Por Eduardo Difonso.-

Resulta difícil prever la suerte correrán los partidos y agrupaciones políticas y gremiales como UATRE, la Coalición Cívica, Libres del Sur, Partido Demócrata y hasta la Unión Cívica Radical, por ser corresponsables de la gestión de gobierno de CAMBIEMOS.

Existen dos opciones posibles:

a) Ser absorbidos por el PRO si su gestión es exitosa.

b) No ser nunca mas en su historia alternativa de gobierno si, por el contrario, CAMBIEMOS no concluye exitosamente la administración del estado.

Siempre y cuando, en el peor de los casos, no caduque su personería política y pierdan la existencia y representación de un determinado pensamiento o idea política.

El partido mas perjudicado será la UCR ya que aportó la estructura nacional a este proyecto, que se pensó para un gobierno de coalición, compartiendo cargos equitativamente en el gabinete y participando activamente en la discusión de las políticas publicas a aplicar.

Terminó siendo un gobierno empresario y favoreciendo a los sectores mas concentrados de la economía nacional. Nada mas lejos del pensamiento histórico partidario que diera origen a la UCR, que nació como defensora de la clase media argentina.

Las preguntas que deberíamos hacernos es, ¿quién podrá y, sobre todo, quién querrá representar los intereses de tantos, diversos y mayoritarios sectores insatisfechos con las ultimas gestiones de gobierno? ¿Tendrá los programas, la planificación y los proyectos necesarios para lograrlo? Y sobre todo, ¿tendrá la decisión afianzada a tal punto de convertirse en el estadista que necesita la Argentina para obtener el desarrollo sostenible y que tome las medidas necesarias para ello sin especular electoralmente?

Algo que ya casi nadie discute cuando se refiere al gobierno de Mauricio Macri, salvo sus funcionarios y sectores beneficiados como el Financiero y los Concesionarios de explotación de Recursos Naturales y prestadores de Servicios Públicos como luz y gas (tarifazo de por medio), es que se gobierna para los sectores mas concentrados de la economía, los ricos, en el acerbo popular.

Pocas veces se encuentra tanta coincidencia entre la opinión de la calle y de los “Focus Groups” para sondear el pensamiento por métodos estadísticos-científicos y encuestadoras.

Sin embargo lo que sí esta en discusión, es quien representará y defenderá los intereses de amplios sectores del pueblo en las próximas elecciones de octubre.

Elecciones cuyo contexto es un país castigado por la recesión económica: precios descontrolados en alimentos y medicamentos, aumentos del transporte publico, tarifas de agua, luz y gas imposibles de pagar, importante cantidad de despidos, desindustrialización acelerada, cierres de comercios y endeudamiento externo creciente y cada vez más difícil de pagar sin crecimiento de la economía, son solo algunos de los eslabones de la cadena de problemas que enfrenta hoy el país.

Una Argentina condenada a repetir el pasado.

Como dijimos en una nota de opinión anterior, esta película ya la vimos, y conocemos sus consecuencias.

Hoy se plantea una estrategia de polarización electoral entre Macri y Cristina Fernández de Kirchner impulsada desde el propio gobierno por falta de concreciones y éxitos de las políticas implementadas desde la administración central, como si se tratara de una elección ejecutiva presidencial, cuando son elecciones legislativas o de medio termino.

Convencidos, por un lado, de la preocupación que produce en el electorado pensar en la vuelta del kirchnerismo, que hace que mucha gente se aferre al PRO como alternativa, así lo acreditan encuestas del gobierno PRO-RADICAL.

Y, por otra parte, el PRO tampoco ha demostrado impulsar ni implementar verdaderos Cambios, medidas trascendentes, que los argentinos creyeron que se aplicarían desde el minuto cero de inicio de esta gestión de gobierno.

La disyuntiva que ofrecen hoy al electorado se resuelve entre sostener un débil sistema republicano o volver a la tendencia autoritaria del kirchnerismo.

No hay ofertas de reformas estructurales como achicar el estado, disminuir, con tendencia a eliminar, los planes sociales o convertirlos en puestos de trabajo estables, bajar el gasto público, reducir la presión tributaria, promover una reforma de la legislación laboral que incentive la contratación de personal, fomentar políticas de incentivos para la actividad industrial, entre otras.

Lamentablemente, por lo hecho hasta la fecha, el gobierno PRO-RADICAL claramente está lejos de implementar los Cambios que pueden hacer de la Argentina un país próspero. Han demostrado su convicción de que la economía se arregla con una administración eficiente, de CEOS con criterio privado pero sin la sensibilidad necesaria para aplicar políticas integradoras y que mejoren la calidad de vida de los que menos tienen (asalariados, jubilados, pensionados, discapacitados, desocupados, PyMES y otros).

No hay voluntad de Cambio real, solo discursos en ese sentido pero sin acciones concretas de gobierno para lograr los Cambios de fondo que necesitamos para modificar procedimientos y métodos enquistados en el sistema de gobierno y que no permiten que la Argentina arroje el lastre y despegue de una vez por todas.

En el fondo, no se advierte en CAMBIEMOS una convicción profunda de cambiar por completo las reglas de juego, pasando a una economía solidaria, con un proyecto sustentable desde el punto de vista ambiental, defensa de los recursos naturales, creación de empleos, incorporación de valor a la producción primaria, eliminando el clientelismo electoral, reducir el Estado (28 ministerios con sus correspondientes Subsecretarías, Directores, jefes de gabinete y Asesores, es un despropósito innecesario), con bajos y pocos impuestos y de fácil liquidación.

Convertir a la Argentina en un país confiable, con seguridad jurídica, con políticas de Estado perdurables en el tiempo es lo que hace que un país sea atractivo para los inversores y capitales del mundo, siempre y cuando no entreguemos ni hipotequemos los recursos naturales que pertenecen a las generaciones futuras, para lograrlo.

Tenemos que comparar las acciones del gobierno de turno con un proyecto a futuro transformador que contenga planificación estratégica, formulación y evaluación de proyectos que aseguren el éxito de los mismos, con estricto cumplimiento de la normativa jurídica, con medidas ejemplificadoras para los delincuentes y corruptos, evitar el endeudamiento externo supliéndolo con la inversión externa y nacional, priorizando la educación de nuestros niños y jóvenes y combatiendo la inseguridad.

Liberar las fuerzas del mercado y de la iniciativa privada generadoras de empleos y de valor agregado a nuestra producción primaria y siempre teniendo en cuenta al ser humano como centro de todos esos beneficios, que mejoren su calidad de vida y sus servicios básicos de salud, previsión social (una buena vejez) rescatando y valorando la familia como célula primaria de la sociedad.

Hoy persiste el miedo a salir de la cultura de la dádiva para ir a la cultura del trabajo. Miedo de terminar con el estado clientelar que obliga a cargar con una fuerte presión impositiva y tarifaria a los contribuyentes y usuarios de los servicios públicos que los obliga a reducirse a la mínima expresión. Miedo al cambio en serio.

Seguiremos esperando que CAMBIEMOS pierda el miedo al Cambio, que no se base en encuestas para decirle al pueblo lo que la mayoría expresa, que su objetivo principal no sea solo ganar elecciones.

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