Por Hernán Andrés Kruse.-

La llegada a la Casa Blanca de Donald Trump ha sacudido al mundo. Con un discurso nacionalista y haciendo flamear las banderas del proteccionismo y el orgullo norteamericano, este magnate del negocio inmobiliario sorprendió a propios y extraños barriendo a todos sus oponentes en las primarias del partido republicano para luego obtener en el colegio electoral un histórico triunfo ante la candidata del establishment norteamericano Hillary Clinton. Nadie lo podía creer. Pero bueno, a veces la vida te da sorpresas. Contra todos los pronósticos Trump logró los votos necesarios (62 millones) para obtener más electores que Clinton, lo que le permitió transformarse en el sucesor de Barack Obama.

Si hay algo que caracteriza a Donald Trump es su defensa acérrima del proteccionismo. En su edición del domingo 5 de febrero, Página/12 publicó un artículo escrito por Mario Rapoport y Leandro Morgenfeld titulado “Proteccionismo…”, en el que analizan las primera medidas económicas del magnate. Dicen los autores: “Las primeras medidas de Trump generan creciente incertidumbre. Los gobiernos neoliberales latinoamericanos están desorientados. ¿La principal potencia abandona el libre comercio y pasa a ser proteccionista? ¿Estamos ante el fin de la globalización?” (…) “Las reacciones esbozadas por Macri, Temer o Peña Nieto parecen destinadas al fracaso: más apertura económica, reivindicación de los Tratados de Libre Comercio, falta de una respuesta regional conjunta y coqueteos humillantes con el nuevo inquilino de la Casa Blanca” (…).

“A la hora de analizar las propuestas de Trump, el primer lugar común que hay que descartar es que Estados Unidos no tuvo políticas proteccionistas en los últimos dos siglos. Todo lo contrario. Existen mitos … difíciles de deshacer, como el que dice que uno de los elementos claves del desarrollo del capitalismo es la libertad comercial, como la que pregonan los economistas clásicos” (…) Tampoco, como se afirma comúnmente, el siglo XIX fue el siglo de oro del libre cambio, tomando como pauta a la Inglaterra victoriana. Ésta recién abandonó el proteccionismo hacia la mitad del mismo, en 1846, con la abolición de las leyes de granos y tres años más tarde la de las actas de navegación, después de casi ciento cincuenta años de comenzada la revolución industrial y de una dura lucha política entre los liberales y los proteccionistas” (…) “Para eso sirvió la inserción argentina en el mundo en las últimas décadas de ese siglo, para proveer alimentos a la metrópoli adhiriendo a las teorías liberales lo que no le permitió industrializarse ni convertirse en una nación desarrollada. Si en Estados Unidos hubiera triunfado en la guerra civil el sur sobre el norte estaría ahora como la Argentina. En cambio, remando a contracorriente, cuando Inglaterra entraba al libre cambio, Alemania y Estados Unidos siguieron un curso distinto e implantaron a fondo medidas proteccionistas. Esto les permitió superar en su desarrollo industrial desde comienzos del siglo XX a la mismísima metrópoli británica. En el caso de Estados Unidos ese proteccionismo lo transformó hacia la Segunda Guerra Mundial en la primera potencia económica del planeta” (…) “El proteccionismo norteamericano fue sostenido ya por su primer secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, y no es una bandera de un solo partido político. Existe un consenso al respecto, aunque los republicanos fueron más propensos en el pasado a adoptar este tipo de medidas, sobre todo arancelarias, porque en él predominan sectores industriales. Pero no es menor el proteccionismo agrario entre los demócratas. Tampoco es una cuestión meramente de aranceles o subvenciones: las invasiones a otros países-apoderándose para siempre o por largo tiempo de sus recursos, como los petroleros, es una forma más rápida y cruenta de proteger sus intereses presentes y futuros-y las políticas multilaterales o los llamados tratados de libre comercio, como el ALCA o los más recientes transatlántico (TTIP) o transpacífico (TPP), fueron o son mecanismos protectores y expansivos, debido al mayor poder competitivo y el apoyo político que tienen sus empresas o corporaciones para imponer sus reglas. Además, en la fantasía del “libre comercio” predominan los precios de transferencia entre las grandes corporaciones por sobre el comercio de empresas pequeñas y medianas”.

