Por Hernán Andrés Kruse.-

El gobierno de Macri está llegando a su fin. Luego de cuatro insufribles e insoportables cuatro años no tiene nada para ofrecer al pueblo. Ello explica el carácter místico de sus actos públicos. El “sí, se puede” se asemeja al “síganme que no los voy a defraudar” pronunciado por Carlos Menem durante la campaña electoral de 1989. Mauricio Macri, el frío y calculador ingeniero, no ha tenido más remedio que acudir a la pasión, a la fe, a la creencia. Es entendible su estrategia electoral ya que no le queda otra opción.

Otro aspecto notable de la campaña electoral de Macri es que habla como si fuera un candidato de la oposición y no el defensor de su gobierno. Tal como sucedió entre 2015 y 2019 en ningún momento el presidente-candidato hizo una genuina autocrítica de sus innumerables errores cometidos, especialmente en el área económica. Nunca se hizo responsable del desastre que estamos padeciendo. La culpa siempre la tuvo el kirchnerismo o un mundo en permanente mutación. Pero él, jamás. Él nada tuvo que ver con la inflación, la depreciación del peso, la escalada del dólar, el aumento de la desocupación, los tarifazos, la pobreza e indigencia; él no tuvo nada que ver con la estanflación que nos agobia desde hace tiempo.

Macri demostró ser un adicto a la mentira. Mintió durante la campaña electoral de 2015. Prometió que cuidaría el trabajo de cada argentino y que jamás devaluaría. Su actuación en el debate con Scioli en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la UBA pasará, en este sentido, a la historia. Y también la de Scioli quien pronosticó el ajuste y la devaluación del peso ante un Macri que lo miraba con sorna y desprecio. Una vez en la Casa Rosada el presidente no hizo más que tomarles el pelo a los argentinos, burlarse de todos nosotros de manera descarada y obscena. En todas y cada una de sus apariciones en televisión no hizo más que faltarnos el respeto. Su anuncio más patético fue el referido a su decisión de atar la suerte de su gobierno a la voluntad de Donald Trump y Christine Lagarde, por entonces directora ejecutiva del FMI. Presentó ese hecho como una demostración palpable de la confianza que su gobierno estaba generando en el mundo cuando en realidad se trató de un manotazo de ahogado, de un pedido desesperado de ayuda para evitar su caída.

Macri termina su gobierno de la peor manera. A la inmensa mayoría de los argentinos el dinero no les alcanza. Se cuentan por miles las familias que se alimentan una vez al día. Es inaudito que en el país de las vacas el precio del litro de leche sea prohibitivo. Ir al supermercado ha pasado a ser para muchos una tortura psicológica, al igual que el pago de la luz, el gas y el agua. Sin embargo, Macri insiste con su latiguillo preferido: no hay otro camino para alcanzar el desarrollo que el elegido por su gobierno. Para el presidente más allá del neoliberalismo sólo está el abismo.

Durante su gestión sólo escuchó a su círculo áulico. Sus oídos sólo tuvieron en cuenta las voces de Marcos Peña y Jaime Durán Barba. Siempre decidió en soledad, apoyado en su gigantesco ego. Jamás se dignó a tener en cuenta las opiniones de los más importantes dirigentes del radicalismo, reducido a la triste categoría de furgón de cola. Pocas veces la historia argentina registró semejante menosprecio de un presidente por un partido que merece respeto, al menos por su trayectoria centenaria. Recién ahora, luego de la debacle de Macri en las PASO, se escuchan voces rebeldes, como la de Alfredo Cornejo.

En la vereda de enfrente está Alberto Fernández, un dúctil dirigente que estuvo con Alfonsín, Menem, Cavallo, Néstor Kirchner, Cristina, Massa, Randazzo y ahora nuevamente con Cristina. Será presidente porque Cristina así lo decidió. Sin embargo, a partir de su proclamación como candidato presidencial del Frente de Todos ha demostrado poseer una gran cintura política que le permitió “conquistar el corazón” de los gobernadores del PJ, de los barones del conurbano, de la cúpula de la CGT y de Sergio Massa, lo que no es poco.

