Por José M. García Rozado.-

Para el organismo monetario es un fenómeno que puede causar problemas. ¿Cómo lo resolverá? En los círculos académicos el fenómeno es conocido como “enfermedad holandesa”. En el Río de la Plata, el ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica lo tradujo al idioma de la calle: “embuche de dólares”. El voluntarismo de la Administración Macri es bastante parecido al voluntarismo de la Administración CFK. La realidad es bastante más que voluntarismo. Y lo que está ocurriendo con el bono navideño tan famoso -así como con el dólar-, una vez más lo corrobora. El bono de fin de año que CFK siempre se negó a conceder a Hugo Moyano y sus amigos, Mauricio Macri consideró apropiado prometer. Entonces, un día el macrismo dijo que les convenía victimizarse con un paro nacional, y al otro día salieron a presionar a los empresarios para que paguen el bono. Y no es un tema terminado… sucede que Cristina Fernández de Kirchner pretendía ignorar la lógica de la economía afirmando la tontería de que la política puede imponerle su impronta al ciclo económico, pero Macri termina cometiendo un disparate parecido.

Comencemos por el ¿notable? enfoque del economista Martín Tetaz en el diario platense El Día: “(…) ¿Contrataría usted a un nuevo operario si este le hiciera ganar $ 30.000 y por todo concepto le costara $ 20.000 por mes? La lógica indica que sí, salvo que no le guste ganar dinero. (…) Pero, ¿Cuál es el límite? Si usted fuera empresario, ¿pagaría $ 35.000 para asegurarse que ese operario firmara el contrato con su negocio? La misma lógica indica ahora que no, que nadie que quiera ganar dinero pagaría un sueldo de $ 35.000 a un obrero que solo genera $ 30.000, porque estaría poniendo $ 5.000 de su bolsillo todos los días. (…) Supongamos que ahora llega el gobierno y resuelve que hay que pagar un bono de $ 30.000 una vez por año, para constituir el aguinaldo y a eso sumarle otros $ 30.000 para financiar las vacaciones del trabajador.” Pero Carlos Burgueño en el diario Ámbito Financiero: “El gobierno quiere que los bancos financien a las empresas que quieran/deban pagar el bono de $ 2.000, pero que no tengan efectivo disponible. Y que el dinero para los interesados se otorgue con las líneas de crédito productivo que todo el sistema financiero debe disponer por ley. El mensaje será transmitido a partir de hoy desde varios frentes del gabinete económico nacional, bajo la orden concreta de la máxima autoridad del país que envió el mensaje que “el bono no debe fracasar”.

“En otras palabras: el otorgamiento del bono no debe ser la excepción, sino la regla. Desde el oficialismo había surgido un clima de cierta euforia y expectativas positivas, luego del encuentro del miércoles pasado en la Casa de Gobierno donde comenzó a funcionar la denominada Mesa del Diálogo para la Producción y el Empleo. (…) Sin embargo, la algarabía duró poco. A pocas horas de haber terminado el cónclave, los empresarios -justo desde donde el gobierno creía que no iba a haber problemas-, comenzaron a pelearse en la fila de los que primero aclaraban que la obligación virtual por el bono no correspondía a ellos. Primero fueron los representantes de la construcción, los aceiteros y el comercio, que aclaraban que dado que ellos habían negociado paritarias por encima del 38% no les correspondía el pago. Luego comenzaron a hablar los dirigentes que según sus números finales de actividad oficial no podrían pagar: el transporte, textiles, artículos para el hogar eléctricos y no eléctricos, parte de la alimentación, terminales automotrices, etc. Después apareció la aclaración más importante: los propios privados advertían que el bono era una cuestión de las grandes compañías y que las pymes quedaban afuera de la obligación. Esto implicaba que el 74% de los empleados (según los números oficiales) estarían ya fuera de la necesidad de pensar en el bono. Del 26% final, sólo la mitad quedaba en la obligación. Esto es, como adelantó este diario, poco más del 13%. Algo imposible de avalar para el Gobierno. (…)”.

