Por Ricardo Bustos.-

Es evidente que el «Club de la mala memoria», hace décadas gobierna en la dirigencia política argentina, ya sea en el oficialismo o la oposición.

Por estos días y con una gran campaña mediática, mientras nuestra ex casi reina disfruta de los placeres del verde paisaje brasilero junto a sus aliados caídos en desgracia, Don Lula y Doña Dilma, aquí en nuestro país, el residual que nos ha dejado para dirimir asuntos de estado en el Congreso Nacional, intenta asustar a los ciudadanos con la excusa que si el actual presidente de la nación veta una Ley, puede arder Troya por las réplicas de diferentes sectores comprometidos en la cuestión, a saber, piqueteros, los mismos pobres de antes, enojados con la actual gestión, sindicalistas que no terminan de entender la situación económica en la que nos dejaron, políticos trasnochados que en vez de legislar se dedican a producir un reality televisivo junto a viejas «vedetongas» y los oportunistas de siempre que disponen de tiempo e ideas para hacernos un poco mas difícil nuestras vidas . Estamos en plena campaña política hacia el año 2017 y ya son varios los que colocan las monturas en sus caballos para probar en alguna pista, cuando más embarrada mejor, la performance que le puede esperar llegado el momento de competir.

Así como ocurre ahora, pero en el año 2010, apenas un año después que su esposo perdiera las elecciones en la Provincia de Buenos Aires, la ex presidente Cristina Fernández, olvidó que alguna vez había prometido a los sufridos jubilados una recomposición salarial, al menos cercana a la mentira que era su proyecto económico y una vez que el Congreso de la Nación, entonces la Escribanía más grande de América, voto la Ley que otorgaba el 82 % móvil que permitía una mejor calidad de vida para los abuelos, a los que Ella decía tener en cuenta, ni un instante duró en su despacho la ilusión para los legítimos dueños de la Anses y el PAMI porque la señora no tuvo ningún temor en vetar esa ilusión.

Quizá muchos ciudadanos, de manera involuntaria, han sido afiliados al Club de la Mala Memoria de los dirigentes políticos, porque olvidan que dos de los que por estos días se autotitulan jefes de la oposición, han sido en los gobiernos kirchneristas, responsables del futuro de los jubilados y permanecieron en absoluto silencio con la complicidad que da saber que aquel que calla otorga.

La juventud, lamentablemente al no tener opciones de futuro, no presta atención a los vaivenes del marketing político, y llegado el caso votará por el que tenga la mejor sonrisa o la mirada más seductora desde las pantallas del televisor. Mientras ello ocurra, el país deberá esperar muchos años para lograr una recomposición del tejido social porque existen millones de jóvenes que han caído en la droga, alcohol, nocturnidad descontrolada y desenfreno en los actos cotidianos. Ni hablar el sitio al que nos han enviado en el ranking del sistema educativo mundial (PISA), imposible de salir en los años venideros con las expectativas que nos marcan los dirigentes de hoy. La explicación no tarda en llegar cuando comprobamos que a los gobiernos les conviene este tipo de situaciones pues cuando más ignorante es la sociedad, permite que sean los poderosos quienes hagan a su antojo los negociados que les permiten adquirir cada día más poder. Como muestra contemporánea, tenemos ejemplos en El desaparecido Hugo Chávez y el heredero de su pajarito, el colectivero Nicolás Maduro, quienes junto al jefe encubierto de las Fuerzas Armadas venezolanas, Diosdado Cabello, han llevado al pueblo a un estado de indefensión absoluta y al límite de la desaparición como país democrático. Ecuador y su presidente Correa con sus socios en el poder y las industrias, periodistas encarcelados por decir la verdad. Brasil con Lula y Dilma, desde sus tiempos de presidentes y los cómplices hoy en el poder que “se dieron vuelta” porque le tomaron el “gustito” al negocio de la corrupción y ni hablar de nuestra amada Argentina con mas funcionarios en los Tribunales que en las oficinas del Gobierno.

Vetar una Ley, cuando ello beneficia a la mayoría de los ciudadanos del país, puede no traer consecuencias graves para el partido gobernante, ahora si solo se produce para demostrar quién tiene más fuerza camino a las elecciones, representará un golpe muy duro para la estabilidad social en vísperas de una navidad y fin de año complicados porque la gente que hoy no llega a fin de mes, tampoco podrá servir una mesa digna cuando suenen las doce campanadas.

Por último, si de mentiras hablamos, debemos reconocer que ni Sergio Massa, Diego Bossio, Axel Kicillof, Máximo Kirchner, o los Lavagna, nacieron a la política en los riñones del peronismo aunque hoy le digan a los seguidores que representan los ideales del General. Los peronistas, que cada vez son menos, se encuentran en la misma morada que cobija a los legítimos radicales o a los socialistas, comunistas y conservadores. Un tiempo que se fue y no volverá jamás porque sus hombres, aquellos que no cambiaban de vereda según de donde calentaba el sol, descansan en el bronce de los grandes. Sería muy saludable para la nación que los nuevos “líderes” a los que esta palabra les queda grande, militen dentro de una sociedad sin mentiras ni falsas promesas para que el tiempo, si hacen buena letra, les otorgue un lugar en la historia, el mismo que hoy no merecen por la falta de respeto que tienen hacia los millones de votantes a los que intentan tener cautivos.

La excusa hoy es por “ganancias”, quizá mañana sea por el petróleo, las rutas o el dengue, pero la única verdad es que estamos cerca de las elecciones y no tienen dinero ni para comprar las brochas que necesitan para pintar las blancas paredes con sus nombres en días cercanos a las elecciones y están presionando al gobierno para conseguir algo tan claro como el agua: fondos dulces para guardar por las dudas.

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