Por Hernán Andrés Kruse.-

¿Cuándo comienza la reactivación de la economía? Al comienzo de su gestión el presidente de la nación aseguró que el arranque económico comenzaría en el segundo semestre del año en curso, pero la realidad se ha encargado de desmentirlo. La reactivación brilla por su ausencia lo que ha obligado al gobierno a ser mucho más cauto a la hora de hacer pronósticos optimistas. Lo máximo que se atreve a reconocer en estos momentos es que en algunos sectores puntuales se registran signos de reactivación. Tales los casos de los despachos de cemento (aumento del 6,8 por ciento en agosto), de los créditos al consumo (suba del 3,6 por ciento en septiembre), de los patentamientos de cero kilómetro (aumento del 8,3 por ciento en lo que va del año) y de las ventas de motos (suba del 4,9 por ciento de enero a agosto). Sólo el sector financiero y la agricultura exportadora se muestran exultantes. Cómo no van a estarlo si Macri viene gobernando para beneficio exclusivo de sus intereses. El resto es pura malaria. En diciembre los cheques eran a 30 y 60 días; en marzo, se estiraron a 30, 60 y 90 días; hoy, son a 90 y 120 días. Las pymes industriales y comerciales se consuelan por el hecho de que aún no han surgido masivamente cheques rechazados. Esta semana la consultora CCR entregó un dato alarmante: en agosto se produjo una caída del 7,4 por ciento interanual del consumo de productos masivos (alimentos, bebidas, artículos de higiene, tocador, etc.) en supermercados, autoservicios y almacenes. Se trata, según la consultora, del resultado más pobre en lo que va de 2016. El deterioro del mercado interno, lamentablemente, se profundiza ante la inacción de un gobierno que privilegia sus vínculos con el capital financiero transnacional. Por si ello no resultara suficiente, la industria continúa contrayéndose, al igual que la construcción y las ventas minoristas, lo que provoca una oleada de despidos, suspensiones y reducción de horas trabajadas.

La agobiante realidad económica no es fruto de un designio de la naturaleza sino de una serie de decisiones políticas tomadas por el presidente de la nación apenas asumió el pasado 10 de diciembre. Al liberar la compra de dólares, al devaluar la moneda, al efectuar una drástica quita de retenciones, al aumentar las tarifas y poner en práctica una drástica política de despidos masivos en el estado, se produjo una estampida inflacionaria que atentó contra el poder adquisitivo de los trabajadores, ocasionando un enfriamiento de la economía que destruye el consumo. En diciembre, luego de que el flamante presidente se sentara en el sillón de Rivadavia, comenzó un proceso recesivo que sigue agudizándose ante el estupor de trabajadores y empresarios que no hacen más que preguntarse cuándo terminará. A pesar de la gravedad de la situación, el presidente de la nación pudo convencer a importantes sectores de la población que todo esto es culpa exclusiva de la anterior administración que había dejado un campo minado. Para ello contó con la inestimable colaboración del poder mediático concentrado, experto en el arte de la manipulación psicológica. Muchos argentinos y argentinas finalmente se convencieron de que el retorno de la Argentina a la “normalidad” sería doloroso. Se trata, obviamente, de un relato engañoso pero sumamente efectivo para ocultar lo que realmente está pasando en materia social y económica. Lo importante es que ahora el gobierno dice la verdad, no que en estos meses de gobierno macrista se produjo el peor aumento de la pobreza en los últimos catorce años. De esa forma, Macri logró que se produjera un olvido colectivo de graves escándalos como los Panamá Papers.

Lo cierto es que 2016 se perdió y los perjuicios ocasionados a millones de compatriotas fueron inmensos. Pese a que en su momento esto fue advertido el presidente de la nación y su equipo económico jamás se dignó a rendir cuenta de sus actos poniendo siempre la mirada en el futuro. En algún momento, aún no precisado por el gobierno, la economía repuntará. Y ello deberá suceder, esperan confiados los hombres del presidente, antes de las elecciones de 2017 para estar en condiciones de “convencer” a la población de que lo peor quedó definitivamente atrás. Pese a los sinsabores que viene provocando el ajuste macrista, sobre todo a la clase trabajadora, el presidente de la nación aún cuenta con el oxígeno político suficiente para continuar machacando con el relato de la pesada herencia. Históricas instituciones corporativas como la UIA y la CGT continúan brindando su apoyo al gobierno nacional. Los trabajadores son conscientes de que con la estrategia que viene adoptando la cúpula cegetista, terminarán, como la rana, cocinándose a fuego lento y sin chistar. Sin embargo, la realidad indica que con una desocupación que hoy trepa al 9,3 por ciento, una inflación que ronda el 45 por ciento, un aumento de las jubilaciones y asignaciones sociales que sólo es del 30 por ciento, un Ministro de Trabajo que desprecia a los trabajadores, un feroz tarifazo de servicios públicos y una transferencia de ingresos provocada por la quita de retenciones al campo, a la industria y a las mineras, lo más probable es que los trabajadores se incineren raídamente sin tener tiempo para esbozar reacción alguna. Emulando a los “gordos” en la época del menemismo, la actual conducción cegetista remarca la necesidad del diálogo mientras sus representados vienen siendo esmerilados por un gobierno que los desprecia. Por su parte, la herencia del desendeudamiento está ayudando enormemente al gobierno de Cambiemos. Esa fuente de recursos le está permitiendo al presidente de la nación compensar el bache fiscal y externo y los déficits gemelos, pero también puede prestar una gran utilidad política el año que viene al permitirle al oficialismo reactivar la obra pública y comenzar a revertir la recesión que hoy aqueja a la construcción. El gobierno aguarda con ansiedad ese momento para triunfar en las elecciones del próximo año, cruciales a la hora de definir el futuro político del gobierno de Macri (fuente: David Cufré, “La pregunta no es cuándo sino dónde”, Página 12, 1/10/016).