Por si faltara algo, el patoterismo (así denominan los sectores patronales y enriquecidos burdamente durante 12 años) del amigo de Hugo Moyano, Juan Carlos Schmid, en teoría un “intelectual” entre los sindicalistas. Schmid, uno de los tres secretarios generales de la CGT, advirtió que los empresarios que ignoren el acuerdo cerrado para la entrega de un bono extraordinario de $2.000 “tendrán problema con los sindicatos” y que “ninguna comisión interna, ni sindicato es sordo, ciego o mudo, ni tenemos un balde en la cabeza”. “Vamos a insistir para que se paren los despidos y las suspensiones”, aseveró Schmid, quien explicó que “tenemos derecho a poner de nuevo la discusión sobre la mesa”. Además, pagando el bono tampoco cesa la puja por el ingreso. Así lo explica Ismael Bermúdez en el diario Clarín: “Casi ningún gremio aceptaría el piso de $ 2.000 para el bono de fin de año acordado en la mesa de diálogo social. Es porque esa suma no alcanza para compensar la pérdida de ingresos provocada por la inflación de este año, según surge de los cálculos que hacen sindicalistas y expertos consultados por este diario. El ministro de trabajo, Jorge Triaca, hizo pública la intención del Gobierno de computar este bono como “compensación por la inflación pasada”. Así pretende ingresar a 2017 con paritarias negociando en base a la inflación “proyectada del 17%” anual y hacer “borrón y cuenta nueva con la situación de 2016.”

“Para compensar la pérdida salarial de este año –que en la enorme mayoría de los casos supera, bono al margen, el 18% y en el de los jubilados y estatales el 22%- el bono de fin de año debería ser muy superior a los $ 2.000. El poder adquisitivo de los trabajadores está perdiendo en el mejor de los casos un 6% de su salario lo que, en promedio, representa entre $ 8.000 y $ 10.000. Este fue el cálculo que hizo ante Clarín el secretario de Acción Social de la CGT, Jorge Sola, quien agregó que su gremio, el del seguro, acordó una suba salarial del 35% frente a una inflación del 41%. (…)”. Pese al bono salarial y la eximición parcial del impuesto a las Ganancias anunciados por el Gobierno de Mauricio Macri para fin de año, se entiende que los consumidores tienen una conducta de compra más inteligente y no habrá un boom de consumo. “Distintas empresas empiezan a encontrar el piso en la caída, principalmente a las grandes cadenas de retail, pero les está costando identificar la curva ascendente”, dijo Mariano Lamothe, economista de “Abeceb”, quien espera que la sumatoria del efecto de fin de año y la baja de tasas de interés empiece a cambiar el humor de los consumidores para que haya un mejor diciembre. El año está perdido en términos de consumo (en julio y agosto, las ventas en supermercados cayeron en promedio 10% en términos reales y en los centros comerciales, 15%). “El bono no hace una gran diferencia. Pero ayuda si le agregás el impuesto a las Ganancias y el aguinaldo”, dijo Lamothe.

Para la consultora “CCR”, es necesario conocer el importe y la extensión del bono. Para las Fiestas, espera no tanto un derrame en el consumo masivo como que dejen de decrecer algunos rubros. Y en el último trimestre, que se frene la baja en el consumo si el aumento de precios se desacelera. “El paquete navideño no es equivalente al aguinaldo de julio, porque en las Fiestas hay otros gastos que algunos consumidores se ven obligados a hacer, como las cenas y los regalos. La base de la pirámide se priva de muchas cosas y quiere retomar el consumo de lo que necesita y no puede comprar. El derrame será menor, porque el comprador se puso inteligente y es difícil volver atrás”, dijo Patricia Sosa, directora comercial de “CCR”, según el diario “El Cronista Comercial”. Según calculó el IERAL de la Fundación Mediterránea, con un bono de $2000 que se pague a todos los trabajadores, incluyendo a los alcanzados por el impuesto a las Ganancias (considerando una suba salarial de 32% y una inflación del 40%) implicará que un asalariado casado con dos hijos que cobra $13.000 mensuales brutos en 2016 verá caer un 4,3% anual su salario real de bolsillo. Con ingresos de $26.000 mensuales, la baja en su poder adquisitivo será de 5%. En cambio, un asalariado que es alcanzado por el impuesto a las Ganancias tendrá una mejora en su poder adquisitivo de entre 4 y 6%.

