Por Oscar Edgardo García.-

El Papa Francisco no puede con su genio y, como el diablo, volvió a meter la cola en la política argentina opinando sobre «el internismo», el «resquebrajamiento de la filiación partidaria» y la aparición de «figuras nefastas tal como sucedió en Alemania», donde «se presentó un político que hablaba lindo y que sedujo a la gente» y en consecuencia «todo el mundo dijo bueno, probemos con éste, que nadie lo conoce; no conocemos sus raíces y su condición y entonces votaron a Adolfito y así terminamos”.

El presidente Alberto Fernández consideró que no podía estar ausente en el escenario y, siguiendo la línea del Sumo Pontífice, se abalanzó sobre el líder de Libertad Avanza manifestando que «Milei es una amenaza a la democracia, claramente, porque también los totalitarios se valen de la democracia para poder acceder al poder» así como también que «Hitler no llegó por un golpe de estado; llegó votado por los alemanes. Muchas veces los autoritarios se valen de la democracia para poder acceder al poder».

La trayectoria de ambos avalan los conocimientos que poseen sobre el tema y su experiencia en materia de autoritarismo y demagogia, tanto por las actuaciones personales propias así como también en apoyo de personajes políticos que desarrollaron acciones gubernamentales alejadas de la democracia, la ética y la honestidad.

El Papa también habló de “la peligrosa tendencia a desacreditar a la política por los malos políticos” cuando la realidad es que todos ellos hacen la mayor cantidad de actos posibles para generar su propia desacreditación y ese es el camino que produce el hartazgo, la alienación y la desesperanza en el pueblo.

La aparición de personajes poco conocidos no es casual sino que es producto de ello y en este estado de cosas la ciudadanía está invitada a probar por alguien que no conoce, porque de los políticos que conoce ya ha experimentado sus pésimos resultados y no los quisiera volver a repetir.

Es así que el hombre de la calle se plantea cuánto peor le puede ir probando con uno nuevo y allí está Milei en continuo ascenso preocupando a oficialismo y oposición, que reaccionan con ataques a su persona en lugar de hacerlo con acciones y propuestas que demuestren al votante que ellos son la solución del problema y que el líder de Libertad Avanza no lo es.

Lo cierto es que, si bien es dable pensar que Javier Milei representa un riesgo para la democracia del país, actualmente está ocupando un espacio que otros políticos le han brindado las posibilidades para lograrlo por lo que finalmente el tiempo es quien tendrá la última palabra.

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