Por Hernán Andrés Kruse.-
Estamos asistiendo a un espectáculo deplorable, indigno. La conocida frase “hacer leña del árbol caído” la describe a la perfección. Alberto Fernández fue un pésimo presidente. Sus cuatro años en la Casa Rosada fueron un verdadero calvario para el pueblo. Aún están frescos en nuestra memoria los insufribles tiempos de la pandemia, ese flagelo virósico que nos obligó a convertir nuestros hogares en celdas. Aún están frescas en nuestra memoria las espantosas gestiones de Martín Guzmán y Sergio Massa en materia económica, de Santiago Cafiero en materia de política exterior y de Ginés González García y Carla Vizzotti en materia sanitaria (el vacunatorio VIP).
Una gestión tan desastrosa sólo podía terminar, en materia electoral, como lo hizo: pésimo. El 10 de diciembre de 2023 asumió Javier Milei, un economista libertario que se había hecho popular gracias a su participación en conocidos y populares programas televisivos. En los últimos días Fabiola Yañez, la primera dama durante la presidencia de Alberto, acusó al ex presidente de maltrato físico y psicológico. A partir de entonces, todo el arco político (incluido el kirchnerismo) y todos los medios de comunicación (incluidos los afines a Cristina) comenzaron a ensañarse con Alberto, a hacer leña del árbol caído. Muchos de quienes en su momento de gloria (2020, el año de la pandemia) le rendían pleitesía, hoy no dudan en pisotearlo como si fuera una cucaracha.
Reitero: Alberto Fernández fue un pésimo presidente y las acusaciones de Yañez son de una extrema gravedad que ameritan una eficaz intervención de la Justicia. Pero el hacer leña del árbol caído es propio de cobardes. Evidentemente, en el arco político y en los medios de comunicación, sobran. Buceando en Google me encontré con un ensayo de Candelaria Garay (Universidad Torcuato Di Tella-Argentina) y Emilia Simison (Tulane University-Estados Unidos) titulado “Argentina 2022: Desafíos profundos y continuidad política” (Revista de Ciencia Política, Santiago-2023). Es un buen resumen de una presidencia que los argentinos difícilmente olvidaremos.
EL FRENTE DE TODOS: UNA COALICIÓN INÉDITA
“Alberto Fernández, un presidente improbable, llegó al poder tras un acuerdo de unidad entre varias facciones del peronismo y sectores de izquierda, que consagró su candidatura junto a la de Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta para las elecciones de 2019. El Frente de Todos unió al Frente para la Victoria (FPV) o kirchnerismo, como se conoce al peronismo alineado a Cristina Kirchner, y al Frente Renovador, liderado por Sergio Massa, quien había formado parte del núcleo central del FPV hasta lanzar su propio partido dentro del campo peronista en 2013. También se sumaron al Frente de Todos las centrales sindicales y varios movimientos de trabajadores desocupados y precarios, como el Movimiento Evita, surgido del peronismo, y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), un movimiento de izquierda que por primera vez se alió a un frente peronista en 2019. Finalmente, el Frente de Todos incluyó al grupo político de Alberto Fernández, un puñado de dirigentes de la Ciudad de Buenos Aires sin presencia territorial. Si bien Cristina Kirchner contaba con el mayor caudal de votos entre los dirigentes peronistas, necesitaba el apoyo de votantes más moderados para regresar al poder. Alberto Fernández, un político conocido por su capacidad de negociación, y, a su vez, por haber pertenecido a diversas corrientes opuestas del peronismo a lo largo del tiempo, era visto como capaz de movilizar los votantes moderados necesarios para el triunfo electoral.
En un escenario económico apremiante, con una inflación interanual de 52.4% en septiembre de 2019, el Frente de Todos logró dar por tierra el intento de reelección de Mauricio Macri de la coalición Cambiemos (luego Juntos por el Cambio), formada por Propuesta Republicana (PRO), un partido de centro-derecha relativamente joven, la Unión Cívica Radical (UCR), el histórico partido de centro con presencia en todo el país, y la Coalición Cívica, un partido pequeño de centro. La llegada de Fernández al poder fue inédita no sólo por tratarse del primer traspaso de poder entre un gobierno de derecha elegido por el voto popular y un gobierno peronista, sino también porque se trataba de un gobierno con un presidente débil y una vicepresidenta fuerte. Fernández asumió sin experiencia de gestión, estructura territorial, votantes leales o mayor conocimiento en la opinión pública, mientras que Cristina Kirchner había completado dos gestiones presidenciales, tenía a su disposición el aparato peronista y contaba con una gran cantidad de simpatizantes y detractores.
Las dificultades de coordinación del ejecutivo y de la coalición misma que, como podía anticiparse, surgieron en el gobierno del Frente de Todos se vieron agravadas por el contexto económico y social. Fernández enfrentaba un panorama económico de crisis al asumir en diciembre de 2019, marcado por inflación elevada y estancamiento económico. Además, al poco tiempo, en marzo de 2020, se declaró la pandemia de COVID-19 y el gobierno impuso medidas de aislamiento social para combatirla. La rápida respuesta del gobierno y el rol protagónico adoptado por el presidente aumentaron inicialmente las tasas de aprobación de su gestión en la opinión pública. Sin embargo, como se refleja en la evolución del Índice de Confianza en el Gobierno elaborado por la Universidad Torcuato Di Tella, dicho aumento fue de corta duración, y el índice, que varía entre cero y cinco, se mantuvo bajo. Si lo comparamos con las dos presidencias anteriores, por ejemplo, el pico de 3.29 alcanzado por el gobierno de Alberto Fernández en abril es mayor a los 2.75 alcanzados por Cristina Kirchner durante su segunda presidencia y a los 3.14 alcanzados por Mauricio Macri. Sin embargo, el valor promedio del índice desde el comienzo del gobierno de Fernández hasta finales del 2022 es de 1.82, un poco menor al promedio de 1.83 de la segunda presidencia de Fernández de Kirchner e inferior al promedio de 2.26 puntos de la presidencia de Macri. Además, el índice mantiene una tendencia descendente a lo largo del mandato de Fernández, denotando la debilidad creciente del presidente.