AF obtuvo una resonante victoria en las PASO. Le sacó 16 puntos a Macri. Esa diferencia es indescontable. Lo sabe AF y lo sabe Macri. Lo sabemos todos. A AF lo votaron quienes están hartos de Macri, están desesperados por la gravísima situación económica, desean fervientemente que esta pesadilla llegue a su fin. La confianza que millones de compatriotas han depositado en AF es inconmensurable. AF ha despertado una gran ilusión, como en su momento lo hicieron Alfonsín y Néstor Kirchner. Cuando asuma recibirá, como se expresa coloquialmente, una enorme papa caliente. De él y de quienes lo acompañen dependerá que no termine en una nueva frustración para el pueblo.

Anexo I

El vencedor de la polio (*)

12 de abril de 1955. ¿Por qué es importante recordar ese día? Muy sencillo: en esa histórica jornada se hizo pública la noticia de que la vacuna contra la polio desarrollada por Jonas Salk había tenido éxito.

Salk nació en Nueva York el 28 de octubre de 1914. De familia humilde contaba tan sólo con dieciséis años cuando ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. En 1939 se graduó de médico y obtuvo una plaza de interno en uno de los hospitales más prestigiosos del país, el Monte Sinaí. En 1942 obtuvo una beca que le permitió dedicarse al estudio de la vacuna contra la gripe junto con el prestigioso virólogo Thomas Francis en la universidad de Michigan. Cinco años más tarde la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil le propuso a Salk, por entonces director del laboratorio para la investigación vírica de la Universidad de Pittsburg, formar parte de los equipos de investigación dedicados a la cura de la poliomielitis. En 1952 obtuvo un primer resultado-la vacuna trivalente-empleando virus muertos a través de la aplicación de formalina. Tres años después Salk anunció el éxito de la vacuna y se transformó de inmediato en una celebridad mundial, provocando los celos de otro gran investigador: el doctor Sabin. Gracias a la vacuna Salk, basada en el principio del virus muerto, la humanidad logró liberarse de una enfermedad cruel y despiadada, fundamentalmente con los niños. Salk falleció en California el 23 de junio de 1995.

En un artículo titulado “Gracias, Dr. Salk” la escritora Sara Francis Fujimura hizo un homenaje al eminente científico al cumplirse 50 años del 12 de abril de 1955. Fujimura recuerda lo terrible que fue la polio para la humanidad. Un simple resfriado podía ser el comienzo de una enfermedad que terminaba con el niño paralítico o muerto. “La poliomielitis, históricamente conocida como parálisis infantil y hoy día comúnmente conocida como polio”, enseña la escritora, “es una enfermedad viral muy infecciosa transmitida vía oral-fecal, por lo general, a través del agua o alimentos contaminados con heces. Aunque la polio puede atacar a cualquier persona sin que importe la edad, los niños son más vulnerables al riesgo. El virus infecta especialmente los intestinos sin causar enfermedad grave, pero algunas veces ataca el sistema nervioso central. Los síntomas pueden ir desde una parálisis temporal moderada hasta una parálisis generalizada que se convierte en tetraplegía permanente. En su forma más grave, llamada poliomielitis bulbar, el virus ataca el tronco encefálico y destruye las neuronas motoras que le indican al cuerpo cómo tragar, hablar y respirar. Sin ayuda para respirar, un paciente con este tipo de polio, por lo general muere”.

Fujimura transcribe el siguiente párrafo escrito por Jane Smith en su libro “Patentar el sol: la polio y la vacuna de Salk” que es sencillamente aterrador: “Al principio atacaba levemente-un resfriado de verano, un dolor de cabeza o un poco de fiebre que era apenas un poco más que el sofoco de jugar afuera en un día húmedo. Entonces, de repente, el ruido débil de un cuerpecito que cae y el grito de terror. “¡Mamá, no me puedo mover!” “¡Mi cabeza, papi, no puedo levantarla!” Seguía el grito de dolor mientras que los brazos y las piernas se retorcían hacia adentro, o el sonido más temido de todos, el de la asfixia que surgía cuando los pulmones se olvidaban de bombear y la garganta de tragar, cuando ante ti el niño se quedaba inmóvil, amoratado y frío”.

