Por Hernán Andrés Kruse.-

A las diez de la noche del sábado 2 de julio la ex presidente de la nación, Cristina Kirchner, arribó a Aeroparque. Una multitud la estaba esperando desde hacía varias horas a pesar de las inclemencias del tiempo. La última vez que la ex presidente había estado en Buenos Aires fue cuando debió “visitar” Comodoro Py citada por su encarnizado enemigo Claudio Bonadío. Entre los dirigentes más conocidos que le dieron la bienvenida a la ex presidente cabe mencionar a los diputados Axel Kicillof, Andrés Larroque y Juan Cabandié, el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y el ex titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde. La mayoría de los asistentes fueron miembros de conocidas agrupaciones del PJ, como La Cámpora y Kolina. También hubo miembros de Nuevo Encuentro y el Movimiento Evita, recientemente escindido del FPV. Algunos de los presentes rememoraron otras manifestaciones del peronismo, como la que se produjo el 20 de junio de 1973 en Ezeiza para recibir a Perón. Otros destacaron el valor de la lealtad y la fuerza de las convicciones, en implícita alusión a aquellos dirigentes del FPV que apenas perdió Scioli el pasado 22 de noviembre abandonaron el barco. Uno de los asistentes dijo esperanzado que hoy cambiaba la historia. Se verá. Tantas veces le dijeron al pueblo que se estaba produciendo un cambio histórico en el país y luego no pasó absolutamente nada. La historia argentina es pletórica en promesas de cambios radicales que sólo quedaron en eso, en promesas.

Al día siguiente la ex presidente dialogó por teléfono con el periodista Roberto Navarro, quien conduce el programa “Economía Política” que se emite por el canal C5N. “Los nuevos pobres y la situación de la sociedad es producto de las políticas que se han ido aplicando”, señaló la ex mandataria. “Ha habido una transferencia de recursos al sector más concentrado de la economía y también al sector financiero”, enfatizó. Aludió específicamente “al impacto que tuvo la eliminación de las retenciones y la suba de las tarifas”. “No es una cuestión de malos y buenos”, remarcó. “Tiene que ver con ideologías. Nos acusaban de ser muy ideologistas. Pero se trata de sectores que adhieren al libre mercado y a la idea de cobrarles la menor cantidad de impuestos a los que más tienen, porque así los que más tienen van a derramar sobre el resto de la sociedad. Pero lo que ponen arriba no derrama”, exclamó. Para la ex presidente la política económica de Cambiemos conduce inevitablemente a una feroz oligarquización de la sociedad, persigue el aniquilamiento de los sectores medios para instaurar una sociedad compuesta por dos sectores nítidamente diferenciados: los ricos y los pobres, un sector opulento y otro sector pauperizado, no por su propia culpa sino por las decisiones económicas adoptadas por Macri desde que se sentó en el sillón de Rivadavia. Respecto a la herencia recibida, la ex presidente dijo: “Recibimos un país descapitalizado, endeudado. Había un elevado nivel de endeudamiento, de indigencia, de pobreza. Y entregamos un país capitalizado: con Aerolíneas Argentinas, con Aguas Argentinas, con el nivel de endeudamiento más bajo de la historia. Entregamos un país capitalizado y sin deudas”. “En nuestro modelo incentivábamos el consumo. Por doce años y medio sostuvimos el consumo”. Criticó con ironía las denuncias de corrupción que de un tiempo a esta parte vienen cayendo pesadamente sobre el kirchnerismo: “Parece que el único acto lícito del gobierno fue aprobar la fusión de Multicanal y Cablevisión. Salvo eso, que no fue cuestionado, todo fue ilícito. Se pueden tener fueros mediáticos, pero la gente no va a poder pagar la luz ni el gas”. El aumento tarifario fue analizado, como no podía ser de otro modo, por Cristina: “No se puede llevar la mitad de tu salario la luz y el gas. Nadie puede vivir para que el 50 por ciento de su salario se vaya en pagar el gas”. Cuando ello acontece es porque o bien la tarifa es demasiado alta o bien el salario es demasiado bajo. Lo cierto es que con estos tarifazos la clase trabajadora es cada vez más pobre y los dueños de las empresas prestadoras de estos servicios esenciales son cada vez más ricos.