En resumen, las medidas de aislamiento social implementadas para contener la pandemia y la situación económica en deterioro desgastaron rápidamente el apoyo popular al gobierno. A comienzos de 2022, a estos problemas se sumaban los conflictos internos del Frente de Todos, que, agudizados ante los desafíos económicos y sociales que enfrentaba el gobierno, limitaban su capacidad de acción. Además de las divergencias y frustraciones en el Frente de Todos respecto a las políticas de Fernández, el pobre desempeño del gobierno ante la opinión pública y el temor de una nueva derrota electoral incentivaron la crítica abierta al presidente por parte del entorno de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Diferenciarse del presidente pasó a ser percibido como imprescindible para la continuidad del peronismo en el poder. Por su parte, la polarización política que se había incrementado en 2020 en torno a las medidas de aislamiento impuestas en el marco de la pandemia, y que luego se vio alimentada por el avance de las causas de corrupción que involucraban a la expresidenta Cristina Kirchner y a funcionarios de sus gobiernos, siguió en aumento durante 2022”.
CRISIS ECONÓMICA: DEUDA EXTERNA Y FRENTE INTERNO
“La salida del aislamiento social obligatorio establecido para controlar la pandemia contribuyó a la reactivación económica a partir de 2021, luego de una caída interanual del Producto Interno Bruto del 10% en 2020 y tras una década recesiva. La inflación, que en este contexto ha permitido financiar el déficit público, volvió a subir de forma sostenida en 2021, después de caer en 2020, y creció aceleradamente en 2022. La inflación interanual trepó de 35% en enero de 2021 a 52.4% en enero de 2022, y llegó a 99% en enero de 2023. Si bien la inflación ha sido una constante que diferenció la trayectoria económica argentina reciente de gran parte de los países de la región, la inflación de 2022, con un promedio mensual de 5.8%, no se alcanzaba desde 1991, cuando Argentina sufrió su último episodio hiperinflacionario.
Varias medidas adoptadas por Fernández contribuyeron a alivianar el impacto de la escalada de los precios de alimentos y mitigar el descontento popular. La negociación salarial y los aumentos de los beneficios sociales, que llegan a millones de hogares con jefas o jefes sin empleo formal, ayudaron a sostener el poder adquisitivo de los ingresos. Los subsidios a los servicios públicos (agua, gas y electricidad), y su retracción gradual y segmentada, también mitigaron el impacto de la inflación. El pago de bonos adicionales a beneficiarios de prestaciones sociales básicas y a trabajadores formales de bajos ingresos fue otra estrategia que ayudó a reducir, en el corto plazo, y de forma recurrente, los efectos de la inflación. En diciembre de 2022, por ejemplo, el gobierno decretó el pago de un bono de 24,000 pesos (equivalente al 40 por ciento del salario mínimo de entonces) para trabajadores privados con ingresos totales de hasta tres salarios mínimos y estableció pagos extraordinarios a beneficiarios de pensiones y jubilaciones mínimas y programas sociales dirigidos a hogares de bajos ingresos.
En este contexto de crisis económica, el principal desafío del gobierno a comienzos de 2022 era refinanciar la deuda con el FMI para evitar un default y mantener cierto margen de maniobra para compensar los ingresos ante la inflación. La deuda había sido contraída en 2018 por la administración de Mauricio Macri, que obtuvo el mayor préstamo otorgado por el organismo en su historia. De acuerdo con datos del Ministerio de Economía, en 2022 el gobierno debía desembolsar un pago de 19 mil millones de dólares. Este monto representaba un esfuerzo enorme para el gobierno. Para dimensionar su magnitud, el pago pactado con el FMI era equivalente a 10 veces el gasto total realizado en 2022 en la Asignación Universal por Hijo, la principal política social dirigida a la niñez de menores ingresos, que benefició a 4.3 millones de niños y a 75,000 embarazadas en 2022.
La negociación de un nuevo acuerdo con el FMI tuvo lugar en medio de las repercusiones locales de un informe crítico acerca del préstamo otorgado a la Argentina en 2018, publicado por el mismo organismo a fines de 2021. En el informe, el FMI se lamenta de que el préstamo no hubiese logrado sus objetivos y cuestiona qué tan útiles y adecuadas habían sido las condicionalidades establecidas en el mismo. Las condicionalidades del nuevo acuerdo fueron el punto central de las negociaciones de 2022 entre el gobierno y el FMI. El equipo económico que las llevó adelante, encabezado por el ministro de economía Martín Guzmán, intentó limitar las condicionalidades en el ámbito fiscal para tener capacidad de maniobra en materia de gasto público, apuntalar la actividad económica, y mantener unificada a la coalición oficialista.
