Por José Luis Milia.-

«¡Esperen un momento! ¿Qué demonios nos estamos haciendo a nosotros mismos? ¿A nuestra economía? ¿A nuestra próxima generación? ¿Es esta cura, aunque sea por poco tiempo, peor que la enfermedad?» Thomas L. Friedman.- The New York Times

Cuando Asís en Animales Sueltos dijo que el país había optado por la cuarentena «con extraordinaria frivolidad», y que es una medida pensada «para la capa alta, media alta y capa media de la sociedad, y después, a la suerte, porque para estar en una casa tenés que disponer, primero, de una casa», no decía nada irrazonable, solo que, como nos estamos manejando desde el miedo y de la comodidad, creemos que todos los que siguen la cuarentena, tienen televisión satelital, PC, WhatsApp, la heladera llena y un par de tarjetas para hacer las compras que hagan falta por la web en supermercados y farmacias; pregúntenle al mercadito de cualquier barrio marginal si aceptan una “signature” y entonces se darán cuenta de que lo de Asís dice no deja de tener sentido.

Si analizamos la cuarentena desde el punto de vista de la adaptación del hombre, vemos que, según sean las condiciones del medio ambiente, estas favorecerán o entorpecerán el equilibrio físico y emocional de quienes estén sometidos a esto. Es así que aquellos que por formación piensan y razonan mejor, que tienen acceso a los servicios básicos tienen mejores posibilidades de pasar una pandemia sin mayores sobresaltos y aceptar cualquier encierro que se requiera que aquellos que están hacinados en una casa de chapas de barrio marginal y que carecen de los servicios básicos (aguas corrientes, gas, electricidad, cloacas, etc.).

En Argentina las decisiones que se toman, por la carencia de recursos que tenemos y por ser generalmente de corto plazo oscilan entre algo malo y algo peor, de esta manera, puede verse como algo perfecto a la cuarentena, pero hay un punto donde este remedio -al fin y al cabo una mísera cataplasma- puede ser peor que la enfermedad.

Las decisiones importantes son siempre entre algo malo y algo peor, se toman según recursos y situaciones particulares de cada país, puntualmente y en fase inicial parece perfecto la cuarentena total, pero en algún punto el remedio puede ser peor que la enfermedad. Los antecedentes de nuestra política como generadora de soluciones creativas, no resulta muy tranquilizadora.

Trump y Bolsonaro han privilegiado el mantener a la economía en movimiento. Respecto de esto dice Friedman en su artículo: “Nuestros líderes no están volando completamente a ciegas: Están trabajando con el consejo de epidemiólogos serios y expertos en salud pública. Sin embargo, debemos tener cuidado con el «pensamiento de grupo», una reacción natural pero peligrosa cuando se responde a una crisis nacional y mundial. Estamos tomando decisiones que afectan el país, y a toda nuestra economía, por lo que pequeños errores de navegación podrían tener enormes consecuencias.”

Y es así como hay que proceder. David L. Katz, director fundador del Centro de Investigación Preventiva Yale-Griffin de la Universidad de Yale, financiado por el CDC, y experto en salud pública y medicina preventiva; escribió la semana pasada, también en el Times, un artículo donde afirmaba que el gobierno tiene tres objetivos: «salvar tantas vidas como podamos, asegurarnos de que nuestro sistema médico no colapse, pero también asegurarnos de que en el proceso de alcanzar los dos primeros objetivos no destruyamos nuestra economía, y como resultado de ello, aún más vidas.»

Acá no hay nada de eso; así, no resulta extraño que tanto el Presidente, como Kicillof y los intendentes del conurbano y, por supuesto los gobernadores estén absolutamente desorientados en las medidas a adoptar y a la vez muy preocupados por sus seguras consecuencias. Porque, los cientos de miles de pobres que el peronismo ha fabricado y mantenido en estado de pobreza durante décadas para su propio beneficio será sin dudas para este gobierno un boomerang; El dinero que se pueda inyectar -por AUH y otros subsidios- en especial en las villas, lo está devaluando la inflación y el que podía entrar diariamente por comercio informal, el choreo y la venta de droga se ha reducido por la cuarentena y hace que se incube una situación social mucho más peligrosa que la pandemia.

Pehuajó, 26 de marzo de 2020

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