Por Hernán Andrés Kruse.-

El viernes 13 por la mañana ingresó formalmente a la cámara de Diputados el pedido de juicio político a los miembros de la Corte Suprema impulsado por el gobierno nacional. El fundamento de esta decisión es el siguiente: “En tiempos recientes hemos sido testigos de una inadmisible degradación del sistema institucional de nuestro país, que pone en jaque el sistema republicano de división de poderes. Ello ha ocurrido principalmente por los hechos y las acciones tomadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación” (fuente: Página/12, 13/1/023).

Los puntos centrales del pedido de juicio político a la Corte son los siguientes (fuente: Página/12, 13/1/023):

“La acusación contra los supremos es por mal desempeño, en base al artículo 53 de la Constitución Nacional.

Se afirma que los últimos fallos de la Corte sobre la coparticipación federal y aquel que retrotrae el funcionamiento del Consejo de la Magistratura ponen “en jaque al sistema republicano de división de poderes”, dejan “en riesgo” al estado de derecho y “afectan seriamente la gobernabilidad y estabilidad institucional”.

“La Corte Suprema de Justicia de la Nación integrada por los doctores Horacio Rosatti, quien ejerce la presidencia del cuerpo, Carlos Rosenkrantz, Ricardo Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda, ha realizado arbitrarios ataques sobre las facultades constitucionales asignadas al Poder Ejecutivo Nacional y al Poder Legislativo Nacional”, dice el texto.

Señala que en el fallo sobre la coparticipación, los cuatro integrantes del tribunal dictaron “una arbitraria sentencia que pone en jaque la repartición federal de los recursos que integran el erario público nacional, afectando de manera directa a las provincias y generando un irreparable desequilibrio entre éstas y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”.

También cita los chats que desataron el escándalo institucional dentro del Poder Judicial y que revelaron la relación directa de miembros íntimamente allegados a la Corte con funcionarios de Juntos por el Cambio en el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. “Los chats publicados ilustran que Robles, en representación de Rosatti, indicó a D´Alessandro cómo debía proceder la alianza opositora en el Congreso de la Nación, a los efectos de poder obtener de esa ilegal manera una mayoría propia en el Consejo de la Magistratura”, afirma el proyecto.

“Es claro que Rosatti, en su inconfesable vocación cesarista, ha diseñado una maniobra arbitraria e ilegal según la cual (…) asumió en primer lugar y de forma irregular la presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación; posteriormente, tomó por asalto el Consejo de la Magistratura, órgano de carácter constitucional, a través de un fallo judicial que resucitó una ley expresamente derogada por el Congreso de la Nación y, finalmente, a través de otros fallos y acordadas manipuló la integración del Consejo a los efectos de obtener las mayorías que le sean beneficiosas”, dice el proyecto.

Además, se menciona una frase lanzada por Rosatti en el discurso de cierre del XXII Encuentro de Jueces de Tribunales Orales. Allí el presidente de la Corte expresó que toda reforma del Poder Judicial de la Nación deberá contar, necesariamente, con la aquiescencia de ese Poder, algo que los diputados oficialistas interpretan como “una amenaza y un condicionamiento a los otros Poderes gubernamentales”.

Entre los cuestionamientos a los jueces también están el fallo para declarar aplicable el cómputo conocido como “2 por 1” para un represor y una serie de “incumplimientos y desmanejos” en la Obra Social del Poder Judicial de la Nación”.

Aunque cueste creerlo, Alberto Fernández está en campaña.

Macri sueña con el retorno

El expresidente Mauricio Macri está obsesionado con el retorno al poder. Nadie debiera sentirse sorprendido ya que estamos hablando de un verdadero animal político, tal como lo fueron Carlos Menem y Néstor Kirchner. De recorrida por la “Ciudad Feliz” presentó su libro “Para qué”, evento que puede considerarse el comienzo formal de su campaña electoral.

Dijo el líder del PRO: “Quiero estar aquí, amo este país, estoy aquí para ayudar a cambiar”. “Tenemos que armar un buen equipo, ese es el sueño, es utópico pero posible. Queremos armar un equipo que funcione, con gente buena y capaz. Prefiero sacrificar un poco la capacidad pero no la calidad humana”. “El argentino medio no puede escuchar una mentira más. Los argentinos están esperando octubre para decir: empezamos una nueva etapa”. “Estamos viviendo en una Argentina quebrada, con un 100 por ciento de inflación. Cuando se es líder hay que tener prioridades para ayudar a mayor cantidad de gente y salir de este momento”.

