Por Luis Alejandro Rizzi.-

Tuvimos, entre 1955 y 1983, 18 años de gobiernos del “Partido militar”, mixtura de civiles y militares. En los civiles se cedía el manejo de la economía y los militares ejercían, a su manera, la política, que obviamente sostenía las políticas económicas. Adalbert Krieger Vasena y Jose Martínez de Hoz fueron “ministros símbolos”.

No lograron los resultados esperados y quedó demostrado que “la inflación y el dólar” no eran problemas, sino “cuestiones” que respondían paradojalmente a las debilidades institucionales de los gobiernos del “Partido militar”.

En los gobiernos puramente civiles, los de 1983 en adelante, sólo se logró estabilidad durante un breve lapso del “Plan Austral” y los años de la convertibilidad.

No podemos negar que en este lapso iniciado en 1983 las fuerzas armadas quedaron al margen de la política, y agregaría hasta maltratadas por la política. Hoy militarmente somos un país vulnerable.

Es cierto, la institucionalidad formal, fue insuficiente para generar “progreso social”, ocurrió todo lo contrario y no se pudieron resolver las cuestiones de la inflación, de la escasez de dólares, que no dejan de ser la misma cuestión.

Sin embargo, con el gobierno de Javier Milei, parecería que por fin el PARTIDO MILITAR encontró la fórmula, manteniendo la formalidad institucional, pero vaciándole su contenido, recurriendo al veto y los DNU.

No podemos negar que este rigor “autocrático” es su carta de crédito que la gente, según las últimas encuestas, vuelve a ponderar afirmativamente.

En simultáneo, se aleja de los partidos políticos, que en 1994 pasaron a ser instituciones de la democracia republicana.

En varios países “occidentales” se está produciendo un giro a la derecha, que es una derecha con matices o toques liberales, que parecería dejar de lado su tradicional vocación “estatista”.

Un ejemplo. Hace unos años era impensable pensar en una YPF o Aerolíneas Argentinas privada; para el nacionalismo o la derecha, hoy ocurre lo opuesto.

Se perdió la fidelidad partidaria y hoy muchos gobiernos responden, aunque a partidos tradicionales como en España, en verdad la gente elige entre coaliciones con postulados confusos, que se enuncian de modo ambivalente, como para poder justificar lo blanco o lo negro.

En verdad, lo que está en crisis es la forma “republicana democrática partidaria”, que hoy perdió su característica esencial; no es representativa o no se la percibe como tal.

Lo que está en crisis es que los sistemas políticos perdieron su capacidad de mandar, como lo explicaba Ortega, hoy no se sabe mandar, la gente no tiene a quién obedecer y en ese punto se confunde la sutil diferencia entre obedecer o someterse. La primera es crítica, la segunda es obsecuencia. Hay obsecuentes por convicción, son los apoyos más débiles.

Javier Milei “manda». Podemos discutir si manda bien o mal, pero manda, asumió una jefatura. Con sólo eso, satisface a un segmento importante de la sociedad.

Milei logró armar, con el nombre de “LLA”, el partido militar, civil y democrático; llegó ganando la elección de 2023, desde el primer minuto de su gestión comenzó a mandar.

La certeza de su mando es lo que está generando este veranito, apreciación del peso, baja de la inflación, baja del riesgo país, baja de la brecha entre el dólar oficial y el libre, en una palabra, se genera “esperanza”.

Milei debe tener presente que el gobierno del Partido militar de 1976 a 1983 fracasó, porque perdió en su oficio, “la guerra”; lo demás vino por añadidura.

Si Milei, perdiera en su oficio, que es “la economía”, fatalmente caería, sea en elecciones o por juicio político.

En definitiva, las naciones no prosperan por la sustentabilidad o firmeza institucional, sino por la eficacia de los gobiernos y las autocracias, hoy parecen ser más efectivas.

Hasta ahora no podemos negar: a Milei le va mejor de lo que pensábamos.

En el barrio diríamos, “…che, este tipo la está embocando”.

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