto una vez más en la historia argentina un nuevo ciclo de apertura de la economía argentina, será acompañado de una fuerte expansión de la economía.

Todos los empresarios dedicados a la atención del mercado interno deberán esperanzarse con el cambio de ciclo por las perspectivas de crecimiento del PBI aunque el mercado será más competitivo, pues contaran con amplios créditos internos para adaptarse a la nueva situación.

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