Por Hernán Andrés Kruse.-

El viernes 20 al mediodía el presidente de la nación cumplió con lo prometido: vetó la ley de Emergencia Laboral Ocupacional que había sido apoyada por una abrumadora mayoría en ambas cámaras del Congreso. El lugar elegido para el anuncio lejos estuvo de ser casual: la sede de Cresta Roja, la empresa avícola donde en diciembre pasado la gendarmería reprimió a trabajadores desocupados que reclamaban por sus puestos de trabajo. “En uso de la facultad constitucional que tengo, voy a vetar una ley que para mí es antiempleo, que va en contra de los argentinos y que demuestra que no confiamos en nuestro futuro”, expresó el presidente desafiando a la voluntad parlamentaria, al mejor estilo de un príncipe. Pese a que la norma fue respaldada por casi todo el arco opositor, Mauricio I embistió contra su enemigo preferido, el kirchnerismo. “Nos quieren poner palos en la rueda, no quieren que progresemos, ni que tengamos nuevas oportunidades, no quieren que nos vaya bien”, se lamentó su “alteza”. Para “entusiasmar” a la sociedad expresó: “En un año se verán los frutos”. ¿Pero los frutos no iban a comenzar a ser vistos a partir del segundo semestre de este año? ¿Ahora habrá que esperar hasta el año que viene? La recuperación será, por ende, más prolongada de lo previsto. “Siempre dije durante la campaña, que si buscaban un mago, ese no soy yo, los magos hay que ir a buscarlos a Las Vegas, y que los problemas que heredamos no se resolverían de un día para el otro”, manifestó vehementemente. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, manifestó que la decisión de Mauricio I de vetar la norma estaba garantizada por la Constitución Nacional y que era objetivo primordial del gobierno la búsqueda de los mecanismos más eficaces para zanjar conflictos y disidencias. Mientras que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, manifestó que Mauricio I no fue elegido para hacer demagogia sino para gobernar en beneficio de todos los argentinos. Por su parte, el secretario de Trabajo de la Nación, Ezequiel Sabor, se mostró optimista en cuanto a los efectos que podría provocar el veto del príncipe en el ánimo de los máximos dirigentes sindicales. En este sentido, Antonio Caló dijo que su “alteza” actuó dentro de la constitución y que si obró de esa manera es porque estaba seguro de que era en beneficio de los trabajadores. La oposición más belicosa partió de las dos CTA y de un amplio espectro opositor, que incluye a diputados, gobernadores y dirigentes del massismo, el socialismo y la izquierda, que coincidieron en repudiar el veto de Mauricio I y reclamar medidas de protesta.

El lunes 23, Mauricio I hizo públicas las razones que lo llevaron a valerse del veto de la norma que prohibía los despidos por 6 meses y establecía la doble indemnización. Entre los considerandos, su “alteza” indica que “uno de los grandes objetivos propuestos por el gobierno es avanzar hacia la pobreza cero, y que para lograrlo se encuentra realizando acciones y políticas para crear millones de puestos de trabajo, a los fines de que la mayor cantidad posible de habitantes de la República Argentina tengan trabajo”. Afirma, a su vez, que “el gobierno está adoptando las medidas necesarias para generar confianza y que se concrete un período de expansión de la inversión y crecimiento económico y, por lo tanto, de generación de empleo genuino” (…) “Por otro lado, son una realidad los diversos planes en materia de obra pública, en sus diversas modalidades contractuales para generar las obras de infraestructura, ferrocarriles, rutas, puertos y energía que hacen falta en nuestro país, tanto en el ámbito nacional como provincial y municipal”. Más adelante, expresa “que en lugar de mejorar las condiciones para generar nuevos empleos, el Proyecto de Ley que aquí se analiza importa una propuesta limitada, que no acompaña el contexto actual en el que la enorme mayoría de las empresas nacionales y extranjeras han manifestado su vocación de crear puestos de trabajo en lugar de reducir personal, porque confían en el potencial de la República Argentina en esta nueva etapa, y apuestan por el país” (…) “que contrariamente a lo fundamentado en la propuesta normativa bajo examen, su aplicación congelará empleos, mantendrá en la misma situación a miles de argentinos que hoy trabajan en la informalidad e incrementará la pobreza, como sucedió en los últimos años” (…) “Que el pesimismo y la desconfianza que fundamentan el proyecto en análisis se basa en la idea de que en nuestro país no se puede generar trabajo, de que estamos condenados a conformarnos con la situación crítica en la que nos dejaron luego de 5 años en los que el empleo no creció” (…) “que respecto de las pequeñas y medianas empresas, que son las que generan más del 70% del empleo privado en el país, se han propiciado una serie de medidas para reducir su carga fiscal y financiera” (…) “Que, por otra parte, la información obrante en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social indica que durante el primer trimestre de 2016 el número de asalariados privados registrados presentó un crecimiento del 0,4% con respecto al primer trimestre de 2015.” (…) “Que, además, cabe señalar que el gobierno tiene otros mecanismos para proteger a las empresas que están en dificultades, tales como el Programa de Recuperación Productiva-REPRO-, un mecanismo que permite que el Estado pague parte de los salarios de las empresas con dificultades a fin de evitar que se despida personal” (…) “Que, asimismo, es reducido el número de procedimientos preventivos de crisis registrado durante el año 2006”) (fuente: “La nación”, 23 de mayo de 2016).