Al tiempo que se reunía con representantes del FMI y buscaba aliados en Estados Unidos, el equipo económico a cargo de las negociaciones intentó construir una base amplia de apoyos en la arena política local. Sin embargo, la negociación con el FMI generó conflictos y disidencias tanto en la oposición como en la coalición oficialista. Las divisiones en Juntos por el Cambio se hicieron evidentes en los primeros días de enero de 2022, cuando el gobierno convocó a los gobernadores a una reunión en la que el ministro de economía daría cuenta de los avances en la negociación. Algunos de los gobernadores de la oposición, como el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, se negaron a brindar apoyo político al presidente. Por el contrario, otros gobernadores, especialmente algunos con mayor dependencia fiscal del estado nacional, se volcaron al diálogo, sosteniendo que su propia coalición había contraído la deuda.
En la coalición oficialista, pese a los llamados a la unidad del presidente y otros funcionarios, se levantaron voces contrarias al rumbo de las negociaciones. La objeción central se refería a las condicionalidades del préstamo, concretamente a la posibilidad de que se impusiera una política de ajuste que perjudicara al oficialismo de cara a las elecciones de 2023. Si bien la posibilidad de un ajuste preocupaba a la dirigencia del Frente de Todos , las posiciones variaron entre quienes se oponían de plano al ajuste, incluso a que se firmara un acuerdo con el FMI, y que incluía al grupo más cercano a Cristina Kirchner, y quienes proponían “pagar creciendo.” Entre estos últimos se encontraba Sergio Massa, quien una vez celebrado el acuerdo fue nombrado ministro de economía.
Los términos del acuerdo firmado con el FMI fueron favorables para el gobierno. A pesar de que se acordó un mayor aumento de tarifas y una reducción del déficit más rápida de lo propuesto por el gobierno, el acuerdo no incluyó reformas estructurales, tales como una reforma laboral o jubilatoria, ampliamente resistidas en años anteriores. Además, el programa con el FMI permitió que el gobierno controlara el tipo de cambio. Con el fin de capitalizar estos logros, el presidente y su entorno enfatizaron las concesiones obtenidas.
Sin embargo, el sector afín a Cristina Kirchner manifestó su desacuerdo con el presidente, poniendo en evidencia la profunda división entre ambos. Antes de que el acuerdo llegara a ser discutido y votado en el Congreso, Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque oficialista en la Cámara de Diputados, expresando públicamente su desavenencia con la estrategia utilizada para resolver el pago de la deuda y los resultados obtenidos por el presidente. En contraste, la dirigencia de Juntos por el Cambio intentó mantener una postura unificada frente a la división del oficialismo, acercándose a sectores de la extrema derecha en ascenso.
La renuncia de Máximo Kirchner dio protagonismo al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, durante las negociaciones para lograr la aprobación del acuerdo en el Congreso. Luego del debate parlamentario, que incluyó reuniones con un amplio abanico de actores, el acuerdo entre el gobierno y el FMI se convirtió en ley con un nivel elevado de apoyo.
El proceso de negociación de un nuevo acuerdo entre el gobierno y el FMI expuso profundas divisiones en la coalición oficialista. Estas divisiones llevaron a cambios en el equipo económico, culminando con el nombramiento de Sergio Massa como ministro. Los cambios en el gabinete no implicaron una discontinuidad en el cumplimiento de las metas establecidas en el acuerdo. Esto fue incluso destacado por autoridades del FMI, que sostuvieron que había habido tres ministros, pero un sólo programa económico, y que la gestión de Massa demostraba que el gobierno era “el dueño del programa”.
Mientras que Guzmán facilitó los apoyos externos necesarios para lograr el acuerdo, Massa jugó un rol central en la construcción de poder doméstico para aprobar y luego sostener el programa económico. Además de llevar adelante medidas que el FMI consideró críticas para estabilizar los mercados y reconstruir la confianza, Massa negoció e implementó medidas ajustadas a las necesidades de diferentes actores afectados por la situación inflacionaria. Estas decisiones le permitieron al gobierno reducir el costo político y social del programa económico y apaciguar el aumento del descontento. Dichas tareas fueron facilitadas por un cambio institucional: Massa obtuvo un control amplio sobre el área económica incluyendo, además de la cartera de economía, las áreas de desarrollo productivo y agricultura, ganadería y pesca. A pesar de que Guzmán había resaltado la necesidad de concentrar estas herramientas económicas, el exministro carecía, a diferencia de Massa, del capital político para administrarlas y liderar la política económica del peronismo rumbo a las inciertas elecciones de 2023”.
13/08/2024 a las 7:34 AM
Personal de Olivos presenció varios hechos de violencia de Alberto Fernández contra Fabiola Yáñez
Hugo Alconada Mon
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
11/8/024
Trabajaban en la quinta presidencial y revelaron a LA NACION episodios puntuales; aunque regía un acuerdo de confidencialidad, serían citados para declarar en la causa judicial
Alberto Fernández descendió del helicóptero presidencial en la Quinta de Olivos y obvió el chalet. Se dirigió a la casa de huéspedes. Allí donde vivía la primera dama, Fabiola Yáñez, de quien ya estaba separado de hecho. No quería verla a ella, sino al hijo de ambos, Francisco. Pero algo ocurrió. Los gritos se sucedieron. Y el incidente terminó con él, zamarreándola del pelo y sujetándola de un brazo, seguidos por la madre de ella.
Al menos dos personas presenciaron el incidente: un militar –todavía en actividad- y el entonces intendente del predio de Olivos, que se zambulló entre el entonces Presidente y la entonces Primera Dama, los separó y se llevó a Fernández lejos de allí, en un carrito de golf, hasta que se sosegó, según reconstruyó LA NACION durante los últimos días.