Gracias a la vacuna Salk el mortal virus de la polio logró ser dominado prácticamente en todo el mundo. Dice Fujimura: “El éxito no se hizo esperar; en 1957, primer año en que se aplicó la vacuna ampliamente, el número de casos de polio disminuyó a 5000 (en 1952 hubo en Estados Unidos 58000 casos registrados). En 1960 apenas 3000. El último caso de poliovirus salvaje en Estados Unidos se registró en 1979 y, en América Latina, en 1991. En 1994-después de una generación de vacunaciones contra la polio-toda la región de las Américas fue declarada libre de polio”.

Gracias a Jonas Salk, y a quienes colaboraron con él, la enfermedad que cobró la vida o paralizó a unas 500000 personas por año en todo el mundo, es hoy un mal recuerdo. Quienes nacimos inmediatamente después del 12 de abril de 1955 le debemos al doctor Salk el habernos permitido crecer protegidos contra esa feroz enfermedad. Es por ello que le diremos por siempre ¡gracias, doctor Salk, gracias por haber derrotado a un virus que, hasta ese momento, nada ni nadie era capaz de detenerlo!

Fuentes:

-La vacuna contra la polio. “Gracias, Dr. Salk”, por Sara Francis Fujimura, escritora.

-Jonas Salk. De Wikipedia, la enciclopedia libre.

-Vacuna contra la poliomielitis. De Wikipedia, la enciclopedia libre.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 12/4/010.

Anexo II

Una novela de suspenso (*)

Por primera vez desde que saltó al estrellato a raíz de su voto “no positivo” Cobos debió aclarar que no formaba parte de ninguna conspiración y que atentaba contra el buen sentido la acusación presidencial de que formaba parte de un grupo de conspiradores. Cobos se vio obligado a meterse en el fango, con lo cual su imagen positiva comenzó a descender. Por supuesto que la presidente no fue la única que atacó al vicepresidente con inusitada violencia. Hugo Moyano, el poderoso secretario de la CGT, fue terminante: “Cobos se convirtió en el símbolo de la traición. Si tuviera un poco de dignidad, ya tendría que haber renunciado” (La Nación, 21/1/010). También fue duro el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández: “Cada vez que puede se opone a las medidas del gobierno y pone palos en la rueda. Si siempre pone palos en la rueda, por qué creerle en esta oportunidad” (p. 6). Mientras tanto, el gobernador bonaerense eligió el lenguaje diplomático para criticarlo: “Yo como vicepresidente no puse el oído a sectores que buscan el odio. Él debe hacer una profunda autocrítica y repensar sus posiciones en el cargo” (p. 6).

Sacudido por la ofensiva oficial el vicepresidente se refirió a su voto en la comisión especial parlamentaria que en estos momentos está sesionando sobre la continuidad en el Banco Central del economista Martín Redrado. Lo más probable es que en ese momento ni se imaginaba la decisión que tomó Redrado días más tarde. “Todavía no tomé ninguna decisión”, dijo Cobos, “no puedo prejuzgar, mi estrategia va a ser escuchar a todos antes de decidir mi postura” (p. 6).

La crisis institucional puso en evidencia, una vez más, el antagonismo que existe entre el oficialismo y la oposición. Para la presidente significaría un gran desgaste la prolongación de un conflicto que comenzó hace más de un mes cuando el gobierno nacional decidió, a través de un decreto de necesidad y urgencia, la creación del Fondo del Bicentenario. Es por ello que, a través de una carta, pidió a Cobos, quien también es presidente del Senado, que convoque a la primera reunión de la comisión bicameral para el martes 26 de enero a las 10. Como era de esperar, la oposición aclaró, a través del presidente de la Comisión de Finanzas de la Cámara de Diputados, el diputado Alfonso Prat-Gay, que el cuerpo se tomaría todo el tiempo necesario para analizar el problema. El objetivo de la estrategia opositora es provocarle al poder ejecutivo el mayor daño posible a su imagen. Cuando más se demore el proceso, mayor será, piensa la oposición, su deterioro.

