Por Hernán Andrés Kruse.-

En los últimos días recrudeció la interna en el oficialismo. El incendio se desató con la decisión del presidente de la nación de no invitar al ministro del Interior al encuentro que mantuvo, junto a Lula, con referentes del movimiento de los derechos humanos. Llamó poderosamente la atención semejante demostración de desprecio de Alberto por Wado de Pedro, cuyos progenitores sufrieron las consecuencias del terrorismo de estado. Fuentes cercanas al ministro confirmaron su enojo por el destrato al que lo sometió el presidente porque consideró, con razón, que la reunión estaba muy ligada a su historia personal. Además, dichas fuentes expresaron que no se pueden mezclar historias personales como la del ministro con especulaciones electorales, porque quien lo hace carece de códigos.

La reacción del albertismo no hizo más que echar más leña al fuego. Por un lado, la portavoz presidencial Gabriela Cerruti aseguró que habló con el ministro, quien negó haber afirmado semejante cosa. Para la periodista se trató de un invento del periodismo opositor para perjudicar al gobierno. Por otro lado, el ministro de seguridad, Aníbal Fernández, desmintió a su colega. Sintetizó su postura preguntándose desde cuándo el presidente de la nación debe darle explicaciones a un subalterno como De Pedro. Luego consideró que si el ministro no se siente cómodo en el gobierno que presente su renuncia. “Lo que hay que aclarar es que de una vez por todas hay que dejarse de embromar, los presidentes peronistas son elegidos por la voluntad popular, nunca ha sido de otra manera. Y cuando el presidente peronista ejerce, si no gusta, hay que cerrar el pico y ponerse a laburar”, sentenció.

Otra funcionaria cercana al presidente embistió contra De Pedro. Victoria Tolosa Paz consideró que se está adentro o se está afuera del gobierno. “Si no nos sentimos contenidos deberíamos dar un paso al costado”, remató. La respuesta del cristinismo llegó al instante. María Teresa García, senadora bonaerense del FdT, expresó: “No entiendo, Tolosa Paz. ¿Adentro o afuera de qué? Creo que todos trabajamos para sacar al país adelante. No me parece responsable su consideración sobre Wado de Pedro”. Por su parte, Florencia Saintout manifestó: “Atacar a Wado pensando en la campaña electoral propia es lo más antiperonista que hay”. “Primero la patria, después el movimiento y por último las personas, te lo repito porque parece que nunca lo entendiste” (fuente: Página/12, 29/1/023).

Intentando calmar las aguas, el ministro del Interior expresó en su cuenta de Twitter (fuente: Perfil, 30/1/023): “Desde hace días se inició un revuelo mediático sobre una situación interna del gobierno. No es mi intención seguir abonando a esa polémica”. “Los que tenemos responsabilidades políticas debemos aportar sensatez, porque hay cosas más importantes en juego: seguir recuperando la economía, mejorar el poder adquisitivo de las y los argentinos y resolver los problemas de la gente”. “Sólo así lograremos ofrecer soluciones para que los que hicieron tanto daño, los que endeudaron el país y multiplicaron la pobreza, no vuelvan a gobernar”.

Horas más tarde habló Andrés Larroque, dirigente de La Cámpora y vocero de la ex presidenta (fuente: Perfil, 31/1/023). Entrevistado por La Tecla, aseguró que el presidente minimizó el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Kirchner: “El tema fue licuado por los grandes medios de comunicación y la oposición tuvo alguna primera postura de condena, pero después también se sumó a la lógica de minimizar el hecho. Y, lamentablemente, creo que también el presidente Alberto Fernández participó de esa licuación. Y esto es muy grave”. Sin embargo, afirmó la necesidad de seguir apostando a la unidad: “Nosotros no podemos condenar la unidad por los equívocos que ha tenido el presidente. Creo que hay que seguir apostando a la unidad. Me parece que no hay que confundir esta situación, que no podría calificar de cierta ingratitud y poca inteligencia también, porque a Alberto se le dio una oportunidad muy grande y confundió cómo debía ser su vínculo con Cristina y su rol”. “Cristina fue muy inteligente en ceder el encabezamiento del frente para poder constituirlo al sector moderado que representaba Alberto. Y Alberto gobernó como si él expresara al sector mayoritario de la coalición. Ahí hubo un gran sentido de irresponsabilidad. Eso alteró la lógica fundacional y desde ahí no nos pudimos recuperar nunca más”.

