Por Malú Kikuchi.-

Los piquetes, las marchas y las manifestaciones, nos tienen hartos. Los que nos hacen la vida imposible cortando calles, rutas, puentes y todo aquello que pueda molestar, en algunos casos con razones válidas para la protesta, en otras, no. Y nunca existen razones para cortar vías de comunicación.

Es simplemente una explícita declaración de guerra contra el gobierno. Ya hablan de “lucha”, palabra que en tiempos democráticos está de más. Los que han copado las calles “luchan” por desgastar al gobierno y de esa manera conseguir que se vayan antes de concluir el mandato.

Todo está armado y dirigido estratégicamente con ese propósito. Macri no es PJ, y el peronismo no admite de buen grado competencias gubernamentales. No son conscientes del desgaste que generan en la paciencia popular. Que está al límite.

Pero el desgaste actúa a dos puntas. La pregunta más escuchada hoy es: ¿qué hace el gobierno que no pone orden? Se sabe que en la ciudad el orden lo debe poner Rodríguez Larreta y en la Plaza de Mayo y todo su perímetro, la nación. El protocolo que anunciara hace ya un año la ministro de seguridad, Patricia Bullrich, con el beneplácito de la gente, nunca se cumplió.

La ciudad no aceptó el protocolo, pero la nación sí. Da igual, no se cumple. ¿Por qué? Quizás los fantasmas de Kosteki y Santillán asesinados el 26/6/ 2002 en la estación de Avellaneda, cuyas muertes apresuraron el llamado a elecciones por parte de Duhalde, hagan temblar al gobierno.

Es terrible que una manifestación termine con muertos y que esos muertos se le puedan atribuir al gobierno. Los muertos en fiestas electrónicas o en una misa ricotera, parecen menos muertos, no impactan tanto en la población. Pero lo inexplicable es que el gobierno, todo el tiempo, trate de complacer a personas que jamás lo votarán y deje de lado a aquellos que lo eligieron. Sin recordar que los votos no están atados a nadie.

No se puede gobernar con miedo. El coraje es imprescindible para gobernar, para tomar medidas que deben ser tomadas. La gente no admite el desorden permanente, no admite el ver cercenadas sus libertades constitucionales, entre ellas, la de circular. Nadie pide que se prohíban las protestas, también están entre las garantías constitucionales, se pide poder llegar a tiempo adonde se quiere llegar.

Hoy hay demasiados adelantos tecnológicos para asegurar que la policía, desarmada, solo con palos y carros hidrantes con pintura indeleble, filmados, televisados, custodiados por drones, puedan probar que si desgraciadamente hay un muerto, no se debe a las fuerzas del orden, sino a los mismos manifestantes que necesitan un muerto para voltear al gobierno.

¿Por qué el gobierno nacional, de ser posible también el de la ciudad, no le dan un golpe de timón a esta política desgastante de calles tomadas por opositores determinados a entorpecer el quehacer de la gente? ¿Po qué no enviar a la Federal, a la Metropolitana, a Gendarmería y Prefectura a disolver un corte de calles, a obligar a los manifestantes a hacerlo en las plazas o sobre las veredas?

¿Existe alguna ley, alguna ordenanza que prohíba a los gobiernos defender a sus ciudadanos del atropello que significa el no poder transitar en libertad? De no haberlas, ¿qué esperan para actuar? La gente está harta de los cortes, harta de los piquetes, harta de los paros, de los huelguistas, de los manifestantes. También está harta de un gobierno que prioriza “el arte de vivir” por sobre el orden que le debe a sus ciudadanos.

¿Será un consejo de Durán Barba? Hay que recordar que el ecuatoriano le hizo ganar a Macri tres elecciones, dos en la ciudad y la presidencia. Pero ganar elecciones no implica gobernar. Lo primero es indispensable para lo segundo. Pero lo primero no asegura lo segundo. Y por más buena voluntad que tenga el gobierno hacia los okupas de las calles, más respeto le debe al resto de la gente.

Para gobernar hay que tomar buenas mediadas, bien pensadas, no improvisar, poner por delante a la gente, y tener coraje. No todas las medidas son populares, ni simpáticas. Esas las toman a pesar de todo. Entonces, lo que falta es coraje. Y la Patria se hizo con coraje. La mayoría de los hechos se ejecutan con coraje. ¿No lo tienen? Imposible de creer. Asumir un gobierno en un país difícil como la Argentina, en tiempos pos K, requiere de coraje. Entonces, ¿qué pasa?

¿Están seguros de desgastar a los corta calles dejándolos actuar de acuerdo a lo que tengan ganas de hacer? Supongamos que sí, que esa es la idea. Y los van a desgastar. Pero al mismo tiempo y con la misma intensidad, se desgasta un gobierno manso y sin capacidad de reacción.

Nos prometieron un cambio. Desde el nombre de la suma de partidos que lo conforman, Pro, UCR, CC, Cambiemos fue una esperanza. Pero esta actitud de dejar hacer se parece demasiado a la de los K que no permitían “judicializar la protesta”. Y este gobierno prometió CAMBIAR.

Seguimos esperando. Y mientras esperamos, rezamos para que los okupas no consigan su objetivo y el gobierno, con coraje, gobierne.

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