Por Luis Alejandro Rizzi.-

La gravedad de nuestra decadencia la ilustra la constante búsqueda de un “ismo” salvador.

En nuestra arena política no se exhiben las “cuestiones ni problemas” que nos condicionan, sino se está buscando el “ismo” salvador.

Así no pensamos racionalmente, ni en función de “ideologías”, sino en función de varios “ismos”, “peronismo” “cristinismo”, “macrismo”, “larretismo”, “sciolismo”, “albertismo”, también existió el “alfonsinismo” y los que no llegan a conformar el “ismo” se refugian en prejuicios fantasiosos y los “ismos” vigentes sin advertir, que precisamente son la causa de la decadencia.

Ningún “ismo” ni “prejuicio” es virtuoso, es más bien deformante de las propias impotencias o falencias.

Todo “ismo” representa en nuestra cultura, en particular la “cultura política” “un fracaso”, de “buenas intenciones” que terminaron en el infierno de la inflación de los últimos 75/80 años. Las generaciones que nacimos a partir de 1940, vivimos la inflación como un “uso” normal de la vida político económica.

Más aún, hacemos mérito de la inflación elaborando doctrinas o teorías que no solo la justifican, sino que hasta la convierten en virtud de “buena administración”.

Eso explica que todos los “ismos” buscan “soluciones” en el gasto, el crédito y la “emisión” que no “causa inflación”.

Puede haber matices, pero en última instancia todo “ismo” piensa más en el gasto que en el “recurso”.

El “gastismo” nos iguala, ya que llegado el momento nos convencemos de que todo gastó es necesario y que los “costos hundidos”, en definitiva, no dejan de ser inversión o son una inversión que, “generan ganancias” (sic).

Los argentinos estamos extraviados en menudencias y trivialidades y las supuestas dirigencias especulan con sus miserias y espurios “beneficios”.

El poder atrae, pero el “poder podrido” o la “fragilidad institucional” en lenguaje más académico, solo tienen el poder de la bosta o el excremento, solo atrae a las moscas que sobrevuelan la política.

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