Por Armando Ribas.-

Se me ocurrió volver a leer a Aristóteles y me encontré con esta conclusión: “El fracaso de la República es la Democracia”. Siguiendo esos pasos Edward Bernstein en su ‘Las Precondiciones del Socialismo’ llegó a la conclusión de que “La democracia es ambas cosas, un medio y un fin. Es un arma en la lucha por el socialismo y es la forma en que el socialismo es realizado”. Y a los hechos me remito. La democracia lleva al poder desde la nación y el pueblo. Ya he repetido hasta el cansancio que cuando los derechos son del pueblo, la realidad es que los gobernantes se apropian de los mismos a través del gasto público y los impuestos. Y por supuesto la corrupción impera a la luz de la demagogia. Nada más que hay que analizar los que está ocurriendo en nombre de la democracia en Europa y América Latina, con Venezuela a la cabeza. Ahora Estados Unidos donde ya el gasto también se ha elevado a niveles desconocidos en su historia se encuentra democráticamente entre los derechos de la nación (Trump) y del pueblo (Hillary).

Cuando el presupuesto es la nación, surge el nacionalismo que a través de la historia fue la justificación ética de la guerra. Así lo reconoció Hegel que dijo: “La guerra es el momento ético de la sociedad”. Ese momento ético persistió en Occidente hasta el siglo XX con la segunda guerra mundial. Hoy gracias a las armas nucleares la guerra ha des aparecido, pues como dijo Juan Pablo II: “Las armas nucleares no son bélicas sino disuasorias”. Y por ello la guerra fría nunca se volvió caliente y hoy ya tampoco es fría. Pero el nacionalismo impera en la búsqueda del poder y ahí tenemos en Francia a Marine Le Pen, que pareciera sería la próxima presidenta y aparentemente se produciría el “Franciexit”.

En Estados Unidos esa lucha entre la Nación y el pueblo refleja el olvido de los Founding Fathers (Padres Fundadores) que parece un hecho irreversible. Ese olvido refleja una tendencia violatoria de la Constitución Nacional, por más que en el último debate Trump se refirió a la Segunda Enmienda que reconoce el derecho de los ciudadanos a la portación de armas. Pero la discusión trasciende la política en acción y se manifiesta en el mundo de la ideas. Por tanto voy a insistir en el pensamiento de David Hume que dijo: “La historia es un aprendizaje”. Así consideraba que era la única forma de conocer la naturaleza humana. Por ello considero hoy imprescindible recordar y analizar las ideas que proyectaron el sistema ético político que permitió la libertad por primera vez en la historia. Y creo que la ignorancia del mismo trasciende la política y se ha encarnado en la intelectualidad. Por ello no obstante la admiración mundial por Von Mises yo me voy a permitir discrepar con su pensamiento al respecto de que el problema es económico y no político, tal como lo expresa en su obra magna ‘La Acción Humana’.

Que yo sepa, John Locke nunca habló de economía, e indudablemente fue el creador intelectual del liberalismo cuya expresión política se impuso en la Revolución Gloriosa de 1688, que sacó a Inglaterra del atraso y dio lugar a la Revolución Industrial. Es sorprendente que aparentemente en el mundo se conoce la Revolución Industrial, en tanto que se ignora su predecesora que fue la Glorious Revolution, de donde surgieron los principios fundamentales de la libertad y la creación de riqueza: la limitación del poder político en reconocimiento de que los monarcas también son hombres; en segundo lugar y fundamental de acuerdo a las palabras de Locke el derecho a la búsqueda de la felicidad; y por último pero no menos importante el respeto al derecho de propiedad privada.