¿Macri se ha kirchnerizado? Entre el modo de hacer política de Fernando de la Rúa y el modo de hacer política de Néstor Kirchner, ¿prefiere Mauricio I el modelo patagónico? Con su decisión de vetar la ley antidespidos pareciera ser que “su majestad” se ha inclinado por la manera preferida de Néstor Kirchner: redoblar la apuesta. Como bien señala Fernando Laborda (“los beneficios y los costos para Macri del veto presidencial”, La Nación, 20-5-016), “Si al asumir su mandato presidencial, Macri explicitó su idea de la política como el arte del acuerdo, hoy ha privilegiado otra cuestión. Si su apuesta para sacar a la Argentina del mal momento económico y social es por la inversión productiva, mejor que cualquier pacto que lleve confusión a potenciales inversores, será en su opinión exhibir firmeza. Aun cuando se trate de una falsa opción, el actual primer mandatario, puesto a elegir entre Fernando de la Rúa y Néstor Kirchner, preferiría que quienes toman decisiones lo vean más parecido al patagónico”. Ello significa que Macri ha tomado la decisión-se verá si definitiva-de ser un monarca y no un presidente republicano. Néstor Kirchner tuvo conciencia de ello apenas se sentó en el sillón de Rivadavia. Supo de entrada que si no se hacía respetar, el peronismo se lo llevaría puesto, lo destituiría. Con una frágil legitimidad de origen-asumió con el 22% de apoyo-el hombre del sur puso toda su voluntad al servicio de una sola “causa”: la construcción de poder para así revitalizar la autoridad presidencial, hecha añicos a raíz de la hecatombe de diciembre de 2001. Macri parece haber comprendido que en la Argentina sólo se puede ser presidente si se demuestra todos los días que se es el macho Alfa. En este sentido puede decirse que, probablemente sin quererlo, Néstor Kirchner fue su gran maestro. El patagónico demostró cómo se debe ejercer el poder en la Argentina. Puso en evidencia que el sistema político sólo funciona si quien manda lo hace de verdad, actúa como un monarca absoluto. Durante sus cuatro años en la presidencia Néstor Kirchner fue en realidad Néstor I. Su sucesora, Cristina Fernández de Kirchner, siguió su ejemplo. En realidad, lo profundizó. Cristina tuvo que demostrar que una mujer podía tranquilamente ser presidente de un país donde los buenos modales brillan por su ausencia. Por eso actuó como una princesa (Cristina I). Si como señala Laborda el presidente de la nación ha decidido actuar de aquí hasta el fin de su mandato como Mauricio I, entonces veremos al ex presidente de Boca Juniors profundizando el ejercicio concentrado y centralizado del poder (ver al respecto el artículo de Carlos Tórtora “Al no poder controlar la Corte y el Congreso, Macri se mostraría más autoritario”, Informador Público, 22-5-016).

Más que un debate por el empleo, lo que sucedió realmente fue una puja política entre Cambiemos y el peronismo, y, dentro del peronismo, entre el FPV y el massismo. Así como el kirchnerismo sufrió una dura derrota cuando fracasó en su intento por forzar una sesión especial en Diputados (Cambiemos y el massismo no dieron quórum), el gran perdedor de la sesión en la que se aprobó la ley antidespidos fue Sergio Massa. En efecto, al final el massismo se vio obligado a apoyar el proyecto kirchnerista, con el que no estaba de acuerdo, a tal punto que tenía su propio proyecto de ley. Otro ganador fue el presidente de la nación quien finalmente vetó el proyecto del kirchnerismo y no el del massismo, supuestamente su “socio” en Diputados. En este sentido, es interesante el artículo de Silvia Mercado-“Cepo laboral: Sergio Massa y una ley que es una victoria política de Cristina Kirchner”-publicado por Infobae el jueves 19 de mayo, en el que expresa, tal como lo indica el título del escrito, que la gran ganadora fue, nada más y nada menos, que la ex presiente de la nación. Dice la autora: “La ancha avenida del medio le resultó demasiado angosta a Sergio Massa, el claro derrotado por la sanción definitiva de la ley que prohíbe despidos-también llamada “cepo laboral”-porque sin veto presidencial son más los problemas que crea que los que soluciona. Quedó atrapado por una lógica inspirada y motorizada, a distancia, por Cristina Kirchner. Después de inventar el escenario para que los sindicatos expresen sus preocupaciones y de haber elaborado con ellos la estrategia, que fue al Senado para su sanción, el escenario cambió rápidamente para él” (…) “Massa aprovechó el momento, pero le duró poco, porque Roberto Lavagna dijo que la ley no servía para nada. A partir de ahí, el hombre de Tigre encaró una serie de malabarismos políticos que demuestran su enorme talento, pero también los límites de su poder real. Con el bloque dividido entre los que querían castigar al gobierno y los que piensan más en resolver los problemas de la economía, fue y vino innumerable cantidad de veces con gran despliegue mediático. Quedó atrapado entre el Frente para la Victoria y Cambiemos y tenía que elegir. Eligió seguir al kirchnerismo en un proyecto que, por otra parte, había nacido en su propio despacho”. El tigrense quedó a merced de la polarización fogoneada por Mauricio I y Cristina I, quienes se necesitan mutuamente. En efecto, el presidente eligió a la ex presidente como su enemiga preferida, quien a su vez lo escogió a él como enemigo preferido. Sergio Massa, cultor del honorable término medio, defensor de la ancha avenida del medio, quedó en medio de un fuego cruzado que no hizo más que dañarlo políticamente. Da toda la sensación de que a partir de ahora la famosa “brecha” se profundizará ya que ello favorece los planes electorales de los dos políticos más relevantes de la Argentina de la última década: Mauricio I y Cristina I.

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