Por Hernán Andrés Kruse.-

Rodeada por sus simpatizantes incondicionales (léase: La Cámpora) la vicepresidenta de la nación hizo uso de la palabra en el Teatro Argentino de La Plata al conmemorarse el vigésimo aniversario de la elección presidencial que tuvo como principales protagonistas al ex presidente Menem y al candidato del entonces presidente Eduardo Duhalde, el gobernador santacruceño Néstor Kirchner. Al no obtener Menem, quien salió primero, la cantidad de votos suficientes para ganar en primera vuelta, se vio obligado a competir en el ballotage con quien salió segundo, Néstor Kirchner. Consciente de que perdería de manera estrepitosa el riojano decidió no competir, lo que le permitió a Kirchner asumir como presidente de la nación el 25 de mayo respaldado por apenas el 22% del electorado.

La vicepresidente centró su atención fundamentalmente en la economía y más precisamente en la convertibilidad, cuyo padre intelectual fue el entonces ministro de Economía de Carlos Menem, Domingo Cavallo. ¿Por qué Cristina hizo un repaso de la convertibilidad y su terrible final a fines de 2001? ¿Su intención fue dar una clase magistral de historia económica de los últimos 20 años? En absoluto. Lo que buscó la vicepresidenta fue poner en evidencia la relación entre el ministro de Economía de Menem y el candidato presidencial por Avanza Libertad, Javier Milei. El economista libertario ha afirmado que Cavallo fue un gran ministro de economía y que Carlos Menem fue el mejor presidente de la democracia. Cristina se encargó en La Plata de hacérselo recordar al pueblo.

En septiembre de 2021, en declaraciones radiales a La Once Diez/Radio de la Ciudad, el libertario confirmó que hablaba con bastante asiduidad con Cavallo y con quien fuera su sucesor en 1996, Roque Fernández. “Cavallo hizo la convertibilidad y Argentina tuvo un incremento de la producción como nunca en la historia. Yo hablo con Cavallo. Discutimos de economía, hablamos de economía. Para mí es un honor hablar con Cavallo”. “Todo el mundo se la agarra con Menem pero se olvida del experimento progresista de la Alianza, donde estaban De la Rúa, Chacho Álvarez, Raúl Alfonsín y toda el ala izquierda del radicalismo”. Aseguró en aquel momento no tener inconveniente alguno en “trabajar con los liberales, los libertarios, con los conservadores, con la derecha, con los menemistas y con los halcones de Juntos por el Cambio” y llegó a admitir estar “dispuesto a tender lazos con el peronismo no colectivista”. Confirmó que no quiere saber nada “con las palomas porque son socialdemócratas, no puedo tener nada con la UCR porque son la Internacional Socialista, no puedo tener nada con la Coalición Cívica porque son más socialistas que los radicales y no puedo tener nada con el Frente de Todos porque son de izquierda”. Por último, afirmó que “los problemas de la decadencia argentina empiezan a mediados de la década del 10, cuando Argentina empezó a abrazar las ideas socialistas. Para mí los problemas no arrancaron en el 45/46. Argentina empieza a separar su crecimiento del de Estados Unidos cuando empieza a abrazar las ideas socialistas” (fuente: Perfil, 29/9/021).

En diálogo con Viviana Canosa en el programa·»Nada personal”, que en aquel momento se emitía en Canal 9, elogió vivamente a Carlos Menem (fuente; Perfil, 4/8/020). “El primer gobierno de Menem fue el mejor gobierno de la historia y arrancó mal. Después salió bien el plan de la convertibilidad. Claramente el primer gobierno de Menem fue el mejor de la historia por todo lo que hizo Cavallo en el ministerio de Economía. Te puede gustar, no te puede gustar”.

Lo que hizo Cristina fue, lisa y llanamente, situar a Milei en el centro del ring. Seguramente llegó a la conclusión que es el mejor candidato a enfrentar en un ballotage porque se encuentra en las antípodas ideológicas del cristinismo. Una vez más emerge en toda su magnitud la predilección de Cristina por el maniqueísmo político. Su intención es obligar a los argentinos a elegir entre los “buenos” (el FdT) y los “malos” (Avanza Libertad”) Qué mejor, para este propósito, que polarizar con Javier Milei, quien jamás ocultó su aversión por el kirchnerismo. De esa forma el libertario pasa a ser el enemigo a vencer y el ballotage pasa a ser una cruzada.