Donde el sistema político ignora estos derechos falta la libertad y se genera mayor pobreza. Y esa es la evolución democrática hoy del socialismo. Y voy repetir que socialismo es la denominación que le diera el Iluminismo a la demagogia, que describiera Aristóteles hace más de 2.500 años. Por ello voy a insistir en mi crítica a Von Mises que en su obra citada ignora a Locke, Hume y los Founding Fathers. Por el contrario recoge el pensamiento de Hegel al que se refiere diciendo: “Acordémonos de Hegel. Fue ciertamente un pensador profundo; sus escritos son un rico acervo de atractivas ideas”. Me voy a permitir acordar alguna de esas ideas: “La guerra es el momento ético de la sociedad”; “El estado es la divina idea tal como se manifiesta en la tierra”; “El individuo mismo tiene objetividad, verdad y eticidad sólo como miembro del estado”; “Si se confunde al Estado con la Sociedad Civil y su determinación se pone en la seguridad y la protección de la propiedad y la libertad personal, se hace del interés de los individuos como tales el fin último en que se unifican y en ese caso ser miembro del Estado cae dentro del capricho intelectual”. Creo que en esas palabras se encuentran los principios del totalitarismo como racionalización del despotismo. Y recordemos que Cristina públicamente se reconoció hegeliana, aunque seguramente nunca leyó a Hegel.

Pero siguiendo con el pensamiento de Von Mises al referirse a Hume lo consideró como el maestro económico de Adam Smith. Es decir una vez más para tratar de reconocer que lo importante es el mercado y no la política. La realidad es que Hume nunca habló de economía sino que se refirió fundamentalmente a la justicia, la ética y la naturaleza humana. Por ello insistió en que si la naturaleza fuese pródiga y los hombres generosos, la justicia no tendría razón de ser. Y en ese sentido propuso que no podemos hacer nada por cambiar la naturaleza humana, y si queremos cambiar los comportamientos tenemos que cambiar la situación y la circunstancia y hacer del cumplimiento de la ley el objetivo primario. En virtud de esa realidad creo que hoy Miami se ha convertido en la capital de América Latina. Y algo más, pues la Florida parece ser decisiva en las próximas elecciones presidenciales de los EEUU.

Con respecto a Adam Smith voy a recordar el juicio de Hutchinson: “El éxito de Adam Smith con la publicación de su obra ‘La Riqueza de las Naciones’ tuvo un efecto no deseado, que fue hacerle creer al mundo que la economía es una ciencia independiente de la ética y la política”. Aparentemente Von Mises cayó en esa trampa y recordemos a que Adam Smith también fue consciente de la ética y la política y por ello escribió: “Cuando el judicial está unido al poder ejecutivo, es escasamente posible que la justicia no sea frecuentemente sacrificada a lo que vulgarmente se conoce por política”. Creo que la experiencia nos indica el realismo de esta observación y esperemos que la tengamos en cuenta políticamente. Pero siguiendo con Adam Smith en su llamada ‘mano invisible’ a la que se refiere diciendo: “Persiguiendo su propio interés él frecuentemente promueve el de la sociedad más efectivamente que cuando él realmente intenta promoverlo. Yo nunca he conocido mucho bien hecho por aquellos que pretenden negociar por el bien público”.

No me cabe la menor duda que en su reflexión sobre la justicia está teniendo en cuenta el pensamiento político de Locke al respecto de la necesidad de controlar el poder político al decir que había que limitar las prerrogativas del rey. Y esta concepción fue adoptada por Madison al referirse a la necesidad de que el gobierno se controlara a sí mismo. Por ello a través del pensamiento de Hamilton llevado a la práctica por el juez Marshall se estableció la separación de los poderes y el rol principal del poder judicial para determinar qué es la ley conforme a la Constitución. Cuando Adam Smith se refiere a la mano invisible, por supuesto está teniendo en cuenta el principio fundamental de Locke del derecho a la búsqueda de la propia felicidad y el respeto por la propiedad privada como también lo conoce David Hume.

Bueno, he usado a Von Mises para reconocer la diferencia entre los principios éticos y políticos que determinan la libertad y la creación de riqueza. Ello no me impide reconocer la sabiduría de otro miembro de la Escuela Austríaca, mi amigo Von Hayek, que escribió: “Camino de Servidumbre”. Y tampoco olvidemos a Hume y aprendamos de la historia para que Argentina reconozca lo que fue y porqué fue uno de los primeros países del mundo.

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