Por Guillermo Sandler.-

He leído atentamente el artículo del Ing. Manuel Solanet “El desafío de construir un país normal”, pero me gustaría profundizar algunos conceptos.

En 1853 el genial JB Alberdi dio a los argentinos las bases de cómo debía funcionar una sociedad moderna al estilo norteamericano a través de dos principios fundamentales: la Constitución Nacional y Gobernar es poblar. Sin embargo, siguiendo a José Terry Ministro de Hacienda de tres presidentes: Luis Sáenz Peña, Julio A. Roca y Manuel Quintana, decía en sus clases de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1898 “Argentina ha vivido en el despilfarro, en el endeudamiento y en el déficit público. Evidentemente no hay nada nuevo bajo el sol.

Con sus más y con sus menos, nuestro país gracias a las ilustres Generaciones del 37 y del 80 fue remontando la senda del progreso hasta las primeras décadas del siglo XX. En 1930 se quebró ese orden y comenzaron a introducirse en la sociedad las primeras ideas corporativas que se consolidaron definitivamente en el período 1943-46 en que se derogó “de hecho” la CN de 1853, dando origen a 73 años de continuada decadencia con años de crisis en 1955/66/75/89/2001 y posiblemente en 2016.

Es un largo proceso de corporatización del país en todos su s órdenes: leyes laborales de corte fascista en base a la “Carta del Lavoro” de B.Musolini de 1927; estatización de los ferrocarriles que habíamos logrado 50.000 km a los efectos de integrar el país para llegar al estado calamitoso en que se encuentran no solo las vías férreas sino la organización de la actividad; el nacimiento de la inflación que es el huevo de la serpiente de la decadencia. Pues no hay mejor manera de destruir y corromper una sociedad que la inflación. La inflación no es un tema monetario como dicen nuestros “técnicos económicos”, sino un virus que a la larga destruye el tejido social y la sociedad misma. Pruebas al canto. Se crearon las más diversas formas de sindicatos, gremios, instituciones sociales, asociaciones profesionales, confederaciones económicas, empresariales, consejos profesionales, sociedades y empresas del Estado nacional, provinciales y municipales; organismos centralizados y descentralizados todo con el único propósito de ir reduciendo la actividad individual, pero al mismo tiempo ese régimen corporativo público-privado requería un financiamiento que la actividad privada no podía general y por eso fue surgiendo un régimen tributario-impositivo de raíz totalitaria como el vigente. Bien dice el profesor Dr. Antonio Margariti, el nuestro es una jungla que destruye cualquier actividad individual, profesional, comercial, industrial, ya que antes de comenzar a funcionar aparecen inspectores nacionales, provinciales y municipales requiriendo el cumplimiento de disposiciones sin saber a ciencia cierta si la actividad funcionará o no.

Todo ello porque el Estado requiere recursos para financiar no inversiones económico-sociales sino para mantener una burocracia infernal. Recomiendo leer el detalle del proyecto de la ANSES en Presupuesto Nacional para observar que casi medio país vive de subsidios y privilegios que le otorga el Estado Nacional. Por otra parte, J.D. Perón en los años 1951 y 1955, sin el menor análisis y estudio, sino solamente con un fin demagógico, transformó la existencia de 7 Territorios Nacionales que eran administrados por un Representante del Poder Ejecutivo Nacional, un Secretario, un Juez de Paz y alguno que otro empleado pasaron a constituirse en 7 provincias, al mejor estilo de los states americanos, länder alemanes o cantones suizos. Este es uno de los motivos de las crisis recurrentes en que nos encontramos.

Asimismo, la reforma de la CN de 1994 permitió que una isla perdida en el confín de los mundos, Tierra del Fuego con apenas 27.000 habitantes cuente con 3 senadores con igual capacidad política que la Provincia de Buenos Aires con 16. millones de habitantes. Por otra parte, el no haberse cumplido el Principio alberdiano de “Gobernar es poblar”, actualmente existen provincias con 1,1h/km2 (Santa Cruz), otras con 2,4 (Catamarca, La Rioja, Chubut, etc), mientras que la CABA más el GBA en apenas 3880 km2 habita el 40 % de la población total del país. Los 24 Partidos del Gran Buenos Aires, cada uno tiene más población que dos o tres provincias juntas. Con este esquema desarticulado no hay finanzas públicas que aguante y tampoco podemos de hablar de democracia en serio.

Bien lo decía el profesor José Terry a sus alumnos “vengo con el texto del curso: el Presupuesto Nacional”. Este debería ser el texto que deberían estudiar los economistas argentinos, políticos, funcionarios, opinión pública en general. Juan Bautista Alberdi decía “el presupuesto es el barómetro que señala el grado de buen sentido y de civilización de un país”. No hay otra herramienta de cualquier gobierno que pretenda realizar una revolución copernicana en el país Lo demás es pura paparruchada.

Estimado Ing. Solanet, es necesario tomar el toro por las astas y ponerse a estudiar en serio la problemática pública argentina, sino seguiremos en el plano inclinado de la decadencia.

Afectuosamente.

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