Mientras tanto, un envalentonado Cobos manifestó que estaba dispuesto a resistir todas las presiones. Ante los rumores que comenzaron a circular sobre un posible pedido de juicio político en su contra, fue tajante: “Siempre dije que la única forma (de removerlo de su cargo) es mediante un juicio político. Anímense a pedirlo” (La Nación, 22/1/010). Sabedor de que el oficialismo carece de los votos suficientes en el Congreso para llevar a cabo una empresa de semejante envergadura, el vicepresidente lanzó el desafío sin ponerse nervioso.

El viernes 22 de enero la oposición celebró como si hubiera ganado las elecciones presidenciales de 2011. Las juezas Marta Herrera y Claro do Pico, de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal, ratificaron a través de un fallo que la presidente de la nación está inhabilitada para disponer, a través de un decreto de necesidad y urgencia, de las reservas del Banco Central para el pago de la deuda. A su vez, consideró que los poderes Ejecutivo y Legislativo deben resolver la situación de Redrado aunque, cabe destacar, no ratificó de manera expresa lo resuelto en primera instancia por la jueza Sarmiento que lo mantenía en el cargo. Esa no ratificación produjo una situación insólita: que tal normativa sirviera de sustento jurídico tanto a la postura del gobierno nacional (la remoción de Redrado a través de un DNU) como a la del propio Redrado (la ilegalidad de tal decisión ya que viola el contenido de la Carta Orgánica del Banco Central). Si las magistradas tenían como intención enrarecer el clima, con este último fallo lo consiguieron.

Al día siguiente Redrado se presentó por la tarde en el Banco Central para ejercer sus funciones como presidente de la entidad. Se encontró con varios integrantes de la policía federal que se lo impidieron en cumplimiento, dijo uno de ellos, de expresas órdenes del gobierno nacional. Previamente Aníbal Fernández había dicho de manera terminante que en función del fallo de las camaristas Redrado no entraba más al Central, mientras que el propio Redrado, protegido por dos importantes juristas, se basó en el mismo fallo para intentar ingresar al Central. Ofendido, el economista se dirigió a la comisaría de la jurisdicción para denunciar penalmente al jefe de Gabinete. Fiel exponente del estilo kirchneristas, Redrado dobló la apuesta. Manifestó que a partir de ahora estaba dispuesto a pasar a la ofensiva. Como prueba de que no hablaba por hablar, dijo de manera desafiante en un reportaje concedido a Clarín que tenía en su poder la lista de los “amigos del poder”·que habían comprado dólares. La respuesta del kirchnerismo fue instantánea. El lunes 25 la presidente pidió al jefe de los fiscales que inicie una denuncia contra Redrado por encubrimiento de un delito que, en su carácter de presidente del BC, estaba obligado a impedir. Una irónica Cristina manifestó: “Si tenemos en cuenta que la autoridad de regulación, de contralor y de aplicación en materia penal cambiaria es precisamente el Banco Central, creo que él deberá dar explicaciones (…) ¿Qué pasó que no denunció o que no hizo los controles, si es que realmente existió algo de eso?” (La Nación, 26/1/010, p. 6).

El martes 26 la crisis institucional se agravó. El díscolo Redrado decidió condicionar su asistencia a la comisión especial del Congreso que debe dictaminar sobre su continuidad al frente del Central. Por carta, exigió que, previo a su visita al Congreso, el Poder Ejecutivo derogue el DNU por el cual fue removido del cargo a principios de mes. Su desafío provocó malestar tanto en el oficialismo como en la oposición. Sin nada que perder Redrado decidió irse causando el mayor daño posible. Será interesante observar qué postura adoptará la bicameral. ¿Cederá ante Redrado? ¿Forzará su alejamiento definitivo? ¿Qué hará Cobos? Su situación es comprometida ya que si cede ante Redrado, no tendrá más remedio que renunciar a la vicepresidencia. Pero si apura el trámite parlamentario quedará ante la opinión pública como el político que traicionó las esperanzas que millones de argentinos depositaron en él luego del voto “no positivo”.

La crisis institucional se ha transformado en una novela de suspenso. ¿Qué hará Cobos? ¿Se presentará esta tarde Redrado en el congreso? Si no lo hace ¿qué pasará? ¿Qué hará Cristina si Cobos ayuda a Redrado? Mientras tanto, la inmensa mayoría de los argentinos procura desentenderse de este grave problema gozando de la montaña, de la playa o de lo que fuere. Su hartazgo es cada vez más pronunciado.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 28/1/010.

