Por Claudio Valdez.-

Anarquistas, socialistas y comunistas de siglos anteriores fueron infatigables luchadores por utopías; los de ahora, habiendo logrado probar “las mieles del poder”, se acostumbraron a “comprar sin pagar” y han evolucionado cual consumados estafadores enquistándose en el Estado del siglo XXI que les prodiga cobijo democrático en sus regímenes.

Montados en cualquier “sello político”, en sindicatos y en diversas y variadas “asociaciones” se encuentran infiltrados y aprovechan “las pantallas” que como integrantes de esos tipos de “organizaciones” puedan lograr. Sin hacerse cargo de los daños que ocasionan no se moderan siquiera ante el desprestigio institucional que provocan sus conductas perjudiciales al bien común. Laboran con empecinamiento por aumentar el descontento social y armar revueltas que los posicionen como “guías” revolucionarios o, al menos, como reformadores.

Al efecto, insisten en producir escándalos y hasta llegan a denunciar que “perciben evidencias de recesión”. ¿Dónde y cómo estuvieron viviendo las últimas tres décadas?; quizás en La Argentina, pero seguramente “de arriba” mediante prebendas, asignaciones, becas y subsidios oficiales, “no habiéndose enterado” que son ellos mismos una de las causas de la ocultada pero progresiva y expandida recesión. Otros; “defenestrados por la voluntad electoral” instigan a sindicalistas, trabajadores y desempleados a “defender sus derechos”. ¿A qué derechos se refieren?; seguramente a las “migajas que fueron distribuidas” como soborno para instalar una “deficiente y mala disposición cívica” que alcanzó para sostener durante más de una década a dirigentes y funcionarios enriquecidos con impudicia por cuenta del erario público.

Pretenden justificar sus tropelías como a favor de “la causa de los pobres”, que en verdad se encargaron de defraudar durante continuados gobiernos: la pobreza aumentó, pero sin descuidar otorgarle cierta “ayuda estatal” con calculadas finalidades electorales. Actualmente se incita a la acción por “vías de hecho” (ganar la calle) a miserables que solo pueden ofrendar su seguridad personal y finalmente sus vidas. Nunca tan cierto aquello de: “El vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”. ¡Para colmo, trabajo de escasa productividad!

La maldad de estos falsarios busca “incendiar el país” con rebeliones y puebladas, de las cuales sólo puede resultar “otra cuota de sacrificio” para la población en beneficio de perversos dirigentes, delincuentes y “patoteros” con alegato de “causa política”. Hasta ahora el supremo tributo de la ciudadanía en democracia consistía en perder los bienes y hasta perecer a manos de delincuentes. “Garantismo”, “inimputabilidad” y “despenalización” fueron “el progresismo” disfrutado por contraculturales y antisociales.

La “mano de obra” para alborotos, alteraciones del orden y de la seguridad pública es la que no trabaja, la menos calificada para la producción, de mala catadura y de descarte. Es la de quienes disponen de tiempo ocioso y creen no tener “nada que perder”, cuando en verdad lo primero que están perdiendo es el tiempo.

Cualquiera de “sus logros” son pésimos paliativos: “pan para hoy y hambre para mañana”. El mañana ya nos alcanzó y hemos comenzado a pagarlo: devaluación e inflación son la consecuencia.

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