Por Luis Alejandro Rizzi.-

No será fácil el desembarco de Isela Constantini en Aerolíneas Argentinas y Austral, pero los grandes desafíos son los que muestran la real estatura de los dirigentes.

Cuando en 1983 me hice cargo de la Gerencia General de Aerolíneas Argentinas, me fijé objetivos muy modestos. El principal, mantener a la empresa operativa sin requerir recursos del Estado, que por otra parte estaba virtualmente fundido.

El otro objetivo fue el de trabajar en conjunto con la gente, y para ese fin generalicé reuniones frecuentes de nivel gerencial que hacía en ciudades que elegía estratégicamente en el cabotaje.

Las reuniones regionales se hacían en San Pablo y las internacionales en Madrid.

El proceso inflacionario era implacable. La inflación que oscilaba en los dos dígitos por mes me impedía el desarrollo de una política laboral coherente, ya que los salarios eran materia de conflicto mensual y la capacidad legal de la empresa para ajustarlos estaba condicionado por el gobierno de cuya autorización dependía la justa actualización.

Lamentablemente, la mayoría de las veces el gobierno autorizaba el ajuste luego de paros que una vez por mes, cuando menos, afectaban su normal funcionamiento.

Encontré mucha gente valiosa y una minoría a la que poco y nada le importaba la suerte de la empresa. Tenía exceso de personal pero consideramos inoportuno intentar una reducción, por otra parte tampoco hubiéramos podido financiar un programa de retiros voluntarios.

La empresa arrastraba una deuda de U$S 1.000 millones que se incrementó por el devengamiento de intereses. La empresa era incapaz de generar recursos para afrontar ese pasivo.

La flota era comercialmente obsoleta, salvo los 737-200. Los 747-220 eran deficitarios, al igual que los 727 y los 3 F 28.

En ese sentido, la flota actual es más razonable y competitiva, aunque en los 737 hay diferencias de configuración.

Cuando intenté crear un nuevo sistema de gerenciamiento con participación del personal fui despedido. Mi idea era que la suerte futura de la empresa como fuente de trabajo dependería del interés del personal por mantenerla, lo que exigiría la renuncia a privilegios no justificables por la productividad de la empresa.

Isela Constantini encontrará algunos de los mismos problemas que debí afrontar hace más de 30 años, con la diferencia que tendrá un directorio conformado por ella, lo que le garantizará la coherencia que no tuve en mi gestión, ya que algunos directores parecían elegidos por la contra y se especializaban en alcahueterías.

Actualmente la empresa tiene un exceso nominal de 65 empleados por avión. Contando una flota operativa de 77 aviones, según un informe gerencial, el exceso de personal seria de cinco mil personas. No creo que este desajuste se pueda corregir en lo inmediato.

La productividad de los pilotos seria un 45% de la media en la industria.

La cosa se agrava con el hecho que Austral y Aerolíneas Argentinas deberían fusionarse de una buena vez, tarea que seguramente será uno de los objetivos de la nueva gestión.

Aerolíneas Argentinas a lo largo de su historia siempre fue deficitaria, pero también debe tenerse en cuenta que ningún intento de hacer transporte aéreo desde 1960 a la fecha tuvo éxito.

Obviamente, hay una cuestión de fondo que impidió el ejercicio de un gerenciamiento idóneo, aunque en ciertas etapas la empresa estuvo dirigida por un muy buen nivel gerencial.

Vista la cosa objetivamente, Aerolíneas Argentinas es una empresa inviable y arrastra vicios que tampoco se pueden corregir en 24 horas ni sin un fuerte respaldo político. Pero debemos tener en cuenta que tampoco se justificaría en este momento de la Argentina un conflicto social pro Aerolíneas Argentinas y Austral.

En definitiva, la nueva conducción deberá motivar al personal descreído que padeció en los últimos años de direcciones muy cuestionables.

El grupo Marsans terminó procesado y condenado en Madrid, amén de haber quebrado y haber sido favorecido en nuestro país por un concurso preventivo que he calificado más de una vez de fraudulento, pero que el Poder Judicial legalizó con el acuerdo del gobierno K que luego paradójicamente se apropió de la empresa.

La verdad, la señora Constantini está ante una misión imposible, pero si lo logra, el transporte aéreo argentino iniciará una nueva época.

En una próxima nota hablaremos de política aérea y desde ella anticipo de mayor libertad e integración latinoamericana. (Portal de América)

Share