Anexo III

Historia de la Fede (tercera parte) (*)

Perón cayó el 16 de septiembre de 1955. ¿Cuál fue la actitud de la Fede a partir de entonces? El 23 de ese mes el general Lonardi asumió como presidente de facto. La Plaza de Mayo estaba desbordante. El antiperonismo festejaba ruidosamente el inicio de la Revolución Libertadora. Los estudiantes comunistas presentes comenzaron a corear consignas, relata Gilbert, que evidenciaban su pensar y sentir respecto a lo que había pasado: la caída de Perón, consideraban, era irreversible. Sin embargo, dentro del PC no hubo demasiado optimismo respecto a las posibilidades de expansión del comunismo. Si bien el propio Victorio Codovila habló bien del almirante Rojas, símbolo del más crudo antiperonismo (del “gorilismo”), muy pronto el gobierno militar se encargó de demostrarles a los comunistas que nada los unía. En 1956 el gobierno de la Revolución Libertadora ejecutó la denominada “Operación Cardenal”, que consistió en la detención de un buen número de militantes y dirigentes comunistas de la talla de Rodolfo Ghioldi y Héctor Agosti. “Fue”, explica Gilbert, “una señal de duro anticomunismo dentro de la lucha interna desatada en el gobierno provisional. Rojas, además, fue partidario de impedir la participación electoral del comunismo para las elecciones constituyentes de 1957”. La Fede encontró terreno fértil en la universidad para desarrollar su militancia. En octubre de 1955 apareció la “Revista del Mar Dulce”, verdadero vocero del movimiento estudiantil comunista universitario. Los estudiantes que la hicieron posible brillaron años más tarde como profesionales. Tales los casos de Manuel Mora y Araujo, Ezequiel gallo y Francis Korn. Además, la elección de José Luis Romero como rector de la UBA no hizo más que reafirmar el poder estudiantil, el que a partir de entonces se bifurcó entre “reformistas” y “humanistas”. Pero en noviembre Aramburu desplazó a Lonardi del gobierno, fortaleciéndose la denominada “línea dura” de la revolución libertadora, es decir, el más crudo “gorilismo”. A partir de entonces el comunismo se fue apartando del feroz antiperonismo gubernamental, alejamiento que culminaría con su apoyo a la candidatura de Arturo Frondizi en las presidenciales de febrero de 1958.

Gilbert cuenta cómo fue la colaboración entre las juventudes comunista (Fede) e intransigente (apoyaban a Frondizi): “La atmósfera de colaboración entre las juventudes comunista e intransigente se plasmó con la formación del movimiento de apoyo a Frondizi mediante la APU, que encabezó el estudiante de leyes José Nun. El autor (Gilbert) la integró en nombre de la FJC y Nun facilitó los recursos para viajar por diversas sedes universitarias del interior del país, y lograr adhesiones que se plasmaron, más tarde, en un aviso pago en los diarios”. Gilbert es muy crítico de Frondizi y su gobierno. No le perdona su obsesión por controlar cada paso dado por el comunismo. “Esos años envolvieron la atmósfera política de un anticomunismo pedestre. Frondizi recibió periódicamente informes de la SIDE y del SIE con datos sobre la actividad del Partido Comunista, centrándose casi siempre en su propaganda (diarios, afiches, etc.), la marcha de sus campañas financieras y el número del personal de las embajadas de los países del este europeo. O sobre cómo se aplicaba el decreto 4965/59, con el cual se ilegalizó al PC. La sanción contra la FJC fue mediante el decreto 1098/59. Por ambas normas se clausuraron más de doscientos locales comunistas o de organizaciones que, a juicio de la SIDE, eran colaterales”. Para colmo, en abril de 1959 se realizaron elecciones provinciales en Mendoza y la lista comunista duplicó la cantidad de votantes. La SIDE le dijo a Frondizi que si el PC seguía participando en futuras elecciones podría canalizar el descontento peronista con su gobierno. Como consecuencia de ello, el gobierno nacional justificó el mantenimiento del estado de sitio para impedir a toda costa que el comunismo participara en actos electorales y crecer a costa del peronismo, en esa época impedido de participar políticamente. Para Gilbert el comunismo se había transformado en un verdadero dolor de cabeza para el presidente. “Frondizi instruyó a los procuradores para que no permitieran la apertura de locales ni que el comunismo pudiera participar con sus emblemas de las elecciones. En uno de esos informes quincenales de la SIDE se sostuvo que el comunismo era capaz de armar a 3600 hombres en oposición al golpe de Estado que en esos años era el rum rum preferido, pero haciendo hincapié en que “anda en busca del armamento peronista”, cuya existencia fue una de las leyendas más difundidas de la época”.

