Por Luis Américo Illuminati.-

El Sr. Darío Grandinetti se debe creer que, por haber actuado en la serie «Santa Evita», basada en el libro de Tomás Eloy Martínez, y haber hecho el papel del fundador del Justicialismo, es alguna especie de autoridad ética o referente moral en nuestro país. Ha dicho que él quiere que en 2023 asuma Cristina. Creemos que Grandinetti no le hace honor a su apellido y lo reduce a Chiquinetti, toda vez que si viviera Perón jamás hubiera permitido ese bodrio en capítulos con formato de teleteatro y nadie como el mismo Perón para referir la historia de su segunda esposa Eva Duarte.

Sin entrar en alabanzas ni denigraciones de dos personajes que fallecieron que, amén del juicio de la historia, más trascendente y definitivo para sus almas es el juicio de Dios. Aclaro que políticamente soy un «orejano», es decir, no tengo pertenencia a partido político alguno, pues tengo claro que gobierne quien gobierne, la partidocracia ha sido el sistema abusivo que ha regido siempre en la Argentina en lugar de la democracia. De modo que por mi edad sé muy bien lo que sucedió en mi país en las décadas de los sesenta y setenta, las he vivido y nadie me lo va a venir a contar ya que soy un testigo sobreviviente del devenir histórico. Y jamás he oído una sola campana de la convulsionada historia argentina, por el contrario, yo he oído todas las campanas, las cuales casi siempre han doblado de tristeza y de dolor.

Cuando uno ha estudiado a fondo el perfil de dos personajes históricos como Perón y su esposa Eva Duarte y sus ideas, como observador imparcial sabe que cosas repudiarían y que cosas aprobarían de estar vivos. Por eso, ni Grandinetti es un doble de Perón ni Cristina es Evita ya que la primera está en las antípodas de la segunda que jamás hubiera simpatizado o aceptado a los Montoneros como aquélla. Además, el actor Grandinetti olvida que el actual gobierno lo digitó Cristina Kirchner y es ella la que manda desde el primer momento y no Alberto Fernández a quien eligió para que hiciera lo que ella le impusiera. Su gobierno ha hundido al país en todos los órdenes y se apresta a sepultarlo. Voy al punto.

Cuando los Montoneros en los setenta gritaban: «Si Evita viviera sería montonera», se equivocaban terriblemente porque Eva Duarte jamás hubiera traicionado a su país como ellos que se aliaron con los comunistas totalitarios de La Habana y El Kremlin, con el oscuro fin de derrocar el gobierno de Perón e Isabel e imponer el régimen oprobioso del inmundo trapo rojo de la hoz y el martillo. Execrable ideología es el comunismo, fuente del odio y del terror que busca imponer una «doctrina intrínsecamente perversa» que, en lugar de conciliar el capital con el trabajo, introduce la discordia en nombre de una igualdad que no es igualdad sino un cambio de amo igual o peor que al que quiere desplazar y ocupar su lugar.

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