Ese no fue, sin embargo, el único incidente que se registró en la Quinta de Olivos, el predio más controlado de la Argentina, donde imperan la lealtad a la Presidencia, los acuerdos de confidencialidad laboral, la obediencia debida militar, el temor a enfrentarse al poder y a sufrir las represalias, y la conveniencia del silencio. Pero comienza a resquebrajarse.
“No estamos hablando de una casita aislada en una montaña de los Andes. En la Quinta trabajan, entran o salen por día cerca de 200 personas… y todos sentíamos el clima hostil que se respiraba allí dentro”, resumió un exfuncionario que visitó el predio a diario, durante años, y que sólo aceptó dialogar con este diario bajo reserva estricta de su nombre. “Yo no presencié nada, lo juro. Pero si la agredieron a Fabiola, alguien debió verla, en el momento, inmediatamente después o en los días posteriores”.
(LA NACION procuró contactar a Yáñez, a través de sus abogados, y a Fernández, a su teléfono celular, pero al cierre de esta edición no fue posible contactarse con ambos).
La enumeración es, de por sí, elocuente. En el predio trabajan efectivos de la Policía Federal, 60 militares que integran el Regimiento de Granaderos, profesionales de la Unidad Médica Presidencial, empleados civiles de Intendencia, cocineros, mozos, personal del servicio tercerizado de limpieza, además de jardineros, choferes, funcionarios que acompañan al Presidente y el entorno íntimo de la Primera Dama. Incluyó, en distintos momentos, un equipo de prensa –voceros, camarógrafos y fotógrafos-, chofer y custodios, y personal abocado a su vestuario, maquillaje y peluquería.
La enumeración no se agota allí. A los efectivos de la Policía Federal que resguardan el perímetro externo de la Quinta y los soldados, suboficiales y oficiales de Granaderos desplegados en 17 puntos distintos del predio para evitar que haya “puntos ciegos”, se suman los rondines, las 24 horas, y los custodios asignados en situaciones específicas. Y a todo eso se añaden los sensores láser y las cámaras de vigilancia.
En semejante contexto de seguridad y reserva, el dueño de los secretos de aquella pareja presidencial es el entonces intendente del predio, Daniel Rodríguez, según coincidieron todos los consultados por LA NACION. Se trata de un ex policía que se convirtió en asistente personal de Alberto Fernández desde los tiempos en que ocupó la Jefatura de Gabinete durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
“Rodríguez hizo de ‘jamón del sandwich’ entre Alberto y Fabiola, montones de veces. Cuando ya ni se hablaban, el mediaba entre ellos”, precisó otro exfuncionario, que estimó que la pareja comenzó a resquebrajarse en plena cuarentena, durante 2020, hasta llevar a una separación de hecho: él vivía en el chalet; ella y el hijo de ambos, en la casa de huéspedes.
(LA NACIÓN procuró contactar a Rodríguez en su teléfono celular, pero no respondió los mensajes a través del servicio de mensajería digital, WhatsApp).
Uno de los abogados de Yáñez, Mauricio D’Alessandro, ahondó en esa senda, al ensayar una suerte de justificativo para la fiesta que se organizó en Olivos, en plena cuarentena, por el cumpleaños de la Primera Dama, y que llevó a una ola generalizada de repudios. Respondió, según él, a un intento de sus amigas por acompañarla en un momento complicado.
“Las amigas sabían de los episodios de violencia”, afirmó D’Alessandro, en declaraciones radiales. “Sabían que vivían en casas separadas, [y ella] en la casa de huéspedes. Sabían que ella no tenía contacto con Alberto. Y sabían que mucha gente iba a la casa [que ocupaba Fernández] y tocaba la guitarra hasta tarde con Alberto”, añadió, para luego sostener que “había un problema de alcohol transversal”. Es decir, de ambos.
A los familiares y amigas de Yáñez que podrían declarar ante el juez federal Julián Ercolini y el fiscal federal Carlos Rívolo, podrían sumarse otros potenciales testigos. Entre ellos, un cocinero asignado a la casa de huéspedes y una mujer que cuidó de la cabellera de la entonces Primera Dama. Podrían relatar otros episodios o sus consecuencias, plasmadas en el cuerpo de Yáñez. Pero hasta ahora nadie se presentó aún en los tribunales.
“No es posible que nadie la haya visto [a Yáñez] con moretones, si Fernández la agredió”, argumentó otro veterano de la Quinta durante dos presidencias. “¿Cómo sería eso? ¿Se escondería en una habitación durante días, sin que la viera el cocinero, ningún asistente, ningún familiar, ni tampoco el personal de limpieza o la Unidad Médica Presidencial? ¡Es imposible!”.
En la misma senda, si Yáñez se refugió junto al bebé en la Casa de Huéspedes, a las cuatro de la mañana de un día de semana, tras otro presunto episodio de violencia, como filtraron desde su entorno más íntimo, uno o más centinelas deberán desfilar por tribunales. “Esa casa está a treinta metros del chalet, que es donde vive el Presidente, y donde hay custodia permanente. No hay forma de que haya recorrido esa distancia sin que la hayan visto”, relató un exintegrante de esa custodia.
Los fiscales federales Carlos Rívolo y Ramiro González ya estarían al tanto de algunos posibles testigos que evalúan presentarse en los tribunales, según indicaron fuentes tribunalicias a LA NACIÓN. Pero su concreción está condicionada por múltiples factores. Entre ellos, el miedo a eventuales represalias laborales. Además, muchos empleados de la Quinta han firmado acuerdos de confidencialidad. Se comprometieron a callar sobre todo lo que ven y escuchan allí. Y los militares que integran el Cuerpo de Granaderos se sienten sujetos a la obediencia debida, el deber de lealtad y el código de honor de la Casa Militar, del Ejército y de la Presidencia.