“Los que se refieren hoy a la economía mundial considerando el llamado proceso de globalización como una novedad y afirmando que las economías nacionales están en vías de disolverse, ignoran el grado en el cual, a lo largo de varios siglos, el proceso de mundialización económica ha estado íntimamente articulado a la formación y desarrollo de los espacios económicos nacionales. Las mismas grandes corporaciones tienen su asiento en esos espacios cuyos gobiernos impulsan su expansión en el mundo. Discutir el status teórico e histórico de la globalización remite necesariamente a un nuevo debate sobre el papel de los mercados nacionales y de los Estados-nación y los gobiernos que los sustentan como categorías históricas” (…) “El hecho es que esa globalización también afectó, luego de la euforia inicial, a los espacios nacionales de las grandes potencias económicas” (…) “en el siglo XXI, para explicar el nuevo auge del proteccionismo hay que mirar del lado de la debilidad del empleo y la demanda interna. Para bajar sus costos y competir en los mercados, sobre todo con los chinos, se usaron macroeconómicamente las armas monetarias de la devaluación del dólar o la manipulación de las tasas de interés, pero en lo esencial, la disminución de los costos de las empresas se hizo deslocalizando el empleo. Se creyó, y esto no vale sólo para Estados Unidos, que esa mano de obra barata, dada la absoluta movilidad de capitales, podía obtenerse trasladando plantas a Asia y África y a los países pobres de Europa Oriental o sustituirla por la robótica. Pero los productos seguían dirigidos mayormente a los mercados occidentales y la reducción del empleo afectó en ellos notoriamente la demanda interna. Fue entonces que se pensó en la solución mágica, financiar el consumo que hacía falta utilizando el aumento de la abundante liquidez existente. Esto permitiría darle más fluidez al sistema hipotecario, a las tarjetas de crédito y a otras variedades de financiamiento facilitando la salida de la producción en sectores de bajos ingresos o sin capacidad de solventar sus créditos y esas burbujas explotaron produciendo la crisis aun no resuelta del 2007/08, que dio más argumentos a Trump” (…) “El proteccionismo de Trump es, por otra parte, funcional a los intereses de una fracción del gran capital estadounidense, tanto del mercado internista que necesita recomponer sus condiciones de reproducción locales, tanto como los del complejo industrial-militar, en momentos que comienza a surgir la amenaza de una segunda guerra fría (¿Estados Unidos y Rusia contra China?) De todos modos el proteccionismo no puede ser asimilado de ningún modo al que practicaron nacionalistas reformistas como el de Perón, Vargas o Cárdenas, ya que en los países latinoamericanos era parte de una estrategia para impulsar la incipiente industrialización. El mismo error cometen quienes alaban al magnate neoyorkino, suponiendo que el “giro proteccionista” que despliega avala las posiciones críticas de la globalización neoliberal. Trump es parte del capital más concentrado en Estados Unidos, nombró a un ex Goldman Sachs como secretario del Tesoro y pobló sus ministerios de neoconservadores. Por otra parte, anuncia rebajas impositivas para las empresas y quiere recomponer la tasa de ganancia atacando a los sindicatos y flexibilizando las condiciones de trabajo. No es algo distinto de lo que hizo el neoliberalismo: proteger los intereses de las grandes corporaciones estadounidenses. Pero su plan económico se diferencia de sus predecesores demócratas, porque pretende que no sólo las ganancias sino el trabajo permanezcan dentro de Estados Unidos” (…).

“Argentina sufre el proteccionismo estadounidense hace un siglo y medio. Los productores de cítricos de California salieron a aplaudir la suspensión del ingreso de limones tucumanos. El lobby agrícola presionó históricamente al Congreso y al Gobierno Federal para que limitara las compras argentinas” (…) “La política exterior de Cambiemos se planteó como objetivo la “reinserción al mundo”, para lo cual Macri dio señales de “confianza” al capital financiero, a fin de atraer inversiones, facilitar la toma de préstamos y abrir nuevos mercados para los exportadores: “tenemos que ser el supermercado del mundo”, proclamó el presidente. Imaginó que se sumaría a los TLC que se están negociando y ensayó una tardía política de alineamiento con las potencias mundiales. No leyó los cambios geopolíticos que se manifestaron con el Brexit y con el triunfo de Trump. La política aperturista, en el momento en que se registra un repliegue proteccionista en Estados Unidos y Europa, no puede ser más inoportuna. La caída del comercio y los mercados mundiales resulta una consecuencia del accionar de las grandes multinacionales y compañías financieras que apostaron al neoliberalismo. Ahora con Trump, Washington va intentar utilizar tratados bilaterales y establecer alianzas políticas más fuertes con ciertos países en detrimento de otros, entre los cuales seguramente no está la Argentina” (…) “La globalización exacerbó el problema de las identidades nacionales y regionales y los nacionalismos neofascistas” (…) el mundo es hoy cada vez más peligroso, y el triunfo de estas derechas neoconservadoras, que en las grandes potencias son proteccionistas y en países periféricos recomiendan el libre comercio, puede terminar mal” (…) “La respuesta de Europa y Estados Unidos es amurallarse. Trump propone, como la China de hace algunos siglos, construir miles de kilómetros de muralla, para protegerse de los bárbaros del sur, los hispanos, estigmatizados como los villanos que truncaron el sueño americano. Los mongoles atravesaron fácilmente las murallas chinas. Nada indica que no pasará lo mismo con estos muros ratifícales y discriminatorios”.