¿Dónde fue a parar la promesa de Cambiemos de transformar al país en el gran supermercado planetario? Pese a que los funcionarios del área económica aseguran que lograron frenar el avance importador y el consecuente daño a la industria nacional, el aluvión de bienes de consumo final adquiridos en el exterior continúa vivito y coleando. Según el Observatorio de Importaciones de la Federación Industrial de Santa Fe, se han registrado incrementos del 733 por ciento interanual en las compras de pollos, del 389 por ciento en cebollas y del ¡116.152! por ciento en naranjas. El reemplazo de la industria nacional por los bienes de importación se registró con virulencia no sólo en el sector de los alimentos, sino también el sector de los electrodomésticos, del calzado, de las maquinarias, de los muebles y de los artículos de ferretería. Esta semana el Indec señaló que las compras de bienes de consumo de afuera aumentaron en un 20,1 por ciento interanual durante los primeros ocho meses. Este dato es relevante ya que se da en un escenario dominado por el estancamiento de la economía y la depresión de un mercado interno marcado por la pérdida del poder adquisitivo del salario. Mientras la inflación interanual es del 42 por ciento, la actividad industrial cayó en agosto un 5,7 por ciento mientras que la utilización de la capacidad instalada descendió un 63,6 por ciento, lo que significa que únicamente se utilizan dos tercios del potencial de la inversión ya realizada en la actividad manufacturera. El Observatorio santafesino envió su informe a la Secretaría de Comercio para denunciar la situación gravosa en la que se encuentran las pymes y detallar los aumentos en unidades de los principales productos que industrializa la zona (en especial Santo Tomé, Rosario y Esperanza). Durante la campaña electoral Mauricio Macri había prometido que tanto la devaluación como la quita de retenciones terminarían por favorecer, derrame de por medio, a las economías regionales. Lo cierto es que la importación de carne porcina fresca, refrigerada o congelada, registró un incremento del 103,7 por ciento, mientras que las bondiolas lo hicieron en un 399,9 por ciento más que el año anterior. Por su parte, la compra de jamón crudo subió un 171,5 por ciento. Muy preocupados por la situación los productores avícolas vienen reclamando medidas urgentes para reactivar la producción, damnificada al extremo por el incremento de la importación de pollos trazados en un 732,5 por ciento. Los productores lácteos viene observando con gran impotencia un aumento del 136,4 por ciento de quesos y del 289,8 por ciento de diferentes tipos de quesos crema. La importación de frutillas subió un 139,9 por ciento y la de naranjas, un ¡17.119,9 por ciento!