“Para que le quede claro: si algo ocurrió, el soldado que lo haya visto debe reportarlo a su superior inmediato, que evaluará los pasos a seguir. Pero el soldado no puede contarle a nadie más lo que haya ocurrido, salvo que se trate de un delito gravísimo”, resumió un oficial de Casa Militar, ya retirado, entreabriendo una pregunta. ¿Qué tan grave debería ser el delito que haya presenciado ese soldado, suboficial u oficial para que arriesgue su carrera? Porque esa es una certeza entre quienes visten uniforme: quien hable será pasado a retiro. O la pasará mal.
Preguntas similares corren entre los empleados civiles de la Quinta, que al ingresar al predio deben depositar sus teléfonos celulares en un lugar preasignado, en un esfuerzo de la custodia por garantizarle cierta privacidad al Jefe de Estado y, de tenerla, a su familia. ¿Aquel que testimonie ante la Justicia sobre lo que vio o escuchó preservará su trabajo o se convertirá en un paria a partir de ese momento?
Algunas de esas limitantes no corren, sin embargo, para algunos miembros del otrora círculo íntimo de Yáñez. Quienes fueron sus voceros o maquilladores, entre otros, no firmaron acuerdos de confidencialidad, según confirmaron dos fuentes de ese entorno, por separado, a LA NACION.
En ese sentido, la actuación de la custodia presidencial y del resto de quienes trabajan en la Quinta de Olivos ya se encuentra bajo la lupa judicial. El partido Republicanos Unidos, que integran el legislador Yamil Santoro y el ministro de Desarrollo Económico porteño, Roberto García Moritán, entre otros, radicó una denuncia por presunto incumplimiento de los deberes de funcionario público que quedó en manos del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi.
Dadas las características específicas que rodean a la violencia de género, como también el abuso de menores y otros delitos que el actual ministro de la Suprema Corte bonaerense, Sergio Torres, define como delitos “de sombra” o “de oscuridad”, los fiscales Rívolo y González deberán apoyarse en los indicios directos o indirectos que les permitan verificar las afirmaciones de Fabiola Yáñez, quien ya se encontraba embarazada cuando habrían ocurrido algunos incidentes; otros coinciden con la revelación pública de la fiesta de Olivos, entre el 12 y el 13 de agosto de 2021. “Entre ayer y hoy me golpeaste”, le recriminó la entonces Primera Dama al Presidente por esos días.
Asimismo, una de las primeras personas que podría ser convocada a declarar en tribunales sería la otrora secretaria privada de Fernández, María Cantero. Los mensajes de WhatsApp que le envió Yáñez dan cuentan de presuntos episodios violentos, que se complementaría con las imágenes que le envió la propia Primera Dama. ¿Eso es todo lo que Cantero sabe al respecto?
Colaboradores de Fernández temen lo peor de Cantero. Consideran llamativo que no haya eliminado esos mensajes e imágenes de su teléfono, más aún desde el momento en que ella y su marido, Héctor Martínez Sosa -amigo y acreedor del entonces Presidente-, quedaron bajo sospecha en la trama de los brokers de seguro que amasaron fortunas con el sector público. En particular, porque Cantero no era confidente de Fabiola; era una colaboradora de Fernández, de máxima confianza.
Fue el entonces Presidente, sin embargo, quien se colocó contra las cuerdas con los errores y traspiés que cometió en la gestión pública y su vida íntima. “Cualquiera puede leer mi celular, no sé si todos pueden decir lo mismo”, chicaneó la entonces vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, en julio de 2022. Esa misma noche, incluso los colaboradores de Fernández interpretaron, fuera de micrófono, que el dardo iba dirigido hacia él. Sabían por qué.
13/08/2024 a las 7:37 AM
OJO NEGRO
Horacio Verbitsky
Alberto Fernández le dio su versión de los hechos al Cohete en una entrevista de una hora y cuarto en la mañana del viernes 9, con la condición de que no se publique antes de la otra entrevista que concedió, al diario español El País. El ex Presidente alega que el hematoma no se debe a un golpe, sino a un tratamiento estético contra las arrugas. Los medios que siguen cada minuto del caso, recuerdan que también en 2021 Fernández primero negó que se hubiera producido el festejo en Olivos, luego puso en duda la autenticidad de la foto y terminó por incriminar a su pareja. La nota de El País no apareció ni el sábado ni el domingo. Una fuente explicó que El País tiene un protocolo en casos de violencia de género, por el cual antes de publicar la versión del denunciado, debe comunicarse con la presunta víctima. Cuando quedó claro que El País no incluiría la nota tampoco en la edición de hoy, como había asegurado el ex presidente, ya era tarde para detener la esta entrevista, que por esa serie de alternativas resulta ser la primera manifestación in extenso de Fernández.
Las fotografías de Fabiola Yáñez con un ojo negro y con un moretón en una axila monopolizan la atención pública desde que las dio a conocer en la noche del jueves la trilogía mediática de la derecha dura argentina: las señales de noticias por cable de La Nación y Clarín y el portal Infoemba. Luego siguió una interminable chorrera de medios gráficos y audiovisuales. En episodios como este se constata el desplazamiento sufrido por el periodismo en la última década. A toda hora hoy predomina el estilo banal y estridente de los programas de la tarde, con chimentos sobre amoríos y rencillas entre personajes de la televisión. En cambio, se rehusaron a difundir las fotos Tiempo Argentino (para «no sumarse ni a operaciones ni a divulgación de material cuya procedencia no podemos respaldar, y cuyo peritaje desconocemos») y Página 12 (porque sin autorización de Yáñez, «implican una revictimización»).