En marzo de 1962 se produjo el derrocamiento de Frondizi. La Fede (el comunismo argentino, en realidad) se vio fuertemente sacudida durante los sesenta. La revolución cubana ejerció un fuerte impacto sobre los jóvenes comunistas. Por si ello no hubiera resultado suficiente llegaron las ideas de Mao Tse Tung, con lo cual el conflicto chino-soviético se instaló en nuestro país. Ello fue traumático para la Fede ya que se produjo en su seno una disidencia, encabezada por Otto Vargas, que desembocaría en la creación, en 1968, del Partido Comunista Revolucionario. Pero la creación del PCR no fue la única escisión de gravedad que sacudió a la Fede. Dice el autor: “No fue, el del PCR, el único impacto sobre las filas de la Fede. La mellaron otras disidencias, múltiples y variadas, que arroparon sobre todo a intelectuales, en las que sobresalió José Francisco Aricó, quien fuera el secretario del regional Córdoba y que succionó otras búsquedas, como en la que hacía tiempo andaban Juan Carlos Portantiero, José Luis Mangieri y otros nombres notables. Otro, pero de menor fuste, fue Enrique Rodríguez (futuro funcionario de Menem en los noventa), quien en 1963 intentó una escisión de estirpe chinoísta. Como secretario del círculo de la Facultad de Derecho impulsó la consigna de “voto en blanco o abstención revolucionaria” en los comicios presidenciales de 1963”. El interregno de José María Guido no fue fácil para los jóvenes comunistas. Desde el Ministerio del Interior se ordenaron continuas detenciones en masa en su contra. Gilbert no se olvida del general Enrique Rauch (había reemplazado a Osiris Villegas en el cargo), proclive a detener a cualquiera que fuera “·sospechoso” de militar en el comunismo. La proscripción del peronismo le permitió al honrado radical Arturo Illia llegar a la presidencia de la nación. Debido a la intención del nuevo presidente de mantener una buena relación con el comunismo, tanto el PC como la Fede, pese a haber sufragado en blanco para congraciarse con el peronismo, decidieron apoyar críticamente al nuevo gobierno. Sin embargo, esa decisión colisionó con la política de alianzas del comunismo con el sindicalismo peronista, cuya figura central era Augusto Timoteo Vandor, admirado y respetado por los dirigentes sindicales del PC. Los comunistas creían firmemente en la posibilidad del “giro a la izquierda” del peronismo. A juicio de Gilbert, se trató de un grueso error estratégico del comunismo argentino.

El apoyo comunista a Vandor provocó mucha confusión. ¿Cómo era posible apoyar desde el comunismo a quien utilizó al sindicalismo comunista en provecho propio? Dice Gilbert: “Apoyar a Illia y tejer acuerdos con Vandor confundió a más de un analista. El metalúrgico usó al sindicalismo comunista, con alguna presencia institucional dentro de la CGT (…) para desplazar a sus rivales (…), y dominar la central sindical, para ponerla al servicio de su proyecto político y, de hecho, del golpe de Estado que se tramaba alrededor del general Onganía”. Pese a las dificultades por las que atravesaba el país en aquella época y la poca predisposición de Illia a tolerar la actividad comunista en las calles, en materia de libertades públicas su presencia en el gobierno fue un alivio para el comunismo argentino. Sin embargo, nada hizo para desalentar un expediente en tribunales, iniciado durante el gobierno de Guido, que conducía inexorablemente a la ilegalización del PC y la Fede. En junio de 1966 se produjo el derrocamiento de Arturo Illia. La represión gubernamental fue durísima. Sin embargo, fueron años de nuevos sueños e ideales. “Los trabajadores se fueron radicalizando hasta que, en 1968, a tono con la combatividad y despliegue de todo tipo de luchas, surgió una central que parecía recoger, en un nuevo nivel, los criterios clasistas del movimiento obrero: la CGT de los Argentinos bajo el liderazgo del obrero gráfico, Raimundo Ongaro. Al intento salteño, con alguna participación de jóvenes que habían estado en la FJC, le siguieron varias experiencias proto-montoneros y proto-ERP, que volcaron su impronta al despertar de los setenta y donde fue más que importante el reclutamiento de militantes que habían pasado por la Federación”. A fines de los sesenta la Fede participó activamente de las acciones violentas de gran envergadura que desembocaron en el Cordobazo (mayo de 1969). Gilbert narra con lujo de detalles lo que fue ese histórico acontecimiento, como así también el rol protagónico que le cupo a la Fede. Sus miembros estaban alistándose para la revolución. Fue el tiempo del Partido Comunista Revolucionario (PCR), “la mayor ruptura que sufrió la FJC en los sesenta”.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 21/4/010.

