Por Armando Ribas.-

Hoy se habla de democracia en un sentido universal, dándose por sentado la naturaleza del sistema. Ya Aristóteles había tomado conciencia de los problemas envueltos en la definición de democracia y al respecto escribió: “Cuando el pueblo se hace monarca, viola la ley y se hace déspota. Y desde entonces los aduladores del pueblo tienen un gran partido”. Creo que tenemos ejemplos históricos relativamente recientes, a los cuales se les confunde. En términos de los apoyos del pueblo tenemos las dictaduras fascistas de Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. En un sentido similar me atrevo a decir que fue el primer gobierno de Perón en Argentina. Todos llegaron al poder democráticamente. Es decir con el apoyo del pueblo crearon sus grandes partidos. Y puedo recordar que cuando Hitler pidió los poderes especiales, el 90% de los alemanes votó a favor.

Creo que es imprescindible recordar a John Locke que dijo: “Lo que importa no es la ley, sino qué ley”. Y en ese sentido Hayek escribió en su “The Road to Serfdom” (Camino a la Servidumbre) “La diferencia entre dos clases de leyes es la misma que entre el establecimiento de la regulación del tránsito y ordenarle a la gente donde tienen que ir”. Asimismo Locke tomó conciencia de la naturaleza humana y reconoció que los monarcas también son hombres, por tanto no pueden tener un poder absoluto. Y respecto de los gobiernos democráticos escribió: “Es un error pensar que el poder supremo o el legislativo de cualquier gobierno puede hacer lo que desea, y disponer arbitrariamente de los bienes de los súbditos, o tomar cualquier parte de ellos a su placer”. Y la libertad la basó en el derecho a la búsqueda de la felicidad.

Es un hecho indiscutible que en estos principios se basó la Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra, que determinó el inicio de la libertad mediante la limitación de las prerrogativas del rey. Y no deben caber dudas de que a partir de la evolución hacia la libertad en Inglaterra fue donde se produjo, a partir de 1770 aproximadamente, la denominada Revolución Industrial. Y ella no se basó en el protestantismo, como pretende Max Weber, sino en las ideas de Locke que cambiaron la historia de Inglaterra. Si en Inglaterra hubiese habido libertad en 1600, cuando los Pilgrins atravesaron el Atlántico, los Estados Unidos no habrían existido.

Esos principios fueron llevados a su última consecuencia en Estados Unidos a partir de la Constitución de 1787 y el Bill of Rights de 1791. Así fue creado el sistema denominado el Rule of Law, definido como un sistema de reglas determinadas, y por consiguiente distinto de lo que podemos considerar la democracia mayoritaria en términos genéricos. Basta leer a Madison en la Carta 10 del Federalista donde dice: “Una pasión común o interés, en casi todos los casos es sentida por una mayoría. El resultado concertado por la forma de Gobierno, y no hay nada que impida el incentivo de sacrificar al partido más débil o a un único individuo”.

Hemos visto que ya los Founding Fathers habían tomado en cuenta la diferencia con la democracia genérica, y seguidamente a fin de cumplir el propósito de limitar el poder político se estableció lo que se denominó el Judicial Review. Y voy a insistir en ese proyecto que considero fundamental en el camino a la libertad. Se produjo entonces el caso ‘Marbury vs. Madison’ en el cual el Juez Marshall decidió: “Todo gobierno que ha creado una Constitución la considera a ley fundamental, por tanto toda ley contraria a la constitución es nula. Es la función y el deber del poder Judicial el decir qué es la ley”. Y ese concepto es fundamental pues como escribió Adam Smith: “Cuando el poder Judicial está unido al Ejecutivo, la justicia es pura política”. Y ese proceso lo hemos vivido recientemente en Argentina.

Fue a partir del Rule of Law que a mi juicio surgió el sistema denominado por Marx ‘capitalismo’, para descalificarlo éticamente. Así en el ‘Manifiesto Comunista’ después de reconocer que la burguesía en cien años había creado más riquezas que todas las generaciones anteriores juntas, la descalificó éticamente y escribió: “La burguesía donde quiera que ha tocado la mano… ha dejado permanecer no otro nexo entre hombre y hombre que el desnudo interés propio, que el simple pago en efectivo”. En función de estos supuestos principios morales se creó el sistema comunista y surgieron en Rusia Lenin y Stalin, que como se sabe destruyeron la economía rusa y mataron millones de rusos. Cuba está pendiente pero pareciera que el mundo no lo percibe y lo ignora.

También surgió el socialismo, que tal como le discutiera Eduard Bernstein a Lenin se podía alcanzar sin revolución y democráticamente. A los hechos me remito. Tal como reconociera Nietzsche el socialismo y la democracia son sinónimos. Bernstein en su ‘Las Precondiciones del Socialismo’ escribió: “La democracia es la forma en que el socialismo será realizado”. Así tenemos hoy en Europa el socialismo. No obstante la crisis europea en un reciente artículo de Foreign Affairs “Capitalismo en Crisis” se comenzó por decir que la dominación del capital ha provocado una reacción como consecuencia de la desigualdad creciente y los salarios reales se han estancado, en tanto que los gobiernos han salvado a las instituciones ricas al primer signo de problemas”. Y seguidamente en un libro citado de Jurgen Kock se sostiene que “la crisis del capitalismo proviene como consecuencia del aumento de la participación del sistema financiero”.

Voy a insistir en que la denominada crisis del capitalismo surge partir de la confusión al respecto del sistema que cambió al mundo tan solo hace unos doscientos años, como lo reconoce William Bernstein en “El Nacimiento de la Abundancia”. Así voy a insistir en reconocer la relación de causalidad. El mercado no es la causa del sistema sino la consecuencia. Donde no se respetan los derechos de propiedad ni el derecho a la búsqueda de la felicidad el mercado no existe. La desigualdad no es producto del sistema sino que existe en el hombre, producto de la naturaleza. Y esto fue reconocido por León XIII en su encíclica ‘Rerum Novarum’. Por ello no es lo mismo la igualdad ante la ley que la pretensión de hacer a los hombres iguales.

Por otra parte, el culpar al sistema financiero de la pretendida crisis del capitalismo es otra falacia. Si no se hubieran salvado a los bancos durante la crisis del 2008, se habría producido una crisis similar a la que se registró en la década del treinta cuando la economía americana cayó más de un 30%. Al respecto lo reconoció Milton Friedman que culpó al Federal Reserve de Washington por no haber aceptado la propuesta del de New York de crear dinero para financiar a los bancos. Hoy los bancos europeos y aparentemente más los de Italia según ‘The Economist’ están en crisis debido a la deuda europea. La causa de la misma es el elevado nivel del gasto público que implica el socialismo y a la vez la violación de los derechos de propiedad vía los impuestos. Pero aparentemente nadie se percata de que la crisis económica es causada fundamentalmente por el aumento del gasto público en nombre del socialismo. La crisis del llamado capitalismo parte en principio de desconocer el sistema del Rule of law como su determinante y es política en función de la demagogia que impera en nombre de la igualdad. Así supuestamente la visión es que el capitalismo es producto del egoísmo y está a favor de los pobres. El socialismo es generoso y está a favor de los pobres, crea más pobres y desde el poder político se hacen ricos los que reparten.

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