El Cohete a la Luna comparte la decisión de estos últimos medios. Hasta ahora sólo se conocen trascendidos de las manifestaciones de Yáñez por videoconferencia ante el fiscal Carlos Rívolo, en quien delegó la instrucción el juez Julián Ercolini y la entrevista de la que dio anticipos Infoemba. La causa se sustancia por lesiones leves agravadas, delito con una pena máxima de dos años, que podría estar prescripta. Pero ya estaría establecido que los golpes que denuncia Yáñez ocurrieron el 12 y el 13 de agosto de 2021, en el preciso momento en que La Nación publicó la foto de la fiesta de cumpleaños de 2020, en plena pandemia, y de la inolvidable conferencia de prensa en Olavarría, cuando el entonces presidente descargó la responsabilidad en «mi querida Fabiola». La presunción es que no fue sólo de palabra. Según Yañez desde entonces el presidente le recriminó el mal desempeño en los comicios de 2021. «Por tu culpa, perdimos las elecciones», le decía. Es decir que la culpable de la derrota no era la vicepresidenta. «¿Qué mujer quiere verse y que la vean así», agregó para no dejar dudas de que se publicaron sin su consentimiento.
En su entrevista con Infoemba, Yáñez dijo que la destruyó ver esas fotos, que ella nunca hubiera dado a conocer.
Resta por ver si Fernández está en condiciones de probar su argumento sobre el tratamiento estético. El Cohete lo consultó con distintos profesionales de la salud y no encontró unanimidad. Una médica y un dermatólogo dijeron que no era imposible que se tratara de una reacción alérgica a una droga, aunque en tales casos el párpado suele enrojecer, se hincha y se descama. El efecto de un golpe no se aprecia sólo en los párpados, sino también en la conjuntiva. El ojo se achica y aparecen derrames sanguíneos, cosa que no ocurre en la foto de Yáñez. Además, los hematomas son irregulares y no perfectos círculos simétricos. Su evolución va del violeta, al verde y al amarillo, y no negro como se ve en la foto. El color por un golpe es irregular y la mancha no es simétrica, pareja y de bordes delimitados, porque se forma por el derrame de sangre en los vasos que rodean el ojo, que no son perfectamente circulares. Como ejemplo, los médicos suministraron una foto, tomada de una página especializada.
Una oftalmóloga que amplió la foto y la observó en detalle, los contradice. «Sí, me parece un hematoma contuso, tiene diferentes colores, no es simétrico, tiene mini laceraciones en pómulo y arco superciliar. A priori y contando solo con la foto me parece que sí», dijo.
La comida con Clarín
Por si a alguien le interesa, El Cohete le cree a la víctima de violencia de género y aborrece esas agresiones, pero no declina su apego a la presunción de inocencia de un acusado en una causa que recién se inicia y a la valoración cuidadosa de las pruebas. Sobre todo cuando la contaminación con aspectos políticos y empresariales es ostensible y no puede excluirse del análisis. A la condena mediática al ex Presidente se ha sumado una fenomenal ofensiva contra los feminismos, contra el kirchnerismo y contra el peronismo en general, de la que participa con entusiasmo el gobierno de los Hermanos Milei, que ha desmantelado la red de protección preexistente e intenta justificarlo. A los medios principales de la derecha militante se agregan quienes desde un autopercibido progresismo no quieren morirse sin ver antes la desaparición del peronismo. El tema aparece en casi todos los análisis.
La experiencia histórica no avala esa hipótesis. En 1955 los militares golpistas pudieron probar que desde los 58 años Perón convivía en RPO con una niña de 14 años, Nelly Rivas, quien reconoció la correspondencia entre ambos y admitió los hechos. Esto no implicó el fin del peronismo. Pasaron 68 años y el peronismo se impuso con el 50% de los votos en Lomas de Zamora, pese al documentado viaje por el Mediterráneo y los costosos regalos de su ex intendente Martín Insaurralde, a una escort que declaró vivir de esa actividad.
En una entrevista, pocos días antes de este episodio, Fernández reveló que en una comida con directivos del Grupo Clarín le comunicaron que lo tratarían mejor si «entregara a Cristina» y que él se había negado.
Recluido en su departamento de Puerto Madero, que el viernes fue allanado y del que se secuestró su telefonito, Fernández se declara víctima de una operación del Grupo Clarín, aprovechando la fragilidad de una persona con graves problemas psíquicos, cosa que cree posible demostrar. Ante la publicación de las fotos, Fernández hizo un llamado que su hijo interpretó como de despedida. Según Fernández, le dijo que hasta ahí llegó, que más no podía aguantar. Tani Fernández le pidió que no hiciera nada antes de hablar personalmente y ya en el departamento de su padre le dijo que si se tiraba por el balcón como amenazaba, se interpretaría como una admisión de culpa. «Tenés que defenderte», dice que le dijo. También se acercaron a acompañarlo su hermano Pablo Galíndez y una de sus dos hermanas. En la entrevista que Infoemba publica hoy, Yañez agrega que en los llamados con que la hostigaba, Fernández la amenazaba día por medio con suicidarse si lo denunciaba.
