Por Luis Américo Illuminati.-

Respuesta de la vicepresidente de la Nación Victoria Villarruel a la mayor bazofia humana que se haya visto en la Argentina. Quedó knock out, lo mismo que el zurdo Agustín Rossi -candidato a la nada- en el debate previo a las elecciones. Esta inscripción hay que colocar en la calle donde nació o, en su defecto, en el Colegio Nacional Buenos Aires, donde fue alumno: «Firmenich fue a la Argentina lo que Judas a Cristo». Esto dijo la vicepresidente. «El terrorista Firmenich, desde la impunidad que le garantizó el mismo Estado argentino, pretende justificar el accionar terrorista de Montoneros responsable de asesinatos, secuestros, heridas, bombas, ataques a unidades militares, copamiento de pueblos y de sembrar el terror y ensangrentar el país. A estos terroristas del pasado y del presente les quiero decir que mi intención de meterlos presos no es sólo mía, sino de millones de argentinos hartos del negocio que hicieron en nombre de los DDHH, hartos de los crímenes atroces por los que no pagaron y asqueados de la superioridad moral con la que nos hablan cuando son unos asesinos. Al terrorismo se lo combate siempre y sus crímenes son el origen de la desgracia, miseria y decadencia que padece la gran Nación Argentina. Espero, Firmenich, que Dios te perdone; yo no lo hago y lucharé para que estés preso igual que los asesinos de tus compañeros. Buchón y cobarde, estás vivo gracias a los compañeros que entregaste, ser nefasto sin alma, patria ni bandera».

No se equivoca en absoluto la vicepresidente cuando al asesino y terrorista Mario Firmenich (siempre «firme» en su maldad) le dice «buchón y cobarde», ya que según la investigación del periodista Hugo Alconada Mon fue un conspicuo informante del Ejército: https://www.lanacion.com.ar/politica/firmenich-era-un-informante-del-ejercito-desde-1973-nid519817/

Por su parte, la periodista e investigadora Alejandra Vignolles escribió «Doble Condena», un libro revelador que contiene valiosa información que da cuenta de la perversa y dual personalidad de Firmenich, particularmente, respecto de la suerte corrida por Roberto Quieto. La autora se pregunta: ¿por qué Mario Firmenich quiso negociar con los militares que tenían secuestrado a su compañero Roberto Quieto para que se lo entregaran vivo y poder ejecutarlo? ¿Qué secretos se llevó a la tumba Roberto Quieto? Este libro cuenta la historia nunca revelada hasta hoy de Roberto Quieto, quien llegó a tener todo el poder y que podría haber cambiado el destino de la guerrilla peronista en la Argentina. En 1975, cuando fue capturado por las fuerzas de seguridad (Policía Federal Argentina). Quieto era el número dos de Montoneros. Había sido el responsable, entre otros operativos, del secuestro de los hermanos Born. Luego de su detención, Montoneros lo sometió a un «juicio revolucionario» en su ausencia y lo condenó a muerte por «delación bajo torturas». Esa supuesta traición nunca fue demostrada; sin embargo, Montoneros -vale decir, Firmenich- jamás se retractó por haber ensuciado el nombre de su compañero, como tampoco nunca pidió perdón ni a la sociedad ni a los familiares de los que condenó a la deshonra a los que, según él, fueron traidores. Alejandra Vignolles ofrece una nueva mirada sobre la tragedia que asoló a nuestro país en la década del setenta, a través de una paciente reconstrucción de la vida y la personalidad de este controvertido y misterioso sujeto que fue Roberto Quieto, quien llegó a hacerle sombra a Firmenich.

Roberto Quieto -alias El Negro- había formado parte de las más resonantes acciones de la agrupación: desde el copamiento de Garín -provincia de Buenos Aires- al secuestro de los hermanos Juan y Jorge Born. Había militado primero en el Partido Comunista, luego en el Partido Comunista Revolucionario, el ELN y las FAR hasta terminar formando parte de la conducción misma de Montoneros. El estudio de Vignolles recorre la vida de Quieto, desde su nacimiento en el barrio de Caballito, su infancia en San Nicolás, su paso por la Facultad de Derecho y su posterior ingreso en Montoneros, siniestra organización que para afuera mostraba una cara que nada tenía que ver con la realidad, ya para adentro primaba una crueldad inusitada hacia todo aquel que se atreviera a salirse de sus esquemas de hierro. Vignolles sostiene en su libro que nunca existieron pruebas fehacientes que acreditaran que la detención de Quieto haya sido la causa de una cadena de detenciones y delaciones posteriores.

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