Como era de prever, acaba de comenzar en el FdT una encarnizada lucha por las candidaturas a presidente. Todo comenzó cuando Cristina Kirchner anunció por televisión que desechaba cualquier candidatura. Sus palabras sacudieron fuertemente al oficialismo porque todos saben que ella es la única referente del FdT capaz de pelear seriamente por la presidencia. Al provocar semejante vacío el FdT se convirtió en un conventillo insoportable. Alberto Fernández decidió lanzarse a la aventura de la reelección, pese a los números desfavorables que le señalan todas las encuestas. Pero su decisión es entendible ya que para él sería una vergüenza bajar los brazos antes de luchar. Su decisión de no invitar a De Pedro a la reunión con Lula y los organismos de derechos humanos es electoral. Su intención fue provocar un cimbronazo dentro del FdT y lo consiguió. El problema es que muy pocos salieron a defenderlo. Su soledad es cada día más profunda.

El fin de semana pasado El Informador Público publicó un artículo de Carlos Tórtora en el que afirma que Alberto y Massa habrían sellado un acuerdo tendiente a aislar a Cristina Kirchner. Mi primera reacción luego de su lectura se traduce en la pregunta que hace de título a esta nota: ¿El FdT ¿quiere seguir en el poder a partir del 10 de diciembre próximo? Porque si Alberto y Massa creen realmente que están en condiciones de garantizar la continuidad del FdT en el poder prescindiendo de la fuerza electoral de Cristina, cometen un error de cálculo propio de principiantes. Rápido de reflejos el ministro de Economía se reunió anoche con Máximo Kirchner, Kicillof y un buen número de intendentes bonaerenses del FdT con la mirada puesta fundamentalmente en las elecciones venideras de la provincia de Buenos Aires. ¿Y Alberto? Como político experimentado que es sabe perfectamente que no puede prescindir de Cristina para competir electoralmente. Después de todo, está donde está por decisión de Cristina. Larroque se lo acaba de recordar.

Anexo

De aquí al 10 D

El lunes 10 de diciembre se decidirá en buena medida la suerte de la Ley de Medios. La norma kirchnerista destinada a democratizar la palabra, a permitir que la opinión pública escuche y mire diferentes voces y caras. La Ley de Medios persigue el fin de los monopolios mediáticos que fueron impuestos en nuestro país por grupos económicos muy similares a la organización delictiva comandada por “mi sangre”. Símbolo de la década menemista, el multimedios atenta contra la libertad de expresión ya que enerva cualquier intento de crear un medio de comunicación alternativo.

El Grupo Clarín es la nave “insignia” de los multimedios en el país. Hay otros, como el Grupo uno, no tan poderosos como el Grupo Clarín pero igual de deletéreo para la libertad de prensa. El multimedios comandado por Daniel Vila y José Luis Manzano se apoderó de buena parte del negocio comunicacional de la provincia de Santa fe a fines de la década del noventa. Su emblema es el decano de la prensa argentina, “La Capital” de Rosario. El histórico diario de la familia Lagos se desmoronó económicamente cuando promediaba la segunda presidencia del metafísico de Anillaco. Hubo varios interesados en adquirirlo, entre ellos La Nación, pero finalmente los Lagos cedieron ante el “ímpetu” de Vila-Manzano. A partir de entonces, el dúo dinámico se adueñó del poder comunicacional de Rosario. Las más importantes radios y el canal 5 también pasaron a ser propiedad del Grupo Uno.