Las distintas corrientes de la militancia feminista aplican uno de los preceptos principales del movimiento, el «Yo te creo». Lo mismo dice la declaración del bloque de diputados de Unión por la Patria, la rama femenina de La Cámpora y exponentes como Mayra Mendoza y Juliana Di Tullio. El viernes se sumó CFK.
Según ella, «Fernández no fue un buen Presidente. Tampoco lo fueron Mauricio Macri o Fernando De La Rúa». Las imágenes transmitidas «en virtual cadena nacional, en lo que constituye una verdadera revictimización de la denunciante, SON OTRA COSA. Las fotos de la Sra. Fabiola Yañez con hematomas en su cuerpo y rostro junto a los chats publicados que revelan el diálogo entre ella y el ex Presidente, no sólo muestran la golpiza recibida, sino que delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana. Permiten comprobar, una vez más y dramáticamente, la situación de la mujer en cualquier relación, se desarrolle ésta en un palacio o en una choza. La misoginia, el machismo y la hipocresía, pilares en los que se asienta la violencia verbal o física contra la mujer, no tienen bandera partidaria y atraviesan a la sociedad en todos sus estamentos. En lo personal y como mujer que ha sido objeto (y lo sigue siendo) de las peores violencias verbales y políticas, hasta la máxima experiencia de violencia física, como fue el intento de asesinato del 1° de septiembre del 2022, expreso mi solidaridad con todas las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia, sin olvidar las palabras que Francisco me dijo al día siguiente de aquel hecho: ‘Toda violencia física siempre es precedida de violencia verbal'».
En cambio no se pronunciaron Derrota Dolosa, que hace un año fue la candidata propuesta por el Doctor Fernández para enfrentar a Axel Kicillof por la gobernación de Buenos Aires, y Dora Barrancos.
El acupuntor
La socióloga Barrancos, de 83 años, es uno de los íconos del feminismo en la Argentina. En un chat con científicos escribió que «estoy en condiciones de asegurar fehacientemente que nunca A.F. agredió físicamente a F. Ella arrastra una compleja situación psíquica, a lo que se unió su adicción alcohólica. En realidad, si hay algo que imputarle a Alberto fue su agregada incapacidad de quebrar ese vínculo tóxico (sic). Lo casi trágico es que ahora está obligado a las dolorosas pruebas de la enfermedad de su pareja. Por supuesto los buitres y las hienas se hacen un festín. Ercolini se toma toda la venganza por la denuncia de Alberto a raíz de su encuentro glamoroso con Lewis y otros sátrapas. ¿Recuerdan?»
Según Fernández, cuando la historia se publicó en el diario Clarín, hace hoy una semana, él llamó a quien fue su asesora en temas de género, para darle su versión del episodio. Ella lo habría interrumpido para decirle:
—No tenés que explicarme nada. Mi esposo atendió a Fabiola y yo conozco toda la verdad.
El esposo de Barrancos es el médico acupuntor Eduardo Moon, una de las personas que Fernández contempla citar como testigos de concepto en la causa judicial. Fernández también dijo que Facundo Manes diagnosticó en 2016 a Yáñez, pero el diputado radical lo negó. Ante una consulta para esta nota, Manes dijo que sabe que Yáñez asistió al Instituto de Neurología Cognitiva que él creó (INECO), pero que él nunca la vio y ni siquiera sabe qué médicos la atendieron ni si tenía alguna enfermedad.
Un peritaje aquí
El ex Presidente tiene una explicación para las fotografías, pero trastabilla ante los chats en los que Yáñez lo acusa de golpearla durante tres días seguidos. Su asombrosa explicación es que ella le pegaba a él durante las discusiones que admite frecuentes por el estado de salud de su esposa. Al defenderse él la tomaba de los brazos, lo cual explicaría los moretones. Una médica clínica que observó las fotos dice que el hematoma en la axila no corresponde a la marca que dejan los dedos cuando aprietan. «Parece producto de un golpe, no de un zamarreo». En cualquier caso, esto revela la importancia de la realización de un peritaje que disipe toda duda.
Fernández dice conservar chats con la madre de Yáñez, en los que compartirían la preocupación por el alcoholismo de ella, y reitera en forma obsesiva varias preguntas:
—Si soy un golpeador, ¿por qué se sometió a un tratamiento de fertilidad para que tuviéramos un hijo?
—¿Por qué no hay un solo testimonio de alguien a quien ella le hubiera contado del alegado maltrato?
—Viví 17 años con Marcela Luchetti (la madre de su hijo Tani) y 10 con Vilma Ibarra, y no hay un solo episodio de que yo las haya agredido.
Por el contrario, Fernández afirma que una amiga de Yáñez se comunicó con él para decirle que llevaba días sin poder dormir a raíz de las historias falsas que se publicaron. Estaría dispuesta a declararlo en sede judicial. En la nómina de testigos que piensa ofrecer hay custodios y personal de RPO, que desmentirían la hipótesis de que estuvo secuestrada en la casa de huéspedes y que no le permitían salir. Estarían dispuestos a declarar sobre las salidas de Yáñez y el estado en el que regresaba, de lo cual nunca se conoció ningún testimonio fotográfico. Ella lo dice así en la entrevista con Infoemba. «A mí jamás nadie me vio en un restaurante, en un bar. Jamás, porque nunca salí a hacer esas cosas. Simplemente iba a la casa de una amiga» .También podría declarar un asesor de Mr. Magoo, que habría tenido que cargarla escaleras arriba en el complejo presidencial de Chapadmalal, dijo el ex Presidente.