Cristina hizo referencia a la importancia de la oposición dentro de una democracia desarrollada: “Hay un rol que tiene que cumplir el Parlamento. Es un gobierno que debe durar cuatro años. La oposición tiene que cumplir su rol, que no significa obstruir, que fue lo que nos hicieron a nosotros. Quiero recordar a aquel Grupo A y cuando no tuvimos presupuesto porque no nos lo aprobaron”. El Grupo A, surgido luego de las elecciones de medio término de 2009, tuvo como claro objetivo adueñarse de las más relevantes comisiones del Congreso para torpedear al gobierno nacional. La decisión más aberrante e irracional fue no haber aprobado el presupuesto, obligando de esa manera a Cristina a gobernar sin esa ley fundamental. Fue una clara demostración de espíritu destituyente de parte de aquella oposición que se vanagloriaba todo el tiempo de su respeto por las instituciones de la República. Según la ex presidente faltan ideas en el mundo de la política: “Están faltando ideas. No es un problema de que falte oposición. Hay que plantear ideas que puedan persuadir al conjunto de la sociedad de que el rumbo no es el acertado. Falta una idea de cómo plantear una alternativa”. El rumbo del gobierno atenta contra los intereses y derechos de la inmensa mayoría del pueblo; sin embargo, el presidente aún conserva altos niveles de imagen positiva. ¿Cómo es ello posible? Según varias encuestas hay importantes sectores sociales que aún conservan expectativas favorables en relación con la marcha del gobierno y no están dispuestos a volver al pasado reciente. El odio a Cristina está presente en muchos corazones argentinos configurando una fuerza espiritual muy difícil de erradicar, al menos por ahora. Según la ex mandataria “esto que está pasando en la Argentina no es nuevo. Estas políticas han sido aplicadas en el país con un resultado malo”. “Alguno cree que con la teoría del shock podía cambiar algo. Pero no lo están haciendo en una dirección que beneficie a la mayor cantidad de gente posible”. En la década de los noventa el por entonces presidente Carlos Saúl Menem aplicó un plan económico-“economía popular de mercado”-que en la práctica significó la destrucción del poder adquisitivo del salario de los trabajadores, la pérdida de incontables fuentes laborales y un gigantesco y obsceno proceso de concentración económica. Veinte años más tarde, el 51,40% del electorado que sufragó por el candidato de Cambiemos en el balotaje se volvió amnésico, permitiendo que una fuerza de derecha profundamente reaccionaria y clasista llegara a la Casa Rosada para hacer lo único para lo que está preparada: saquear el bolsillo de la inmensa mayoría del pueblo para beneficiar a una élite depredadora e inmoral.

La ex presidente reconoció que quería sentir bien de cerca el ánimo de la población, “el clima de la calle”. Su conclusión fue obvia: la gente está desanimada, al borde de la frustración: “Hay una percepción de que las cosas no están bien. No me pone contenta. Me pone triste”. “Uno tenía la percepción de que podían revertirse algunas cosas, porque pensaban diferente. La verdad que no pensé que fuera de esta manera, tan rápido y con tal impacto sobre la vida de los argentinos. El tarifazo ha sido monstruoso”. “Hay decisiones que el gobierno debería reverlas. Porque les está yendo mal a los sectores medios, que tuvieron un auge muy importante durante la década pasada. Es realmente una pena”. “Creer que los doce años fueron una fantasía es muy difícil. Lo que se está haciendo va en una dirección que no está favoreciendo a las mayorías”. Para Cambiemos lo vivido durante el kirchnerismo fue una ficción. Los millones de argentinos y argentinas que lograron mejorar un poco su calidad de vida fue apenas un sueño que se hizo añicos cuando el flamante presidente impuso su realismo político. Así piensa el oficialismo, fundamentalmente el oficialismo macrista. Porque cuesta creer que los radicales piensen lo mismo. ¿O acaso alguien con un mínimo de sensatez puede suponer que esta concepción oligárquica de la sociedad hubiera sido bendecida por Alem, Yrigoyen y Raúl Alfonsín?

