Por Elena Valero Narváez.-

El apoyo de la gente puede brindarse a ciertas autoridades, al régimen de gobierno o al orden constitucional.

El porcentaje de sufragantes que apoya a Cristina, como antes a otros liderazgos populistas en del pasado, lo hace por fuertes lazos de lealtad y afecto. No necesariamente por ventajas específicas. Tiene que ver, entre otros motivos, con la socialización política de sumisión que se ha practicado desde el Estado durante años, al liderazgo de tipo autoritario.

Se ha creado un sentimiento de legitimidad, de reconocimiento de un período de bienestar en los primeros años del gobierno de Néstor Kirchner, que ciertamente tuvo que ver, en gran medida, por las reformas efectuadas durante el gobierno del ex presidente Menem y por los excelentes precios de los commodities. De esta forma, las tensiones sociales no se manifiestan groseramente contra Cristina Kirchner aún cuando las frustraciones a las que se hallen sometidos esos sectores sean varias, como en la actualidad. Las encuestas lo atestiguan: Cristina ya tiene el apoyo necesario para perturbar al gobierno desde el Congreso, aunque votarla sea embarrar la matriz de la cultura occidental, economía de mercado, derechos individuales y democracia.

Por otro lado el presidente Macri tiene a su favor que se lo identifica con el sistema político democrático y republicano. Cristina y sus adláteres han demostrado que aprovechan el sistema para alcanzar el poder para luego socavarlo desde su posición de autoridad, tal como lo hizo Perón de quién han aprendido mucho.

Pero, una porción de quienes votaron por el actual Gobierno, están desilusionados porque no se ven los resultados prometidos en la campaña anterior. La causa es que se ha aumentado significativamente el gasto público, por lo cual no se ha reducido la inflación y el país se ha endeudado peligrosamente .En busca de mayor apoyo en la provincia de Buenos Aires no se han hecho las reformas estructurales que se necesitan con urgencia para generar inversiones. Sin producción y acumulación de capital no hay milagros.

Quienes detestan todo lo que huela a kirchnerismo van a votar a sus candidatos con la nariz tapada. Esa es la realidad que se palpa en la calle. Incluso existen grupos que anteponen la desilusión a que vuelva Cristina al Congreso y apoyarán a candidatos sin ninguna chance.

Lo cierto es que el Gobierno actual ha avanzado mucho en fortalecer la democracia. La opinión pública ha sido re institucionalizada, se intenta mejorar el funcionamiento del mercado del voto, de la Justicia, y el sistema de partidos ha comenzado a insinuarse a pesar de los grupos anti sistema que intentan desestabilizar.

El gobierno de Macri ha debido esforzarse para alcanzar sus objetivos de lograr mayor apoyo para gobernar. Éste siempre amenaza con descender si no son obtenidos beneficios y ventajas específicas. La sociedad exige, con mayor firmeza, si el gobierno no es peronista, que las demandas sean atendidas. Es un problema que, según informan, no han tenido más remedio que subsanar lo más rápidamente posible, con mayor gasto público, y sin grandes resultados.. Es necesario que el Gobierno vea, con anteojos de aumento, cuáles demandas mejoran el ambiente, al sistema democrático y cuáles crean a la vez más apoyo o lo disminuyen.

Las medidas que incrementan las asignaciones y subsidios dan la impresión que se hace algo pero en realidad sólo son parches. En pos de una buena imagen de los sectores más necesitados no mejoran la economía sino que aumentan el déficit.

Como es imposible satisfacer las principales demandas económicas, el descontento y la hostilidad, aunque en grados desiguales, se manifiestan en diferentes sectores sociales.

Es por eso que la obra pública fue encarada por el gobierno actual para lograr el apoyo necesario en las próximas elecciones. Tal vez fallan en la manera de comunicar a la gente lo que se está haciendo en su beneficio. Es cierto- aunque a muchos nos gustaría que tuviera más participación la actividad privada- que la obra pública se está realizando en serio y sin la corrupción manifiesta en el gobierno anterior.

Una dificultad que se nota es que avanzan y retroceden sin poder tomar las medidas necesarias para lograr apoyo suficiente y encarar respuestas de reajuste y correcciones a las decisiones del gobierno anterior o incluso abstenerse en actuar en ciertas ocasiones. Por eso la conducta del Gobierno a veces se torna vacilante o azarosa, como la de intervenir o no en pro de despejar tumultos y piquetes. ¿Les falta aptitud para procesar la información que reciben de la sociedad o es la ideología, voluntad, falta de recursos o incapacidad política para poder utilizarla?

Además de no prevenir los hechos que pueden crear tensiones y disminuir el apoyo político a su gestión, no se ven grandes adelantos en resolver los problemas de fondo. Uno importante es acertar en las medidas tendientes a crear las condiciones para crear riqueza donde no la hay.

El Gobierno debe fijar objetivos, auto transformarse, adaptarse de manera creativa, evaluar y actuar constructivamente para evitar tensiones, amoldar las demandas y el apoyo a los fines y deseos de los miembros de la sociedad en la medida que lo permitan los conocimientos y los recursos. Enfrentar constructivamente los problemas.

El presidente Macri, para lograr apoyo, debiera hacer desaparecer las condiciones que generan las demandas sociales y para ello no posponer las reformas estructurales pendientes. Si va a endeudarse, por ejemplo, jugarse a bajar los impuestos para que no obligue a quienes quieren invertir a hacer la plancha y aliviando, de esta forma, la situación económica de la gente.

Si no hay generación de riqueza no se podrá pagar la deuda. Y sin reforma laboral, comercial e impositiva no hay solución en Argentina. Brasil, con todos los problemas que tiene, está dando el ejemplo.

Los partidos y líderes de opinión sirven para dar una síntesis arquitectónica a las demandas de modo de hacer un programa viable. Hay que abandonar definitivamente la conducta de “prometer no es cumplir” típica de los demagogos.

Seguir intentando -lo hizo el ex presidente Menem- para ampliar la base de apoyo, acercar a los sindicalistas al rumbo del gobierno. De esta manera se reducirán las demandas y habrá un clima lo suficientemente tranquilo para pensar en gobernar más que en las elecciones.

Tal vez anunciar y explicar a la sociedad un buen plan de Gobierno antes de las elecciones no sería una mala idea para que vuelva la confianza y la esperanza. No olvidar que la corrupción -será la base de la campaña- se genera en el poder. Achicar el Estado es la solución para morigerarla. Muchos somos los que deseamos dejar de girar en un círculo vicioso…

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