Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”. Joan Baez

Mañana iremos a votar en una de las elecciones más cruciales de la historia, porque si el oficialismo se impusiera, el rumbo de colisión se mantendrá con destino al socialismo del siglo XXI y derivaría en un conflicto social, gigantesco y sangriento. Es más probable que sea el día que marque el final del kirchnerismo porque, si los números de las PASO se repiten o se agravan, el lunes el peronismo amanecerá en la puerta del cementerio en el que será sepultada la mariscala de la derrota y, como siempre lo ha hecho, se negará a compartir ese destino.

A partir de entonces, y como condición esencial para siquiera considerar cualquier acuerdo político con la oposición, como el que pretende ofrecer Alberto Fernández el lunes mismo, el polifacético movimiento deberá desprenderse definitivamente de la siniestra y poderosa gobernanza de Cristina Fernández, enviándola al arcón de los recuerdos desagradables, y adoptar una conducta democrática y republicana para permitir que una sociedad madura deje de verlo como nefasto por estar encarnado en gobernadores feudales como Gildo Insfrán, Gerardo Zamora, Juan Manzur, Jorge Capitanich, etc.; y es indispensable que lo haga porque nada podrá ser construido ignorando a una porción tan importante (¿30%?) de la ciudadanía.

El Congreso al que se incorporarán el 10 de diciembre quienes resulten vencedores este domingo deberá cumplir muchas obligaciones en las que se encuentra en prolongada mora si quiere recuperar el prestigio que ha perdido, al haberse convertido tantas veces en mera reunión de ovejas que corren para obedecer al Ejecutivo, pese a que la Constitución lo instituye en la máxima expresión de la ciudadanía. Esas deudas son enormes, refieren a todos los deberes esenciales del Estado y su incumplimiento impide el desarrollo de la sociedad: educación, salud, defensa nacional, seguridad y justicia; pero también temas como la boleta única electoral, la “ficha limpia” para ser candidato y los códigos penal y procesal penal.

Esta semana, el asesinato de Roberto Sabo puso en evidencia el desastre que ha significado la adopción por el Gobierno de las teorías garantistas de Raúl Zaffaroni, que también se vincula directamente con la impunidad que gozan los corruptos. Las inminentes excarcelaciones de José López, el famoso entregador de bolsos en un convento, y de Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, responsables del crimen de Once, se suman a las que ya lograron Amado Boudou, Cristóbal López, Julio de Vido, Luis D’Elía, Roberto Baratta, Carlos Kirchner, Fabián de Souza, Gerardo Ferreyra, Oscar Thomas, Fernando Esteche, César Milani, Lázaro Báez y varios otros y, sobre todo, a las insólitas demoras que los jueces han impuesto a los juicios orales de Cristina Kirchner en todas las causas que la afectan, y en las que tantas pruebas de todo tipo, confesiones incluidas, se han acumulado.

Mucho tuvieron que ver los jueces militantes para que ello ocurriera, pero pudieron hacerlo amparándose en los defectuosos códigos procesales, que impiden que las sentencias sean firmes hasta llegar a la Corte Suprema, siempre lenta en resolver. Las convenciones internacionales exigen, con razón, el doble conforme, o sea, que los fallos condenatorios sean revisados por un tribunal superior, pero aquí hemos convertido a la Corte en una tercera instancia. Y a ese tortuoso camino hay que sumarle la cantidad de recursos, valederos o meras chicanas, que interponen los defensores, que agregan mucho tiempo a los ya demorados procesos.

La concesión de derechos a quienes tanto han robado (invocando los cursos de ikebana o manualidades que realizaron en prisión) y a los 4.500 asesinos liberados por un supuesto riesgo de contagio, a los inventados mapuches que quieren independizar la Patagonia y son protegidos desde el poder, y a los terroristas de los 70’s que han recibido miles de millones de dólares en indemnizaciones, contrasta claramente con el vengativo trato que reciben 2000 militares por haber combatido al terrorismo. Estos continúan siendo perseguidos por jueces prevaricadores, verdaderos asesinos togados, en juicios amañados y con sentencias previamente escritas que conllevan condenas gravísimas, que los mantienen en prisiones preventivas que superan todo máximo legal, pese a que el promedio supera los 77 años y muchos están enfermos; diariamente se siguen abriendo nuevas causas y deteniendo a más oficiales, aunque han transcurrido casi 50 años de la dura guerra que el terrorismo obligó a la República a librar, y se ha llegado al extremo de retirarles las pensiones como veteranos de Malvinas.

De confirmarse el derrumbe oficialista se abrirán varios escenarios probables y, en todos, se incluye el desastre económico y social: a) ¿renunciará Alberto Fernández?, b) ¿el peronismo territorial lo respaldará para que tome el control, aunque deba enfrentar el inevitable ajuste?, c) ¿el kirchnerismo tomará el resto del gabinete?, d) si se va el MemePresidente, ¿asumirá Cristina Fernández y pagará esos costos?, d) ¿arreglará el Gobierno con el FMI o nos mandará al default global?, e) ¿renunciará la PresidenteVice y se atreverá a perder sus fueros y las cajas del poder pero conservar su capital simbólico?, f) ¿generará ella el caos para disfrazarlo de golpe de Estado y huirá a Cuba?, g) si renuncian ambos, ¿la Asamblea Legislativa designará a Sergio Aceitoso Massa para terminar el mandato? Como se ve, mañana comienza un período más que interesante en la Argentina, salvo que usted viva aquí, porque sentirá que está embarcado en el Titanic sin música de violines. Mientras tanto, a Dios rogando y con el mazo (la fiscalización) dando, para poder amanecer el lunes en un nuevo país.

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