Por Eduardo Difonso.-

La ciudadanía, el trabajador asalariado, el jubilado, las PyMES, las distintas organizaciones sociales no gubernamentales, los estudiantes, los docentes y otros sectores del país hoy se hacen esa pregunta. ¿Con qué objetivo o fin tenemos que ajustarnos? ¿Cuánto tiempo durará esta política gubernamental? ¿Por qué debemos hacerlo si el gobierno PRO-RADICAL no nos da razones objetivas y veraces para hacerlo?

Por el contrario, todos los hechos y acontecimientos sucedidos en este último semestre demuestran que el esfuerzo de la población no ha tenido resultados alentadores y que las perspectivas no son alentadoras.

Ya empieza a instalarse con fuerza el criterio de que el Gobierno del Ing. Macri sólo sirvió para ganar elecciones pero que no está preparado para gobernar el país.

Transmiten la sensación de que no entienden lo básico de que:

-Gobernar es priorizar

-Gobernar es establecer consensos

-Gobernar es anticiparse a los problemas

-Gobernar es definir un equipo austero y eficiente de colaboradores capacitados en la administración de los recursos públicos

-Gobernar es estudiar, diagnosticar y definir un plan estratégico de gobierno para todos los sectores interdependientes del país.

-Gobernar es dejarse ayudar escuchando a todos los sectores

-Gobernar es dejar de lado la soberbia personal en beneficio del bienestar general o el bien común.

No se puede gobernar con discursos voluntaristas, abstractos, apelando a la fe, la esperanza, el esfuerzo conjunto, sin explicar cuáles son los objetivos ante tal o cual medida de ajuste, o que fin persigue ese sacrificio reclamado desde el gobierno.

El país no es una empresa y no puede administrarse como tal. Hay políticas públicas que persiguen lograr objetivos que no tienen un rédito económico sino una rentabilidad social que se traduce en una mejora en la calidad de vida de los habitantes y no en una ganancia económica rentística de mercado. Esto parece desconocer el gobierno PRO-RADICAL.

El presidente no puede dirigirse a los gobernados para expresar generalidades con un discurso de fe sin explicar qué medidas se están tomando para que las políticas implementadas resulten beneficiosas para superar la crisis actual.

La impresión generalizada es que se está manejando la economía nacional desde lo financiero como si fuera una mesa de dinero, con políticas monetaristas solamente y falta la contrapartida de un proyecto de desarrollo y crecimiento. Que el esfuerzo realizado no sólo alcance para pagar los intereses de la deuda contraída sino que sirva para implementar políticas públicas de expansión de la economía, mediante la industrialización de productos primarios, apoyar a PyMES, fomentar el uso de los Recursos energéticos para incentivar la creación de más industrias etc.

No hay plan y así cualquier gobierno fracasa.

Hasta acá sólo se gobernó haciendo uso del crédito externo (endeudamiento) hasta que se agotó ese crédito y se vio obligado a recurrir al FMI. En base a endeudamiento cualquiera gobierna, lo difícil es administrar eficientemente los recursos y aplicando políticas públicas que se encuadren en un Plan Maestro para el país.

Ya tomamos conciencia de que el endeudamiento con el FMI no es para salir de la recesión económica o para impulsar la economía, sino que es para garantizar, a los acreedores, el pago de la deuda asumida incluidos los intereses.

No queda claro si alguien le vendió al sr. presidente Macri el argumento que no hacía falta un plan económico, o fue su propio convencimiento de que el plan económico era él, es decir, que con solo sentarse Macri en el sillón de Rivadavia, con el kirchnerismo fuera del gobierno y removiendo algunos obstáculos como el cepo cambiario, iba a producirse una lluvia de inversiones que generarían un mágico efecto de crecimiento económico a pesar del monumental gasto público, la confiscatoria presión impositiva y la barrera a la contratación de empleados en blanco que es la legislación laboral.

Todos los serios problemas estructurales que viene arrastrando la economía argentina desde hace décadas y llevadas a un extremo insólito por el kirchnerismo, mágicamente iban a ser pulverizados por la presencia de Macri.

No se ha expuesto un plan económico, no se ha conformado un gabinete reducido a los ministerios con que tradicionalmente se administró este país-(Hacienda, Economía, Desarrollo Social, Obras y Servicios Públicos, Salud, Educación, Seguridad, coordinados por una Jefatura de Gabinete)- y se ha endeudado al país parar financiar el déficit fiscal por su alto gasto público.

Como lo afirma Roberto Cachanosky en su columna “El plan fue el no plan y fracasó”. Si en el corazón de Cambiemos no había ningún espíritu por implementar reformas estructurales, el financiamiento externo los terminó de adormecer en el tema de la deuda. Durante todo el 2016 y el 2017 se durmieron tomando deuda. Ahora el gobierno PRO-RADICAL tiene que solucionar un problema estructural de:

-alto e ineficiente gasto público,

-una gran carga tributaria,

-los grandes intereses de la deuda que en los primeros semestres de 2016, 2017 y 2018, pasó del 13,8 % (2016) al 19,2 % (2017) y al 25,7 % en (2018), prácticamente se duplicó el peso de los intereses sobre la recaudación.

De acuerdo a los datos fiscales que viene ofreciendo el gobierno, todo indica que la reducción del déficit fiscal primario queda neutralizado por:

-el peso de los intereses de la deuda que se comen la recaudación,

-por la tasa de interés que supera el 60%,

-por la economía en recesión,

-y las presiones sobre el mercado de cambios.

Después de estas reflexiones sólo resta solicitarle al gobierno pro-radical que se aboquen a la tarea de gobernar que es más complicado que armar estrategias electorales exitosas que al final desilusionan a sus propios seguidores y generan esta tremenda falta de confianza en que ha caído esta gestión de gobierno.

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