El doctor Alberto Benegas Lynch (h) publicó el 4 de febrero un artículo titulado “El populismo de Donald Trump, signo de decadencia” (Papeles Liberales-Noticias y columnas de Economía, historia y política), en el que ataca sin piedad al flamante presidente norteamericano. Dice el ultraliberal Benegas Lynch (h): “(…) Ahora resulta que acaba de asumir un presidente del otrora baluarte del mundo libre que se pronuncia en contra de la prensa libre. Entre otras trifulcas con los medios … ha dicho en Forth Worth en Texas que cambiará las leyes “para cuando los medios escriban noticias negativas los podamos demandar y así hacer mucho dinero” y con una inusitada agresión ad hominem en West Palm Beach en Florida afirmó que después de que cambiemos las leyes referidas a la prensa “cuando el New York Times o el Washington Post escriban los podamos demandar” y “los medios se encuentran entre los grupos de personas más deshonestas que he conocido. Son terribles”, lo cual repitió en su visita a la CIA después de asumir la presidencia, oportunidad en la que agregó “estoy en guerra con los medios” y otras manifestaciones de desprecio a la libertad de pensamiento. Este peligro inminente se agrega a la xenofobia del nuevo presidente, de su prepotente, arrogante y anunciada intervención en el comercio internacional y de su preocupante esquema para la economía local con los gastos colosales que proyecta, su amistad con Rusia, su enemistad con China y el nombramiento del Secretario de Defensa (el Jefe del Pentágono), el general James Mattis, que ha declarado públicamente en un panel ante sus pares en la Asociación de Comunicaciones y Electrónica de las Fuerzas Armadas que “En realidad me gusta pelear, ustedes saben. Es estimulante. Es divertido matar a algunas personas. Me gusta la camorra”.” (…).

“En cualquier caso, como es sabido, la libertad de expresión resulta esencial para aprender puesto que como el conocimiento está inmerso en la provisionalidad y siempre abierto a posibles refutaciones, la manera de reducir nuestra ignorancia consiste en contar con debates abiertos de par en par. Esta libertad es respetada y cuidada como política de elemental higiene cívica en el contexto de una sociedad abierta, no solo por lo anteriormente expresado sino porque demanda información de todo cuanto ocurre en el seno de los gobiernos para así velar por el cumplimiento de sus funciones específicas y minimizar los riesgos de la extralimitación del poder” (…) “resulta especialmente necesaria la indagación por parte del periodismo cuando los aparatos de la fuerza que denominamos gobierno pretenden ocultar información bajo los mantos de la “seguridad nacional” y los “secretos de Estado” alegando “traición a la patria” y esperpentos como el “desacato” o las intenciones “destituyentes” por parte de los representantes de la prensa” (…) “Hasta aquí lo básico del tema, pero es pertinente repasar otros andariveles que ayudan a disponer de elementos de juicio más acabados y permiten exhibir un cuadro de situación algo más completo aunque no se refiera específicamente a Estados Unidos”.

“En primer lugar, la existencia de ese adefesio que se conoce como “agencia oficial de noticias”. No resulta infrecuente que periodistas bien intencionados y mejor inspirados se quejen amargamente porque sus medios no reciben el mismo trato que los que adhieren al gobierno de turno o a los que la juegan de periodistas y son directamente megáfonos del poder del momento. Pero en verdad, el problema es aceptar esa repartición estatal en lugar de optar por su disolución, y cuando los gobiernos deban anunciar algo simplemente tercericen la respetiva publicidad. La constitución de una agencia estatal de noticias es una manifestación autoritaria a la que lamentablemente no pocos se han acostumbrado” (…) “De la libertad de expresión se sigue la de asociación y de petición que deben minimizar las tensiones que eventualmente generen batifondos extremos y altos decibeles que afectan los derechos del vecino, lo cual en un sistema abierto se resuelve a través de fallos en competencia como mecanismo de descubrimiento del derecho y no como ingeniería legislativa y diseño arrogante” (…) “Lo que ocurre en dominios privados no es de incumbencia de los gobiernos, lo cual incluye la televisión que con los menores es responsabilidad de los padres y eventualmente de las tecnologías empleadas para bloquear programas” (…) “Otra cuestión también controversial se refiere a la financiación de las campañas políticas. En esta materia, se ha dicho y repetido que deben limitarse las entregas de fondos a candidatos y partidos puesto que esos recursos pueden apuntar a que se les “devuelva favores” por parte de los vencedores en la contienda electoral. Esto así está mal planteado, las limitaciones a esas cópulas hediondas entre ladrones de guante blanco mal llamados empresarios y el poder, deben eliminarse vía marcos institucionales civilizados que no faculten a los gobiernos a encarar actividades más allá de la protección a los derechos y el establecimiento de justicia” (…) “Dados los temas controvertidos aquí brevemente expuestos-y que no pretenden agotar los vinculados a la libertad de prensa ni los planes de Trump-considero que viene muy al caso reproducir una cita clásica de John Bury titulada “Historia de la libertad de pensamiento”: “El mundo mental del hombre corriente se compone de creencias aceptadas sin crítica y a las cuales se aferra firmemente” (…) “Una nueva idea contradictoria respecto a las creencias que sustenta, significa la necesidad de ajustar su mente” (…) “Las opiniones nuevas son consideradas tan peligrosas como molestas, y cualquiera que hace preguntas inconvenientes sobre el por qué y el para qué de principios aceptados, es considerado un elemento pernicioso”.

