Por Giuliano Iezzi.-

Hace ya casi un mes que un verdadero tsunami arrasa las costas de los mal llamados empresarios y los deja con las partes pudendas al sol, demostrando que fueron sólo “patrónparásitos”. Inútiles vividores del erario público.

Perón en el 39 importó muchas ideas del Fascismo y una de ellas fue el I.R.I. Istituto per la Ricostruzzione Industriale. El émulo argentino se llamó: I.A.P.I. o sea: Instituto Argentino de Promoción del Intercambio.

Como éste debía ser un instrumento que uniera cabezas y sojuzgara voluntades, se fundaron empresas del estado y empresas de todo tipo, todas “ad hoc”. Éste es el verdadero nacimiento de la “Patria contratista”. Todas las empresas vinculadas nacieron mamando de la teta del estado y así llegaron hasta hoy, como el hijo vago del señor estanciero. Como Isidorito, para aquellos que peinan mis mismas canas. Tan inútiles crecieron que cada vez que se habría la exportación muchas de ellas morían. Cuando en obra pública debían ajustar los precios hicieron obras que se destruyeron en la décima parte del tiempo de cálculo.

La cuestión fue siempre: “O pescamos en un barril o morimos”. No obstante esta verdad fueron orgullosos y se llamaron a sí mismos empresarios y jugaron a hacerlo robando de lo que los verdaderos empresarios pagaban para que el estado los subvencionaran. Su sola existencia cerraba las puertas a cualquier empresario serio. Es famosa la historia de la Fortabat, que no paga el gas para hacer cemento.

Señores progre, señores bien pensantes y cultores del pensamiento único, ésos no fueron empresarios; fueron patrones y parásitos, o sea “patrónparásitos”.

Luego del tsunami, si el país se ordena, esas máquinas de succionar no soportarán ni la competencia ni los precios lógicos. Simplemente son incapaces de vivir en ese ambiente. Sin el corrupto que les acomode los precios y subsidios a sus necesidades, quebrarán.

Esto es seguro, y dejarán a miles de obreros sin trabajo. Se corre el riesgo de volver al status quo precedente con la excusa de defender los puestos de trabajo con los resultados que no es necesario aclarar. Nada de cooperativas de empleados para salvar la empresa, son una mentira y bastardean el medio ambiente de sana competencia.

La otra opción es la contratación P.P.P, o sea Participación Público Privada. Visto nuestra historia respecto de la “res pública”. Esta opción debe ser controlada muy de cerca ya que debido a la componente estatal se corre el riesgo de que tarde o temprano el chancho vuelve al maizal.

Simplemente dejar correr sería la mejor opción. Y que se dé el refrán (mío): La empresa es el lobo de la empresa. Se los deja actuar y se fagocitaran dejando al más “mejor”.

Si el plan de obras es interesante llegarán empresas extranjeras.

Las empresas interesadas del mundo simplemente comprarán al precio de plaza a las murientes y garantizarán el empleo simplemente porque traer sus empleados es extremadamente costoso. Así que traerán a los jefes esos que saben cómo se hace una obra sin subsidios. Quedando los inútiles afuera.

Cualquier intervención del estado con la excusa del bien social redundará en un retorno a las andadas. Los patrónparásitos, por el bien de nuestro futuro, deben desaparecer junto con todo lo que han creado y que el mercado les cobre el precio que sea.

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