Por Jorge D’Amario Cané.-

“¿Quieres dejar de pertenecer al número de los esclavos?
Rompe tus cadenas y desecha de ti todo temor y todo despecho.”
Epicteto (50-135), filósofo grecolatino.

Argentinos: el pueblo que acepta, silenciosamente, todo lo que decide su gobierno, es un pueblo cautivo del Estado, es un esclavo y un rehén. Es un pueblo esclavo y rehén de los Gobiernos que, con el andar del tiempo y probada la cobardía de los ciudadanos al tolerar todo sin chistar, demuestran que es un pueblo cobarde.

La cobardía es la primera muestra de sojuzgamiento de una sociedad que no tiene la capacidad de reaccionar ante los abusos, los atropellos, la corrupción, la burla y la prepotencia del Estado, quien considera al soberano, una masa informe de autómatas, serviles, obedientes e inútiles seres, conjunto de pavotes que sólo sirven para aplaudir. Sólo vean los actos transmitidos por la Cadena Nacional de la diatriba y la falsedad por el Canal Público. Observen cuántos lanares aplauden aprobando las estupideces que se desgranan desde la pantalla del Canal que es del pueblo argentino y no propiedad del impresentable proyecto “nacional y popular”. Y cuántos más se divierten cuando la presidenta se mofa de la Constitución y de los argentinos, bailando como caribeña el Himno Nacional Argentino.

La culpa es nuestra porque hemos dado claras muestras de que somos un pueblo tan obediente y servil, que, de nosotros, lo único que sirve es la lana.

Los argentinos, en síntesis, somos un pueblo muy manso, siguiendo como rebaño a la oveja madrina.

El nuestro es un pueblo con una mayoría de mediano nivel intelectual, que sólo tiene espaldas para soportar los aumentos de los productos comestibles, el transporte, la medicina privada, la escuela particular; que puede tolerar hasta el infinito los discursos políticos, las cadenas nacionales con una presidenta que aparece siempre interrumpiendo la tranquilidad de los argentinos a la hora de la cena, que miente descaradamente porque pareciera carecer de sangre en su cara, porque no se pone colorada nunca cuando miente diciendo que estamos hoy mejor que en el 2001… Que el nivel de pobreza en la Argentina, es inferior al de Canadá, Alemania y Suiza.

Seguramente, la presidenta tiene razón. Ella y el grupo de facinerosos que la acompañan, estarán mejor que en el 2001, porque, desde entonces, pudieron moverse libremente hasta armar una estructura peligrosa que les permitió llegar al Poder, abusar de él y desde el cual se transformaron en opulentos corruptos, poderosos políticamente e impunes como en cada gobierno que maneja todos los estamentos del Estado, incluso la Justicia, con jueces permisivos, que saben cajonear los expedientes que comprometen a los funcionarios del Estado y consiguen la inmunidad de todos los ladrones con cargos oficiales que han delinquido a la vista de todos, pero que finalmente terminan sobreseídos por los argumentos inexplicables de las leyes laberínticas, en las que esta pléyade de descarriados, circula mientras se enriquecen y sonríen preparándose para continuar en el poder del país aunque haya otro presidente.

Mientras tanto, el pueblo, estupidizado por el histrionismo y la verborragia presidencial, sigue creyendo y apoyando una gran mentira desde el relato falseando los hechos que conformaron la verdadera historia nacional, de quienes se dicen peronistas y fueron los responsables de los crímenes acontecidos por aquellos años, y del derrocamiento de Juan Domingo Perón, a quien dicen “representar” ideológicamente.

Ellos son los que formaron parte de los jóvenes imberbes que elevaban las voces y accionaban violentamente en favor de la “patria socialista”, en desmedro de la “patria peronista” que el propio Perón pugnaba por establecer.

Estos chiquilines de entonces, irrespetuosos e ignorantes de la historia peronista, son los que hoy pretenden cantar la marcha, que no conocen y que luchan para que el actual desgobierno de Cristina Fernández, autodefinido erróneamente como peronista, siga atornillado al Poder, aunque pretendan mantener a un felpudo en su lugar, que llevará a los actuales delincuentes del Poder, escondidos a sus espaldas y gozando de una impunidad irrespetuosa e intolerable, y sosteniendo un escudo protector hasta 2019. No hay duda de que el actual gobierno es el causante de la degradación social, política, cultural y financiera más escandalosa de que se tenga memoria en nuestro país. Estos peronistas de cartón, argentinos vende patria, son los que tararean el Himno Nacional, porque no aprendieron la letra.