Con una población de un poco más de un millón de habitantes, el mercado de comunicaciones quedó atrapado en la red de Daniel Vila y el ex ministro del Interior. A partir de entonces, quienes accedían a la gobernación de la Bota, a la intendencia de Rosario y al resto de las intendencias y comunas, no tuvieron más remedio que “negociar” con el Grupo Uno “la gobernabilidad”, es decir, la promesa del multimedios de no triturarlos políticamente a cambio de “favores económicos”. De esa forma, la clase política santafesina quedó a merced de la amenaza de extorsión del multimedios. Como ningún político hubiera sido capaz de soportar una campaña del multimedios en su contra, la relación entre el Grupo Uno y la clase política siempre fue óptima.

Mientras tanto, el panorama que se le presentó a los periodistas fue claro y contundente: trabajar para el multimedios o trabajar en alguna FM ajena al Grupo Uno condenada a competir con las FM “manzanistas”. En materia televisiva, salvo “Nadie sabe cómo” (Televisión Regional), el resto de los programas políticos reciben “favores económicos” del poder político oficial. Ahora bien, lo que acontece en Santa Fe se reitera en el resto de las provincias. Si en la Bota, una de las provincias más relevantes del país, pasa lo que pasa en materia de “periodismo independiente”, en feudos como San Luis, Chaco, Formosa, etc., los periodistas no deben ser otra cosa que siervos de la gleba.

Emerge en toda su magnitud lo que está en juego el 10 D, día en que comenzaría a tener vigencia el artículo 161 de la Ley de Medios. El 10 de diciembre supuestamente se materializaría el proceso de desinversión ordenado por una norma que fue votada hace tres años por la casi totalidad de las fuerzas políticas con representación parlamentaria. El gobierno nacional tiene delante de él un poderosísimo enemigo. El Grupo Clarín no cederá fácilmente a la embestida cristinista. La considera una afrenta intolerable y hará todo lo que esté a su alcance para torcerle el brazo a la presidenta de la nación. Sus mastines periodísticos machacan continuamente que lo que está en juego es la libertad de prensa. Mentira: lo que está en juego es la defensa de los intereses de un multimedios cuyo nacimiento se tiñó de sangre. Sin embargo, la oposición política repite como un loro ese mensaje: “¡hay que defender a Clarín porque la libertad de prensa está amenazada por un gobierno despótico e impiadoso!”

Patético, realmente. Nunca hubo en la Argentina tanta libertad de prensa como ahora. El grueso de los programas políticos nacionales por cable es opositor al gobierno nacional. Casi todos sus invitados no se cansan de despotricar contra Cristina, la villana perfecta. Antiguos kirchneristas como Julio Bárbaro y Alberto Fernández descargan delante de la pantalla toda su bronca contra una presidenta a la que no le perdonan nada. Periodistas de una extensa trayectoria como Alfredo Leuco, Jorge Lanata, Magdalena Ruiz Guiñazú, Pepe Eliaschev y Nelson Castro, entre otros, compiten entre por mostrarse como el más enemigo del gobierno nacional. En su afán por demostrar que son más anti K que Mariano Grondona, caen en el ridículo (el reciente artículo de Ruiz Guiñazú en La nación sobre Sábato y el “Nunca Más” no hace más que corroborarlo). Dicen lo que quieren y, sin embargo, se quejan por el “afán del gobierno nacional en cercenar la libertad de expresión”.