Los grandes perjudicados son los precandidatos presidenciales por el FdT, fundamentalmente Patricia Bullrich, cuya táctica es, precisamente, la de polarizar con el FdT. No fue casual que Bullrich haya sido la primer referente del macrismo en criticar a Cristina por no haber hecho mención alguna a JxC en su discurso. Entrevistada por Jonatan Viale en La Nación+ expresó: “Cristina lo hace porque quiere que perdamos nosotros. Entonces dice “levanto a Milei y me lo pongo de enemigo”. “Eso es no entender la realidad de lo que está pasando en la Argentina. Milei es una persona que ha crecido, pero Juntos por el Cambio es una fuerza potente”. “Más allá de que esa pueda ser la estrategia de Cristina Kirchner, nosotros tenemos intendentes, gobernadores y contamos con la posibilidad de pasar todas las leyes”. “Estamos apuntalados en las provincias, ganamos prácticamente todas las elecciones y tenemos un gran armado electoral”.

Sobre el discurso de la vicepresidenta manifestó: “El discurso de Cristina es un discurso que está absolutamente desligado de la obra real. Es la ficción. La obra real es la pobreza, el 120% de inflación, las escuelas destruidas y la inseguridad”. “Hablamos de 20 años de descapitalización, pobreza, autoritarismo, hegemonía política y falta de libertad de expresión”. “Hoy Cristina estuvo hablando de modelos económicos y ella una gran defensora de la convertibilidad. Es una mentirosa. Defendió la convertibilidad incluso hasta después de la caída de la misma”. “Los kirchneristas se están escondiendo todos. No se hacen cargo de su gobierno. Son tan cobardes que van a poner otro muñeco (haciendo referencia al actual presidente, Alberto Fernández) para protegerse a ellos mismos. Me encantaría enfrentarla pero no se va a presentar”. “En cualquier momento, las riendas se le van a cortar al gobierno y vamos a terminar en un desastre total. Se puede estar peor que esto”. “Si sostienen la suba del dólar vendiendo reservas, en cualquier momento van a empezar a tocar los ahorros en los bancos. Con suerte les quedan 300 millones de dólares en reservas. ¿Cuántos días más tienen para operar? No es un dato lo que estoy dando pero hagan la cuenta” (fuente: Perfil, 28/4/023).

El gran ganador de la jornada, Javier Milei, le contestó a la vicepresidenta vía Twitter: “Cristina Kirchner estuvo un rato largo hablando de dolarización. Para variar, al igual que todo el resto de la casta política, se pronunció a favor del robo y en contra de los argentinos de bien. Aunque se resistan Todos Juntos, a partir del 10/12/2023 se quedan sin juguete” (fuente: Perfil, 27/4/023).

Emerge en toda su magnitud la incapacidad de la clase política de discutir de manera civilizada. No existen adversarios sino enemigos. En consecuencia, hay que destruirlos. Desde el más allá el gran teórico político alemán Carl Schmitt, autor, entre otras obras, de “El concepto de lo político”, debe estar celebrando con champagne la vigencia de su concepción de la política en nuestro país. Como sostiene Manuel Alvarado Ledesma en un artículo (“La dialéctica amigo-enemigo en la política actual”) publicado en La Nación el 28/6/2021, la política entendida como un combate a muerte contra el otro (el enemigo) lejos está de ser una reliquia.

Escribió el autor:

“La argumentación en términos políticos de amigo-enemigo está claramente presente en la construcción de poder en la Argentina de hoy. La teorización, desde el análisis de la dialéctica amigo-enemigo, proviene del pensamiento de Carl Schmitt para quien cualquier enfrentamiento público y cualquier oposición religiosa, moral, económica y social constituyen política siempre que tengan la fuerza suficiente para agrupar a las personas en amigos y enemigos. En su obra de 1932 “El concepto de lo político”, considera: “La esencia de las relaciones políticas se caracteriza por la presencia de un antagonismo concreto”, cuya “consecuencia última es una agrupación según amigos y enemigos”. El enemigo es “el otro, el extraño, y para determinar su esencia basta con que sea existencialmente distinto y extraño en un sentido particularmente intensivo”.

En esta visión, entonces, existen “ellos”, por un lado, y “nosotros”, por el otro. Dos colectivos enemistados. Este es el caso de parte de la sociedad argentina que comprende a la política como enfrentamiento (…)”. Si la política es considerada un enfrentamiento a muerte contra el otro, la democracia como filosofía de vida es inviable.

Creo que sorprendió a más de uno (me incluyo, obviamente) la estrategia adoptada por Cristina en el acto celebrado en el teatro platense. Todo hacía suponer que dirigiría sus filosos dardos contra los referentes de JxC. No fue así. Sus ataques tuvieron como destinatario al libertario Javier Milei quien seguramente aún no debe ser consciente de lo cerca que está de la Casa Rosada. ¿Por qué lo elevó a la categoría de “adversario” principal? Me parece que Cristina es plenamente consciente del crecimiento electoral de Milei. Es consciente de que millones de argentinos y argentinas que tienen entre 16 y 40 años están hartos de los políticos tradicionales y que Milei se les presenta como el emblema de la renovación total de la “casta política”. Cristina es consciente de que Milei está en condiciones de desafiar tanto al oficialismo como a JxC, de que puede asumir como presidente de la república el 10 de diciembre. Dos años atrás a Cristina jamás se le hubiera ocurrido disparar munición gruesa contra Milei. ¿Por qué? Porque en ese momento era un pintoresco personaje que despotricaba contra la casta política en los canales de televisión. Hoy las encuestas son coincidentes: Milei es en estos momentos el candidato presidencial más votado.