Se registraron fuertes aumentos en las importaciones de alimentos enlatados y en golosinas. En 2015 se importaron 1346 toneladas de caramelos duros, blandos y confitados; en 2016, se importaron hasta ahora 3689 toneladas. El informe señala que “la firma Marengo puede producir 200 toneladas de caramelos por mes, con lo que la diferencia en lo que se importó hasta el momento equivale a la producción de esta firma en todo un año”. Las importaciones de productos industriales y de ferretería provienen de Japón, China, Estados Unidos, Países Bajos, Suecia, México, España, Corea y Alemania. Según CAME (Cámara Argentina de la Mediana Empresa) entre enero y agosto de 2016 se redujeron, en comparación con idéntico período de 2015, las ventas en un 12 por ciento mientras que las compras más que se duplicaron. Las importaciones incluyen los siguientes productos: palas forjadas (aumento del 69 por ciento), mechas para agujerear madera (64 por ciento), cortafierros (141 por ciento), taladros (181 por ciento), machetes (63 por ciento) y mazas (27 por ciento). En 2015 se vendieron 1.155.758 heladeras nacionales mientras que para este año se calcula que sólo se venderán 800.000 mil. Paralelamente, las importaciones subieron un 274 por ciento. En el rubro “calefactores eléctricos”, las importaciones aumentaron un 146 por ciento mientras que en el rubro “ventiladores” ese incremento fue del 80 por ciento. En cuanto a los calzados, las ventas pasaron de 140 millones el año pasado a 120 millones este año, mientras que las importaciones se incrementaron en un 34 por ciento. En el rubro “muebles” hubo una disminución del mercado local del 30 por ciento mientras que las importaciones crecieron en un 38 por ciento. Según denuncia el informe “en las fábricas de Cañada de Gómez, por pérdidas de horas extra, se estima en 45 millones de pesos la masa salarial no percibida por los 1500 empleados del sector de la localidad”. En el rubro “productos textiles” las importaciones subieron un 51 por ciento mientras que la importación del algodón virgen creció un 443 por ciento. Por último, en el área de la industria nacional de maquinaria agrícola la importación de silos creció un 57 por ciento y la de las pulverizadoras, un 128 por ciento (fuente: Cristian Carrillo, “Hasta los carritos del súper son importados”, Página 12, 1/10/016).

FIDE, el centro de investigaciones económicas que conduce la ex presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, acaba de dar a conocer un duro informe sobre la situación de la economía argentina. Comienza por advertir que los datos económicos que se conocen hasta la fecha no corroboran la hipótesis del fin de la recesión. La estrategia de Cambiemos de endeudarse en dólares para financiar los desequilibrios fiscal y comercial, y mantener planchado el tipo de cambio supone, señala el informe, otros riesgos adicionales. El gobierno podrá mantener la lógica del financiamiento externo (vivir de prestado) según lo que suceda con los movimientos de liquidez a escala planetaria, que presentan un alto nivel de inestabilidad. Al abrir la economía al mundo, enfatiza el informe, el presidente de la nación puso a la economía argentina en una situación de gran indefensión, la dejó sin las herramientas necesarias para hacer frente a las tensiones que circulan por el sistema económico internacional. En efecto, la inestable situación financiera global y la persistente fuga de capitales ha dejado demasiada expuesta a la política monetaria y cambiaria del Banco Central, amplificando así su vulnerabilidad exógena. Según el informe, “es jugar con fuego”. Hace unos días el economista Guillermo Calvo dijo que Argentina y los países circundantes deben prepararse para recibir “un shock externo” ya que el primer mundo-Estados Unidos y Europa- aún no han logrado salir de la crisis. Según el informe de FIDE el gobierno no está tomando en consideración este problema. Por el contrario, pareciera que toda su estrategia en materia económica consiste en provocar un shock de confianza entre los inversores que, lamentablemente, todavía no se ha verificado. Pese al optimismo gubernamental las estadísticas dan cuenta de una situación harto compleja: la actividad económica cayó (anual) en julio un 5,9 por ciento, el desempleo aumentó un 9,3 por ciento en el segundo semestre y en agosto se registró un descenso anual de la producción industrial (5,7 por ciento) y de la construcción (3,7 por ciento). Por el momento la reactivación de la obra pública no alcanza para solucionar el problema si en forma paralela no crece el consumo privado. Para colmo, la inversión privada lejos está de haber colmado las expectativas del gobierno nacional. Tampoco se puede esperar demasiado de las exportaciones, dada la actual situación económica. Según el documento de FIDE “las hipótesis acerca del comportamiento de la inversión (liderando el crecimiento del producto bruto en 2017, según las proyecciones del Presupuesto Nacional) resultan a priori inconsistentes con un escenario de desaceleración económica como el que persiste en la presente etapa”. Y agrega: “Si no aparecen señales firmes que indiquen el ingreso en una fase sostenida de recomposición de la demanda efectiva, difícilmente resurja la inversión”. Más adelante, sostiene que “El Banco Central debería tomar nota del aumento en la vulnerabilidad externa que está provocando su estrategia monetaria y cambiaria; no sólo por la mayor exposición a la que está sometida la economía frente a condiciones externas fuera de su control, sino también debido a la pérdida de instrumentos para lidiar con esos shocks externos”. “La política del Banco Central”, destaca el informe, “ignora el carácter pro cíclico que está teniendo la política monetaria (promueve la fuga de divisas y mantiene altas tasas de interés en pesos, agregándole más efecto recesivo a la recesión) y los riesgos cambiarios que está generando a través de la dolarización creciente de activos y de pasivos” (fuente: Raúl Dellatorre, “Vulnerabilidad a la vista”, Página 12, 2/10/016).

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