Por Paul Battistón.-

La caída del muro de Berlín fue el golpe definitivo al comunismo europeo del siglo XX. La disolución de la URSS despreocupó a muchos de la presencia solitaria de Cuba como último bastión del comunismo en occidente.

La miseria se cerniría rápidamente sobre la isla sin el apoyo de la Unión Soviética, pero más rápida fue la reacción de Fidel Castro cuando un año después de la caída del muro convocó junto a Lula Da Silva en la ciudad de Sao Paulo a variados movimientos y partidos de izquierda de Latinoamérica y el Caribe con el fin de unificar criterios y estrategias, articulando a través de una paciente batalla cultural una lucha conjunta contra un nuevo enemigo un paso más allá del agotado imperialismo, el neoliberalismo. Concepto discutible en su existencia pero construido como portador de culpas y necesario de exterminar.

El primer paso fue el posicionamiento de interlocutores y representantes logrados a través del sindicalismo y la novedad de los movimientos sociales que de a poco ocuparon lugares en las agrupaciones políticas de centro izquierda de sus respectivos países.

Cuba ejercitaría el recorrido soviético a la inversa. A falta de la URSS potencia apuntalándola debió expandir su revolución y miseria al mismo tiempo succionando recursos que ya no podía obtener de sus protectores europeos. El petróleo venezolano fue el primero en caer de una forma sencilla y relativamente rápida. El populismo fue la herramienta quirúrgica que atrapó la legitimidad democrática rodeándola con la idolatría y el clamor popular, algo parecido al 17 de octubre (cualquiera de los dos).

La repetición de los encuentros bautizados como sucesivas ediciones del Foro de Sao Paulo dieron forma a las nuevas metodologías de avanzar de la izquierda carcomiendo los sistemas democráticos desde su interior. El nombre asignado a esta metodología desde el lado contrario fue el de Socialismo light del siglo XXI, para los propios sólo fue Socialismo del siglo XXI.

La estrategia para su imposición fue la lucha contra esa construcción tan conveniente llamada neoliberalismo (capaz de abarcar todo lo malo).

La colectivización de diferentes minorías serían unificadas mediante la determinación de un causante común de sus penurias, el neoliberalismo por supuesto.

El mecanismo del clamor convertido en democracia supra directa desde la emotividad autorizo a los aclamados a profundizar de forma conveniente la supuesta democratización de los poderes de contrapeso y a avanzar por la reforma de las cartas Magnas de cada nación con pretensión de ser socializada (comunistada).

Lo de light, fue consecuencia directa de una visión más benévola ante la ausencia de armas a diferencia con la izquierda de los setentas, quizás fue una subestimación. Aun así claramente los tiempos fueron excedidos, Fidel ya no está, los gobernantes socialistas probaron derrotas y sufrieron procesamientos pero lo más relevante es una Venezuela agotada.

Las supuestas correcciones del Socialismo del siglo XXI para no caer en los fracasos económicos del Comunismo del siglo XX, no sólo no tuvieron efecto si no que agravaron los tiempos de fracaso.

A 30 años del primer Foro, quien no fue colectivizado no lo será, quien no pudo ser convencido se habrá reafirmado en la diametralidad ideológica. Las naciones están estancadas en un empate oscilante de contrapuestas certezas ideológicas y los rebotes han despertado las posiciones libertarias que han tomado como propias el contraataque en la batalla cultural.

El restablecimiento del espíritu matón de la URSS en la actual Rusia comandada por Putin y la toma del control del crecimiento capitalista de China por Xi Jinping reavivan los soportes a las dictaduras comunistas del Caribe.

Sin estar anunciado es evidente ya el cambio de estrategias a otras más duras. El trabajo del Socialismo del Siglo XXI llegó a un estancamiento y el camino quedó incompleto (o incumplido).

La radicalización (casualmente también adoptada por el kirchnerismo post derrota) es el camino del Socialismo Strong del siglo XXI (o quizás haya que llamarlo Comunismo Strong, ya sin tapujos).

Arrojar 14 Tn de piedras puede haber sido un preanuncio de su llegada, la vandalización de Santiago de Chile seguro lo fue.

Arremeter en forma delincuencial y sin disimulo contra los poderes independientes, atestar las calles de inseguridad con la suelta de delincuentes y dar espacio al inicio de foquismos en zonas delimitadas a manos de minorías específicas, son los nuevos mecanismos de este Socialismo Strong del siglo XXI. Todos puestos a rodar en poco tiempo.

Pero el acontecimiento que más ha impulsado y que más resultados favorables ha dado a este nuevo Socialismo es la presencia y uso de una pandemia como medio para amedrentar y someter a encierro y resignación a todo aquel no convencido o colectivizado.

La abominable intención rescatada de los totalitarismos de mitad del siglo XX de repetir pases (pases sanitarios en este caso) es el hecho concreto de la existencia de esta versión endurecida y superadora del Socialismo light. Es la puerta de un comunismo donde todos aquellos que no han sido alienados por la batalla cultural iniciada por el Socialismo light pretenden ser mantenidos en encierro ya no tras fronteras sino en los límites de sus propiedades privadas (suponiendo que lo sigan siendo) y desconectados del sistema de estado presente a niveles de intromisión. Este último quedaría con su inutilidad solo al servicio de las emotividades colectivistas circunstanciales. El Socialismo Strong es la antesala de un totalitarismo digitalizado.

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