Afirmó que Alberto Fernández dejará en el camino dos bombas tremendas: una es la deuda y la otra es la inflación. “Los únicos que pagan esta fiesta hoy son los ciudadanos y los jubilados”. “Todo a este gobierno le sale mal, hasta llamarme mufa durante el mundial”. “La mentira se está cayendo. Ya no hay reservas en el Banco Central, el rey se ha quedado desnudo” (fuente: Perfil, 13/1/023).

Macri habla y en algunos pontifica como si nunca hubiera sido presidente. Pero lo fue. Entre el 10 de diciembre de 2015 y el 10 de diciembre de 2019 estuvo sentado en el Sillón de Rivadavia tomando decisiones que causaron un gran daño al pueblo. Cuando le dejó el lugar a Alberto Fernández, había una inflación cercana al 60%, la pobreza se había incrementado de manera grosera y, lo peor de todo, condenó a las futuras generaciones a pagar una deuda que contrajo de manera irresponsable con el FMI a comienzos de 2018. Es por ello que no deja de sorprender el cinismo de un dirigente político que tiene la osadía de presentarse como el garante del cambio que el pueblo ansía desde que Alberto Fernández asumió como presidente. Si tuviera un mínimo de honestidad intelectual debería afirmar que él es la cara visible de los deseos del orden conservador: retornar cuanto antes a un modelo económico elitista que condena a millones de argentinos a la exclusión más indecorosa.

Dura acusación de Human Rights Watch

Human Rights Watch es una organización no gubernamental dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos humanos. Pues bien, HRW acaba de tildar de “hostiles” las reformas judiciales impulsadas por Alberto Fernández cuyo epicentro es el juicio político a la Corte Suprema. Considera que “el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Kirchner y miembros del gobierno han empelado una retórica hostil contra el Poder Judicial”. Sitúa a los problemas judiciales de Cristina en la cúspide de los motivos del FdT para llevar adelante esta embestida contra jueces y fiscales. “La vicepresidenta rechazó las alegaciones, acusó al fiscal de llevar adelante una investigación abusiva y políticamente motivada y a los jueces de ser parte de una “mafia” que buscaría mantenerla añejada de la función pública”. Según el informe presentado por el organismo con sede en Nueva York “el gobierno de Fernández y sus aliados introdujeron reformas al sistema de justicia que podrían socavar la independencia de los tribunales y los fiscales”.

El secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla respondió en nombre del gobierno. “Nuestro gobierno, a diferencia del anterior, respeta el trabajo de las ONG, aun cuando nos critican y cuestionan”. “El estado de derecho no se socava cuando se recurre a mecanismos previstos en la propia Constitución Nacional para recuperar la legitimidad perdida de la Corte Suprema”. Por el contrario, afirmó que se socava “cuando se designan jueces por decreto, se inventan causas para desplazar a la Procuradora General, cuando se establece una práctica de lawfare contra un sector político”. Recordó la inacción de la Justicia en relación con el atentado que sufriera Cristina el pasado 1 de septiembre y la connivencia promiscua entre jueces, empresarios del poder mediático y funcionarios. Recordó que un Estado de Derecho se socava cuando “se hostigan a jueces que dictan leyes a favor de los más vulnerables o cuando se recurre a agentes de inteligencia para espiar a opositores políticos, presos y abogados”. Finalmente, manifestó que el juicio político contra la Corte es un “mecanismo constitucional y democrático”, proceso que en su momento hizo posible el reemplazo de la Corte menemista en 2003, una decisión que fue convalidada por HRW (fuente: Perfil, 13/1/023).

Anexo

Honda preocupación

El clima político argentino se está enrareciendo día a día. No han sido fruto de la casualidad la virulencia de los caceroleros, la sublevación de algunos gendarmes y prefectos, y la virtual toma de la fragata Libertad en Ghana que provocó la renuncia del jefe de la Armada. No es casualidad la tensión que se respira en la Argentina. Confieso sentir una honda preocupación por nuestro futuro inmediato y mediato. La crispación, tan criticada por la derecha, se está extendiendo como un reguero de pólvora. Se dejó de discutir, de polemizar; ahora lo único que se intenta es aplastar al otro. La derecha está lisa y llanamente enloquecida. Basta con leer los comentarios de los foristas en los diarios digitales. No hacen más que apología del magnicidio, del golpe de estado, de la guerra civil. Aunque cueste creerlo, hay foristas que están apostando al conflicto armado entre hermanos.