Durante la entrevista telefónica la ex presidente aludió, como no podía ser de otra manera, a su situación procesal. “Es claro y es evidente que soy perseguida. Debo ser la única persona que es investigada por dos jueces de Comodoro Py por la misma causa y con el mismo objeto”, indicó. “Le voy a plantear al juez de la causa que haga una auditoría de la obra pública, hecha por consultoras públicas y privadas. De la misma manera que el Consejo de la Magistratura quiere hacer una auditoría sobre las causas de los últimos 20 años”. “Esto de decir alegremente que hubo sobreprecios en la obra pública es disparatado. Estamos hablando de un plan de obra pública de miles de millones de dólares ejecutada por el gobierno nacional, pero también por gobernadores e intendentes”, señaló. Se explayó sobre la causa Hotesur y su vínculo con Lázaro Báez y Cristóbal López: “Yo no alquilaba habitaciones a nadie. Yo alquilo inmuebles. No hay nada raro, nada extraño. Los alquilo y me dan una renta. ¿Qué me dice que el presidente actualmente le alquila su casa al titular de la AFI?”. “Yo alquilaba el inmueble. Pero, además, me parece absurdo que cuando hablamos de contratos millonarios de la obra pública, tendría actos de corrupción con dos contratistas que no son los más importantes de la obra pública”. “Realmente, ¿alguien sensatamente puede pensar que en un monto multimillonario alguien va a hacer un acto de corrupción a partir del alquiler de inmuebles, que tienen un monto irrisorio? Sería el único caso en la historia donde uno alquila un inmueble, paga ingresos brutos y demás impuestos para un acto de corrupción. Debería ser insertado en algún manual”, remató burlonamente. Cristina aclaró que va a pedir la auditoría de la obra pública a la Justicia y no al gobierno: “¿Cómo va a tomar el gobierno la auditoría si los contratistas son amigos de ellos? ¿Si firmaron un decreto para la redeterminación de la obra pública? ¿Se imagina lo que va a ser ese régimen de determinaciones? ¿Van a redeterminar sobre obras públicas que estaban sobrevaluadas?”, se preguntó la ex presidente. La situación judicial de la ex mandataria no es sencilla. Evidentemente hay jueces federales que la tienen en la mira, especialmente Claudio Bonadío. Hay miles de millones de dólares en juego y por el bien de nuestra joven democracia sería fundamental que Cristina logre probar su inocencia.

Más adelante, la ex mandataria hizo alusión a la cantidad de ex CEOs que pueblan el gabinete de Macri: “Me cuesta creer que quien ha pertenecido al mundo de una empresa multinacional pueda desprenderse de esos intereses concretos”, en obvia alusión al ministro Aranguren, ex CEO de Shell. Ello explica, enfatizó la ex presidente, el diferente trato mediático dispensado a estas incompatibilidades con el trato mediático dispensado a escándalos como el protagonizado recientemente por López. Aquí cabe coincidir con Cristina. Para el multimedios Clarín lo de López constituye un hecho de una enorme gravedad institucional mientras que el escándalo que viene protagonizando Aranguren no amerita ser analizado en profundidad. A propósito de López, Cristina afirmó que “lo comparé con una trompada en el estómago. Ese hecho plantea que se debe hacer urgente esta auditoría para saber qué pasó exactamente y si realmente hubo sobreprecios”.

Por último, aludió a la posibilidad de terminar presa: “¿Vos creés que haber decidido recuperar las AFJP, YPF, el poder adquisitivo de los trabajadores en paritarias libres, que lo que reclamaban los organismos de derechos humanos, creés que todo eso no tiene un precio? Sé que todo eso tiene un precio”. “Si hubiera hecho lo que hicieron otros, no estaría con estos problemas. De hecho, De la Rúa no tiene problemas y terminó con el megacanje y con la represión en Plaza de Mayo con 30 muertos”. Según la ex presidente la embestida judicial que está sufriendo se debe fundamentalmente al hecho de que durante su gobierno tuvo el coraje de pisar callos muy grandes que hicieron gritar a gente muy poderosa. El haber sacado los pies del plato, el haber abandonado la ortodoxia económica, conjetura Cristina, la está pagando ahora con sus “visitas” a Comodoro Py. Algo de razón tiene, me parece.

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