Por Luis Américo Illuminati.-

Por un lado, «cum grano salis» es una locución latina que significa «con un grano de sal», tomada de un libro de Plinio el Viejo, donde prescribía una receta o antídoto contra el veneno que temía el rey Mitrídates podrían sus enemigos suministrarle en las comidas. En dicha receta que llevaba varias sustancias mezcladas, lo último que se agregaba era una pizca de sal.

https://www.diarioconcepcion.cl/opinion/2018/11/23/cum-grano-salis.html

Esta expresión se usa figuradamente como consejo y complemento que debe tener siempre a mano el hombre prudente frente a todas las cosas que necesitan ser confirmadas para tenerlas por seguras.

Un cierto grado de sano escepticismo es algo de lo que en general carecen los argentinos frente a las noticias que nos comunican o transmiten los nefastos individuos de los gobiernos de turno. El ciego fanatismo o la apatía es lo que predomina. La falta de buena fe de los gobernantes, a esta altura del partido (con barco hundido y naufragio) es un tema imposible de negar, incontrovertible. De modo que tal como dice una vieja máxima del derecho clásico romano: «El que tiene por hábito indefectible la mentira, es ley forzosa que la verdad nunca está de su lado».

Por otra parte, pensemos que el «grano de sal» sazona la vida… Y a estar por las palabras de Jesús: el hombre es la sal de la tierra, pero si la sal se desvirtúa, es mala y ya no sirve para nada.

Y hablando de granos, cosas pequeñas, diminutas como el grano de sal, también está el grano de mostaza: «et grano sinapis», ingrediente que también mejora las comidas. A propósito de semillas y granos es una buena metáfora la «Parábola del grano y del árbol de la mostaza» que contó Jesús a sus discípulos sobre el tamaño de la fe y el Reino de los Cielos. Esta parábola es el mejor antídoto para los venenos que diariamente nos suministra un sistema u organismo biomórfico y perverso.

Dentro de pocos días celebramos el Día de la Bandera -20 de Junio- día que falleció Manuel Belgrano y nos trae, por un lado, alegría y orgullo, y por el otro, una honda pena al recordar cómo murió el Prócer: pobre, enfermo y sus últimas palabras: ¡Ay Patria mía! Su mismo apellido Belgrano: «grano bello» pronuncia y anuncia su nobilísima misión. Por eso, para mí: «La parábola del grano de mostaza es un ideal paralelo a los sueños que albergó en su alma el creador de nuestra bandera cuyos colores imitan a los del cielo».

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