“El consumidor ha aprendido a la fuerza a hacer múltiples estrategias, de migración de marcas, a comprar ofertas. Este comprador inteligente, a pesar de que empiecen tiempos de bonanza, no creemos que se aleje de este comportamiento tan bruscamente. Sobre todo en la base de la pirámide, donde no les alcanza, y tener este aliciente económico les permite comprar lo que necesita de forma mínima. La clase alta se previene, porque no quiere dejar de darse las gratificaciones personales. La compra inteligente se va a prolongar”, agregó Sosa. En tanto, Lamothe coincidió: “Cambió estructuralmente el modelo económico y la cabeza del consumidor. Antes, el salario crecía por encima de la inflación, había crédito al consumo a 12 cuotas y no había riesgo de desempleo, y el consumidor venía con niveles de consumo elevado y adelanto. Ahora te suben las tasas, la inflación se acelera, perdiste poder adquisitivo y se agregaron las tarifas de servicios públicos. Recién ahora la gente sabe cuánto es su ingreso disponible, porque hubo una gran incertidumbre con las tarifas. Hubo un reacomodamiento de las estructuras familiares y una conducta de esperar y ver”. Eduardo Costantini, creador de Nordelta y dueño del Malba, se mostró crítico esta noche del desempeño económico del gobierno, horas después de que el mandatario argentino exhortara a los empresarios a “romperse el traste” y decirles que “no hay tiempo para mezquindad” y “especulaciones”.

“El año pasado ya había un diagnóstico de que la Argentina, con la inversión, iba a poder reemplazar la caída del gasto global de la economía; había mucha inflación y para reducirla hay que bajar el componente grande de la economía que es el consumo y el gasto público. Lo que no es practicable en el corto plazo es que la inversión se produzca en forma inmediata y menos que reemplace la caída de la demanda agregada”, arrancó el empresario en El Juego Limpio (Todo Noticias). Siguió: “La población no está preparada para pasar un periodo de transición con los grandes ajustes que venimos acumulando y, tal vez, el Gobierno, por ingenuidad o un exceso de optimismo, pensó que rápidamente íbamos a ajustar la variable macroeconómica sin un costo (…). El discurso que se daba de buena fe, por los tres candidatos (en referencia a Macri, Scioli y Massa), es que no se iba a sufrir y eso es absolutamente impracticable con el desequilibrio de las tarifas, con la devaluación que había que hacer, con el pago y la inserción en el mundo que había que lograr, con la disminución de la demanda, con una política fiscal monetaria y todo eso lleva tiempo”. En otro tramo, Costantini cuestionó la idea del “segundo semestre” que pregonó el Gobierno: “Si uno piensa que en un semestre la Argentina se va a redireccionar sin costo económico… una cosa es la que sea desea y otra es la posible”.

Y añadió: “Estamos en un periodo de transición, puede ser que Macri sea reelecto o no pero como Nación y como país tenemos que ver que esto se convierta en una transición histórica, y no importe quién gane, para encauzar el país y ordenarlo”. El empresario también expresó reivindicaciones al macrismo como cuando señaló que en este Gobierno “hay más dialogo, más federalismo, la democracia está funcionando mejor”. Cerró: “Los empresarios tendríamos que hacer un mayor esfuerzo en lo que son los ajustes salariales aunque contabilicen los balances pérdidas y tratar al máximo de mantener el nivel de empleo y esperar que haya una recuperación en la demanda”. Para Gustavo Bazzan de Clarín: “En los círculos académicos el fenómeno es conocido como “enfermedad holandesa”. En el Río de la Plata, el ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica lo tradujo al idioma de la calle: “embuche de dólares”. En la práctica, quiere decir algo simple. Trátase de la abundancia de dólares que entran a raudales a un país y termina siendo difícil de manejar, y lo que en principio es un fenómeno auspicioso termina mostrando efectos colaterales indeseados: apreciación de la moneda local y pérdida de competitividad de las exportaciones. Ya sea enfermedad holandesa o embuche, al Banco Central el tema le preocupa. El presidente del organismo monetario, Federico Sturzenegger, lo reconoce en confianza. Más allá del optimismo que mostró el martes en la presentación del Informe de Política Monetaria del tercer trimestre, cuando informó que está convencidísimo de que el año que viene se alcanzará la meta de inflación del 17% anual, y de que la economía empieza a crecer en cuestión de semanas.”

