Por Carlos Pissolito.-

Una introducción metodológica: Antes de pasar al contenido que enuncia el título del presente artículo, bien merece que explicitemos cual va a ser nuestra metodología. Que no es otra que la que recomiendan los clásicos a través de la de la prudencia política.

Ella es la virtud que gobierna a la política y que tiene una necesaria recurrencia con una situación futura deseada o prevista. Pero, sucede que metafísicamente considerado, el futuro no existe; y que como tal no puede ser conocido. Sin embargo, esta imposibilidad insuperable, no ha impedido el auge de la denominada futurología, a partir de la edición traducida de la obra L’Art de la conjecture del conocido autor Bertrand de Jouvenel.

Aunque también debe destacarse que si bien lo futuro no puede ser anticipado en lo que tiene de contingente, sí lo puede ser en lo que tiene de necesario. Por lo tanto, nadie podrá negar la posibilidad y hasta la necesidad de prever lo futuro; pero atendiendo siempre a su carácter totalmente provisorio.

En tal sentido, se puede afirmar que la futurología y los diagnósticos técnico-científicos cuando pretenden otorgarle visos científicos a la adivinación del futuro, se convierten en fórmulas meramente voluntaristas. Ya que por muy sistemáticamente que se haga, con ello sólo se busca, la más de las veces forzar nuestro consentimiento.

Volviendo a la prudencia política, que es lo nuestro, ella implica tres conocimientos básicos: lo pasado, que es objeto de la memoria; lo presente, que lo es del entendimiento y lo futuro, que lo es de la providencia. Pero, no existiendo propiamente conocimiento sensible ni de lo pasado (ya no es) ni lo futuro (todavía no es), la prudencia debe ser necesariamente un conocimiento intelectivo presente que incluye a la memoria, destinado a prever y disponer lo futuro.

«La providencia es la parte principal de la prudencia, a la cual se ordenan las otras dos partes, es decir la memoria del pasado y la inteligencia del presente, en cuanto que por el recuerdo del pasado y la inteligencia del presente estudiamos la previsión del futuro.» (Tomás de Aquino).

Los factores que gobiernan la situación: Antes de pasar a la enunciación de los escenarios que vislumbramos, es necesarios que veamos cuales son los factores, que a nuestro criterio, los gobiernan. Estos son, explicados en forma muy sucinta, los siguientes:

  • El factor político: No cabe duda que luego de las largas y tensas reuniones del presidente, desarrollada durante el fin de semana pasado, con su gabinete ampliado y con miembros seleccionados de su coalición de gobierno -quienes no aceptaron los ofrecimientos de distintos ministerios-, su base política de sustentación quedó limitada al colectivo de Cambiemos. Lo que implica una notable y peligrosa limitación, pues lo priva de una base más amplia de sustentación.

Por otro lado, las intervenciones exógenas y extemporáneas de la Diputada Elisa “Lilita” Carrió, no han hecho otra cosa que sumar incertidumbre a todo este proceso.

  • El factor económico: Simplemente, respecto de este factor, queremos resaltar el hecho de que Buenos Aires ha dejado de ser el único lugar de decisión económico de la situación argentina, para pasar a ser New York (sede de la bolsa Wall Street, donde cotizan acciones de empresas argentinas) y Washington DC (sede del FMI). Lo que conlleva una lógica pérdida de nuestra libertad económica.
  • El factor social: En este factor se destaca una creciente conflictividad motivada por la presencia de actores no estatales que mencionaremos, en función de su importancia, en forma aparte.
  • El factor aleatorio: No se puede descartar la presencia de factores desconocidos. Pues, si sabemos lo que sabemos y, también, sabemos lo que no sabemos, no sabemos lo que no sabemos que no sabemos. Los denominados “unkown-unkown” de Donald Rumsfeld y de los cuales nuestra historia es rica en ejemplos.

Nuevos actores no estatales: En el marco del factor social es menester distinguir la irrupción de actores no estatales que le desafían al Estado el monopolio de la violencia y el control territorial. Dos condiciones esenciales para su supervivencia para evitar la anarquía (Martin van Creveld). Esta última, como tal, es el peor y el más temido de los estados políticos.

Estos actores pueden agruparse en los siguientes grupos:

  • Los uniformados resentidos: son los expulsados o los marginados de las fuerzas de seguridad y policiales. Son muy pocos, pero muy peligrosos por sus conocimientos profesionales. Tal es el caso de los miles de policías pasados a disponibilidad o exonerados, especialmente, en la Provincia de Buenos Aires.
  • Los militantes convencidos: son una minoría que usa los desórdenes para sus fines políticos específicos. Como es el caso de Jones Humala, el líder de la RAM o de agrupaciones de izquierda o del kirchnerismo duro.
  • Los excluidos: son los que no tienen nada que perder. Los que no tienen tres comidas al día. Los que, aun teniéndolas, desean completar sus magros ingresos.
  • Los narcotraficantes: Pese al general carácter cosmético de la política y de la estrategia gubernamental contra el narcotráfico, las mismas significan un cambio significativo frente a la tolerancia cómplice de la anterior administración. Lo que, actualmente, la estrategia de las redes narcos sea la de debilitar la presencia del Estado en los territorios en los que operan y actúan.

El problema se multiplica cuando algunos de los grupos se combinan y se potencian entre sí. Creando un efecto sinérgico que si se extiende puede dar lugar al fenómeno de la “violencia civil molecular” (Hans Magnus Enzensberger). Una situación caracterizada por la famosa sentencia de Thomas Hobbes de una guerra de todos contra todos.

Otro factor que potencia esta sinergia es el uso intensivo de las denominadas redes sociales, especialmente, las de WhatsApp y Facebook (Primavera árabe).

Un desarrollo por escenarios: Con las herramientas de la memoria del pasado y de la inteligencia del presente, en los que probablemente sea, un exceso de audacia, enunciamos tres escenarios posibles para el complejo futuro de la Argentina. A saber:

  • Escenario 1 -”Tránsito Lento”: El gobierno logra, no sin pocas dificultades políticas, económicas y sociales, superar la crisis y estabilizar su desarrollo.
  • Escenario 2 – “Apendicitis”: Los actores políticos institucionales y peri-institucionales impulsan y concretan un recambio presidencial. Ya sea mediante el expediente del uso de las previsiones constitucionales para el caso de la renuncia presidencial (Argentina 2001) o al adelantamiento de las elecciones presidenciales (Argentina 1989).
  • Escenario 3- “Peritonitis”: Los actores no estatales imponen un periodo de anarquía que obliga a la toma de medidas de excepción como sería el estado de sitio o incluso otras de mayor gravedad que solo reconocen antecedentes en períodos pre o revolucionarios.

Finalmente, lo más crítico e interesante en un análisis por escenarios como éste es determinar cuál de los descritos es el más probable entre ellos.

Al respecto, solo podemos decir que los factores determinantes para determinar su nivel de probabilidad son, expresados en orden de prioridad, los siguientes:

  • La calidad del liderazgo presidencial.
  • La contención de la violencia civil molecular.
  • Los niveles de apoyo internacional.
  • La suerte.

Con el último de los enunciados queremos remarcar el carácter aleatorio, no determinado de toda situación en la que el factor humano sea un protagonista central. Pues, ya lo decía el mismísimo Napoleón, que él no quería buenos generales, sino generales con suerte. A lo que nosotros, como viejos soldados le agregamos, que Dios ha estado siempre del lado de los buenos batallones. Que así sea.

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