Pero lo que más ansiaba la militancia quedó en el tintero. Cristina no aseguró nada sobre una eventual candidatura suya. Es lógica su reacción. La frágil situación económica-agravada por la corrida cambiaria-y su alta imagen negativa son, por ahora, obstáculos insalvables. Cristina tiene asegurado, según lo indican las encuestas, una intención de voto cercano al 30%. Es el denominado “núcleo duro” del cristinismo. Son sus seguidores más fieles, quienes la votarán contra viento y marea, como se dice coloquialmente. De haber confirmado las encuestas antes del acto que su intención de voto llegaba al 40%, por ejemplo, lo más probable es que hubiera confirmado a viva voz su intención de competir por la presidencia. Y no hubiera habido, por lógica consecuencia, internas abiertas, simultáneas y obligatorias.

Todo parece indicar, por ende, que Cristina se quedará en su casa. Y todo parece indicar también que apoyará a Sergio Massa pese a que durante su discurso afirmó que el acuerdo defendido por el tigrense con el FMI es inflacionario. Si finalmente se confirma la ausencia de Cristina en las elecciones que se avecinan me atrevo a afirmar hoy (viernes 28/4) que la suerte electoral del FdT está echada. ¿Por qué? Por una simple y contundente razón: porque Cristina es la única dirigente del oficialismo capaz de competir seriamente con Milei y los principales candidatos de JxC, Rodríguez Larreta y Bullrich. ¿Alguien puede suponer seriamente que Sergio Massa, Daniel Scioli o Agustín Rossi, por ejemplo, están en condiciones de hacerles frente a los rivales mencionados? La respuesta se cae de madura.

Por último, hay que honrar la memoria histórica. En su discurso Cristina atacó duramente la creación de Domingo Cavallo, la convertibilidad. Pero en la década menemista, tanto Cristina como Néstor Kirchner la apoyaron sin hesitar. A continuación paso a transcribir un artículo del periodista Marcelo Mache publicado en Prensa Obrera el 18/11/022. Se titula “Cristina y su “amnesia” noventista”.

“La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner dedicó parte de su discurso en el acto del pasado jueves 17 en La Plata para intentar diferenciarse del espacio derechista que conduce Javier Milei, polemizando con las reivindicaciones al menemismo y a la gestión del ex ministro menemista Domingo Cavallo y señalando que el kirchnerismo es lo “único nuevo” en política (…). Cristina parte de considerar un punto de inflexión en el 2001, como si se tratara de un borrón y cuenta nueva o de dos políticas antagónicas y no complementarias, manifestando que “acá lo único nuevo que hay somos nosotros, el cambio, los que cambiamos la Argentina después de la crisis del 2001 (…)”.

Durante los noventa Cristina tuvo varias ocasiones y situaciones de elogio al ex ministro de Economía menemista, Domingo Cavallo, a quien llegó a definir como el “cuadro más lúcido que ha generado el capital en la Argentina” y hasta exculparlo de toda responsabilidad negativa en el gobierno de Carlos Menem. Otro cavallista de origen es el propio presidente Alberto Fernández, quien supo ser funcionario del ex ministro de Menem y que asumiría en el año 2000 como legislador porteño dentro de la lista liberal encabezada por Cavallo.

La arenga antagónica con las políticas de los 90, de las cuales el matrimonio Kirchner fue partícipe, es una de las mayores estafas del último tiempo: la política de reconstrucción de la burguesía nacional emprendida por Néstor Kirchner en 2003 supo ser una medida de rescate al capital privado luego de la salida de la convertibilidad (…) El kirchnerismo de “nuevo” no tiene nada, sino que es el plato refrito del nacionalismo burgués decadente que se encuentra sometido a la égida del capital financiero y el FMI, con un personal político reclutado en las filas del liberalismo más ortodoxo. Tampoco el liberfacho de Javier Milei, quien explota el desgaste y la crisis de las principales coaliciones patronales, pero repitiendo el recetario de medidas de ajuste de los 90 y de liberalismo económico (…)”.

El autor del artículo alude a un discurso de Cristina en noviembre del año pasado. Ya en ese momento la vicepresidente, consciente del ascenso del libertario, había tomado la decisión de situarlo en el centro del ring para perjudicar las chances electorales de JxC. Respecto a los vínculos del matrimonio K con Cavallo, la historia lo pone claramente en evidencia. Durante el apogeo del menemismo tanto Néstor como Cristina lo alabaron a más no poder. Es la verdad y, como sentenció Serrat, no tiene remedio.

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