“Encaminada la posible resolución de esos dos problemas (inflación y crecimiento) el tema es qué hacer con los dólares que no paran de entrar. La respuesta, un poco, ya se vio en lo que va del año: el incremento de reservas, por compras del BCRA ha resultado mucho mayor a lo que el propio Sturzenegger esperaba. Y hacia adelante, la respuesta será la misma: más compras de dólares con pesos que luego serán esterilizados por la vía de emisión de Lebacs. Nada que no haya ocurrido en, por ejemplo, los años que fueron de 2003 a 2008, cuando la soja traía dólares a raudales. Después, historia conocida: atraso cambiario, creciente demanda de dólares percibidos como “baratos”, la caída incesante de reservas y el cepo. Ahora hay un cambio sustancial respecto a esos años: el BCRA quiere que el que invierta en pesos reciba a cambio una tasa de interés positiva (por encima de la inflación) lo que hace aún más atractivo invertir en pesos. ¿Por qué Sturzenegger ve que el flujo de dólares no cesará? Por varios motivos: 1. Las tasas de interés cero (o cercanas a cero) dominan las principales economías del mundo, lo que hace que muchos inversores se tienten a comprar papeles argentinos (Nación, provincias, municipios, empresas) que se emiten a tasas del 4, 5, 6 o hasta 9% anual, según quién es el deudor y los plazos).”

“2. Hasta las emisiones en pesos se pagan con dólares que vienen de afuera, tal como se comprobó la semana pasada, cuando entrar 3.800 millones de dólares para comprar los bonos del Tesoro emitidos, en pesos y a tasa fija, a plazos de 7 y 10 años. 3. El blanqueo, más allá de cómo se manifieste -depósitos de divisas en el mercado local, o pago de la penalidad para fondos que queden fuera del país- engordará la oferta de divisas. 4. Con perspectiva de tipo de cambio tranquilo, los pagos de cupones de bonos en dólares tienen también alta chance de pasarse a pesos. ¡Aunque parezca mentira, en apenas diez meses se pasó del temor a la falta de reservas al temor del exceso de dólares!” El Gobierno, como ya explicamos, acordó con representantes empresariales y la CGT avanzar en la negociación de un bono de fin de año con un “piso” de $ 2.000 para los empleados del sector privado. Ya había anunciado otro bono de $ 1.000 para los jubilados (algo casi ofensivo por lo humillante) que ganan la mínima y para las familias que reciben la Asignación Universal por Hijo. En tren de mejoras para el bolsillo, habría que sumar la eximición del pago de Ganancias sobre el aguinaldo para aquellos trabajadores que ganen $ 55.000, franja que incluiría a 1,2 millón de asalariados.

En síntesis: bono del Estado, bono para privados (en la Unión Industrial dijeron que habrá que discutirlo sector por sector), eximición de impuestos. Si algo queda en claro es que el Gobierno trabajó para desinflar el anunciado paro de la CGT y, también, que busca mecanismos para ponerle plata en el bolsillo a la gente cómo compensación por la caída del poder de compra de los salarios en la primera parte del año. Apunta a aquietar una eventual agitación social de fin de año pero, también, a fortalecer el consumo interno. El aumento de “inversiones tarda en hacerse sentír” y el Gobierno se orienta a un esquema de aumento del gasto público, más obra pública y dinamización del consumo para favorecer una reactivación de fin de año, de cara al desafío electoral 2017. La llave maestra está: Alfonso Prat-Gay salió al mercado a buscar fondos en las últimas dos semanas y consiguió el equivalente a US$ 11.150 millones. Y lo más destacado -aunque estamos hablando de endeudamiento para gastos comunes y no de inversión- fue que de ese monto, más de US$ 8350 millones los logró en pesos a 5, 7 y 10 años con tasas “fijas” de 18,2%, 16% y 15,5%. La obtención de financiamiento en pesos a tasa fija a 10 años de plazo resultaba impensable hasta hace muy poco y abrió un nuevo horizonte: al Gobierno, curiosamente, le podrían “sobrar” dólares y le podrían “faltar” pesos para cerrar las cuentas del año.

