Por Manuel Lichtenstein.-

El ex Secretario Legal y Técnico de la ex Presidente Cristina, Carlos Zannini ¿merecía el escrache? Sí, lo merecía y con creces, pero si proclamamos enfáticamente que Cambiemos es sinónimo de democracia y por ende el nuevo gobierno encabezado por Mauricio Macri, más los que nos encolamos a él, no solamente sentimos que nuestro deber de ciudadanos es alinearnos ciegamente a los principios democráticos que a mi juicio, son los perfiles más destacados de este nuevo gobierno.

No olvidemos que el Holocausto fue el capítulo final del nazismo hitleriano, comenzó con el escrache a la comunidad judía en Alemania y en Austria, la noche de la kristallnacht, el 9 de noviembre de 1938.

Aunque todavía está en sus embriones, debemos confiar en los resultados de las investigaciones de los errores, afanos, choreos y otras yerbas, cometidos impunemente por el kirchnerismo a lo largo de estos últimos doce años.

¿Pero, de que justicia estamos hablando? Nos estamos refiriendo a una justicia integrada por los mismos profesionales que se arrodillaron frente a sus patrones feudales que por un lado imponían miedo y por el otro gratificaban a ciertos jueces por los servicios cumplidos.

El 26 o el 27 de septiembre de 2013, en un acto multitudinario realizado en plena Plaza Lavalle, justito enfrente del palacio de los Tribunales, Hebe de Bonafini, más conocida por su boca letrina, mas letrina que boca, trató de turros a todos los miembros de la Justicia, en especial a los Jueces de la Suprema Corte, pero se equivocó, no son turros ya que según el diccionario, turro es imbécil, necio, incapaz, etc. por lo tanto, no son turros, simplemente fueron mercenarios o se doblegaban ante la prepotencia de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, lo cual me hace dudar sobre la contundencia de los fallos que merecen la interminable cantidad de corruptos y otras yerbas de los kirchnerista al servicio del poder.

No es muy grato saber que los mismos que antes actuaban displicentemente, cajoneando denuncias por corrupción, o disfrazaban los procedimientos judiciales, a los puros efectos que el tiempo los durmiera, son los que van a impartir justicia a los corruptos mas fabulosos de la historia del funcionariado argentino, desde Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner para abajo.

Como una muestra evidente de que el cambio va en serio, la Justicia que por otra parte, también debe hacer su mea culpa, aunque presumo que será muy difícil desterrar de nuestras mentes las realidades de estos nefastos e inolvidables doce años de puro kirchnerismo.

Esperamos de los que tienen en sus manos las riendas de la justicia, que le impriman más velocidad a los procesos en marcha y en los que inevitablemente vendrán, que metan en cana, aunque devuelvan lo afanado, a tanta mala gente que le importó un bledo que la pobreza y la indigencia hacia y sigue haciendo estragos en un país al que lo sobran recursos como para que el slogan del Presidente de la Nación, Mauricio Macri, de llegar a pobreza cero deje de ser un ilusorio enunciado, porque se puede.

Lo que realmente no se pude admitir ni creer, es que desde la fundación de la República hasta nuestro días, casi un 40% de la población, de Norte a Sur y de Este a Oeste, incluida la Capital Federal, ningún sistema político o económico, ni el capitalismo ni el populismo, procuraron a través de acertadas y sobre todo de patrióticas políticas de estado, llegar a la meta soñada para que millones de personas humanas, hermanos nuestros, no vivan mas en taperas, que puedan dar adecuada educación a sus hijos y que cuenten con lo mínimo para alimentarse según los parámetros de los organismos internacionales de los Derechos Humanos.

Me pregunto: ¿Querrá Macri sinceramente llevar adelante esta ciclópea propuesta?, ¿podrá, sí fueran sinceras sus intenciones de llevar a cabo tan monumental tarea, lograrlo? Y por último ¿las fuerzas retrógradas que las hay y no son pocas, en lugar de ejercer una oposición constructiva, sobre todo los que perdieron el poder y no se resignan a bancarse a Mauricio sentado en el sillón de Rivadavia, asumir que si no tiramos todos del mismo carro, será imposible construir la República que merecemos todos los argentinos sin distinción, que aunque parezca utópico, también la sueñan a su manera los nostálgicos de estos tiempos?

Share