Perón los echó de Plaza de Mayo; no pueden ser peronistas porque no conocen ni han leído los libros de Juan Domingo Perón. Tampoco son peronistas, porque Perón quería la paz y ellos querían seguir en guerra, como lo demostraron desde siempre. Debieran darle un relato correcto, no mentiroso del fundador del Partido Peronista al que usan como les da la gana. Este desgobierno, tiene toda la valentía y el desprejuicio, al que no se le anima el pueblo lanar de la Argentina.

Se habla de la década “ganada”, porque la testarudez y la desvergüenza han llegado a límites irrazonables, totalmente desmedidas, donde el desgobierno opresor argentino apela a todas las artimañas posibles para seguir detentando el Poder: miente con la inflación, miente con el porcentaje de pobres, miente con el PBI del país, miente anunciando obras que se inauguraron entre tres y cuatro veces, miente con los ferrocarriles 0 Km. Esconde los convenios con los chinos en la cesión de las 200 hectáreas del Neuquén y seguirá mintiendo cuando los rusos lleguen a nuestras playas y tengan las mismas prebendas que los chinos., y que, en nombre de la justicia, nombre de apuro a decenas de funcionarios adeptos en la Justicia, en todas las Fiscalías para asegurarse la inmunidad y la libertad cuando se les acabe el período de gobierno. Esta también es la década de la persecución más férrea de la AFIP a los ciudadanos, a las Pymes y a las empresas argentinas que trabajan para alimentar los bolsillos de Echegaray y su Pléyade de funcionarios protegidos de cualquier investigación futura.

Ésta, en realidad, ha sido la década recaudatoria, persecutoria y opresora, donde se afirmó que los que trabajan y ganan bien, deben ser castigados con el Impuesto a las Ganancias, como si el sueldo, fuera un negocio, donde todos deben estar blanqueados, mientras el propio Estado, tiene decenas de empleados estables que permanecen en negro.

Ésta es la década de la infamia, de la corrupción y del atrevimiento más supino, donde la Constitución Nacional no es leída ni respetada por nadie igual que se hace con la Biblia. Ambas han quedado arrumbadas en los rincones, alejadas de la mente y del corazón de los ciudadanos argentinos.

Este país decrépito es el paraíso de los vagos, de los ladrones, de los prepotentes, de los malhechores de todas las clases sociales, que están concientes de que para ganar dinero hay que ser traficante no siendo el trabajo el signo que identifica al ciudadano argentino. Sobran por todos lados, individuos que viven pendientes de un plancito social que no es más que una limosna miserable y denigrante, con la cual sobreviven durante el mes y cada 30 días van con la tarjetita de débito a un Cajero para retirar las migajas que les permiten seguir subsistiendo.

Allí está el único secreto de los votos que sostienen a este verdadero mamarracho nacional y popular, que no tiene patria, que no tiene dignidad, que no enseña con buenos ejemplos a nuestros jóvenes a trabajar para ganarse el sustento, como en otros tiempos, como si esa fuera la fórmula milagrosa que nos ayude a seguir creciendo como país.

Ahora, para subsistir hay que vender droga envenenando a los chicos, hay que atentar contra los viejos, hay que matar a los inocentes, hay que asaltar a los indefensos, hay que asesinar y violar miserablemente a las mujeres, hay que sostener en las manos un arma en lugar de sostener una pala, un martillo, una cuchara de albañil o un libro. Cristina Kirchner ha instaurado en la Argentina, los tiempos de la dignidad ausente, del respeto perdido, de la vagancia consuetudinaria.

Los argentinos que trabajamos somos esclavos y rehenes de los caprichos de una estructura política y económica sólo creada para aplastar a las fuerzas del trabajo y tendiente a la disgregación del país que ya está comenzando con la presencia de los chinos en la Provincia del Neuquén y pronto seguirá con los rusos y la Patagonia Argentina.

Por todo esto, el pueblo argentino, domesticado e hipnotizado por tanta basura, utiliza para protestar las redes sociales porque es gratis y donde puede decir todo lo que siente, aunque la Agencia Federal de Inteligencia (ex SIDE) los vigile.

El pueblo argentino ha tomado las redes sociales, pero ha abandonado su lugar en las calles y los caminos de la Patria.

Share