¡Cómo le duele al orden conservador la presidencia de Cristina! Ahí está, precisamente, el meollo de la cuestión. A la derecha le duele que Cristina maneje las riendas del poder. No soporta que mande, que el poder esté en sus manos. Los rostros de los caceroleros dominados por la furia son el emblema del estado de ánimo de la derecha. El conservadorismo no soporta el cambio de paradigma que está sacudiendo al país. Reza todas las mañanas para que sus oídos escuchen lo que anhelan desde hace tiempo: la eyección de Cristina de la Casa Rosada. Ya no le importa manifestarse golpista. Ahora declara abiertamente su deseo de que el cristinismo desaparezca de la faz de la tierra cuanto antes. No quiere esperar hasta el año que viene. No quiere esperar hasta las elecciones de medio término. Temeroso de que el gobierno nacional vuelva a ganar, ansía que Cristina se derrumbe como un castillo de naipes. Si ese derrumbe provoca muertos, serán considerados “daños colaterales”.

No constituye novedad alguna lo que estoy expresando en esta reflexión. Cabe que nos preguntemos, una vez más, por qué el orden conservador está dispuesto a sacrificar casi treinta años de democracia con tal de ver destruida a Cristina. Creo que las razones son múltiples. Dentro de la derecha son muchos los que están convencidos de que Cristina es una tirana de izquierda. Creen sinceramente que el país está en manos de una camarilla marxista-leninista. En consecuencia, si no se hace algo rápidamente, el país se transformará en la Cuba de Castro o, quizás, en la Venezuela bolivariana. Resulta absolutamente imposible discutir racionalmente con estas personas. Imbuidas de u fundamentalismo patológico, juzgaron y sentenciaron a Cristina hace rato. Para ellos la presidenta cometió el delito de traición a la Patria y debe recibir la más dura de las sanciones. Aunque parezca mentira, hay quienes les encantaría verla colgada en la Plaza de Mayo. La política de derechos humanos es la prueba fehaciente, vociferan, de que el cristinismo es una secta marxista-leninista. Cristina y sus secuaces montoneros se están vengando de las fuerzas armadas, casi cuarenta años después de la victoria castrense sobre la subversión. Son muchos los que están convencidos de que el cristinismo y su política de derechos humanos no hacen más que continuar, por la vía legal, la lucha armada de los setenta. De ahí que, me parece, no sea correcto afirmar que en el país reina el antiperonismo histórico; lo que reina es el antimontonerismo que comenzó a germinar en la década del setenta. En este sentido, la designación de Garré, primero en el área de defensa y luego en el área de seguridad, constituye para la derecha un insulto a los muertos por la guerrilla. Son muchos los foristas que descargan su furia sobre la figura de la “Comandante Teresa”, en alusión a la ministra de Seguridad. Hay mucho odio en esos comentarios. Demasiado es el resentimiento anidado en el espíritu de la derecha como para vislumbrar algún atisbo de reconciliación con el cristinismo.

También son muchos los que están convencidos de que en octubre de 2011 hubo un fraude fenomenal. Ese 54% es fruto, acusa la derecha, de una aviesa y sofisticada manipulación de los votos que contó con la complacencia de todo el espectro político. Ello explica la bronca que el orden conservador está empezando a sentir por varios de los más importantes referentes opositores. Al estar convencida del origen fraudulento del segundo gobierno de Cristina, la derecha la considera una impostora, una okupa, una presidenta ilegal. En consecuencia, todas las decisiones que ha tomado a partir de entonces no son actos válidos; u si no lo son, no hay razón alguna para obedecerlos. Es por ello que en varias redes sociales se invita a la población a la desobediencia civil. ¿Por qué hay que obedecer a un gobierno ilegítimo e ilegal? ¿Por qué hay que acatar las órdenes de una usurpadora? Se está incubando en la Argentina la antigua teoría del derecho de resistencia a la opresión. No es casual que en estos momentos se hable del golpe de estado blando, cuyas etapas estarían perfectamente descriptas en un libro que acaba de hacer mención Redacción Popular en un artículo publicado en el día de la fecha (martes 16 de octubre).