Si todas estas explicaciones fueran ciertas, no descartarían que Fernández la hubiera golpeado. Hasta podrían constituir un agravante, dada la situación de fragilidad e inferioridad de la mujer, y ninguna de ellas demostraría que no hubo violencia. Hasta que Yáñez no declare en la causa, tampoco se puede aseverar que no hizo comentarios con nadie en el momento de los hechos.
Tanto los medios involucrados como el gobierno nacional han sumado al cambalache otro video, de un almuerzo presidencial con la nieta de Roberto Pettinato, el gran reformador del sistema penitenciario argentino durante las presidencias de Juan D. Perón. En ese fragmento repetido ad nauseam, no hay un solo elemento ni de delito ni de interés público. Solo una conversación privada entre dos adultos mayores. Que reclame mayor respeto para la oficina presidencial Manuel Adormi, quien ha convertido sus conferencias de prensa en refugio de ultraderechistas españoles y nazis locales que provocan a los periodistas, ya es demasiado.
El caso surgió a raíz de la investigación de Ercolini sobre la contratación de seguros de reparticiones estatales con Héctor Martínez Sosa, el esposo de la secretaria histórica de Fernández, María Cantero. En un telefonito secuestrado en el domicilio conyugal aparecieron las fotografías, que le envió Yáñez, y el relato de los golpes que recibió. Esto contradice la afirmación de Fernández, de que nunca Yáñez lo había dicho, si bien resulta extraño que compartiera esa intimidad con una amiga del presunto victimario, con quien ella nunca tuvo una relación propia de proximidad. De hecho, la respuesta de Cantero habría sido que no lo divulgue y que el Presidente estaba bajo mucha presión. Por eso no se descarta que sea considerada encubridora.
Ercolini armó un legajo aparte y lo envío a la oficina que se encarga de casos de violencia de género en la justicia federal. Le respondieron que no constaba quién habría golpeado a la mujer. El juez informó del tema a su ex compañero en la Oficina Anticorrupción durante la presidencia de Fernando De la Rúa, Juan Pablo Fioribello, quien por entonces era abogado de Fernández y de Yáñez. Por su pavoneo en programas de televisión, ventilando aspectos del caso que no eran públicos, Yáñez lo desplazó y en su lugar designó a una mujer civilista. A través de Fioribello el juez se comunicó el 27 de junio con Yáñez para preguntarle si quería hacer la denuncia, en un caso que es de instancia privada. La respuesta fue negativa y el juez archivó el expediente. Por arte de magia, el caso apareció en la tapa de Clarín del domingo 4 de agosto, en una nota de Claudio Savoia, que no economizó adjetivos: se trataría de una noticia bomba, un escabroso caso de corrupción, una historia sórdida, oprobiosa, que cuestiona la autopercibida honorabilidad del ex Presidente.
Según Fernández, Fioribello le avisó que Savoia lo había consultado para la nota que estaba preparando sobre el tema. Fernández se lo comunicó por mensaje a Yáñez, para que la publicación no la sorprendiera. Pero la sorpresa se la llevó él. Pese a que en Madrid eran las 5 de la mañana del domingo, Yáñez lo llamó y le dijo que había recibido un ofrecimiento de 3 millones de dólares para denunciarlo, ante la Justicia y en un documental que se filmaría sobre el caso. Le preguntó entonces qué le ofrecería él.
Fernández dice que le respondió que ella vivía en Madrid con los 7.000 euros mensuales que él cobraría de la Universidad Internacional de La Rioja, para la que estaría elaborando un programa destinado a alumnos de Latinoamérica. Ella le habría respondido que necesitaba asegurar su futuro y el de su hijo y él habría cortado la comunicación. Cuando llamó al juez Ercolini para decirle que había cambiado de idea y presentaría la denuncia, Yáñez dijo que el ex Presidente la estaba enloqueciendo con llamados que la aterrorizaban.
El contacto de Yáñez con el Grupo Clarín es la periodista Sandra Borghi, quien en varios programas de las estaciones audiovisuales del grupo apareció dando fe de las fotos y las denuncias publicadas. También fue quien primero anunció el presunto documental. Además, afirma que hay más fotografías y filmaciones.
El viernes, el fiscal Rívolo solicitó que se sorteara la nueva causa, por violencia de género. Resultó insaculado (sí, en judicialés al sorteo le llaman así) Julián Ercolini. Comodoro Py no se rinde. El fiscal correspondiente es Ramiro González, pero Rívolo solicitó continuar en la causa. Faltaba menos. En cambio, el expresidente solicitó que pase al juzgado federal de San Isidro, cuando toda la práctica indica que debería instruirlo la justicia ordinaria.
Como diría Rep, continuará.
(*) El Cohete a la Luna
11/8/024
13/08/2024 a las 8:13 PM
SOLO YO TENGO RAZÓN PORQUE SOY EL MAS CAPITO DE LOS COMENTARISTAS.
14/08/2024 a las 12:50 AM
HÁGASE UN MEA–CULPA DON KRUSE, ASÍ CON ESA PROSA PROFUSA
CON ABUNDANCIA DE DETALLES QUE USTED SUELE DESPLEGAR.
GOLPÉESE EL PECHO CON VEHEMENCIA Y REITÉRELO CON LA MAYOR
VEHEMENCIA : YO VOTÉ A ESE SORETE ALBERTO . . . YO LO VOTÉ . . .
POR MI CULPA . . . POR MI CULPA Y MI PERONISMO MI POBRE PATRIA
PADECIÓ A ESE CULORROTO HIJO DE REMIL PUTA.