En su edición del domingo 5 de febrero La Nación publicó un artículo de Morales Solá titulado “Complicaciones para Macri en la era Trump”, en el que analiza lo complicado que será para el presidente de la nación tejer una relación con Donald Trump, a quien conoce desde hace décadas. Dice Morales Solá: “Mauricio Macri es, tal vez, el único presidente del planeta que no tiene derecho a la esperanza frente a Donald Trump” (…) “Macri sabe que Trump tiene un temperamento imprevisible, autoritario, cambiante, a veces caprichoso” (…) “A pesar de todo, cabe preguntarse si el gobierno argentino tomó nota de que el mundo que lo recibió ya no existe. Una síntesis arbitraria podría decir que el mundo de hace poco más de un año era el del universo de Davos, promotor de la globalización, del libre comercio y de un intenso intercambio financiero. Las ideas estaban claras. Democracia, libertad para comerciar y liberalismo político conformaban el trípode que sostenía los principios de Occidente” (…) “Trump vino a mezclar todo, porque rechazó dos elementos clave de la globalización: la libre circulación de las personas y el libre comercio. Es cierto que el planeta se hizo cada vez más peligroso por la aparición de un terrorismo inhumanamente creativo para matar a personas inocentes. Las consecuencias positivas de la globalización son irrefutables, pero la política gastó demasiado tiempo en reflexionar sobre sus consecuencias negativas” (…) “Ahora bien, ¿las formas y el contenido de las soluciones que aplica Trump son las correctas? No, evidentemente, porque sus políticas son agresivamente proteccionistas en el terreno de la economía y están despojadas de los valores humanistas de la cultura occidental”.

“Los enemigos declarados de Trump son, hasta ahora, México, Europa y China” (…) “La asombrosa novedad actual es que Trump se siente más cómodo con el déspota ruso Vladimir Putin que con cualquier otro líder mundial. La retórica contra Trump comenzó siendo un murmullo en la diplomacia internacional. Así era hasta que en los últimos días se pronunciaron el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y los principales líderes europeos, quienes criticaron formalmente las políticas de Trump”. Felipe González, ex presidente español, aconsejó no cuestionar las políticas de la república imperial, sino las políticas de Trump. “La línea propuesta por Felipe tiene un consenso bastante amplio en expertos diplomáticos de la Argentina. Aconsejan: el gobierno de Macri no debe hacer retórica anti Trump, pero debe establecer que no renunciará a los principios de libertad y respeto a las personas, tal como lo hizo la canciller alemana, Angela Merkl. Mostrar principios, no confrontar” (…) “A Macri sólo le queda la esperanza de que una Europa más preocupada le preste mayor atención al proyecto de libre comercio con el Mercosur, que se negocia desde hace 15 años” (…) “Los proyectos de reforma tributaria de Trump (beneficio a las exportaciones y castigo a las importaciones) podrían tener un efecto dominó en políticas proteccionistas en el resto del mundo. Macri tenía el proyecto de hacer de la Argentina el “supermercado” del mundo en lugar del viejo concepto de “granero” del mundo. Es decir, potenciar con las exportaciones al sector agroindustrial. Trump es un escollo y lo será aún más si sus políticas revalúan el dólar” (…) “El problema de Macri con Trump no son las visas de los argentinos (que sólo volverán a ser como eran hasta hace pocos meses) ni la exportación de limones a los Estados Unidos (que estuvieron vedadas durante 15 años). El problema es mucho más amplio y profundo, porque obliga al gobierno argentino a una reformulación de su política exterior si quiere relacionarse con un mundo donde han caducado las viejas certezas”.

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