Suponer que los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández lograron verdaderas conquistas de los Derechos Humanos es una falacia que también se intenta utilizar en contra del Gobierno de Mauricio Macri, asegurando que es responsable de ciertas decisiones judiciales que han otorgado a militares presos acusados de delitos de lesa humanidad, lo que la ley otorga a cualquier preso que cumpla ciertos requisitos relativos a la edad y a la salud. En realidad el Gobierno de Macri no ha hecho nada al respecto. Sucede que al disponer de seguridad personal y jurídica ciertos magistrados han actuado según derecho.

Néstor Kirchner y Cristina Fernández, lejos de haber sido campeones de estas lides, en sus años australes tuvieron connivencia y convivencia con el poder militar. La figura de Bendini fue una moneda de dos caras en la que cada una de las partes se prosternó a la otra en distintas épocas. Cuando el General era el poder en el sur, ellos fueron reverentes y luego, cuando lo entronizaron como Jefe del Estado Mayor de Ejército, le exigieron humillaciones que él otorgó con aguinaldo subiéndose a un banquito desde el que arrojó su dignidad.

La política de entonces no fue la del imperio de la ley sino la de la ejecución de la venganza. Los terroristas de los ‘70 se transformaron en los jóvenes soñadores e idealistas, y quienes utilizaron sus mismos métodos desde el Estado, se transformaron en genocidas.

A nadie cabe duda que aquellos años setenta fueron años de excesos, de una y otra parte. Pero condenar a unos preservando a los que desde la otra parte asesinaron y torturaron, ha privado de autenticidad y justicia esas condenas.

No solo aconteció eso. Los imputados fueron condenados en muchos casos con testigos falsos y con ellos no se aplicó la ley sino la venganza. El trato, fuera de toda escala de respeto, no admitió prisiones domiciliarias para muchos mayores de setenta años, y en muchos casos –no sólo probados sino presentados ante la Corte Internacional de Justicia– fueron privados de atención médica.

Ahora, el pasado 23 de diciembre, un Tribunal Oral Federal ordenó la liberación de Luis Lucero, Miguel Ochoa, Oscar López, Jorge Quinteros y Orlando Pérez, argumentando que se vencieron los plazos de las prisiones preventivas. Esto de detenidos con prisiones preventivas varias veces vencidas no es un caso aislado, muchos son los que están en esas condiciones.

Considerar que decisiones de este tipo provienen del Gobierno de Macri es un error, es solo el resultado de estar recuperando una justicia parcialmente segura en un estado de derecho. Si el actual Gobierno tomase la decisión de solicitar a la Justicia la revisión de esas causas, no estaría llevando a cabo ninguna acción reprobable sino ajustándose a la defensa de los derechos humanos –que son para todos– y mostrando así una disposición reconciliadora. Pero sí aún no dependiendo de él se le atribuyen estas medidas y por ellas se lo condena, a cuánto más se podría llegar si fuese verdad que ha hecho un planteo a la Justicia.

La realidad es que estos hechos están poniendo a la vista la perversión de quienes jugaron a hacer justicia y montaron un negocio, aún sobre la misma sangre de quienes decían reivindicar.

Estos hechos que vienen siendo denunciados desde hace tiempo, no sólo ante la Justicia local sino en los foros internacionales por muchos, entre los que se cuenta el Dr. Mariano Castex, deben tener una respuesta final, pero esa respuesta debe ser de la Justicia, no del Gobierno, porque es la que brindará autenticidad a una decisión acorde a la Ley.

Es necesaria la Justicia para que recomience un proceso de cicatrización de heridas, que alguna vez nos lleve a la reconciliación cerrando un largo proceso de vergüenzas e iniquidades. (Diario Castellanos)

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