Por Luis Tonelli.-

Se gobierna con plata. Todo en política finalmente se plasma en un gasto (o en un “no gasto”). Claro que está la política de gestos: agradecer en un discurso, recordar tal efeméride, saludar a alguien; o acusar a unos u otros. Pero, si no hay dinero, lo simbólico no alcanzaría ni para ordenarle al camarero de la Casa Rosada que le alcance un café al Presidente.

El Gobierno de la ALIANZA puede analizarse de mil maneras. Puede considerarse lo negativo que fue armar una coalición entre dos fuerzas muy diferentes; o armar una fórmula entre políticos antagónicos; o acusar a de la Rúa de no ser un Presidente enérgico. Pero lo cierto es que la ALIANZA “gobernó” dos años, hasta que se le acabó el dinero. O sea, hasta que luego del 11 de septiembre, y tras el atentado contra las Torres Gemelas, los Neo Conservadores de un Bush que había llegado a la Casa Blanca por un voto de diferencia en la Corte Suprema, tomaron el control de todo el Gobierno. Ahí, por ejemplo, Anne Krueger terminó con la tesitura del FMI como prestamista de última instancia para ayudar a los emergentes en problemas, como la Argentina, e impuso su visión que había que evitar el daño moral de los que aprovecharon la situación especulando irresponsablemente con bonos basura. Sin plata, cayó el Gobierno, como también sin plata, Alfonsín tuvo que adelantar la entrega del poder.

El Presidente Macri lo dijo con todas las letras y no fue una frase de circunstancias: sin el acuerdo con los holdouts la hiperinflación se desata. Y podría haber seguido, “y se encienden los motores del helicóptero para el viaje final como presidente”. Por eso, y no por otra cosa, la bancada kirchnerista ha pretendido a toda costa bloquear el acuerdo. En su postura “antisistema” (recordemos que CFK siquiera se dignó a entregarle la banda a Macri) el kirchnerismo, en franco descuajeringamiento se juega su regreso temprano o el “nunca jamás”.

Alguna mente conspirativa, y no sin razón, quizás entienda el boicot de último momento que Axel Kicillof y Cristina Fernández misma hicieran del acuerdo que ya estaba muy avanzado con los buitres. Mantener el litigio era la espada de Damocles perfecta si ganaba Daniel Scioli (como todo el mundo creía para ese tiempo) y ni que hablar si ganaba la oposición como finalmente sucedió.

Con su supuesta mayoría incólume el FPV impediría al nuevo gobierno contar con dinero fresco y se desataría la ingobernabilidad que demandaría la vuelta de la mano fuerte de CFK. Hasta algunos se devanaban los sesos pensando una redacción de la reforma de la ley de acefalía que permitiera que la ex Presidenta volviera a ser Presidenta. Todo una locura.

La situación económica es gravísima, y se necesitan dólares para reactivar el aparato productivo cuando ya no alcanzan los que venían de la soja. La friolera de 12.000 millones de dólares en bonos servirá solamente para sacarse de encima el veto de los buitres y estar en condiciones de volver a usar la tarjeta de crédito del endeudamiento internacional. Afortunadamente, el kirchnerismo no quiso nunca usarla, ya qué contando con la soja, pudo así no depender de nadie, gastar y malgastar el dinero como quiso y sin rendir cuentas a nadie. Deja tal balurdo, como dijo Margarita Stolbizer, que el país deberá endeudarse para poder solventar el gasto primario en la misma composición que dejó el kirchnerismo luego de haber tirado manteca al techo ilusionándose con la reelección de CFK primero, y para llevarse bien altas sus banderas y que el nuevo gobierno tuviera que sentarse en sus afiladas astas.

Pero con esta estructura productiva, obesa y para nada competitiva, con semejantes niveles de corrupción generalizada, el país no puede hacerse de los dólares que necesita y si se agota la capacidad de crédito sin aumentar la productividad, solo se habrá pasado del populismo de la soja al populismo de la deuda. El desafío simplemente es entonces dejar a tras el populismo, definido aquí como un sistema económico que por brindar satisfacciones inmediatas no es sustentable en el mediano plazo. Ni el populismo de la deuda de Menem lo fue, ni el populismo de la soja del kirchnerismo tampoco.

Sorteada la votación en diputados, donde el acuerdo con el massismo y aliados mostró su poder, queda el verdadero escollo que es el senado: allí los gobernadores harán sentir su peso negociador, con el kirchnerismo tratando de usarlos a su favor. En el medio, estará la muñeca de Miguel Ángel Pichetto para que se llegue a un punto de equilibrio que convenza a todos. Mauricio Macri sabe que tiene a la opinión pública a su favor, y sus huestes parlamentarias se encargaron de consolidar ese apoyo en la sesión en diputados.

Eso fue lo verdaderamente importante que dejó la primer parada fuerte en el Congreso y en la que el kirchnerismo no pudo aprovechar la oportunidad de convencer a nadie. Tampoco lo habían podido hacer antes los “aKtores” y artistas que agradeciéndole a la etapa K tantas atenciones filmaron un spot pidiéndole a la sociedad nada más y nada menos que un suicidio colectivo. Como siempre, mirando hacia el pasado el diktum terrible de Evita pudo servirles de inspiración cuando gritó “Nuestra patria dejará de ser colonia o la bandera flameará sobre sus ruinas”. El problema es que muchos de los argentinos prefieren los perfumes importados. (7 Miradas, editada por Luis Pico Estrada)

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