Por Mario Sandoval.-

Desde el primer día que el ex ministro de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires y director artístico del Teatro Colon, Darío Lopérfido, se opuso públicamente al relato oficial de los “militantes guardianes detentores de la verdad dogmáticas de los 70, refractarios al principio de duda cartesiana”, y manifestó lo que otros piensan en voz baja pero que él tuvo el coraje de decirlo, determinó que hasta el gobierno nacional le soltó las manos, lo abandonó como si hubiera cometido un delito, un acto grave en el ejercicio de sus funciones, y nadie lo defendió por decir la verdad. Fue víctima de ataques ad-hominem y ad-personam proveniente de los medios de comunicación, un sector de la sociedad, las mal llamadas organizaciones de derechos humanos, los terroristas de ayer, hoy acérrimos militantes humanistas y recibió el destierro bajo la forma de un cargo diplomático.

Artículo completo en: Defendamos la verdad

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