Por Hernán Andrés Kruse.-

Finalmente los argentinos deberemos optar entre dos fuerzas políticas de cara a las cruciales elecciones presidenciales que se avecinan. Por un lado, el oficialismo, ahora denominado “Juntos por el cambio”; por el otro, la oposición denominada “Todos”. No hay lugar para una tercera opción. La polarización es extrema y la lucha por el poder será encarnizada. La faz “agonal” de la política emergerá en todo su esplendor.

“Juntos por el cambio” competirá con el binomio “Mauricio Macri-Miguel Angel Pichetto”. El antiperonismo conservador y el peronismo ortodoxo decidieron unirse para impedir el retorno de Cristina Kirchner. Ello explica la euforia que provocó en los mercados el acompañamiento de Pichetto al Presidente. La timba financiera decidió apostar todo a esta fórmula, convencida de que es la única capaz de salvaguardar sus intereses. Pero los mercados no son los únicos que se sienten satisfechos por este binomio. También lo está el importante porcentaje de argentinos que odia visceralmente a la ex presidente, que la sola mención de su nombre le provoca escozor. Ni qué hablar de la embajada norteamericana, del presidente Donald Trump, de Christine Lagarde, del presidente Jair Bolsonaro y del presidente Duque de Colombia.

Mauricio Macri acaba de demostrar que, cuando se siente presionado, es capaz de apelar al más crudo pragmatismo. Para sorpresa de muchos el Presidente no eligió como compañero de fórmula ni a una mujer (Stanley, Bullrich, por ejemplo) ni a un radical, sino a un peronista de derecha que hace casi dos décadas que ha hecho del parlamento su segundo hogar. Macri comprendió que no le quedaba más remedio que ampliar la coalición que lidera. Se dio cuenta de que con macristas, lilitos y radicales la reelección se desmoronaba como un castillo de naipes. La pureza macrista defendida a capa y espada por Marcos Peña fue reemplazada por un realismo político muy potente. Lo que hizo el Presidente fue de manual: eligió a un peronista con el evidente propósito de debilitar a su oponente, que en las últimas horas se había fortalecido gracias a la decisión de Sergio Massa de acordar con la ex presidente. Seguramente Pichetto tendrá como misión fundamental tentar a los gobernadores peronistas y los barones del conurbano para que abandonen a CFK y se refugien en el campamento del oficialismo.

En la vereda de enfrente Sergio Massa confirmó su decisión de aliarse con Cristina Kirchner. No lo hizo por convicción sino por una cuestión de supervivencia política. Massa siempre creyó en la ancha avenida del medio (al igual que Pichetto, cabe aclarar), en la posibilidad de liderar una fuerza política equidistante tanto del macrismo como del cristinismo. Especuló con que el odio a Cristina y el desastre económico del macrismo jugarían en su favor. Si bien tanto el uno como el otro siguen vigentes Cristina y Macri se encargaron de demoler sus aspiraciones presidenciales. Hasta pareciera que se pusieron de acuerdo para defenestrar a Massa. Primero fue Cristina la que pateó el tablero bajándose de la candidatura a la presidencia para nombrar en su lugar a Alberto Fernández. El propósito de esa designación fue el de ampliar la coalición UC-PJ. Cristina no podía llevar a cabo dicha tarea porque su intransigencia y soberbia se lo impedían. Para ello necesitaba imperiosamente un operador político dúctil y experimentado, alguien capaz de negociar con gobernadores y fundamentalmente con Massa para ampliar el arco opositor. Semanas más tarde Macri imitó a la ex presidente. Seguramente en la más absoluta soledad el Presidente le ofreció la candidatura a la vicepresidencia a Pichetto, un operador político tan experimentado como Alberto Fernández.

El cierre de la presentación de las alianzas y coaliciones ha demostrado que Cristina y Macri son los dirigentes políticos más importantes del país, los más poderosos, los que vienen escribiendo, para bien o para mal, un capítulo importante de nuestra historia contemporánea. Ambos se necesitan porque creen que polarizando la elección aumentan sus chances de victoria. Es por ello que en octubre y en una de esas en noviembre el pueblo elegirá entro dos titanes que representan dos modelos de país muy diferentes.

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