Hace un año, al gobierno de Cristina Kirchner le faltaban dólares (nadie le prestaba y el cepo cambiario actuaba a pleno) y le sobraban pesos de la mano de un Banco Central que emitía todo lo que el Tesoro le pedía. El panorama ahora es otro: Prat-Gay consigue dólares, los deposita en una cuenta especial del Banco Central pero Federico Sturzenegger, su titular, no le da más pesos que los que tenía previstos a comienzos de año. El Central se niega a emitir y girar más fondos al Tesoro. La idea rectora de Sturzenegger es que eso sería inflacionario, más aún en un momento en el que la Casa Rosada está convencida de que la inflación va para abajo. Así, Sturzenegger acumula dólares (las reservas ya rondan los US$ 40.000 millones) a costa de endeudamiento puro de la mano de grandes inversores del exterior que “traen divisas para pasarlas a pesos y comprar bonos del Tesoro argentino en pesos a plazos de 5 a 10 años” (bicicleta financiera que le llaman). Todo muy curioso y, a la vez, abre una trampa de difícil resolución en el corto plazo. Según cálculos de estudios privados, Prat-Gay necesitará unos $ 140.000 millones -o sea US$ 9.100 millones- antes de diciembre para cubrir los compromisos típicos de fin de año cuando la gente, por las fiestas o las vacaciones o el cobro de aguinaldos, suele tener más “pesos” en su poder. Pero el ministro de Hacienda y Finanzas tiene dólares, bastante dólares, que debería transformar en pesos.

Si se los vende al Central, Sturzenegger tendrá que emitir muchos pesos y, por lo tanto, ir en contra de su objetivo de “consolidar” la meta de inflación de 12% a 17% anual prevista para 2017. Si Prat-Gay decidiese vender los dólares en el mercado para hacerse de pesos, el problema se centraría en uno de los principales puntos débiles del esquema cambiario: habría más oferta de dólares y, por tanto, el precio del dólar se inclinaría a bajar pronunciando la tendencia de los últimos tiempos hacia el atraso cambiario. Tal es la apuesta hacia la estabilidad del dólar que en su informe de política monetaria de anteayer, el Banco Central dibuja en un gráfico una línea levemente en descenso en la relación del tipo de cambio con Estados Unidos para 2017. El dólar quieto se entiende en cualquier gobierno que quiera enfrentar la inflación y, más aún, cuando un mundo de tasas de interés cercanas a cero contribuye a colocar dólares en la Argentina con fluidez. El esquema oficial de corto plazo parece cerrar por varios lados: hay más pesos para jubilaciones, para planes sociales y para asalariados del sector privado. Así se buscará compensarlos por la inflación e impulsar el consumo mientras con los dólares del exterior se mantiene a raya el dólar y se podrían serenar las subas de precios.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, dijo refiriéndose al panorama electoral de 2017, en Perfil: “La demanda ordena la oferta, no la oferta a la demanda”. Es algo que podría considerarse, también, como un criterio rector para el panorama económico. El “gradualismo” del Gobierno para bajar el elevado déficit fiscal heredado, así como el generado en estos 11 meses por el propio macrismo, se va perfilando como mucho más flexible para el año próximo en materia de gasto público. Y todo indica que tendrá financiamiento a mano para avanzar hasta las elecciones. El dilema para Prat-Gay surgirá si el Central no le quiere comprar los dólares y opta por venderlos en el mercado, aumentando la oferta de divisas y presionando por otra baja del dólar. Los industriales ya se quejan del atraso cambiario pero, como saben que el atraso habría llegado para quedarse, la pelea que viene sería por la rebaja de impuestos. ¡Y otra vez volvemos al esquema conocido y perverso del endeudamiento para gastos corrientes y al “atraso cambiario” soluciones (?) ya muy conocidas!

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