Por Rodolfo Patricio Florido.-

Entre la ambición omnipotente de Cristina y la cobardía personal electoral de los Intendentes del conurbano bonaerense, Cristina Fernández acaba de iniciar la destrucción del Peronismo Justicialista de la Provincia de Buenos Aires. Dejó su devastada provincia de Santa Cruz, adonde no puede volver ni caminarla sino está rodeada de custodias, dejó su “lugar en el mundo”, para transformarse en una bonaerense, cobijándose en un discurso que no la depositará en la Presidencia pero si le dará los fueros y el tiempo necesario para intentar no terminar presa. Esa es, además de una oratoria sin réplicas, una de sus capacidades. La otra, es la de destruir lo que no puede controlar o lo que no la tiene a ella en el centro de la escena.

Una parte del pueblo argentino vive embelesado por la actriz; los Intendentes NO. Ellos saben perfectamente que todo es una misa en escena y solo les interesa que la proveedora de botes salvavidas les salve sus pequeñas vidas municipales. Es curioso, el primer cordón del conurbano bonaerense vive al revés que cualquier otro municipio de la República Argentina, sus niveles de violencia, inutilidad, fracasos y corrupción, son siempre proyectados responsabilizando al Gobernador o a la Presidencia. Y si antes no lo hicieron era porque la extorsión de su propio palo político (Scioli o Cristina) era muy disciplinador. O apoyaban o no había ni dinero ni obras ni retornos para ellos.

Muchos de estos autodenominados “líderes nacionales y populares”, son sobrevivientes que hablan de la pobreza de sus distritos habiéndolos gobernados por décadas, sin hacerse cargo ni un segundo de sus propios y evidentes fracasos. Al final, son iguales a Cristina, quizás por eso se entienden muy bien. A ella no le importa el país sino su libertad y la de sus hijos. A ellos, no les importa su gente sino su supervivencia o cuando menos su impunidad.

Por su parte, a Cristina tampoco le importaba el peronismo y ahora lo demostró. Lo abandonó y con ella se llevó a esos Intendentes a los que solo les interesa ganar tiempo en sus pequeños grandes espacios de poder personal y familiar. Cristina es inteligente y lo sería más si su soberbia y omnipotencia no le jugara tan en contra. Pero ese rasgo de carácter es lo que termina destruyéndola. Sus errores son tan grandes que algunos piensan que eligió a Zannini y a Aníbal para que pierdan, Macri arregle la macroeconomía y ella vuelva después de que el ajuste ordene las cuentas y ponga al país en movimiento para ella subirse a un micro ya en movimiento. Claro que esto es imposible e implicaría un nivel de sadismo que Cristina no tiene. ¿Condenar a un pobre a la miseria y a un miserable a la indigencia? Imposible

Ella sabe que la liga de Gobernadores jamás la dejará volver. Ella sabe que no puede volver a su provincia refugio. Alicia la terminará de fundir aún cuando reciba los fondos nacionales extraordinarios. Santa Cruz se ha transformado en una suerte de santuario fantasma de cuasi prófugos políticos. Su destino está agotado. Cristina lo sabe. Solo un Gobernador la sigue. En realidad, uno que son dos, los hermanos Rodríguez Saa. Esto también era lógico. El éxito de su provincia les permitió llegar a la Presidencia en tiempos de crisis, pero chocaron la calesita. Tomaron un caballo agotado y le pidieron que empezara a correr de nuevo. Luego de su intempestiva huida (Adolfo), escapándose a San Luis y mandando el bastón de mando solo, no logró/lograron, ningún posicionamiento nacional. Solo les quedaba una aventura sin sentido con Cristina. En la Argentina todos hablan del éxito de San Luis pero nadie los vota. De vuelta, solo les quedaba el intento de epopeya trágica de Cristina.

Es por todo esto que Cristina desembarcó en Buenos Aires. Era el único lugar donde aún tiene una masa crítica electoral que la sigue como se sigue a un Profeta. A ese segmento no le importa su riqueza robada -en parte a ellos mismos por cierto- sus múltiples procesos judiciales, su intolerancia, su negativa absoluta a responder preguntas que no provengan de su sequito de periodistas militantes, etc., ellos ven a Evita donde en realidad está Madame Pompadour. Como dijo uno de sus seguidores… “a Cristina se la escucha no se le habla”. Ella lo sabe y le encanta. Obviamente se siente una Diosa, una suerte de Reina por decisión divina. Si hasta el Papa políticamente la beatificó. El rol le encanta. Ya no está su terrenal marido. Así como Hitler dijo “Si el pueblo alemán nos defrauda, no merece que luchemos por su futuro; en ese caso podríamos prescindir de él con toda justicia”, Cristina se desembaraza del Peronismo y hace su primer acto político de este intento de resucitamiento, sin ninguna presencia de las tradicionales fiestas peronistas. Ni banderas partidarias ni bombos, solo ella y un vestuario de escarapelas como si la patria hubiera nacido con ella.

Mientras tanto ella se hace desear (a los Intendentes). Primero los hizo desembarazarse del peronismo y ahora los hace juntar angustia no confirmando su candidatura. Cristina es así. Casi como Hernán Cortés. Y digo “casi” porque les hizo quemar las naves pero no les garantiza la tierra prometida. Ella puede llegar a quedarse flotando en una chalupa mientras los demás se ahogan antes de llegar a la costa. Todo es posible. Ahora, ya quemadas las naves, tendrán que aceptar lo que ella quiera. Los candidatos serán los suyos, tanto a diputados, como a Senadores y hasta lo Concejales. Una suerte de… me quieren a mí, bueno, conmigo viene este paquete. Ya no pueden regresar. Entregaron su lealtad por muy poco capital político. Le dijeron… nuestro límite es D’Elia. Y fue fácil, Cristina entregó a D’Elia, que no implica ningún costo, absolutamente ninguno y se quedó con 30 Intendentes. Un precio bajísimo, casi ridículo… un D´Elia por 30 Intendentes. Pero ella es así y ellos son lo que pueden ser. La supuesta mística nacional y popular y las palabras grandilocuentes sobre la pobreza, la violencia, el narcotráfico, la indigencia, no repararán ni un segundo en aceptar responsabilidades propias. Porque Cristina nunca es responsable de nada. Ella, dejó a la Argentina con menos pobres que Alemania y con una inflación del 14%. La religiosidad que exige Cristina es tal que debe funcionar con una aceptación devota. Como esos cristianos que afirman… “lo dijo el Papa”, como si esto fuese una invocación divina, palabra santa.

Octubre hablará y sucederá lo que los argentinos decidamos. Tendremos menos pobres que Alemania o caminaremos la dura ruta de conquistar nuestros miedos y nuestro destino.

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