Anexo IV

Situación insostenible (*)

Aprovechando su hora de gloria el economista Martín Redrado aseguró que no tiene pensado renunciar a la presidencia del Banco Central. Sus dichos coincidieron con las versiones que indicaban que se había transformado en moneda de cambio de una supuesta negociación entre el kirchnerismo y el radicalismo para destrabar el conflicto. En una conversación telefónica con La Nación el funcionario manifestó: “He tomado la decisión de seguir hasta el final, salvo que un plenario del Congreso me diga que me tengo que ir” (La Nación, 14/1/010, p. 7). Mientras tanto, la presidente de la nación pronunció dos discursos en clara señal de que no está dispuesta a ceder. Durante la mañana del miércoles 13 de enero Cristina Kirchner habló en Lanús en un acto con cooperativistas: “Ustedes han limpiado el riachuelo de ratas y eso me hace acordar a los buitres que acechan desde afuera para interrumpir un proceso político y económico (…) Yo me voy en el 2011 y vendrá otro, pero les puedo asegurar que esos intereses están al acecho para volver a la vieja Argentina” (p. 8). Durante la tarde la presidente incrementó su embestida verbal. “Sería inimaginable”, enfatizó, “que en Estados Unidos alguien apoyase a un juez de otro país que embargase las cuentas de los norteamericanos (…) Creo que las cosas que nos han pasado ocurrieron porque hemos tenido algunos buitres nacionales, propios, autóctonos, que permitieron que nos devastaran y expoliaran. La enseñanza de esto debe ser que saldremos de todo esto a partir de nuestro esfuerzo” (p. 8). Pero su frase más polémica fue la referida a la deuda externa: “No se puede hablar de deuda legítima e ilegítima”, bramó (p. 8).

El tema de la deuda externa es harto delicado. En las postrimerías de la última dictadura militar un joven Domingo Cavallo aprovechó su cargo (presidente del BC) para estatizar la deuda de importantes grupos económicos privados, con lo cual trasladó al pueblo trabajador esa pesadísima carga. Como bien señala Pino Solanas el origen fraudulento de nuestra deuda externa es por demás evidente. Su monto se incrementó geométricamente durante las presidencias de Alfonsín, Menem, De la Rúa y Eduardo Duhalde. Durante la presidencia de Néstor Kirchner se anunció que la Argentina se había liberado de las garras del FMI. Nada más alejado de la realidad. Con Cristina Kirchner en la Casa Rosada continuó el problema de los monumentales vencimientos de intereses (en 2010 ascienden a cifras colosales), origen del conflicto con el presidente del Central. Lo cierto e que la deuda externa es impagable y que cada vez que se utilizan recursos para pagar intereses de la deuda se atenta contra los intereses del pueblo argentino.