De aquí al 10 de diciembre no habrá tranquilidad en la política argentina. Ayer -miércoles 31 de octubre- el parlamento fue escenario del ánimo crispado de la oposición. En la Cámara de Diputados, la totalidad del arco opositor se retiró indignado por considerar “ofensivas” las palabras de Andrés Larroque, diputado nacional camporista. Los diputados y diputadas nacionales de la oposición no soportaron que Larroque los acusara de ser siervos del Grupo Clarín. Como dijo en su momento Serrat, la verdad no ofende sino que no tiene remedio. El abandono opositor casi hace naufragar la sesión donde se estaba tratando el voto joven. Finalmente, la norma que consagra ese importante derecho fue aprobada por el Frente para la Victoria y sus aliados incondicionales. Afuera del recinto, Gil Lavedra y Alfonsín se presentaban delante de la cámara de TN como víctimas del “atropello incalificable” de un gobierno que no trepida en “aplastar el disenso” para imponer su voluntad. Alfonsín llegó incluso a tildar de “fascista” a Larroque. Mientras que en el Senado, unos dichos de Diana Conti fueron interpretados por los senadores opositores como una apología de la re-re de Cristina. Tal como hicieron sus colegas en Diputados, aprovecharon la cámara de TN para asegurar que 28 senadores nacionales jamás votarán por una reforma constitucional que consagre la re-re. Fue patético ver al efímero presidente Rodríguez Saá presentándose delante de la televisión como un abanderado de las instituciones de la república. Mientras tanto, numerosos barrios de la CABA y del conurbano sufrieron la dura embestida del temporal de las últimas horas, ante la indiferencia cruel de la clase política.

Lo que aconteció en el Congreso en las últimas horas es apenas el aperitivo de la gran comilona del 8 N. Ese día los caceroleros prometen inundar de gente las principales arterias de los grandes centros urbanos del país. Los mueve una de las pasiones más fuertes del hombre: el odio. Odian a Cristina, al gobierno que encabeza, al progresismo; odian a todo lo que no sea como ellos, en suma. De paso, son funcionales a los intereses del Grupo Clarín. Nada mejor para doña Ernestina y sus mastines que “la gente” esté con bronca, insulte a la presidenta, salga a la calle para vociferar consignas contrarias a la convivencia civilizada. Cuanto mayor sea la bronca, mejor para el Grupo Clarín. El objetivo es debilitar a Cristina todo lo que sea posible para que el 10 D no tenga fuerzas para imponer el artículo 161 de la Ley de Medios. Mientras tanto, el 20 N el sindicalismo anti K hará un paro general de actividades en repudio al gobierno nacional. Hugo Moyano se ha transformado en el enemigo número 1-al menos, eso pretende-de Cristina y está convencido de que haciendo las clásicas demostraciones de fuerza del sindicalismo peronista conseguirá doblegar a la presidenta. Finalmente, el 10 D debería ser una jornada de júbilo para la democracia. Empleo el potencial porque sinceramente pongo en duda la capacidad del gobierno nacional de lograr que el Grupo Clarín efectúe el proceso de desinversión ordenado por la Ley de Medios. A Cristina le sobran convicciones, no sé si posee la fuerza política suficiente para doblegar al multimedios.

He aquí la manera en que se desenvuelve la política vernácula. Hay crispaciones por doquier: en el parlamento, en los medios, en el gobierno. Todos están muy nerviosos. La oposición sólo se une para arremeter contra algo que no existe. Que yo sepa, CFK nada ha dicho hasta ahora sobre la re-re. De presentar al pueblo un plan de gobierno alternativo y superador al del gobierno, ni hablar. Cree la oposición que haciendo buena letra frente al Grupo Clarín hará una buena elección el año que viene. Por su parte, Cristina sigue gobernando. Con sus luces y sus sombras, ejerce el poder. Entre las materias pendientes sobresalen la inflación y la inseguridad. Como la oposición nada dice sobre la inseguridad y en relación con la inflación es partidaria del ajuste perpetuo, lo mejor que les puede pasar a los argentinos es que CFK gobierne por mucho tiempo. Porque entre los perritos falderos de Clarín y Cristina me parece que la única opción válida hoy sigue siendo CFK, aunque los caceroleros se nieguen a reconocerlo.

(*) Publicado en Redacción Popular el 3/11/2012.

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