Por Juan Manuel Otero.-

En una pretendida justificación de la audiencia concedida por el Papa Francisco hacia la Sra. Hebe de Bonafini, el periodista Nelson Castro apeló a la infinita bondad del Santo Padre y su afán de perdonar y mostrar al mundo que la caridad no reconoce límites.

No importa para el Sumo Pontífice que su agasajada sea la misma persona que profanó la Catedral Metropolitana en forma vergonzante, depositando sus heces y robando lo que encontraba a su paso, o que haya sido imputada y deba responder por delitos defraudación hacia los humildes que confiaron en su promesa de tener el techo propio, menos aún que en su siniestra empresa “Sueños compartidos” se haya apropiado de fondos del erario sin darles el destino prefijado y utilizado en su exclusivo beneficio personal, tampoco resulta óbice que su “hijo” adoptivo y socio sea un tristemente conocido parricida….

Nada de eso impide a Francisco demostrar su infinita bondad, y el periodista Castro se encarga de resaltar entusiastamente esta “faceta” de Jorge Bergoglio.

Pero deliberadamente omiten Castro y Francisco mostrar esa misma piedad hacia nuestros presos políticos, que llevan una década encerrados por denuncias de delitos cometidos en los ’70 que fueron tipificados recién en 1998 y basados en dichos de testigos mendaces. Tampoco mostraron piedad cuando se les negó sistemáticamente el beneficio de la prisión domiciliaria que por ley les corresponde y que pese a ser un legítimo Derecho Humano, se les niega sin fundamento alguno.

Llamativamente, ni Francisco ni el Dr. Nelson Castro alzaron la voz cuando el perverso ex Ministro Agustín Rossi resolvió privarlos de ser atendidos en los hospitales de su fuerza. Razón por la cual murieron no pocos soldados por falta de atención médica y psíquica.

Muy raro es esto, uno es el representante de Dios en la Tierra y el otro es un médico…

No busquemos explicaciones.

Es evidente que la “piedad” camina, en este caso, de la mano de la “hipocresía”.

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