Con el correr de las horas la situación de Redrado en el BC se fue complicando. El jueves 14 de enero el sector del directorio que está enfrentado con el economista decidió acotar todo lo posible su margen de maniobra para debilitarlo políticamente. La denominada “bancada K” repuso en un cargo importante a un funcionario al que Redrado había removido y aprobó un texto reglamentario sobre los viajes al exterior en virtud del cual esa parte de la agenda del presidente queda ahora en manos del kirchnerismo. La oposición, obsesionada por sacar el mayor rédito político del conflicto, redobló esfuerzos para pedir sesiones extraordinarias. Pero no hubo una sino dos conferencias de prensa, una encabezada por los diputados Albrisi, Lanceta y Bullrich, y otra comandada por Bonasso, Solanas y Lozano, con lo cual volvió a demostrar una incapacidad congénita para presentarse frente a la sociedad como una fuerza homogénea y responsable.

Hasta entonces el presidente del Central había manifestado en reiteradas oportunidades que estaba al margen de los vaivenes políticos, que era un funcionario técnico. Una frase lanzada en señal de desafío a la embestida oficialista en su contra en el interior del organismo puso en evidencia su claro alineamiento político. “Ello (por los funcionarios del Central que pretenden su alejamiento) creen que me matan; yo creo que se suicidan” (La Nación, 16/1/010). La respuesta del kirchnerismo no se hizo esperar. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, quien hasta entonces no se había inmiscuido en el conflicto, lo criticó con dureza. “Esas declaraciones”, sostuvo, “son una provocación y un desafío a la autoridad presidencial” (p. 8). Y el gobernador de Entre Ríos, Sergio Uribarri, aseguró que el funcionario es un “muerto que camina” porque el “poder” del Central “está en otro lado” (p. 8).

A casi dos semanas del conflicto Martín Redrado comenzó a experimentar la crueldad del poder, sus inflexibles e inexorables reglas. Al principio se sintió exultante ya que contaba con el aval del arco opositor y del poder mediático. Ahora, el radicalismo, el Pro, el peronismo disidente y la centroizquierda coinciden en que su ciclo está terminado. El diputado Ricardo Alfonsín fue terminante: “Yo no puedo hacer recomendaciones a nadie. Pero yo, en lugar de Redrado, renunciaría. Una vez que estuviera a salvo el tema de las reservas, convocaría a una conferencia de prensa y renunciaría (…) Es difícil sostener esta situación. Tiene que haber una buena relación entre el poder ejecutivo y el presidente del BC” (La Nación, 19/1/010). Mientras que Felipe Solá, en coincidencia con Alfonsín, señaló: “Hay una forma digna de irse; que lo llame una comisión del parlamento y haga allí su descargo. Hecho su descargo, ya no tiene sentido que siga, porque hay una cuestión de liderazgo que no está” (p. 8).

El martes 19 el conflicto entre el ejecutivo y el presidente del BC a raíz de los DNU que dispusieron la utilización de reservas y el desplazamiento de Redrado, se agudizó peligrosamente a raíz de la decisión de la presidente de la nación de suspender el viaje de 10 días que tenía previsto hacer a China próximamente. ¿El motivo? Evitar cueste lo que cueste que el vicepresidente de la nación asuma en su ausencia el poder ejecutivo con la posibilidad cierta de que, durante su reemplazo, convoque al parlamento a tratar la crisis institucional. En una ríspida conferencia de prensa manifestó: “el viaje me obliga a estar más de diez días fuera del país, un lapso demasiado grande sobre todo cuando quien ejerce la vicepresidencia del país no cumple el rol que le impone la constitución y no sólo se ha convertido en líder de la oposición, sino que se opone y obstruye medidas que son resorte de la Presidencia” (La nación, 20/1/010).

La situación entre el poder ejecutivo y el vicepresidente, que no forme parte del mismo, es insostenible. Su proceder contrario al gobierno nacional lo llevará a tomar, ojala más temprano que tarde, la decisión de renunciar al cargo. Probablemente su plan sea renunciar entrado el 2011 y arremeter en la recta final de la campaña electoral empujado por los índices de popularidad que confía se mantendrán hasta entonces. La jugada está bien pensada pero puede transformarse en un bumerang si un importante sector del pueblo que hoy lo apoya comienza a verlo no como el héroe que tumbó la 125, sino como lo que realmente es: un político sin escrúpulos que traicionó primero al radicalismo y luego al kirchnerismo para llegar al lugar apetecido por todos los políticos: la Casa Rosada.

(*) Publicado en el portal rosarino Ser y Sociedad el 20/1/010.

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