He aquí el panorama que observo. De ahí mi honda preocupación por el futuro del gobierno nacional y el de la democracia como filosofía de vida. Para colmo, el 7 D deberá resolverse definitivamente la pulseada entre el cristinismo y el Grupo Clarín. Ese día, el multimedios supuestamente deberá desprenderse del número de licencias de radio y televisión tal como lo estipula el artículo 161 de la Ley de Medios. Lo que está aconteciendo en el consejo de la Magistratura y las dificultades que hay para designar al juez encargado, nada más y nada menos, de determinar la constitucionalidad o inconstitucionalidad del mencionado artículo, señalan a las claras lo difícil que le resultará a Cristina doblegar al Grupo Clarín. El 7 D quedará demostrado si el gobierno nacional tuvo la fortaleza necesarias para torcerle el brazo al multimedios o si, por el contrario, el Grupo clarín fue más fuerte que los tres poderes del estado. Confieso que tengo mis serias dudas de la capacidad del gobierno nacional de salir airoso del duelo. Han pasado tres años desde la aprobación legislativa de la Ley de Medios y el Grupo Clarín la ha ignorado olímpicamente. ¡Hay que tener poder para ignorar una ley por tanto tiempo y sin que la Justicia haya sido capaz de hacer algo al respecto! Todo el arco opositor y los caceroleros están con Clarín. El próximo 8 de noviembre, fecha de un nuevo cacerolazo anti K, será presentado por el multimedios como una demostración de apoyo a su “causa”, como una cristalina defensa de la libertad de prensa, valor fundamental de toda democracia que se precie de tal y que está en la mira de los francotiradores cristinistas.

Otro caballito de batalla empleado por los anti K es la ética política. Para la oposición Cristina es la jefa de una asociación ilícita, de un grupo de forajidos que tomaron el poder por asalto con el único objetivo de enriquecerse. Es probable que haya corrupción en el gobierno nacional, como la hubo en anteriores gobiernos. El ejercicio del poder y la corrupción están estrechamente vinculados. De ahí lo relevante que es para la democracia contar con una Justicia independiente que destruya los nidos de corrupción amparados desde las más altas esferas del poder. Ahora bien, la oposición se presenta como el gran adalid de la virtud republicana, en una dantesca demostración de cinismo político. Siempre hubo corrupción política en la Argentina, pero para algunos la corrupción comenzó con Cristina. La oposición utiliza las denuncias sobre supuestos actos de corrupción como un cuchillo afilado para tratar de herir de muerte al gobierno nacional. Además, resulta francamente agraviante para nuestra inteligencia observar a ciertos “prohombres” de la oposición clamar por la ética política cuando ellos siempre se mofaron de ella. Claro, ahora está de moda acusar a Cristina de corrupta y conviene formar parte del “club de acusadores de la presidenta”. Mientras tanto, nada dicen sobre la corrupción enquistada en el poder corporativo. Nada dicen respecto al origen de Papel Prensa ni a la opulencia en que viven algunos dirigentes gremiales, quienes luego de hablarles a las masas viajan directo a Estados Unidos para descansar de tanto trajinar en Argentina en beneficio de los pobres. Nada dicen de los mercenarios disfrazados de periodistas que hablan de la libertad de prensa mientras obedecen sin chistar las órdenes de un nefasto personaje que hizo temblar de miedo a la viuda de David Graiver para quedarse con el negocio del papel para diario.

Reconozco que estoy más que preocupado por el futuro inmediato y mediato del país. si bien el gobierno nacional lejos está de constituir un colegio de señoritas, en la vereda de enfrente hay un ejército motivado por un odio irracional a todo lo que huela a kirchnerismo y que no soporta más la presencia de Cristina en la Casa Rosada. Habrá, pues, que estar más que atentos en las próximas semanas ya que todavía hay quienes creen que con un golpe, aunque por ahora se lo tilde de blando, la Argentina volverá a recorrer el sendero trazado por la Generación del Ochenta.

(*) Publicado en Redacción Popular el 18/10/012

Share