Por Manuel Lichtenstein.-

En vísperas de celebrar nuestros primeros 200 años de Independencia, quisiera como hijo de inmigrantes, dibujar en un pantallazo lo que significa para mi, ex soldado conscripto clase 1924, este 9 de Julio que seguramente iluminará a muchos para chamuyar sobre esta circunstancia que nos enaltece y nos honra.

Recuerdo que echando una miradita hacia el pasado, cuáles fueron las ideas o conceptos de la mayoría de esos inmigrantes, mis viejos incluidos, que buscando la libertad, se refugiaron en esta bendita tierra.

Soy oriundo de La Paternal, barrio querido y permanentemente recordado por mí, cuna de reos, milongueros y de estrellas como los hermanos Gálvez, los hermanos Sandrini y también entre otros, el Pibe de La Paternal, el gigantesco Osvaldo Fresedo, y también poblado en su mayoría por inmigrantes que venían de una Europa envejecida y desquiciada, rajándose de la mala vida y de injustas explotaciones del hombre por el hombre.

En ese cambalache, se mezclaban en su afán de vivir y educar a los hijos que se venían, haciendo crecer a las familias, compuestos en su mayoría por gallegos, tanos y judíos de Polonia, y de la Rusia de los Zares con sus cosacos que se divertían en los pogromos asesinos.

Ellos fueron la fecunda simiente del nacimiento y desarrollo de un clase media, única en América y tal vez en el Mundo, muchos de ellos analfabetos o con conocimientos apenas elementales en su educación, pero que fueron los verdaderos pioneros que contribuyeron a consolidar la importancia de Argentina como un país de libertad, progreso y de prosperidad, que dieron como fruto que emergieran una cantidad de universitarios que devenían en profesionales, médicos, abogados, ingenieros, economista y militares que le dio a la Argentina un prestigio que trascendió a nuestras fronteras.

El conmemorar los 200 años de Independencia, nos obliga a reafirmar que nuestra República Argentina fue tal vez la obra mejor realizada por comunidades que buscando la libertad abrió los causes para que Argentina con el aporte de este envidiable crisol de nacionalidades y razas, refirmaran los postulados que iluminaron a los próceres que le dieron brillo a nuestra historia en el memorable Congreso de Tucumán, el 9 de Julio de 1816.

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